Monsanto-Seminis: el lobo se compra una piel de oveja

El zar de los transgénicos adquiere una empresa de agrotecnología tradicional. Se allegará de enorme gama de nuevos cultivos y de un volumen de ventas por 550 mdd

Monsanto, líder mundial en granos y oleaginosas genéticamente modificados (GM), está comprando una segunda navaja para su azada: Seminis, con sede en California y líder en semillas de vegetales. Seminis tuvo una pequeña pérdida en 2003-04 y la noticia de la compra en mil 400 millones de dólares redujo en 6 por ciento el precio de las acciones de Monsanto, pero es probable que se trate de un movimiento inteligente.

Seminis acarrea cuatro beneficios. Primero, una enorme gama de nuevos cultivos -casi cualquier vegetal que uno pueda nombrar y algunos que no- para unirse al maíz, la soya y otros productos de Monsanto. Segundo, un volumen de ventas de 550 millones de dólares al año conforme el enfoque de Monsanto pase de su negocio de herbicidas, que representa 3 mil millones de dólares, pero crece con lentitud, al de semillas y GM, cuyas ventas por 2 mil 350 millones de dólares en los pasados 12 meses reportados fueron 24 por ciento superiores a las de un año antes. Tercero, una red mundial que comprende un centro de operaciones en China y otro fundado hace apenas dos años en India, dos enormes mercados potenciales. Cuarto, una imagen limpia de transgénicos.

Seminis fue fundada en 1994 por el magnate mexicano Alfonso Romo como parte de su grupo Savia. En ese tiempo soñaba con los organismos genéticamente modificados, pero la empresa tuvo fuertes pérdidas, y en 2003 la vendió a Fox Paine, firma estadunidense de inversión privada que ahora realiza la venta con ganancia. La cadena de adquisiciones de Romo creó una firma que está amplia e inteligentemente descentralizada. Buena parte de su investigación y ventas radica en Europa. Sin embargo, ante los temores y los reglamentos europeos, Seminis no ha intentado impulsar allá los organismos genéticamente modificados.

De hecho, vende muy pocos transgénicos en cualquier parte: sus muchas variedades nuevas surgen del uso avanzado de la vieja técnica de polinización cruzada. Paradójicamente, el vínculo con Monsanto -sugiere Gillian Turco, de Rabobank, banco holandés especializado en agroempresas- podría ser lo que la causa de los organismos genéticamente modificados necesita. La biotecnología no significa sólo organismos genéticamente modificados. Si se da a los consumidores algo tan poco usual como la minisandía de Semini, empequeñecida para una sola persona y no ocho, pero no mediante transgénicos, podrían darse cuenta de que ya están en la era biotecnológica y con el tiempo perder el miedo a éstos.

Bueno, es probable, aunque los enemigos de los organismos genéticamente modificados tienen el argumento convincente de que los europeos ya saben bien que sus alimentos son producto de cruzas, pero aun así creen que los organismos genéticamente modificados van demasiado lejos. Monsanto misma dice que seguirá aplicando la tecnología tradicional de Seminis, aunque podría utilizar los GM a mayor plazo. El cultivo de transgénicos se extiende con rapidez fuera de Europa, pero, dada la oposición que los cultivos actuales han enfrentado, puede que ese enfoque lento sea prudente.

(Traducción: Jorge Anaya)

La Jornada, México, 9-2-05

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