Plantas de celulosa en Uruguay: "Cualquier decisión política se revierte con otra apoyada en la fuerza del pueblo"

Idioma Español
País Uruguay

Promediando setiembre Anahit Aharonian, militante de la Comisión Multisectorial de Uruguay, visitó Buenos Aires en el marco de la lucha contra las plantas de celulosa que la finlandesa Botnia y la española ENCE pretenden instalar en Fray Bentos

Antes de volver a su tierra accedió a una entrevista para hablar de cómo se preparó el terreno para que aterricen estas industrias, cuáles son los impactos negativos que generarían – no sólo los ambientales – y cómo juega – a nivel social e institucional – que la administración de Tabaré Vázquez apoye estos emprendimientos.

- ¿Cuál es el objetivo con el Comisión Multisectorial? ¿Por qué se oponen a las plantas de celulosa?

AA: En la Comisión Multisectorial estamos trabajando para que no se instalen dos gigantescas plantas en la localidad de Fray Bentos (a principios de octubre se conoció un tercer proyecto, impulsado por la empresa sueco finlandesa Stora-Enso), pero la Comisión no está sólo por esta razón. Queremos un Uruguay - una región - productiva, sustentable, con trabajo genuino, digno, una vida digna para todos, entonces en este momento estamos centrados en esta lucha que creemos ataca muchos asuntos de nuestra región que son realmente muy sensibles, como es el tema de la soberanía. Porque estamos asistiendo a una latifundización y extranjerización de la tierra a pasos agigantados, a una velocidad muy grande. Estamos preocupados por frenar esa extranjerización, porque queremos tener poder de decisión sobre nuestro territorio y se supone que con un gobierno progresista tenemos que poder decidir ¿qué producción queremos? ¿qué Uruguay queremos?

Por el ’87 hubo una ley de subsidios, de estímulo a las plantaciones forestales. Había todo un mito de que aquello iba a generar mucho trabajo, felicidad para los uruguayos. Tanto es así que venían folletos de propaganda: “Invierta en la forestación que su hijo va a estudiar a Harvard”. Todo eso ha crecido en función de los fuertes subsidios - US$ 400 millones, más o menos, sospechamos que es, puede ser más - y no pagan un solo impuesto.

A lo largo de todos los años se ha comprobado - hay documentación de la Asociación de Inspectores de Trabajo del Uruguay – que las condiciones de trabajo de los trabajadores forestales son las peores, están rayando en la esclavitud, trabajan menores, tienen accidentes y no son atendidos, mueren muchísimos trabajadores forestales. Además están en negro, no tienen derechos. Entonces, en esa medida, puede ocurrir cualquier cosa, y por otro lado las empresas forestales no son las que contratan los trabajadores, ellos subcontratan, y muchas veces el trabajador está protestando, está exigiendo, y no sabe a quién. Y si toman alguna medida fuerte después de varios meses de no cobrar esa miseria el culpable es el que exige su salario, no es el empresario.

Hoy el Ministerio de Trabajo está tomando medidas pero no se puede cambiar una realidad de un día para el otro cuando tenemos un país empobrecido, cuando no hay presupuesto para que los inspectores de trabajo puedan hacer inspecciones reales, para que toda esa red que se ha destruido pueda rearmarse.

En esas circunstancias consideramos que este tipo de emprendimientos de las transnacionales arrasan con todos los derechos, con todas las reglamentaciones de cuidados ambientales y de cuidados de los ciudadanos. Este tipo de cosas no las queremos en el Sur, a pesar de los argumentos que dan - que pareciera que son maravillosos los norteños ahora, que han cambiado, que son buenos - cuando los estudios que han presentado los demuestra insolventes.

No son imágenes, ideas que tenemos de ellos porque sean gringos, porque sean del Norte, simplemente. Eso podría ser un elemento, pero nos estamos basando en los estudios de impacto ambiental que han presentado, y son absolutamente insostenibles. Es impresentable la evaluación de impacto cuando no hay revisión bibliográfica, no sabemos de dónde sacan la información, donde no hay cifras que se manejen, son todas aproximaciones. “Quizá”, “a lo mejor”, “puede ser” son los términos que ellos usan. “Algo”, “un poquito de olor”, “son molestias circunstanciales”. Ellos todo lo minimizan en tono coloquial, muchísima propaganda.

- Comentabas que en los ’60, en el MLN Tupamaros, se indignaban ante latifundistas que tenían 30 mil has. Los latifundios hoy tienen cientos de miles de has.

AA: Había un gran latifundio en el norte, en el departamento de Artigas, que estaba planteado que había que expropiarlo: “la tierra para quien la trabaja”. Eran 30 mil hectáreas improductivas, ¡una cosa que nos horrorizaba! Ahora estamos hablando de extensiones de 100 mil, 150 mil hectáreas. 150 mil hectáreas tiene una empresa norteamericana en el norte, también, en Rivera, Tacuarembó, Cerro Largo. Y los finlandeses (Botnia), que están del lado de la cuenca del río Uruguay, tienen alrededor de 100 mil hectáreas, entre las que son propias, las que están bajo figuras de sociedades anónimas innominadas - no sabemos de quién - y otras se están rentando a una velocidad muy rápida. Otras tierras están en manos de ENCE, que tienen la forestal Eufores en Uruguay hace mucho tiempo.

Estamos preocupados porque esa cantidad de hectáreas ¿cómo las van a manejar ellos? Acabamos de hacer un plebiscito con el 64,7% dijo que el agua es de uso público. ¿Esa gente qué va a hacer en esas tierras? ¿Va a respetar nuestro mandato popular o va a hacer lo que quiere con nuestras aguas dulces? En la industria de la celulosa el uso del agua es grandísimo. Las plantas que tenemos en Uruguay... Una, que contamina mucho, está en el departamento de Colonia y procesa 70 mil toneladas de celulosa por año. Estas van a procesar – por lo que dicen – un millón y medio de toneladas. Más de 20 veces más de lo que estamos haciendo... Con experiencia que no tienen, porque los finlandeses no tienen experiencia en plantas tan grandes. Y plantas tan grandes son incontrolables, por mejor voluntad que tenga el gerente de la planta. Por supuesto que no confiamos en su voluntad, pero teniéndola, no la puede manejar, porque si hay un problema, y querés parar la industria, no la parás. Apretás el botón ‘parar’ y hay una inercia por la cual demora mucho tiempo en parar.

Están las condiciones de los trabajadores y la cantidad de trabajadores por hectárea, comparado con cualquier otra producción, son muchos menos trabajadores por hectárea. Entonces, ¡estamos perdiendo mano de obra!

- Tenés idea de cuánta gente fue desplazada desde el ’87 a la actualidad.

AA: No puedo decirte las cifras exactas pero evidentemente la migración hacia Montevideo, concretamente, creció de una manera atroz. La mitad de la población uruguaya está en Montevideo, creando unos cinturones de miseria terribles. Nosotros hablamos de la miseria que hay en el campo pero en una reunión con asalariados rurales, los de Bella Unión, que es la zona supuestamente más empobrecida, nos decían: “Tuvimos dando unas vueltas por Montevideo y acá hay más miseria que en el campo”.

- ¿Cómo afecta que un presidente del Frente Amplio avale este proyecto?

AA: Nos afecta mucho. Esperábamos que tuvieran una apertura y nos escucharan, como en otros temas se abren las puertas. Aquí no se ha abierto la puerta. Nos sorprende y creemos que hay un mal asesoramiento, obviamente, porque se cree en esto. Hay muchos profesionales que creen en esto y no sabemos por qué, no nos dan una razón. Entonces, cuando no te dan razones decís: “Acá hay algo misterioso”, y quizá está relacionado a los acuerdos firmados anteriormente.

Hay un acuerdo de protección de inversiones con Finlandia que es terrorífico, porque al ata al Uruguay de pies y manos. La empresa una vez instalada no puede tener pérdidas y si la tiene el Uruguay le paga. ¿Qué quiere decir? Que cada uno de nosotros, de nuestro bolsillo, tenemos que sacar el dinero. O sea, si mañana la empresa contamina y la población de Fray Bentos dice: “Señores, no permitimos que pasen los camiones”. La empresa dice: “Señor gobernador, usted me paga porque yo estoy perdiendo dinero”. ¿Qué hace le gobierno? Paga... Reprime... Pagamos nosotros.

Nosotros decimos: “Antes que se instale hay que parar esto”. No podemos estar atados a convenios anteriores, y creemos que ahí, quizás, nuestro actual gobierno no se siente fuerte para apoyarse en su pueblo y poder enfrentar estas multinacionales. Y eso es lo que le estamos explicando: un gobierno que se apoya en su pueblo siempre va a ser mucho más fuerte.

- ¿El gobierno tiene margen para oponerse a este modelo?

AA: Claro que sí. Tiene que tener más confianza en su pueblo, en que se puede apoyar en el pueblo y con esa fortaleza enfrentar las amenazas de esta gente. Sabemos que están muy presionados, nuestros gobernadores nos dijeron: “Vamos a recibir muchas presiones, ayúdennos con eso”. Bueno, una forma de ayudarlos es abriéndoles los ojos y diciéndoles: “Miren que esto es grave, no hay forma de controlar. Es mentira lo que dicen”. Porque claro, hay unos espejitos de colores que es la primera etapa, la de la construcción. En la construcción hay movimiento, hay gente trabajando, pero terminada la construcción en un año y medio y ¿qué pasa con toda esa gente que queda girando? Al final, en la planta, van a haber 300 puestos de trabajo. Porque ellos hacen cuentas con los trabajos que ya existen, que es el que corta los árboles, el que transporta los árboles, hoy, de hecho, estamos haciendo eso.

Va a quedar gente nuevamente excluida del circuito laboral, va a haber marginación. Porque ¿dónde va ir a parar? Hoy en Fray Bentos la gente que va a buscar trabajo se está amontonando en espacios enormes, 30 personas con un solo baño. Ya están prostituyendo a nuestras niñas de 13, 14 y 15 años yendo al puente todas las noches, porque está un montón de población a la cual asisten. Eso no es el desarrollo, entendemos que desarrollo es otra cosa.

- Con la llegada de las papeleras también se consolida otro modelo que incluye supermercados y demás.

AA: Sí, y los pequeños comerciantes tiemblan porque van a tener que cerrar. Como todas las experiencias de las grandes superficies, que primero todo el mundo festejaba: “¡Vivan los supermercados! ¡Qué lindo! ¡Qué bárbaro!”, y después eso también implicó menos mano de obra, menos fuentes de trabajo por superficie. Entonces, estamos asistiendo a un montón de fenómenos que algunos van a aplaudir, pero nosotros decimos: “Queremos un desarrollo real para Uruguay, un desarrollo donde todos podamos disfrutar de los beneficios de la producción”.

Hay otro elemento, Botnia y ENCE van a operar en zona franca. ¿Qué quiere decir? Que seguimos exportamos los troncos a la zona franca sin agregarle valor. ¿Cuál es el negocio para Uruguay? Ninguno, no estamos ganando nada. Incluso en la Ley de presupuesto nacional hay una cláusula que dice que en las proyecciones no se tiene en cuenta la instalación de las plantas de celulosa porque no hay impacto fiscal. ¡¿Qué más verdad tenemos en cuanto a qué nos deja?!

Y además están exigiendo, por la fuerza de su presencia, que los uruguayos financiemos las carreteras que nos van a destrozar. Están presionando para que Uruguay o Uruguay y Argentina hagan el dragado del río Uruguay, porque por ahora en Fray Bentos no pueden cargar los barcos, tienen que cargar unas barcazas y después terminar en Nueva Palmira. Incluso han habido desastres en Nueva Palmira, en un puerto de la empresa Ontur - el 40% de las acciones de Ontur las tiene Botnia.

Digamos, siembran desastres por doquier y siguen presentándose como los salvadores: los que vienen para dar trabajo, que son serios y confiables. Nosotros decimos que seria y confiable es aquella persona que lo demuestra y que nos da elementos certeros por los cuales decirlo. Hemos comprobado que sus informaciones son inconsistentes totalmente y que su propaganda es lo que pesa y está es engañando.

- Esto ¿ha generado algún debate sobre la idea el progreso y el medio ambiente en la izquierda y en la sociedad uruguaya toda?

AA: No. Es triste pero no tenemos noción. El medio ambiente es algo considerado secundario, hasta el paisaje trastocado es secundario.

No podemos seguir buscando las ganancias atroces que pretenden determinadas empresas para no sabemos qué. El pueblo quiere progresar, quiere el desarrollo en ese sentido, en el cual todo lo que sea ganancia-producción sea repartido entre todos, no esperar que crezca para repartir sino todo lo que hoy hay. De eso se trata el progreso, de eso se trata el desarrollo: que todos tengamos acceso a todo eso y podamos decidir dónde vamos a plantar comida. Las tierras de los departamentos litoraleños: Paysandú, Soriano y Río Negro están condenados al eucaliptus si estas plantas se instalan, porque son devoradoras de muchísima cantidad de madera por año. Nosotros queremos plantar otras cosas y son tierras lindísimas. ¡Las mejores tierras agrícolas las están destrozando!

Ellos producirían un millón y medio de toneladas de celulosa por año, y ojo, en Uruguay sería sólo la celulosa, la parte más sucia. El valor agregado se va para China o para Europa, donde tengan el mercado. Las plantas de celulosa al lado de los troncos, las plantas de papel al lado del mercado, ese es el negocio de ellos.

- Los productores están denunciando sequías producidas por las forestaciones.

AA: Ellos lo desmienten y dicen que eso no tiene nada que ver, que no se ha estudiado. Es cierto, hay pocos estudios pero también es cierto que no hay presupuesto para hacer investigaciones en serio. La Universidad está con un presupuesto negativo, entonces hace convenios con las empresas y se investiga lo que a esas empresas le gusta que se investigue. Hay pocas investigaciones pero las que hay demuestran que el eucaliptus nos está destruyendo y erosionando los suelos, acidificándolos. Además con el uso de agrotóxicos, prohibidos por el Convenio de Estocolmo, están contaminando los suelos y las aguas.

Hoy todavía hay vestigios de DDT – que se usaba en la década del ’40, ’50 – en las ubres de las vacas. ¿Qué va a pasar con estos que no son elementos degradables? Son elementos que no se ven, no es mugre que me la saco con jabón, son contaminantes que se van depositando en el tejido graso, bioacumulando, biomagnificando, y eso nos va afectando poco a poco. Los cánceres, enfermedades infecciosas, de las vías respiratorias, alergias... está comprobado en todo el mundo (se relacionan) con la industria de la celulosa. ¿Nosotros vamos a ser diferentes? Eso es lo que plantea este gobierno. “No, no, no. Esta empresa es seria.” “Nosotros controlamos.” ¡¿Qué vas a controlar?!

- Se habla de la emisión de dioxinas y justamente Uruguay tiene un presidente que es oncólogo, conoce el tema.

AA: Debiera... Seguramente va a haber emisión de dioxina al agua y al aire. Ellos omiten decir que todo lo que se va a quemar emite dioxinas por la composición de esos elementos. Va a haber, además, un efecto invernadero, va a haber inversiones en lo que sale de la chimenea. ¡Lluvia ácida! Y por otro lado los efluentes tienen productos químicos, que tienen sus efectos sobre los seres vivos, pero también la temperatura de los efluentes. Dicen que la van a bajar, claro, el agua hirviendo no la van a tirar, pero la van a tirar igual a una temperatura mucho más alta que la que tiene normalmente el río. ¿Qué pasa con los peces? Esa es una zona de desobe, hay estudios que impiden que allí haya efluentes, sin embargo lo van a hacer. “¡Ah, pero bueno, aguas abajo se enfría!”

La toma de agua de OSE (Obras Sanitarias del Estado) plantean cambiarla de lugar. Si ellos no contaminan, ¿por qué la plantean cambiar? Pero además están diciendo que no alcanzaría con cambiarla de lugar, mejor perforemos y saquemos agua del acuífero (Guaraní). No hay estudios suficientes, incluso, de la relación del río Uruguay con el acuífero. ¡Y vamos a estar perforando, vamos a mezclar todo, a contaminar más también el acuífero! ¡Con una frivolidad se plantea todo!

Muchísimos interrogantes. Y si hay interrogantes el gobierno debiera decir: “Bueno, realmente hay que parar esto y estudiarlo en serio”. Y lo que nos preocupa más es que la discusión en Uruguay está descentrada por completo, no se discute en torno a las plantas de celulosa y (si) se saca la discusión (dicen): “¡¿Qué se meten los argentinos?!”, “¡La culpa es de los argentinos que tienen plantas de celulosa!”, “¡La culpa es de los ambientalistas que dicen...!”. La culpa es de alguien y no nos ponemos a decir: “¿Qué queremos nosotros?, ¿Qué país queremos?, ¿Qué nos está ocurriendo? ¿Qué es todo lo que vamos a perder?”.

También está la cuestión de “si está contaminado, contaminarlo un poco más, no pasa nada”. ¡No puede ser! Paremos esta locura de mundo. “¡¿Y ahora lo dicen?!” Sí, lo decimos ahora porque ahora tenemos más elementos y porque ahora vienen a instalarse plantas. Y las viejas industrias se pueden reconvertir, se pueden mejorar. Nadie plantea cerrar industrias, nadie plantea cerrar las fuentes de trabajo, estamos hablando de otro modo de producción, que sea sustentable realmente, que no haya que ponerle más palabras. El desarrollo debe ser sustentable sin que se lo pongamos como adjetivo.

Acá hay toda una concepción económica - no es sólo el presidente - que está equivocada, porque naturalmente este movimiento económico que permite la construcción de una planta aumenta los porcentajes de PBI. Pero hoy nosotros no hacemos las cuentas por PBI, la nueva economía habla de cuentas patrimoniales, hace una valorización de los recursos naturales, que es en lo que hay que basarse. Porque en los PBI no se cuenta lo que nosotros estamos perdiendo en recursos naturales y que después ¿quién va a pagar esa devolución de nuestra naturaleza? - que además no se reconvierte de un día para el otro. Los costos son altísimos, en Uruguay no estamos en condiciones de pagarlos y las empresas no lo van a hacer. Ellos en sus países están corridos, hay un fuerte movimiento en Finlandia de los que defienden los bosques para que no saquen más madera de los bosques.

- “¡Los finlandeses son serios!”

AA: Eso dicen y nosotros no entendemos por qué. En junio de este año hubo un conflicto de los sindicatos de la industria de la celulosa - toda la industria, no de una empresa - en Finlandia, los sindicalistas reclamaban las mismas condiciones de todas las demás industrias. Consecuencia de eso la patronal decidió hacer un lock out, cerraron todo presionando para bajar los sueldos y, de paso, subir el precio del papel.

Eso lo hacen en ‘su’ primer mundo, en ‘su’ país, ¿va a ser distinto acá? Sabemos que Forestal Oriental, que es la forestadora de Botnia, hizo hasta ahora una fuerte presión para que no hubiera sindicalización de los trabajadores. Eufores, la forestadora de ENCE, hasta hace 2 años no permitía la sindicalización de los trabajadores. A consecuencia del pedido de un préstamo al Banco Interamericano de Desarrollo le exigieron que permitiera la sindicalización. Lo permitieron, pero a partir de que permitieron la sindicalización empiezan a hacer persecución sindical. Incluso al presidente del sindicato, Antonio Rodríguez, el abogado de la empresa fue a ofrecerle $u100 mil para que se fuera. Dignamente el trabajador dijo que no y se mantiene con una inestabilidad muy grande. Cada vez que hace declaraciones en la radio o en la televisión, va la directora de Relaciones Institucionales de ENCE en Uruguay, que es la ingeniera agrónoma Rosario Pou, y pide el casete de audio o de video. Por supuesto que ellos saben lo que él declara, pero con eso están presionándolo.

- En Argentina las empresas y el Estado utilizan a los sindicatos para que presionen en contra de los reclamos ambientales – los petroleros en Neuquén, la UOCRA en Esquel... - porque dicen que es oponerse al progreso y a la generación de empleos. ¿Qué articulación ustedes lograron con los sindicatos?

AA: La central de trabajadores PIT-CNT, en el 8º Congreso, que fue en diciembre de 2003, decidió oponerse a las plantas de celulosa. El tema es que a partir de eso han habido algunos movimientos y presiones de estas empresas y algunos plantean que hay que reconsiderarlo. Obviamente, en este momento, para los movimientos que se están haciendo, están contratando empresas y trabajadores. Entonces crean una confusión a nivel de los trabajadores que están desesperados, y sobre todo los que están desocupados... desesperados por trabajar. Lo bueno es tener claro que hoy no están las plantas construidas, porque con la propaganda en Uruguay se cree que ya está todo construido y que está saliendo humo de la chimenea.

Ahora, el Plenario Intersindical del Departamento de Río Negro sigue oponiéndose. Lo hace en sus declaraciones públicas, ellos quieren trabajo a largo plazo, lo tienen clarísimo. Estuve el 25 de agosto con ellos en el sindicato de los trabajadores de la construcción, en el SUNCA. El local estaba lleno de trabajadores, porque todos quieren respaldo sindical, siguen oponiéndose a las plantas pero no pueden oponerse a que le den trabajo para llevar un pedazo de pan a su casa. Entonces, se juega con esa necesidad de trabajar, con la miseria de la gente: “Viste, yo te doy trabajo”.

Nuestra discusión a la interna de todos los sindicatos sigue fuerte porque está esa falsa oposición. Nosotros no hacemos esa falsa oposición “trabajo ver sus ambiente” sino “trabajo hoy ver sus hambre mañana”, porque es hambre. No va a haber trabajo mañana, porque además, con esta instalación de las plantas se pierden puestos de trabajo que hoy existen, como es el turismo, como es la apicultura, como es la pesca, la agricultura orgánica – que hay mucha en Uruguay y además exporta. La miel que tanto exportamos y que trae mucho dinero, porque es muy bien cotizada, se dejaría de exportar si tiene una planta de celulosa a menos de 100 km. (En Uruguay la distancia entre los dos puntos más extremos es cerca de 600 km.)

- Se habla solamente de las plantas de celulosa pero es todo un conjunto más amplio. ¿En Rocha se pretende instalar un puerto granelero?

AA: Rocha es un precioso departamento costero con serranías, las más altas de nuestro país, que le han destruido el paisaje también. En esa tierra ‘que no sirve para nada’, recargan las fuentes de agua dulce, y ahí han plantado esos árboles que destruyen el paisaje y también destruyen las posibilidades de recarga de agua. “Y como están (los árboles) vamos a aprovecharlos - pero además queremos seguir plantando lo que se planta.”

Se ha presionado para construir un puerto granelero en La Paloma, que es un precioso balneario. Eso se empezó a plantear en enero de 2004 con una licitación para una sola persona, o sea, no hay una licitación real, con intereses chilenos. Hay rumores de que sería otra planta de celulosa, pero ahora dicen que no. Lo que nos preocupa es que en la mentalidad del actual gobierno las mega obras son símbolo de progreso, que hacemos maravillas... Y queremos explicarle a estos gobernantes que haciendo los grandes puertos, las grandes carreteras, las grandes represas, estamos retrasándonos y destruyendo lo que hay que construir a escala humana, posible; que también así se hacen las cosas.

Estamos profundamente preocupados, estamos en un momento difícil, hay una gran desmovilización en el Uruguay porque evidentemente se ha planteado una esperanza en el gobierno y un error, que es el pensar que el gobierno tiene que hacer las cosas solo. Y no sabemos por qué. Porque una de las fuerzas que hoy está gobernando es el Frente Amplio, verdad, y el Frente Amplio se fundó en el año ’71 basado en la fuerza de los comités de base, basado en la base moviéndose y participando permanentemente. ¡Participando! Entonces el gobierno donde está esa fuerza tiene que ser un gobierno de participación.

Como ha habido una gran desmovilización, producto de todos estos gobiernos neoliberales, estamos apuntando a que pueda volverse a ese espíritu de participación que implica salir de las casas, donde estamos enchufados con la televisión todo el día, ir a vichar y preocuparnos de lo que está pasando. Y cuando el gobierno hace algo que nos parece que está equivocado, marcárselo y decirle: “Hay otras alternativas”. Porque un gobierno se equivoca como cualquier otro y apoyado en su pueblo puede rumbear mejor y mejorar su accionar, mejorar las condiciones de vida de su población. A eso estamos apostando, por eso nos preocupa.

- ¿Cómo repercutió la participación de Eduardo Galeano en una manifestación contra las plantas de celulosa?

AA: En nuestro país se da mucha importancia a las personas que tienen su trayectoria y creemos que fue muy importante en cuanto fue muy claro, porque le preguntaban: “¿Vas al acto contra el gobierno?”, y él decía: “No estamos contra el gobierno. Estamos a favor del gobierno, exigiéndole que lo que está haciendo mal lo haga bien. Tan sencillo como eso”. No puede ser que un gobierno progresista no acepte las críticas. Y sobre todo la población que apoya a ese gobierno progresista debiera ser mucho más abierta y aceptar y entender, que fue lo que siempre desde la izquierda se pregonó y se trató de practicar: que desde la autocrítica y desde la crítica es que se crece y se mejoran las gestiones.

- ¿Todavía le están cobrando a Galeano esa participación?

AA: Públicamente no lo hemos visto, pero sabemos que a veces la gente no ve con buenos ojos el que se haga críticas en forma pública. Nosotros creemos que si no es en público, ¿dónde se hacen las críticas? Estamos pidiéndole a nuestro gobierno que nos abra las puertas y hacemos las críticas a puerta cerradas, pero no nos abren las puertas. Entonces tenemos que golpear todas las puertas.

Se acallan las voces de disonancia. Eso es una gran preocupación, estamos en contra del pensamiento único, creemos que en la diversidad crecemos y encontramos los elementos para afirmarnos. Eso estamos reclamando.

Cuando mostramos la realidad de lo que pasó en menos de un año al sur de Chile, nos dicen: “¡No, pero estos son serios!”, “Nosotros vamos a controlar”. Hoy Uruguay no está en condiciones de controlar nada, ninguna planta. Pero además no es un problema de voluntad, estas plantas son incontrolables en cualquier parte del mundo. La empresa UPM/Kymmene – que es la principal accionista de Botnia – tuvo un accidente en el verano de 2003 donde hubo un vertido de licor negro que destruyó todo lo vivo de un lago gigantesco. Y fue un accidente como puede ocurrir en cualquier lado y les pasó en ‘su’ primer mundo controlado. Retomar eso y reconvertir eso es mucho dinero.

Entonces, si hablamos de dinero - tan preocupado que está el mercado por del dinero - bueno: perdemos plata. Porque donde hay un accidente somos nosotros que tenemos que pagarlo, somos nosotros que tenemos que soportarlo. En salud, ¿quién va a pagar los gastos de salud? ¿El Estado uruguayo?.... Plata, perdemos; puestos de trabajo, perdemos; calidad de vida, perdemos; ¡cultura!, perdemos – los monocultivos de árboles no generan cultura, destruyen la cultura que hay –. Hay muchas cosas que se pierden, pero tenemos la esperanza de que todavía estamos a tiempo y juntos, todos, podemos dar vuelta y revertir esta situación. Porque cualquier decisión política se revierte con otra decisión política, sobre todo, apoyada en la fuerza de un pueblo.
Hernán Scandizzo - ra.moc.oohay@nacsreh

Fuente: Argentina Indymedia

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