Francia: Más de 500 campesinxs y activistas bloquean la planta de pesticidas de BASF
El 17 de noviembre, la Confédération Paysanne se unió a una coalición más amplia de movimientos sociales en una acción directa contra la planta de plaguicidas de BASF en Saint-Aubin-lès-Elbeuf, Francia. En esta planta, BASF produce más de 1.500 toneladas de plaguicidas al año y vierte regularmente sustancias clasificadas como contaminantes persistentes al río Sena. Actualmente, BASF enfrenta 4.500 demandas en todo el mundo relacionadas con la contaminación por PFAS, sustancias que la empresa fabrica en grandes cantidades. Siete asociaciones locales han acusado a BASF de liberar PFAS al medio ambiente de forma reiterada durante los últimos 25 años.
Desde territorio francés, BASF continúa produciendo sustancias prohibidas para su exportación, especialmente a Brasil, donde causan graves daños a la salud humana y al medio ambiente. Esta realidad contrasta drásticamente con el discurso de la COP30, donde los Estados afirman luchar contra el cambio climático mientras promueven simultáneamente acuerdos comerciales como el Mercosur, acuerdos que acelerarían la propagación mundial de plaguicidas y tratarían a lxs agricultorxs como prescindibles.
A continuación se presenta la traducción al español del comunicado de prensa emitido por los movimientos sociales.
Cierre de la planta de producción de pesticidas de BASF por más
de 500 campesinxs, víctimas y simpatizantes
Somos campesinxs, víctimas de los plaguicidas, familiares de víctimas, residentes de zonas de fumigación y de fuentes de agua contaminadas, científicos y simpatizantes. Más de 500 personas nos hemos reunido para clausurar la planta de BASF en Saint-Aubin-lès-Elbeuf.
Este sitio representa los continuos excesos e impunidad de la industria criminal de pesticidas: la producción de sustancias altamente tóxicas prohibidas en Europa, vertidos masivos de productos químicos persistentes al Sena, un aumento de los casos de cáncer entre lxs residentes cercanos y un cabildeo brutal para imponer un modelo agrícola que envenena el suelo y a lxs trabajadores agrícolas.
Para poner fin a esta situación, tanto aquí como en otros lugares, bloqueamos con nuestros tractores la entrada a la planta de BASF en Saint-Aubin-lès-Elbeuf e interrumpimos la producción. Realizamos una inspección del inventario para recabar más pruebas de la producción y el almacenamiento de plaguicidas prohibidos, en particular productos a base de fipronil, que posteriormente se exportan a Brasil. La entrada a la planta permanece bloqueada con tractores.
Muchas víctimas que son ignoradas
Nosotros, reunidos en la planta de BASF, pasamos todo el año lidiando con reclamaciones por enfermedades laborales, acciones legales, marchas por nuestros territorios, investigaciones de campo y atendiendo a quienes han sufrido intoxicaciones. ¡Pero no nos escuchan! Como agricultorxs, simplemente queremos vivir con dignidad y alimentar a la población sin estar expuestos a estos venenos.
A pesar de la movilización masiva de más de dos millones de personas contra la Ley Duplomb este verano, los poderes políticos siguen ignorándonos y apoyando sin descanso un modelo agrícola dependiente de gigantes agroquímicos como BASF, Syngenta, Bayer y otros. Nuestrxs líderes ceden ante sus presiones, condicionando la financiación pública y la legislación a sus intereses. En Francia y en otros países, la presión económica, las políticas liberales impuestas por sucesivos gobiernos y la competencia global están provocando una caída de los precios, enfrentando a lxs agricultorxs de todo el mundo entre sí y condenándolos a un sistema donde el uso de plaguicidas se considera inevitable.
Sin embargo, lxs agricultorxs son las primeras víctimas de este modelo, y todos sabemos que lleva décadas devastando a lxs agricultorxs y sus granjas. ¡No lo permitiremos! Lo declaramos con hechos: ¡empresas productoras de cáncer como BASF, Syngenta, Corteva y Bayer deben cambiar radicalmente sus procesos de producción o deben ser clausuradas!
BASF, un actor importante en el envenenamiento y la contaminación
En la planta de Saint-Aubin-lès-Elbeuf, BASF produce más de 1500 toneladas de plaguicidas al año y vierte regularmente sustancias clasificadas como contaminantes persistentes al río Sena (¡263 kg en tan solo 3 días en mayo de 2024!). Actualmente, BASF enfrenta 4500 demandas en todo el mundo por contaminación relacionada con PFAS, que produce en grandes cantidades. Siete asociaciones locales acusan a la empresa de liberar PFAS repetidamente durante 25 años. Estos contaminantes se acumulan en el agua y son prácticamente imposibles de eliminar.
Las PFAS y los plaguicidas representan un grave problema de salud pública: el aumento de los casos de cáncer infantil, enfermedades neurodegenerativas y trastornos hormonales entre lxs trabajadores agrícolas y las poblaciones cercanas. Paradójicamente, BASF produce agrotoxinas y tratamientos contra el cáncer, generando más de 65.000 millones de euros en ingresos anuales.
La intensificación del uso de plaguicidas es también la principal causa del drástico descenso de las poblaciones de aves y polinizadores, poniendo en peligro la fertilidad del suelo y la regulación natural de los ecosistemas. El alarmante colapso de la biodiversidad amenaza nuestra supervivencia en un futuro próximo.
La exportación de plaguicidas prohibidos: un escándalo mundial
Desde territorio francés, BASF continúa produciendo sustancias prohibidas para su exportación, especialmente a Brasil, donde causan graves daños humanos y ambientales. Esto contrasta radicalmente con las afirmaciones realizadas en la COP 30, donde los estados afirman luchar contra el cambio climático mientras promueven acuerdos comerciales como el Mercosur, que agravarían la propagación mundial de plaguicidas y convertirían a lxs agricultorxs en meros recursos desechables.
Los efectos de este “colonialismo químico” también se hacen patentes en los territorios de ultramar. Años después de la lucha por prohibirlos, sustancias como el clordano en el Caribe, el paraquat en la Guayana Francesa y el malatión en la Polinesia Francesa siguen envenenando cuerpos y suelos sin que se compense el daño causado.
¡Podemos cultivar y alimentar de manera diferente!
La agricultura industrial no alimenta a la población mundial, pero ocupa tres cuartas partes de las tierras agrícolas, agota el suelo y compromete su fertilidad a largo plazo. Según el último informe de la ONU, una de cada diez personas padece hambre, mientras que un tercio de la producción industrial de alimentos se desperdicia a lo largo de las cadenas de suministro.
Cada año aumentan las ventas de plaguicidas, y grandes empresas como BASF, Bayer-Monsanto, Syngenta y Corteva controlan actualmente más del 70% del mercado mundial. Mientras sus beneficios se disparan, lxs agricultorxs desaparecen a un ritmo alarmante, incapaces de liberarse de la dependencia de estas industrias y bancos.
Si calculamos el coste total oculto de los plaguicidas en Francia (apoyo financiero público, costes medioambientales y sanitarios), asciende a 18.000 millones de euros anuales, que podrían destinarse a financiar la transformación del modelo agrícola. ¡Y existen alternativas! La agricultura ecológica y las prácticas agroecológicas han demostrado su viabilidad. No faltan soluciones técnicas ni conocimientos especializados, sino opciones económicas y políticas favorables.
Nuestras demandas para liberarnos de esta espiral suicida
Exigimos:
- Reorientación inmediata de las políticas públicas agrícolas y apoyo sustancial a un cambio sostenible en las prácticas.
- Un ingreso digno y precios mínimos garantizados para una producción que respete la salud y el suelo.
- La aplicación de la decisión del 3 de septiembre de 2025 del Tribunal Administrativo de Apelación de París que exige una reevaluación de los procedimientos de aprobación de plaguicidas.
- Prohibición total de sustancias cancerígenas, mutagénicas, reprotóxicas y disruptores endocrinos.
- Mayor reconocimiento de las enfermedades profesionales y de las indemnizaciones para las víctimas.
Un llamado a la movilización colectiva
Nuestra indignación no cesará sin un cambio profundo. Invitamos a agricultorxs y residentes a continuar esta movilización, a concentrarse en otros centros de producción de plaguicidas y a desafiar a las instituciones cómplices de este modelo destructivo y letal. Solo juntos podremos construir una agricultura próspera y libre de venenos químicos
Datos sanitarios y medioambientales
Impacto de las emisiones contaminantes
- En mayo de 2024, según datos transmitidos a las autoridades, la planta de BASF en Saint-Aubin-lès-Elbeufs vertió hasta 87 kg de ácido trifluoroacético (TFA) al Sena en un solo día, un récord de contaminación en territorio francés, confirmado por análisis realizados en 2.500 emplazamientos industriales.
- La concentración de TFA registrada a la entrada de la planta de tratamiento de aguas residuales fue de 420.000 μg/l (microgramos por litro), y después del tratamiento la planta aún vertía 28.000 μg/l al Sena, lo que indica la extrema dificultad de eliminar este compuesto mediante procesos convencionales.
- El TFA es un producto de degradación de las PFAS (“contaminantes perennes”), sustancias químicas ultrapersistentes que se encuentran incluso en tomas de agua potable cercanas que tuvieron que ser cerradas o interconectadas debido a la contaminación detectada varias veces en la región de Rouen en 2024.
- A pesar de la magnitud de los vertidos, actualmente no existe en Francia una normativa específica para el TFA, mientras que otros PFAS están limitados a 0,1 microgramos por litro en el agua potable.
Consecuencias para la salud demostradas
- Las PFAS se asocian con un mayor riesgo de padecer diversas afecciones: cánceres (incluidos el de riñón, testículo y próstata), enfermedades tiroideas, trastornos hormonales, disfunciones inmunitarias, aumento del colesterol, disminución de la fertilidad y trastornos del desarrollo en los niños.
- Las poblaciones expuestas, en particular lxs residentes y lxs trabajadorxs industriales que manipulan estas sustancias, presentan altos niveles sanguíneos de PFAS, correlacionados con un aumento de las enfermedades crónicas.
- Muchas tomas de agua potable en Francia se desmantelan regularmente debido a la presencia de PFAS o residuos de pesticidas; las recientes medidas en Saint-Aubin-lès-Elbeuf han dado lugar a proyectos para sustituir las fuentes de agua potable.
- Según estudios franceses e internacionales, las enfermedades asociadas a los plaguicidas (enfermedades neurodegenerativas, linfomas, mielomas, leucemias, cáncer de próstata, cánceres pediátricos, malformaciones congénitas, etc.) están aumentando, particularmente en torno a zonas agrícolas con alta exposición; se han identificado varios grupos de cánceres infantiles en estas zonas.
- La exposición prenatal a PFAS se ha relacionado con un aumento de las complicaciones durante el embarazo y trastornos del sistema inmunitario en los niños, incluyendo una mayor susceptibilidad a las infecciones.
Colapso de la biodiversidad
- La intensificación del uso de pesticidas es la causa principal del declive masivo de las aves en Europa (+40% de las especies de invertebrados acuáticos han desaparecido de las vías fluviales europeas en los últimos 30 años).
- En Francia, casi la mitad (44%) de las aves de los entornos agrícolas han desaparecido desde 1989, al igual que el 66% de las especies de mariposas en algunos departamentos.
- Los plaguicidas provocan el colapso de las poblaciones de polinizadores; lombrices de tierra, abejorros, colémbolos, microorganismos del suelo… se ven afectados en el 70% de los casos, comprometiendo la fertilidad del suelo y la regulación natural de los ecosistemas.
- La disminución generalizada de la biodiversidad debilita el sistema agrícola, supone una amenaza constante para la seguridad y la calidad de los alimentos y aumenta la dependencia de los agricultores de los insumos químicos.
Historia del colonialismo químico francés
Plaguicidas prohibidos y su exportación
- Aunque varias sustancias activas como el fipronil están prohibidas en Francia y la Unión Europea debido a su toxicidad comprobada, su producción continúa para la exportación a terceros países, principalmente en América Latina, como Brasil, donde generan graves impactos sociales y ambientales.
- Francia es el séptimo mayor exportador mundial de plaguicidas prohibidos, exportando miles de toneladas cada año en forma de sustancias puras o formulaciones, beneficiándose de lagunas legales, en particular de la ley Egalim, que prohíbe las exportaciones pero cuyo decreto de aplicación no abarca todas las sustancias activas.
- Este modelo de exportación forma parte de un sistema descrito como “colonialismo químico” o “racismo ambiental” por representantes internacionales de derechos humanos, donde los plaguicidas prohibidos en Europa se siguen exportando principalmente a países del Sur, exacerbando importantes desigualdades en materia de salud.
- Con los acuerdos de libre comercio, como el vigente con Mercosur, el comercio de sustancias tóxicas se ve aún más reforzado, facilitando la importación a la UE de productos agrícolas que contienen residuos de estas sustancias, creando un círculo vicioso de contaminación global.
Casos en los territorios franceses de ultramar: clordecona, paraquat, malatión.
- El clordecona, un insecticida organoclorado utilizado extensamente en las plantaciones de banano del Caribe entre 1972 y 1993, ha dejado una contaminación persistente de los suelos, las vías fluviales y los alimentos locales, con graves efectos para la salud, incluyendo un fuerte aumento del cáncer de próstata, trastornos neurológicos y diversas patologías vinculadas a la exposición crónica a largo plazo.
- A pesar de haber sido prohibido hace varias décadas, el clordecona todavía se detecta en alimentos y entornos naturales, lo que expone a las poblaciones caribeñas a un alto riesgo para la salud a través de la cadena alimentaria.
- El paraquat, prohibido en Francia continental desde 2007, se siguió utilizando en la Guayana Francesa hasta su posterior prohibición en los territorios de ultramar. Este potente herbicida contribuyó a la contaminación del suelo y del agua, así como al desarrollo de enfermedades crónicas en la población local, con riesgos de muerte y trastornos neurológicos.
En Te Ao Maohi (Polinesia Francesa), el malatión, un insecticida organofosforado neurotóxico prohibido en Francia continental, sigue autorizado y se utiliza contra los vectores de enfermedades tropicales como el dengue y el chikungunya. Su uso prolongado ha provocado una importante contaminación ambiental y efectos adversos conocidos para la salud, incluyendo alteraciones neurológicas y hormonales.
Fuente: La Vía Campesina
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