Desastre pesquero en Costa Rica

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Unos, los nuestros, pasan hambre, mientras otros, los de por allá, se hacen cada vez más ricos con recursos marinos pertenecientes al pueblo costarricense. ¡Y el Incopesca feliz regalando licencias a los socios de la cuestionada Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT)!

rc.ca.anu@ocehcapf *

En momentos en que la más grande reunión de jefes de Estado estaba presente en Río Janeiro como participantes de la Cumbre Mundial por el ambiente conocida como Eco 92, la prestigiosa revista "Scientific American" (junio 1992) publicaba un artículo de Robert Repetto donde se presenta a Costa Rica como una Nación donde se toma LA DESTRUCCIÓN COMO DESARROLLO.

Además de tener para entonces la más alta tasa de deforestación a nivel mundial, el autor destaca el desastre pesquero que lamentablemente sigue caracterizando a la Costa Rica de hoy. Y así, cuando se pretendía presentar a nuestro país como ejemplo de la conservación ambiental, el mundo era testigo de la hipocresía que a veces impera en el mundillo de conveniencias y poses demagógicas.

El Golfo de Nicoya, que era quizá uno de los más importantes estuarios del continente, ya había sido saqueado hace 15 años gracias a la ausencia de políticas sustentadas en criterios técnicos. Políticas que con cierta ilusión se vislumbraron con la creación del Incopesca (Instituto Costarricense de Pesca y Acuacultura) pero que jamás se emitieron.

De la "Dirección de Pesca" de un Ministerio de Agricultura y Ganadería, de la que no queremos ni acordarnos, se pasó al proyecto promovido por el entonces diputado Miguel Angel Rodríguez que decretó la creación del Incopesca. Pero no había dado sus primeros pasos, cuando se desvirtuaron sus fines técnicos y científicos, para convertirse en un botín político que a la postre resultó inoperante.
Desde su primer presidente ejecutivo (un político-empresario turístico) hasta el presente, el Incopesca no ha cumplido ni cumple con su deber institucional. Mientras los pescadores artesanales tienen que buscar la asistencia social del Poder Ejecutivo para medio alimentar a sus familias, las grandes transnacionales atuneras se llevan decenas de miles de toneladas de atún sin pagar siquiera por los permisos de pesca.

Unos, los nuestros, pasan hambre, mientras otros, los de por allá, se hacen cada vez más ricos con recursos marinos pertenecientes al pueblo costarricense. ¡Y el Incopesca feliz regalando licencias a los socios de la cuestionada Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT)!

Hoy a nadie parece importar que los problemas del sector pesquero se profundicen sin que se vislumbre una solución en el horizonte. Mientras el tiempo de "vacas flacas" contribuyó a la recuperación de bosques y charrales en lo que fueren pastizales improductivos, la escasez de peces, crustáceos y moluscos de interés comercial, lejos de incentivar decisiones dramáticas para enfrentar la crisis, más bien sirvió para continuar por el camino de la indolencia y el desdén.

No solo se hace más evidente la sobreexplotación de nuestros recursos marinos, sino que se sigue el camino de la destrucción de los ecosistemas marinos. La inoperancia del Incopesca ha provocado incluso que la Contraloría General de la República lo señale por incumplir sus deberes fundamentales.

Quizá nos dirán que el problema de la pesca es de "carácter mundial", que Costa Rica es uno más entre muchos y que basta con mirar hacia otros países latinoamericanos para confirmar que también ellos están muy mal. Que es nada o muy poco lo que se puede hacer en vista de la insuficiencia financiera, por lo que no queda más que seguir "tratando de planificar" para ver cómo revertir la destrucción… mientras continuamos "desarrollándonos". Ha sucedido así y por tanto no es descabellado el vaticinio.

Pero no basta con tener derechos de soberanía sobre todos los recursos vivos y no vivos de nuestro mar territorial y zona económica exclusiva. Se requiere tal vez, de una acción interventora de parte del Poder Ejecutivo donde funcionarios con criterios más técnicos y de mayor independencia y patriotismo, creen el espacio para el golpe de timón que evite el naufragio total de un sector que debería ser ejemplo de desarrollo sostenible.

No puede Costa Rica seguir siendo considerado un Estado donde, para el caso particular de la pesca, se tome la destrucción como desarrollo.

*Catedrático UNA
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NOTA: Si no desea informarse por este medio escriba a rc.ca.anu@ocehcapf.

LA PRENSA LIBRE. 10-11-07

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