Argentina: los estragos de la mega minería

Idioma Español
País Argentina

El norte argentino sufre los efectos de una minería que está prohibida en otros países. “Por eso están acá (...), vienen donde hay legislaciones permisivas”, dice Horacio Machado, docente de la Universidad de Catamarca.

Diciembre de 2013

 

Rafael Archondo
Periodista
Mapamundi – ERBOL

 

Horacio Machado es profesor de la Universidad de Catamarca, Argentina. Estuvo en La Paz para participar de la conferencia internacional sobre "bienes comunes y nuevos paradigmas civilizatorios”, organizada por la Fundación Solón. Machado estuvo en los estudios de ERBOL para hablar de la realidad política y ambiental de la región donde vive: el norte argentino.

 

Viniendo del norte argentino, ¿cómo se siente en La Paz?

 

La verdad es que estamos mucho más familiarizados con este ambiente en los Andes que cuando vamos a Buenos Aires. Tenemos más continuidades y semejanzas lingüísticas y culturales entre el norte argentino y Bolivia. Buenos Aires es como otro país para nosotros.

 

¿De qué vive la provincia?

 

En tiempos de la Colonia, todo el norte de Argentina abastecía a Potosí. Catamarca aportaba a esa economía minera enviando alimentos o mulas. Pero cuando se fundó la Argentina, el centro pasó a ser Buenos Aires. A partir de entonces, Catamarca se convirtió en una zona periférica. Ése fue el momento de declive, porque el poder portuario ingresa al mercado mundial y a una política del libre cambio. Eso llevó a la quiebra de la industria local, porque fuimos invadidos por productos llegados de Europa y no hubo manera de competir. Actualmente somos una de las provincias más pobres del país.

 

¿Quiénes han gobernado la provincia?

 

Desde la recuperación de la democracia, el 83, lo que tenemos en Catamarca es una alternancia entre peronistas y radicales. Son dos grupos de poder dinástico que controlan la provincia. Hay muy poca competencia por fuera de estos dos grupos y tampoco hay mucha diferencia en términos de programas de gobierno. Si bien somos un país federal, hay mucho centralismo en la Argentina y quien posee el poder central en Buenos Aires tiene gran capacidad para influir en el interior del país. Hasta hace dos años estuvieron gobernando los radicales, pero gracias al fuerte apoyo que recibió del poder central terminó ganando el kirchnerismo. Sin embargo, este año, en las elecciones parlamentarias la sorpresa ha sido percibir una fuerte disconformidad, un voto bronca. Por ello ha vuelto ha ganar el radicalismo y ha crecido el partido obrero.

 

A nivel nacional, el Partido Obrero tuvo un buen desempeño y eso es importante, porque el kirchnerismo decía que no había alternativas por fuera de ellos y esto muestra que la gente está buscando alternativas más radicales. La izquierda ha ganado la legislatura de Salta y en la provincia de Buenos Aires ha obtenido más del 11%, es histórico. En ese sentido, soy pesimista, ojalá me equivoque, pero creo que vamos a tener un reflujo de derecha en los próximos años.

 

¿Cuál es la situación económica actual de Catamarca?

 

Hoy Catamarca y las provincias cordilleranas son objeto de fuertes conflictos por efecto de las transformaciones que ha producido el neoliberalismo en los años 80 y 90. En nuestra provincia, una de ellas ha sido el desembarco de la mega minería transnacional a gran escala, que es un proyecto que ha sido gestado desde el Banco Mundial. Poca gente sabe esto, pero desde 1974, tras el golpe de Pinochet en Chile, se modificó allí la legislación minera en respuesta a la nacionalización del cobre impulsada por Allende. El Banco Mundial tomó esa ley como un modelo y lo impuso a toda América Latina. El 91 fue en Perú, el 92 en Bolivia y el 93 en Argentina.

 

¿Qué características tiene esta legislación?

 

Busca brindar a las empresas seguridad jurídica extraordinaria, para evitar nacionalizaciones, y construir un régimen de liberalidad financiera, comercial, fiscal, ambiental que les asegure una renta extraordinaria. Gracias a ello, estas empresas constituyen economías de enclave y exportan mineral sin procesar.

 

¿Nos podrías dar un ejemplo de los efectos de esta mega minería?

 

En Catamarca, hace 15 años opera la empresa minera "Lumbrera”. Como todas ellas, opera a cielo abierto, es decir, no perfora la montaña como se hacía antes. Son voladuras del cerro. Cada día se usan 10.000 kilos de explosivos, y se procesan 150 mil toneladas de roca. Usan camiones de 80 toneladas de capacidad. La montaña excavada va a enormes molinos, luego viene un proceso de lixiviación, con enormes cantidades de agua, y de ahí se extrae el oro, el cobre y el molibdeno. Para ello se usa ácido sulfúrico y cianuro; es un impacto ambiental impresionante. Lo que va quedando es un tajo, en nuestro caso, uno de más de un kilómetro y medio de diámetro por 800 metros de profundidad.

 

Otro problema son los desechos que van quedando en las denominadas escombreras. Sacan 0,3 gramos de mineral por tonelada molida. Queda mucho sobrante. Toda la montaña son minerales, algunos de ellos sirven, pero quedan otros que son perjudiciales para la salud. Es el caso del cadmio, mercurio, cromo y plomo. Al entrar en contacto con el agua, esos metales pesados generan un drenaje ácido, que con las lluvias van contaminando la flora, la fauna, el suelo y los ríos. Y como las personas somos parte del territorio, respiramos ese ambiente, comemos de lo que nos da la tierra, somos partes de esa cadena atrófica de la naturaleza. Por eso, esa contaminación tarde o temprano termina en nuestros cuerpos.

 

¿Son daños irreversibles?

 

Este tipo de minería está prohibida en otros países. Por eso están acá. Son capitales que vienen donde hay legislaciones permisivas. Hay cosas invaluables que se van perdiendo por su actividad. Una explotación de este tipo está destruyendo la cuenca hidrográfica, ¿cuánto vale eso? Si pensamos que es la base para el desarrollo de una zona que es agrícola y ganadera, ya podemos entender la magnitud del daño.

 

Tampoco genera muchos puestos de trabajo. En esto, a los catamarqueños nos han pillado desprevenidos. El gobierno decía que iba a haber más empleos, pero después de 15 años, minera "Lumbrera” está empleando apenas a 800 personas, cuando exporta el 90% del producto bruto geográfico de la provincia. Esos dólares no entran en el circuito económico de la región.

 

Su consumo de energía y agua es enorme. Por año, "Lumbrera” usa 70 millones de litros de gasoil, lo cual es el doble de lo que usa el transporte público de toda la provincia. Además consume 870 mil megavatios de electricidad al año, cuando el consumo de los 470 mil habitantes de Catamarca es de 170 mil megavatios. Con respecto al agua, la empresa utiliza 100 millones de litros por día, en una zona donde sólo llueven 150 milímetros.

 

¿Cómo se podría evitar todo esto?, ¿hay alternativas?

 

Como la resistencia social ha estado creciendo, la empresa ha abierto un departamento de responsabilidad social corporativa. Mediante él hace donaciones y ya hay grupos que las reciben. Así como hay un clientelismo de Estado, también hay un clientelismo de empresa. Ésos son los dilemas de este mal desarrollo, de este modelo extractivista.

 

Por eso cuando dicen que no hay alternativas, nosotros decimos que hay muchas. Estas crisis nos abren horizontes. En todos lados nacen nuevas comunidades que empiezan a reorganizarse, configuran economías locales y encaran la producción sana de alimentos. Todo forma parte de la madurez de este proceso de resistencia.

 

 

"Y como las personas somos parte del territorio, respiramos ese ambiente, comemos de lo que nos da la tierra, somos partes de esa cadena atrófica de la naturaleza”.

Publicado por Página SIETE

Temas: Minería

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