WRM: Conferencia Mundial de los Pueblos: Cambio climático y derechos de la Madre Tierra

Por WRM
Idioma Español
País Bolivia

“El futuro de la humanidad está en peligro”, concluye el Acuerdo de los Pueblos, “y no podemos aceptar que un grupo de gobernantes de países desarrollados quieran definir por todos los países... Esta decisión nos compete a todos los pueblos." Sobre esta agenda los movimientos sociales deberán seguir construyendo una solución genuina al cambio climático y una salida al sistema que le ha dado origen.

CONFERENCIA MUNDIAL DE LOS PUEBLOS:
CAMBIO CLIMÁTICO Y DERECHOS DE LA MADRE TIERRA

 

Por la huella de Cochabamba

 

Han pasado algunos días ya de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, convocada por el presidente boliviano Evo Morales. No obstante, en estas épocas de información pronta y descartable debemos hacer el esfuerzo para que la significación crucial de este encuentro no se tire a la chatarra informativa.

 

En su momento la noticia trascendió básicamente en función de los dichos del presidente indígena con respecto al contenido de hormonas femeninas de los pollos, dichos malinterpretados o quizás desacertados en su manera de expresarlo.

 

Más allá de eso, pocos medios estuvieron a la altura de un análisis serio de un evento que congregó a más de 30.000 personas. Representantes de comunidades campesinas e indígenas, grupos urbanos, ecologistas, funcionarios de gobierno, intelectuales, militantes se juntaron en Cochabamba – hace 10 años arena principal de la guerra por el agua - y construyeron una plataforma común de análisis del cambio climático.

 

El cambio climático, esta amenaza que se cierne sobre toda la humanidad y que en general transcurre mientras estamos distraídos/as. El cambio climático, sobre el que durante casi 20 años los gobiernos – en un proceso de las Naciones Unidas, la Convención sobre el Cambio Climático – han venido hablando, alejándose cada vez más de las soluciones reales y trabajando sobre las consecuencias del desastre, viendo cómo nos apañamos, cómo nos adaptamos. Y agudizando el problema.

 

Es que en estos tiempos en que los intereses empresariales avanzan apropiándose de todos los resquicios del planeta para el lucro (tierra, agua, petróleo, minerales, plantas, genes, etc.), el clima también pasó a ser negocio. Se inventaron falsas soluciones, soluciones “de mercado”. “Compensaciones”: el que emite muchos gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático, paga para que otro en el sur no emita, y así “compensa” y no reduce sus emisiones.

 

Mucho dinero para algunas empresas. ¡Hasta un mercado financiero de carbono! Y así se ha seguido, dilatando la responsabilidad de parar las emisiones. Hasta que en diciembre, último plazo para que los países fijaran sus compromisos de reducción de emisiones, el proceso quedó al desnudo, mostrando que los poderosos no están dispuestos a nada. Unos pocos países, responsables históricos de la crisis, quisieron imponer una parodia de acuerdo a la que llamaron “Entendimiento de Copenhague”. Ninguna obligación y ninguna responsabilidad de quienes han contaminado. Ningún cambio. Y las peores perspectivas: un aumento de hasta 4ºC que significa la catástrofe.

 

Cochabamba fue la alternativa. Bolivia, que fue de los pocos países que dijeron NO a esa parodia de acuerdo, convocó a la Conferencia de los Pueblos. Y los pueblos acudieron, para decir las cosas por su nombre, para nombrarlas con otros nombres distintos a los de los documentos oficiales. Y fue así que se habló de la Madre Tierra y sus derechos, del “Vivir Bien”, de la Soberanía Alimentaria como el derecho de los pueblos a controlar sus propias semillas, tierras, agua y la producción de alimentos en armonía con la Madre Tierra para el acceso a alimentos suficientes, variados y nutritivos, de la deuda climática que generaron los países considerados desarrollados, de justicia restaurativa – es decir, no solo la compensación económica sino la restitución de la integridad a personas y comunidades de vida en la Tierra-, de un tribunal que juzgara los crímenes cometidos contra el clima.

Y los pueblos hablaron de la raíz del problema: las CAUSAS del cambio climático.

 

El Acuerdo de los Pueblos ( ver aquí), resultado de un riquísimo trabajo participativo, intenso, plural y diverso de 17 grupos temáticos, dice que la causa del cambio climático es la crisis del sistema capitalista: “Confrontamos la crisis terminal del modelo civilizatorio patriarcal basado en el sometimiento y destrucción de seres humanos y naturaleza que se aceleró con la revolución industrial. El sistema capitalista nos ha impuesto una lógica de competencia, progreso y crecimiento ilimitado. Este régimen de producción y consumo busca la ganancia sin límites, separando al ser humano de la naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre ésta, convirtiendo todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos de los pueblos, la muerte y la vida misma”.

 

Frente a esto el planteo es: “la recuperación, revalorización y fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas ancestrales de los Pueblos Indígenas, afirmados en la vivencia y propuesta de ‘Vivir Bien’, reconociendo a la Madre Tierra como un ser vivo, con el cual tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual.

 

El modelo que propugnamos no es de desarrollo destructivo ni ilimitado. Los países necesitan producir bienes y servicios para satisfacer las necesidades fundamentales de su población, pero de ninguna manera pueden continuar por este camino de desarrollo en el cual los países más ricos tienen una huella ecológica 5 veces más grande de lo que el planeta es capaz de soportar. En la actualidad ya se ha excedido en más de un 30% la capacidad del planeta para regenerarse. A este ritmo de sobreexplotación de nuestra Madre Tierra se necesitarían 2 planetas para el 2030.

 

En un sistema interdependiente del cual los seres humanos somos uno de sus componentes no es posible reconocer derechos solamente a la parte humana sin provocar un desequilibrio en todo el sistema. Para garantizar los derechos humanos y restablecer la armonía con la naturaleza es necesario reconocer y aplicar efectivamente los derechos de la Madre Tierra”.

 

Los contaminadores deben asumir su responsabilidad. El Acuerdo de los Pueblos exige a los países desarrollados que reduzcan en al menos 50% sus emisiones, y que lo hagan realmente, no mediante sistemas tramposos “que enmascaran el incumplimiento de las reducciones reales de emisiones de gases de efecto invernadero”, como los mercados de carbono o el novel mecanismo llamado REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de bosques) que intenta incorporar a los bosques en el mercado de carbono.

 

En materia de bosques, el Acuerdo de los Pueblos es contundente cuando afirma que “La definición de bosque utilizada en las negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la cual incluye plantaciones, es inaceptable. Los monocultivos no son bosques. Por lo tanto, exigimos una definición para fines de negociación que reconozca los bosques nativos y la selva y la diversidad de los ecosistemas de la tierra”.

 

La agricultura del lucro, una agricultura industrial de y para los agronegocios, ha herido de muerte a la Madre Tierra y a sus hijos, porque no cumple con el derecho a la alimentación y es una de las causas principales del cambio climático. El Acuerdo la denuncia y condena sus herramientas tecnológicas, comerciales y políticas: los Tratados de Libre Comercio, los Derechos de Propiedad Intelectual sobre la vida, tecnologías riesgosas como los transgénicos, los agrocombustibles, la geoingeniería, la nanotecnología y similares que sirven como instrumentos de privatización y “no hacen más que profundizar la crisis climática e incrementar el hambre en el planeta”.

 

En Cochabamba estuvieron presentes también las contradicciones internas de un proceso de cambio difícil de llevar adelante en un marco de capitalismo salvaje. Diversas organizaciones convocadas por la federación indígena Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), conformaron de manera independiente y fuera del proceso de la Conferencia lo que llamaron la “Mesa Nº 18”, para denunciar los graves conflictos ambientales ocasionados por proyectos extractivos y megaproyectos de infraestructura en el marco de la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), que atraviesan territorios indígenas y áreas protegidas frágiles. Como resultado de sus debates, la mesa planteó al Gobierno de Evo Morales la suspensión de toda actividad o proyectos extractivos que afectan a los pueblos indígenas del país.

 

A pesar de las contradicciones, Bolivia, desde su orgullo indígena recuperado, dio un primer paso trascendental para que los pueblos asuman protagonismo ante la crisis climática. Ese paso dejó huella. Nos toca al resto seguirla y profundizarla hasta convertirla en camino.

 

Por Raquel Núñez, WRM, correo electrónico: yu.gro.mrw@unleuqar

 

Una agenda unificada de los pueblos ante el cambio climático

 

Con la Conferencia de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, el gobierno plurinacional de Bolivia habilitó que se generara un hecho político trascendente: los movimientos sociales, con una representatividad realmente importante, elaboraron una agenda propia y unificada con una posición radical ante el cambio climático – radical porque se enfocó en la raíz del problema. Esa unificación también fue fruto, seguramente, de la maduración de un largo proceso de integración de diversos movimientos sociales, en la búsqueda de estrategias de solución genuina no solamente al cambio climático sino a las diversas crisis emergentes - energética, alimentaria, financiera, pérdida de biodiversidad, etc.- que no hacen más que evidenciar una gran crisis estructural.

 

El Acuerdo de los Pueblos, la declaración final que resume las conclusiones a las que arribaron los 17 grupos de trabajo integrados por quienquiera que se hubiera inscripto y asistiera a la Conferencia, reafirma que no se trata de discutir el cambio climático “como un problema reducido a la elevación de la temperatura”; lo que se impone es cuestionar su causa.

 

En ese sentido, todas las conclusiones de los grupos de trabajo comparten la idea que el Acuerdo expresa así: nos enfrentamos a “la crisis terminal del modelo civilizatorio patriarcal basado en el sometimiento y destrucción de seres humanos y naturaleza que se aceleró con la revolución industrial”. El sistema capitalista, con su lógica de crecimiento ilimitado, ha excedido en más de un 30% la capacidad del planeta para regenerarse y, de continuar con el ritmo actual de sobreexplotación, para el 2030 se necesitarían los recursos de dos planetas, concluyó el Grupo de Trabajo 2 “Armonía con la Naturaleza para Vivir Bien”.

 

Por su parte, el Grupo de Trabajo 1 “Causas estructurales” advirtió que toda alternativa de vida “tiene que conducirnos a una profunda transformación civilizatoria sin la cual no sería posible la continuidad de la vida en el planeta tierra. La humanidad está frente a una gran disyuntiva: continuar por el camino del capitalismo, del patriarcado, del Progreso y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida”.

 

Armonía, integración, interrelación, complementariedad, equidad, justicia, son conceptos que se repiten en las conclusiones de los grupos. La necesidad de conservar -para unos-, recuperar o encontrar -para otros- un vínculo de pertenencia con la naturaleza, con la Madre Tierra, es una constante. La Madre Tierra es un ser vivo, con derechos. Es así que el Grupo de Trabajo 3 “Derechos de la Madre Tierra” elaboró el Proyecto de Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra, cuyo Artículo 1 define a la Madre Tierra como ser vivo con derechos, que explicita en el Artículo 2, estableciendo en el Artículo 3 las obligaciones de los seres humanos para con ella.

 

Esa tierra viva tiene hijos dilectos que han convivido ancestralmente con ella, ligados en su sabiduría y espiritualidad, y que sufren en carne propia la agresión. “Las violaciones contra nuestros suelos, bosques, flora, fauna, biodiversidad, ríos, lagos, aire y el cosmos son golpes contra nosotros mismos. … No se respetan nuestros territorios, particularmente de los pueblos en aislamiento voluntario o en contacto inicial, y sufrimos la más terrible agresión desde la colonización solo para facilitar el mercado y la industria extractiva”. Así hablan los pueblos indígenas en el Grupo de Trabajo 7 “Pueblos Indígenas”.

 

Pero además de la denuncia, los Pueblos Indígenas tienen mucho para ofrecer. Tienen tecnologías y conocimientos propios, sabidurías ancestrales que proponen integrar en las currículas y metodologías educativas. Y tienen su concepto del “Vivir bien”, que el Grupo de Trabajo 9 “Visión Compartida” recoge cuando explica: “La visión compartida es un mundo en el cual todas las personas buscan ‘vivir bien’ en armonía con la Madre Tierra y otros seres humanos.” “La visión compartida desde el ‘vivir bien’ es la que respeta los principios de interdependencia y responsabilidad y por lo tanto practica la reciprocidad, complementariedad, solidaridad, equidad, y la vida en armonía con la Madre Tierra y con los otros. Es una sociedad global de pueblos y movimientos sociales, que se levantan en solidaridad para cambiar el sistema que está poniendo en peligro al planeta. Este cambio vendrá de revalidar el conocimiento tradicional que respeta la naturaleza en todas las partes del planeta.”

 

Pero ese cambio también vendrá de que los responsables hagan honor a sus responsabilidades. Para estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero de manera de limitar el incremento de la temperatura media global a un nivel máximo de 1°C, los países industrializados ricos, que han colonizado el espacio atmosférico, deben reducir las emisiones dentro de sus países sin utilizar los mercados de carbono. El Grupo de Trabajo 10 “Protocolo de Kioto” reafirma que “las reducciones de los países desarrollados deben ser logradas domésticamente sin la utilización del mercado de carbono u otros mecanismos de desviación que permitan eludir la adopción de medidas reales para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero”. El Grupo reclama una profunda revisión del mecanismo de mercado creado por el propio Protocolo de Kioto, el cual ha permitido a los países industrializados del Norte, principales responsables de la lenta muerte del Planeta Tierra, eludir sus verdaderas obligaciones de reducción de gases de efecto invernadero.

 

Esos países, que sólo representan el 20% de la población mundial, “se han apropiado del espacio atmosférico de la Tierra mediante la emisión de la vasta mayoría de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero”, generando así una deuda climática histórica. Así figura en las conclusiones del Grupo de Trabajo 8 “Deuda Climática”, que además propone que el enfoque de esa deuda “debe ser no solamente de compensación económica, sino principalmente de justicia restaurativa –es decir restituyendo la integridad a las personas y a los miembros que forman una comunidad de vida en la Tierra”. El Grupo responsabiliza no solo a los países industrializados del Norte, sino también a empresas transnacionales y especuladores financieros, que también tienen la responsabilidad “de compensar por los desastres que provocaron”.

 

Las medidas reclamadas a los países llamados “desarrollados” pasan, en especial, por modificar “sus modelos de vida y desarrollo, anulando la deuda externa de forma inmediata, parando la producción de material bélico, cambiando el uso de energía fósil por energía renovable y cambiando los sistemas financieros, económicos y sociales internacionales, que perpetúan los modelos actuales”.

 

Esto deja afuera las falsas soluciones de los mecanismos del mercado de carbono, condenados por las conclusiones de varios grupos. El Grupo de Trabajo 15 “Peligros del Mercado de Carbono” es muy claro cuando advierte sobre el rotundo fracaso del mercado de carbono en la medida que “las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) se han incrementado en 11,2 % dentro de los países desarrollados en el periodo 1990 – 2007”. Por otro lado, el mundo ha sido testigo de una crisis financiera que no ha hecho más que demostrar “que el mercado es incapaz de regular el sistema financiero, que es frágil e inseguro ante la especulación y la aparición de agentes intermediarios”. La conclusión resulta obvia: “sería una total irresponsabilidad dejar en sus manos [del mercado] el cuidado y protección de la propia existencia humana y de nuestra Madre Tierra”.

 

También se rechazan otras falsas soluciones, como la energía nuclear, la ingeniería de los transgénicos, la geoingeniería, las mega represas, los agrocombustibles y todo cambio del uso del suelo con destrucción de los ecosistemas existentes para transformarlos en enormes extensiones de plantaciones de árboles de especies exóticas de rápido crecimiento (eucalipto, pinos, acacias, etc.) para cumplir la función de “sumideros de carbono”. “Las plantaciones de árboles bajo el mecanismo de MDL (Mecanismo de Desarrollo Limpio) en el marco del protocolo de Kyoto, son una falsa solución que amenaza los bosques y selvas nativas y viola los derechos de los Pueblos. Las plantaciones forestales para créditos de carbono, así como para agrocombustibles, son una falsa solución al cambio climático”, concluyó el Grupo de Trabajo 14 “Bosques”, que también se manifestó con contundencia contra el intento de incluir a los bosques en el mercado de carbono: “Condenamos los mecanismos de mercado neoliberal, como el mecanismo de REDD (Reducción de emisiones por la deforestación y degradación de bosques) y sus versiones + [plus] y ++ [plus plus], que están violando la soberanía de nuestros Pueblos y su derecho al consentimiento libre, previo e informado, así como la soberanía de Estados nacionales, porque este mecanismo está violando los derechos, usos y costumbres de los Pueblos y los Derechos de la Naturaleza”.

 

“Demandamos, en su lugar, la obligación de los países contaminadores a reconocer su deuda histórica ecológica y climática y en consecuencia, transferir de manera directa los recursos económicos y tecnológicos, para pagar la restauración y mantenimiento de los bosques y selvas, en favor de los Pueblos, naciones y estructuras orgánicas ancestrales indígenas, originarias, campesinas y de esta manera asegurar el financiamiento real de los planes de vida integrales y el vivir bien. Esto deberá ser una compensación directa y adicional a las fuentes de financiamiento comprometidas por los países desarrollados, fuera del mercado de carbono y nunca sirviendo como las compensaciones de carbono” (offsets).

 

“El futuro de la humanidad está en peligro”, concluye el Acuerdo de los Pueblos, “y no podemos aceptar que un grupo de gobernantes de países desarrollados quieran definir por todos los países como lo intentaron hacer infructuosamente en la Conferencia de las Partes de Copenhague. Esta decisión nos compete a todos los pueblos. Por eso es necesaria la realización de un Referéndum Mundial, plebiscito o consulta popular, sobre el cambio Climático en el cual todos seamos consultados sobre: el nivel de reducciones de emisiones que deben hacer los países desarrollados y las empresas transnacionales; el financiamiento que deben proveer los países desarrollados; la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática; la necesidad de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra y; la necesidad de cambiar el actual sistema capitalista”.

 

Sobre esta agenda los movimientos sociales deberán seguir construyendo una solución genuina al cambio climático y una salida al sistema que le ha dado origen.

 

Los documentos comentados están disponibles en el sitio oficial de la Conferencia.

 

Por Raquel Núñez, WRM, correo electrónico: yu.gro.mrw@unleuqar

 

Mujeres y cambio climático en Cochabamba

 

El análisis de la Declaración de los Pueblos (1) emanada de la Conferencia de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, que tuvo lugar del 20 al 22 de abril en Cochabamba, Bolivia, nos puede hacer pensar que el tema de género no estuvo presente en dicha conferencia.

 

Si bien en términos generales podría decirse que la perspectiva de género no fue incorporada en forma sustancial en las conclusiones de los grupos de trabajo, en algunos textos se encuentra un lenguaje de género. Sin embargo, las mujeres son mencionadas en las conclusiones de los grupos de trabajo sobre todo como grupo vulnerable. (Por ej: En el grupo 6 sobre migraciones, se especifica que son las mujeres quienes sufren las situaciones más graves producto de la migración; en el grupo 7 sobre pueblos indígenas se reclama la participación plena y efectiva de grupos vulnerables incluyendo las mujeres; el grupo 8 sobre deuda climática menciona dos veces a las mujeres dentro de los grupos vulnerables; el grupo 12 sobre financiamiento, reclama que haya representación de las mujeres en el nuevo mecanismo de financiamiento que deberá crearse a fin de asumir los costos del cambio climático y el grupo 14 sobre bosques solicita se reconozca el rol de las mujeres en la preservación de las culturas y la conservación de los bosques nativos y selvas y propone la creación de un grupo de expertos donde por lo menos el 50 % deberán ser mujeres.) (1)

 

Sin embargo, no sería justo evaluar la influencia de los grupos feministas y grupos de mujeres solamente a partir de los textos emanados de la conferencia y no considerar las importantes contribuciones que se dieron en paralelo a los grupos de trabajo que elaboraron el documento final. Veamos algunos ejemplos.

 

El Grupo de Trabajo Feminista del Llamado Mundial a la Acción contra la Pobreza (GCAP por su sigla en inglés) presentó en un taller las conclusiones de los tribunales sobre género y cambio climático realizados en siete países de África, Asia y América Latina. La presentación incluyó un análisis de los impactos diferenciados de género por el cambio climático, entre otros la falta de acceso al agua potable y agua para la agricultura, impacto en la soberanía alimentaria y mayor dependencia económica y en el mercado, sequías prolongadas y lluvias fuera de fecha y pérdida de capacidad para producir medicamentos naturales al reducirse la disponibilidad de las plantas que lo permitían. Esta actividad fue positivamente evaluada por los y las participantes al introducir un tema relevante y de baja presencia en la conferencia. Pero quizás el aporte más importante de este grupo fue en relación al rol de la educación en la generación de cambios en las pautas de producción y consumo excesivo, que son las verdaderas causas del cambio climático. (2)

 

En el evento organizado por la Red Latinoamericana de Mujeres Transformando la Economía (REMTE) se realizaron aportes importantes en relación “a la causas estructurales del cambio climático y los desafíos de una economía para la vida”, perspectiva en la que convergen los planteamientos del Buen Vivir, las visiones y las prácticas de la economía comunitaria ancestral, de la economía feminista y de la economía ecologista. En una brevísima síntesis expresan que “se trata de ir hacia una economía que propicie la reproducción ampliada de la vida y no la del capital”.

 

En el mismo sentido en la Asamblea de los Movimientos Sociales que se realizó durante la conferencia, las luchas de las mujeres no pasaron desapercibidas. En la Carta que se hizo pública se afirma que “las resistencias [a la crisis climática evaluada como parte de la crisis global] están siendo construidas desde la interrelación de diversas perspectivas anticapitalistas, antipatriarcales, anticoloniales y antirracistas” … y que en el “proceso de articulación en permanente construcción” uno de los “momentos clave” será el acto de la Tercera Acción Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres en Congo en el mes de octubre.(3)

 

Por su parte, las representantes latinoamericanas de la red de Género y cambio climático, Mujeres por Justicia Climática, (Gender CC por su sigla en inglés) realizaron un análisis sobre los impactos de género del cambio climático en comunidades de Bolivia y Colombia. Pero quizás su aporte más importante fue el análisis del impacto que tienen en las mujeres las falsas soluciones al cambio climático propuestas hasta el momento. Éstas incluyen, entre otras, el aumento de los monocultivos forestales para agrocombustibles y sumideros de carbono y grandes represas hidroeléctricas promocionadas como fuentes de energía supuestamente limpia. Se trata de falsas soluciones porque desde el punto de vista climático no atacan las verdaderas causas y lo que es peor aun agravarán las injusticias de las comunidades más pobres y ya se ha demostrado que muy en especial empeoran la vida de las mujeres. (4)

 

El grupo Feminismo Comunitario Latinoamericano, una voz que se expresa desde los movimientos y organizaciones sociales feministas, también hizo un aporte sustancial haciendo público un Pronunciamiento que surgió a partir del documento presentado en uno de los talleres. Este documento se discutió durante el taller y luego continuó la discusión en un espacio abierto. Recibió aportes de compañeras indígenas y de otras compañeras de distintos países. En el Pronunciamiento se analiza en detalle el concepto de Pachamama, comunidad, reciprocidad, autonomía y cambio climático. Por tratarse de un documento extenso sólo nos referiremos a algunos puntos relacionados al cambio climático que creemos sustanciales. (5)

 

En relación al cambio climático, el pronunciamiento explicita que “es consecuencia de la actividad humana, de los excesos humanos concebidos en el marco de un modelo de desarrollo depredador que se sostiene con el consumo de combustibles fósiles y con la deforestación y violentación de la naturaleza para ampliar las ciudades de cemento. Un sistema capitalista y patriarcal donde todo es mercancía, todo puede ser propiedad privada y tener un precio, y toda consecuencia de la actividad humana puede ser reparada o modificada con la ciencia y la tecnología. Es consecuencia de un sistema … que en realidad ha socavado las condiciones mínimas para perpetuar la vida en un cosmos armónico; para nosotras la Pachamama”.

 

El patriarcado para nosotras, explica una de las integrantes indígenas del movimiento, es el sistema de opresiones del cual sus hijitos, como el colonialismo y el neoliberalismo, son diferentes formas de depredación de la vida, donde este último es el que más cínicamente depreda la Pachamama. Por eso, agrega, no son los pueblos indígenas los que van a salvar el planeta, porque los hombres y mujeres de los pueblos indígenas también son patriarcales y es el patriarcado quien está destruyendo la vida.
Por eso la necesidad del pronunciamiento del Feminismo Comunitario, porque la
la lucha es por los sueños.

 

En cuanto a los efectos del cambio climático ratifica y concuerda con el análisis que realizan otros grupos que “son diferentes para las mujeres y tienen mayor intensidad, a partir de su rol socialmente asignado, donde la producción, alimentación y cuidado de la familia es central; la crianza de las wawas [niñ@s] y el trabajo fuera de la casa que no implica que se deje de hacer el trabajo denominado doméstico. Esto la confronta con mayor intensidad frente a los cambios del clima”.

 

El pronunciamiento rechaza el hecho que la misma lógica patriarcal que asigna en forma inequitativa roles y tareas para sostener a la sociedad se utilice para enfrentar el cambio climático. Los responsables, los autodenominados países desarrollados que han depredado, contaminado y violentado a la Pachamama, sus industrias, elites y corporaciones pretenden compensar y ponerle precio a la destrucción. En relación a esto enfáticamente el pronunciamiento concluye: “Desde esta mirada feminista comunitaria reiteramos que no queremos dinero a cambio del daño causado a la Pachamama ni a las mujeres. Aceptar dineros será como una bomba de tiempo, significará que sigan explotando y pagando por la explotación. Queremos la restitución de derechos. Ya no se puede reparar el daño causado, pero se puede restituir los derechos de la Pachamama y para ello desmantelar el patriarcado con sus estados, sus ejércitos, sus trasnacionales, su lógica jerárquica y toda la violencia que ello significa para las mujeres y la Pachamama. Tampoco aceptaremos que nos responsabilicen a las mujeres por la depredación, lo que tenemos ante nosotras y nosotros es una tarea comunitaria. O sea, de todas y todos”.

 

Las mujeres hablaron claro en Cochabamba. Queda la enorme tarea de difusión de estos aportes y de su inclusión real en la agenda de los movimientos sociales que luchan por el cambio.

 

Por Ana Filippini, Punto Focal Latinoamericano de la red internacional de Mujeres por Justicia Climática, Gender CC, correo electrónico: moc.liamg@acitamilcaicitsujropserejum

 

(1) Se pueden ver los textos completos en la página web de la conferencia.
(2) Ver detalles sobre la conferencia y la presentación en el texto distribuido por Ana Agostino disponible aquí
(3) Texto completo de la Carta disponible en español aquí
(4) Textos completos y power points en español disponibles en la página web de Gender cc.
(5) El documento completo en español se encuentra disponible aquí

 


Eduardo Galeano, presente en Cochabamba

 

Carta del escritor uruguayo Eduardo Galeano, leída en la ceremonia de apertura de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra:

 

Hoy empieza en Cochabamba, Bolivia, la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, convocada por el presidente boliviano Evo Morales.

 

Lamentablemente, no podré estar con ustedes. Se me atravesó un palo en la rueda, que me impide viajar. Pero quiero acompañar de alguna manera esta reunión de ustedes, esta reunión de los míos, ya que no tengo más remedio que hacer lo poquito que puedo y no lo muchito que quiero.

 

Y por estar sin estar estando, al menos les envío estas palabras.

 

Quiero decirles que ojalá se pueda hacer todo lo posible, y lo imposible también, para que la Cumbre de la Madre Tierra sea la primera etapa hacia la expresión colectiva de los pueblos que no dirigen la política mundial, pero la padecen.

 

Ojalá seamos capaces de llevar adelante estas dos iniciativas del compañero Evo, el Tribunal de la Justicia Climática y el Referéndum Mundial contra un sistema de poder fundado en la guerra y el derroche, que desprecia la vida humana y pone bandera de remate a nuestros bienes terrenales.

 

Ojalá seamos capaces de hablar poco y hacer mucho. Graves daños nos ha hecho, y nos sigue haciendo, la inflación palabraria, que en América latina es más nociva que la inflación monetaria. Y también, y sobre todo, estamos hartos de la hipocresía de los países ricos, que nos están dejando sin planeta mientras pronuncian pomposos discursos para disimular el secuestro.

 

Hay quienes dicen que la hipocresía es el impuesto que el vicio paga a la virtud. Otros dicen que la hipocresía es la única prueba de la existencia del infinito. Y el discurserío de la llamada “comunidad internacional”, ese club de banqueros y guerreros, prueba que las dos definiciones son correctas.

 

Yo quiero celebrar, en cambio, la fuerza de verdad que irradian las palabras y los silencios que nacen de la comunión humana con la naturaleza. Y no es por casualidad que esta Cumbre de la Madre Tierra se realiza en Bolivia, esta nación de naciones que se está redescubriendo a sí misma al cabo de dos siglos de vida mentida.

 

Bolivia acaba de celebrar los diez años de la victoria popular en la guerra del agua, cuando el pueblo de Cochabamba fue capaz de derrotar a una todopoderosa empresa de California, dueña del agua por obra y gracia de un gobierno que decía ser boliviano y era muy generoso con lo ajeno.

 

Esa guerra del agua fue una de las batallas que esta tierra sigue librando en defensa de sus recursos naturales, o sea: en defensa de su identidad con la naturaleza.

 

Hay voces del pasado que hablan al futuro.

 

Bolivia es una de las naciones americanas donde las culturas indígenas han sabido sobrevivir, y esas voces resuenan ahora con más fuerza que nunca, a pesar del largo tiempo de la persecución y del desprecio.

 

El mundo entero, aturdido como está, deambulando como ciego en tiroteo, tendría que escuchar esas voces. Ellas nos enseñan que nosotros, los humanitos, somos parte de la naturaleza, parientes de todos los que tienen piernas, patas, alas o raíces. La conquista europea condenó por idolatría a los indígenas que vivían esa comunión, y por creer en ella fueron azotados, degollados o quemados vivos.

 

Desde aquellos tiempos del Renacimiento europeo, la naturaleza se convirtió en mercancía o en obstáculo al progreso humano. Y hasta hoy, ese divorcio entre nosotros y ella ha persistido, a tal punto que todavía hay gente de buena voluntad que se conmueve por la pobre naturaleza, tan maltratada, tan lastimada, pero viéndola desde afuera.

 

Las culturas indígenas la ven desde adentro. Viéndola, me veo. Lo que contra ella hago, está hecho contra mí. En ella me encuentro, mis piernas son también el camino que las anda.

 

Celebremos, pues, esta Cumbre de la Madre Tierra. Y ojalá los sordos escuchen: los derechos humanos y los derechos de la naturaleza son dos nombres de la misma dignidad.

 

Vuelan abrazos, desde Montevideo.

 

Eduardo Galeano, 21 de abril de 2010

Fuente: Boletín N° 154 del Movimiento Mundial por los Bosques - Mayo de 2010

Temas: Crisis climática

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