Plantas para la revolución (II): Mujeres sanando el mundo

- Foto por La Vaca.org

Entrevista a Zulma Molloja de la UTT | La recuperación de plantas, de semillas, de los saberes ancestrales ocupan un lugar central en la defensa de la libertad de los territorios y los cuerpos. Las mujeres rurales y campesinas vienen sosteniendo esta resistencia silenciosa desde siempre, preservando la biodiversidad y los recursos del planeta. Las prácticas impuestas en los campos por el modelo del agronegocio frecuentemente han desterrado del campesinado los hábitos curativos naturales y las tradiciones alimentarias autóctonas. Son las mujeres las que no han olvidado, y las que impulsan la lucha por la liberación de la dependencia patronal y corporativa. ¿La agroecología y el uso de plantas medicinales puede curar el mundo?

Zulma Molloja nació en Bolivia y desde pequeña trabajó con su familia bajo el mando de terratenientes en Jujuy. En condiciones insalubres, con pagos ínfimos y jornadas interminables. Al trasladarse a Buenos Aires la situación no cambió. Los patrones decidían qué se producía e imponían el uso desmedido de agroquímicos exponiendo a toda la familia a situaciones mortales. Esto desencadenó en un suceso terrible con uno de sus familiares. Fue entonces cuando dejaron de utilizar químicos, dejaron de trabajar para otros, y comenzaron a alquilar las tierras -aunque también en condiciones vulnerables- para producir con el método agroecológico de la mano de la UTT.

-¿Cuál es la importancia de las plantas medicinales para las trabajadoras de la UTT?

- Foto de Secretaría de género de UTT

- La ecología es vida, es salud, las plantas medicinales para nosotros significan nuestra vida. Con las tinturas madre empezamos a hacer los primeros reconocimientos de nuestras plantas, así como lo hacían nuestras abuelas. Desde nuestros antepasados, siempre utilizamos té de apio o de perejil, o el mate de coca para los dolores menstruales o de estómago, así como la manzanilla para la tos o el eucaliptus. Cosas naturales porque antes no existían estas multinacionales, como las farmaceúticas, que hoy en día te dan una pastilla y te están envenenando. Para nosotros la solución está más que nada en el reconocimiento de plantas y la capacitación hacia las compañeras. Y también darse cuenta lo que estas empresas dañan a nuestros cuerpos, nuestras plantas, nuestras chacras. Por eso también tratamos de hacer agroecología. Por ejemplo, preparamos purines de ajo, de ají, de sulfocálcico, o con cebolla, usamos lo que tenemos en casa. O por ejemplo, usamos la ortiga como follaje para curar nuestras plantas. Todo tiene que ser muy cuidado porque nos estamos alimentando y alimentando a todo el pueblo argentino, ponemos la verdura en la mesa de todos. Imagínate que tiene que llegar de buena manera y natural. Antes nuestros hijos no podían correr por nuestras chacras porque estaban envenenadas o tenías que esperar dos semanas para poder consumir o tocar. En cambio ahora podemos comer de la chacra. Hoy en día nuestros hijos pueden correr por nuestras parcelas sin temer. Nuestra tierra es lo que tenemos, hay que cuidarla, nos da la vida y nos da de comer. Todo lo que nuestros abuelos nos han enseñado no está perdido. Por eso hay que capacitar a las compañeras, para que empiecen a cuidar sus cuerpos y la salud.

-Cuidar la tierra, las plantas y los saberes son la principal resistencia al modelo corporativo, ¿cómo nos liberamos del avance de las empresas transnacionales sobre nuestras vidas?

- Podemos cambiar la forma de alimentarnos. Hoy en día se dejó de comer sano y de usar toda verdura. Hoy se come chatarra, así como la coca cola o en el Mc Donalds. Invadieron nuestros territorios, porque antes no existían. Antes existían la quinua, existía el chuño, o la haba, existían otras cosas, como comer directamente de la chacra. Hoy es todo chatarra, todo rápido. No sabemos qué es lo que le ponen a lo que nos venden y nos tienen atados. Nos tenemos que dar cuenta de eso y no dejar que las transnacionales sigan invadiendo nuestras casas, nuestra salud, nuestra familia. Estamos a tiempo. Hay que comenzar a cambiar el método de alimentación, consumir frutas sanas, empezar a comer tartas de verdura, de acelga, de zapallito. Llevamos a nuestros hijos desde cada vez más chiquitos al Mc Donalds y nos olvidamos de darle esa tarta de acelga o unos licuados de fruta, en vez de darle eso les damos una coca cola. La coca cola tiene mucho químico. Estamos envenenando nuestros cuerpos y están envenenando a nuestros territorios.

- Sanando la tierra y sanándonos con conciencia, ¿podemos cambiar al mundo?

- Foto de Secretaría de género de UTT

- Claro que sí, pueden ser las herramientas para la libertad de los territorios y de las mujeres porque nosotras las mujeres nos hemos empoderado. Lo pensamos desde que nosotras plantamos la semilla, que nace, crece, produce y tratamos de cuidar así nuestra producción y al consumidor. Yo creo que estamos cambiando y estamos liberando nuestras tierras de los agrotóxicos. Con la agroecología y la recuperación de plantas en un futuro vamos a hacer de estas tierras libres de agrotóxicos y libres de las multinacionales. Pero para eso necesitamos poseer la tierra porque imagínate que nosotras ahora tenemos que pagar alquileres carísimos. Sin tierra propia, sin vivienda digna, lamentablemente muchos compañeros se ven obligados a seguir produciendo convencional, porque hay muchos compañeros que quieren hacer agroecología pero tenemos que pagar del uno al diez el alquiler, y lo agroecológico tarda más, por ahí no te viene la verdura en un mes, un mes y medio, dos meses, y en lo convencional le echan un químico para que pueda crecer rápido y tratar de pagar rápidamente el alquiler. El Estado no se hace cargo y también están los dueños de las tierras que exigen que tengas que pagar. Tenemos que vivir en casillas de madera y cuando vienen incendios o inundaciones tenemos que empezar de cero. Sí podemos cambiar el mundo, pero hay que empezar a hacer ver quién es el que produce realmente el alimento. La tierra para quien la trabaja.

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La explotación y la desestimación de la fuerza de trabajo de las mujeres rurales y campesinas, el acaparamiento de la tierra y la expropiación cultural y de saberes de las comunidades constituyen el mayor saqueo de parte de las corporaciones que imponen capitalismo salvaje y extractivismo por doquier, en pos de la rentabilidad y con costos humanos y ambientales terribles.

Según la FAO [1], la producción anual mundial de alimentossupera la tasa de crecimiento de la población. Un tercio de esta producción termina en la basura. Claramente no hay faltante de alimentos sino que la crisis radica en qué es lo que se produce, cómo y para qué. ¿Cantidad es igual a calidad? La industria alimenticia y las corporaciones del agro, ¿producen para alimentar?

“El mercado farmacéutico mundial se estimó en 1,11 billones de dólares en 2017 y se prevé que alcance los 1,43 billones de dólares en 2020. (…) En 2017, las 10 principales compañías farmacéuticas mundiales generaron ventas por valor de 437.257 millones de dólares, lo que representa aproximadamente el 40% de la cuota de mercado mundial [2].” Entonces, ¿la cantidad de fármacos equivale a mejor salud? La industria farmaceútica, ¿produce para curar?

Con el planteo de estas preguntas podemos volver a la inicial: ¿La agroecología y el uso de plantas medicinales puede curar el mundo? En este tiempo globalizado, estandarizado, empaquetado y despachado, en donde el mismo tiempo se cotiza en términos de ganancias, la respuesta a esta pregunta resulta muy peligrosa para los dueños del sistema y más aún si proviene de la boca de las mujeres rurales. De las mujeres invisibilizadas sobre cuyos cuerpos recae el peso de la desigualdad, de la pobreza de la mayoría y del beneficio de unos pocos. De las manos y las vidas curtidas que se van liberando y elevan sus voces cada vez más fuerte, porque la tierra misma y el futuro se los piden. Sin dudas, los feminismos rurales, comunitarios y campesinos son la más grande potencia latente contra las estructuras de opresión. Sin dudas, mientras la memoria y el deseo de libertad persistan, una vida mejor es posible. Sin dudas, la revolución consiste en observar una planta o una semilla, hasta encontrarnos allí a nosotros mismos sanándonos con el mundo.

Notas:

[1] Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura

[2] Agrupación de Investigación y Marketing Farmaceútico ( https://www.aimfa.es/top-10-companias-farmaceuticas-2018-nivel-mundial/ )

Contacto: 

- Natalia Tangona (nmtangona@hotmail.com)

Biodiversidad - www.biodiversidadla.org
Temas: Feminismo y luchas de las Mujeres, Saberes tradicionales, Salud

Comentarios

02/04/2020
Busco planta medicinal para tiroides, por Sonia
Hola soy sonia y dependiente del t4 para tiroides, lei este anuncio donde habla de plantas medicinales y quiero contactarme urgente.