La concentración de CO2 no deja de crecer: nuevo récord global

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Los niveles de CO2 han alcanzado un nuevo récord en mayo, según las mediciones que se realizan permanentemente en Mauna Loa, Hawaii.

A pesar de la pandemia de COVID19 la concentración de CO2 ha alcanzado un nuevo récord en mayo, y todo indica que seguirá esa curva ascendente. El planeta no alcanzaba estos niveles desde hace al menos 4 millones de años.

Cuando se inició la pandemia, y el impacto a nivel global se hizo más notorio, los primeros indicios de bajadas importantes en los índices de contaminación en áreas centrales del mundo, hicieron pensar que ese “descanso” para el planeta iba a traer aparejado una reducción consistente en los niveles de emisión de dióxido de carbono (CO2). Pero ahora la realidad está mostrando otra cosa, al punto que se ha alcanzado un nuevo récord de emisiones.

De acuerdo con información relevada por France24, la concentración de CO2 en la atmósfera para el mes de mayo 2021 alcanzó su nivel más alto desde que comenzó a medirse hace 63 años. El promedio superó las 419 partes por millón (ppm) de concentración, ganando a mayo de 2020 que había tenido un valor de 417 ppm. Ya en abril se habían encendido las alertas, cuando el dato diario del 3 de ese mes alcanzó las 421,21 ppm.

Esta información fue refrendada por la  Administración Nacional para los Océanos y la At mósfera de USA (NOAA). La propia NOAA reconoció que en el análisis de la secuencia de la información obtenida en el lugar de medición, Mauna Loa en Hawaii, no se encontró ninguna señal discernible de la disrupción causada en la economía mundial por la pandemia de coronavirus. También se pudo comprobar que esta tasa de concentración no se alcanzaba desde hacía millones de años.

40.000 millones de toneladas

La concentración que tiene hoy la atmósfera es comparable a la que tenía entre 4,1 y 4,5 millones de años atrás. En esos tiempos la tasa era cercana o superior a 400 ppm, según el informe de la NOAA. En aquel entonces el nivel de los mares era una veintena de metros más alto y la región del Ártico estaba ocupada por grandes bosques, con una atmósfera totalmente diferente en su comportamiento.

Marcha de la concentración de CO2 desde la década del 60 en el monte Mauna Loa, Hawaii.

Pieter Tans, científico del  Laboratorio de Vigilancia Global de la NOAA, señaló que el CO2 es, con mucho, el gas de efecto invernadero más abundante provocado por el hombre, y persiste en la atmósfera y los océanos durante miles de años después de su emisión. “Estamos añadiendo a la atmósfera unos 40.000 millones de toneladas métricas de contaminación de CO2 al año", dijo Tans.

"Se trata de una montaña de carbono que extraemos de la Tierra, quemamos y liberamos a la atmósfera en forma de CO2, año tras año. Si queremos evitar un cambio climático catastrófico, la máxima prioridad debe ser reducir la contaminación por CO2 a cero lo antes posible." La contaminación por CO2 se genera por las emisiones de los combustibles fósiles basados en el carbono utilizados para el transporte y la generación de electricidad, por la fabricación de cemento, la deforestación, la agricultura y muchas otras prácticas. Junto con otros gases de efecto invernadero, el CO2 atrapa el calor saliente de la superficie del planeta que, de otro modo, escaparía al espacio, lo que provoca un calentamiento constante de la atmósfera del planeta.

La curva de Keeling

Mientras que el aumento interanual de 1,8 ppm en el pico de CO2 de mayo fue ligeramente inferior al de años anteriores, las mediciones de CO2 en Mauna Loa para los primeros cinco meses de 2021 mostraron un aumento de 2,3 ppm con respecto a los mismos cinco meses de 2020, cerca del aumento medio anual de 2010 a 2019. El valor medio mensual de CO2 más alto del año se produce en mayo, justo antes de que las plantas del hemisferio norte empiecen a eliminar grandes cantidades de CO2 de la atmósfera durante la temporada de crecimiento.

En el otoño, el invierno y el comienzo de la primavera boreales, las plantas y los suelos emiten CO2, lo que hace que los niveles aumenten hasta mayo. Charles David Keeling fue el primero en observar este aumento estacional y posterior descenso de los niveles de CO2 cada año, una dinámica que ahora se conoce como la curva de Keeling. Keeling también fue el primero en reconocer que, a pesar de la fluctuación estacional, los niveles de CO2 aumentaban cada año. De hecho, todos los años desde el inicio de las mediciones el CO2 era mayor que el año anterior. El hijo de Keeling, el geoquímico Ralph Keeling, dirige el programa actualmente en Mauna Loa.

El gran problema es que si con el gran parate de la economía global a causa de la pandemia de COVID-19, los niveles de CO2 siguen aumentando, es que se necesita un recorte mucho más grande para lograr objetivos que ayuden a la atmósfera a sanearse de los gases de efecto invernadero. Obviamente esto tiene una gran implicancia en la economía del mundo, y es por ello que la mayoría de los gobiernos cumplen los objetivos a medias.

Más allá de ser necesario un mayor recorte a los gases que se emiten, la llegada de nuevas tecnologías que reemplacen los sistemas actuales muy contaminantes se hace cada vez más urgente. Paralelamente, sería necesario que la inversión en investigación y desarrollo para que esto se logre crezca fuertemente y sea una acción clara de todos los países, y especialmente de los que más contaminan. "La solución está delante de nuestros ojos", dijo Tans. "La energía solar y la eólica ya son más baratas que los combustibles fósiles y funcionan a las escalas necesarias. Si tomamos medidas reales pronto, quizá podamos evitar un cambio climático catastrófico".

Fuente: Meteored

Temas: Crisis climática

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