La cereza del revivido indigenismo reside en el discurso que pide “fe” en las autoridades: “Ustedes tienen que creer y confiar en que no hay intención de perjudicarlos. Deben considerar que lo que nosotros decimos es tan sincero y tan profundo como lo que dicen ustedes”... En estos tiempos materialistas, el “gobierno del cambio” marca su diferencia apelando a la sensibilidad mística y religiosa de los mexicanos: en lugar de presentar planes de gobierno claros, nos ruegan tener fe, no nos van a fallar.