Capa de ozono: preocupación de muchos, pero no de todos

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"Aparte de dañar la capa de ozono, el bromuro de metilo es extremadamente tóxico y ha sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud en la categoría I (la de mayor toxicidad)".

Existen numerosos acuerdos multilaterales relativos al medio ambiente que los Estados han suscrito en los 40 últimos años en relación a la preservación de la Capa de Ozono, entre los que se destacan el Convenio de Viena y, en particular, el Protocolo de Montreal.

Si bien existen estos acuerdos y se conocen los daños que se está causando a la capa de ozono, aún no se toman todas las medidas necesarias, tanto como para proteger la salud de la gente como para asegurar la protección ambiental.

La capa de ozono tiene la capacidad de absorber la intensidad de los rayos ultravioleta (UV). Esta delgada protección natural, conocida también como Ozonósfera, forma una “capa filtro” que evita el daño sobre los procesos fotoquímicos y los seres vivos.

El continuo crecimiento del agujero en la capa de ozono que se observa en la zona antártica ha sido causante de diversas enfermedades visuales como cataratas y la aparición de mayor incidencia de cáncer de piel; de igual manera, los animales, plantas y microorganismos también han sufrido trastornos importantes.

El Protocolo de Montreal es un tratado internacional, diseñado para proteger la capa de ozono a través del control de la producción de sustancias que se cree responsables del agujero de la capa de ozono, y para asegurar la preservación de la misma. En este tratado los países partes se comprometen a disminuir las emisiones de las Sustancias Agotadoras del Ozono (SAO). Esta iniciativa mundial atiende la imperiosa necesidad de reducir el uso de Cloro Fluoro Carbonos CFC (que contienen cloro), muy utilizados en heladeras, pulverizadores y aparatos de aire acondicionado. También existe un agrotóxico que se utiliza para desinfectar suelos, llamado bromuro de metilo, que es altamente dañino para la capa de ozono.

El bromuro de metilo es un gas utilizado en la producción hortícola para esterilizar suelos antes de plantar, ya que mata insectos, nematodos, malezas y agentes patógenos. Se aplica inyectándolo al suelo o a los almácigos, cubriéndolos luego con plástico para que retengan el gas. Se emplea principalmente en cultivos como tomates, morrones, pepinos y melones entre otros tantos. También se lo utiliza para proteger granos almacenados contra insectos.

Aparte de dañar la capa de ozono, el bromuro de metilo es extremadamente tóxico y ha sido clasificado por la Organización Mundial de la Salud en la categoría I (la de mayor toxicidad).

Este gas penetra especialmente por los pulmones causando serios problemas, incluso la muerte. Puede atacar el sistema nervioso, provocando mareos, dolor de cabeza, náusea, vómitos, sueño, debilidad, visión borrosa, y en dosis y tiempos prolongados puede provocar convulsiones y desmayos. Por lo general, después de un contacto excesivo con el bromuro de metilo, se presentan daños crónicos irreversibles en el hígado, riñones y pulmones. Según investigaciones también existe la posibilidad de que pueda causar cáncer y defectos de nacimiento.

En nuestro país las cifras de importación del 2007 dadas por el MGAP fueron: 75.000 kilos de bromuro de metilo formulado y 73.500 kilos de principio activo. En ambos casos, estas sustancias fueron importadas para ser usadas como desinfectantes de suelo.

Los daños que causa el bromuro de metilo son conocidos mundialmente, tanto para el ambiente como para la salud de las personas. Existen alternativas para eliminar el uso de este agrotóxico, tales como la biofumigación y la solarización, técnicas que a través de los procesos de degradación producen gases capaces de controlar los patógenos de los vegetales. Solo falta que los organismos competentes del estado las promuevan y que los agricultores y productores las apliquen, para que finalmente se elimine esta sustancia altamente contaminante.

Fuente: RAPAL Uruguay

Temas: Agrotóxicos

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