Reforma agraria, justicia climática, solidaridad y derecho a la alimentación

Idioma Español
País Brasil

La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que los sistemas alimentarios son responsables de un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, lo que refuerza la necesidad de transformar el modelo agrícola. En Brasil, el 76% de las tierras cultivables siguen concentradas en manos de la agroindustria, mientras que la agricultura familiar —responsable de más del 70% de los alimentos consumidos en el país— continúa enfrentándose a un acceso limitado a la tierra y a los recursos.

Hoy en día, alrededor de 730 millones de personas en todo el mundo padecen hambre crónica, y 2.800 millones no pueden permitirse una alimentación nutritiva. En Brasil, la situación es alarmante: 64,2 millones de personas sufren algún grado de inseguridad alimentaria, lo que representa aproximadamente el 30% de la población.

Estos datos revelan que el derecho a la alimentación —un derecho constitucional y humano— sigue siendo vulnerado a diario. En este contexto, el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) reafirma su compromiso con la Reforma Agraria Popular y la producción agroecológica como vías concretas para la transformación social. La Reforma Agraria Popular, en su búsqueda de justicia social y agraria, propone una reorganización del sistema agroalimentario brasileño, comenzando por garantizar la tierra a quienes la trabajan y la cuidan.

La labor del MST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra) es fundamental para garantizar el acceso a alimentos saludables y construir soberanía alimentaria en Brasil.

El movimiento sostiene que el acceso a la tierra y el fortalecimiento de la agricultura familiar son pilares fundamentales de la soberanía alimentaria. En asentamientos y campamentos, la producción agroecológica ha demostrado que es posible alimentar a la población con alimentos de calidad, respetando la naturaleza y fortaleciendo los lazos comunitarios.

Esta producción cooperativa, en armonía con la naturaleza, representa un camino concreto hacia la soberanía alimentaria en el país.

A lo largo de más de cuatro décadas de lucha, el MST ha construido una extensa red para la producción y distribución de alimentos orgánicos, demostrando que la lucha contra el hambre depende de la organización popular y la valoración del trabajo colectivo. Los alimentos cultivados en tierras de la Reforma Agraria son un símbolo de resistencia y esperanza, un testimonio de un modelo de sociedad que sitúa la vida, y no el lucro, en el centro de la toma de decisiones.

Gabriel Francisco agrega que la Reforma Agraria Popular es también una herramienta esencial para garantizar el derecho humano a una alimentación adecuada, señalando que este principio está consagrado en la Constitución y alineado con las Guías Alimentarias de Brasil.

Durante la pandemia, el MST fortaleció sus prácticas solidarias mediante iniciativas como Marmitas da Terra (Fiambreras de la Tierra), Mãos Solidárias (Manos Solidarias) y Cozinhas Solidárias (Cocinas Solidarias), proyectos que unieron a trabajadores rurales y urbanos. La organización de la clase trabajadora en torno a Marmitas da Terra es un bello ejemplo de cómo la producción de alimentos saludables puede ser un instrumento poderoso en la lucha por la justicia social.

Grupo de trabajo colectivo “Marmitas da Terra”, en 2021. Foto: Leonardo Henrique

Al considerar la producción de alimentos y permitir que el MST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra) abasteciera los comedores comunitarios, el movimiento creó un ciclo completo de alimentación real, desde la siembra hasta la gestión adecuada de los residuos. Estos actos de solidaridad expresan la fuerza de la organización popular y demuestran que, cuando las personas se unen, es posible enfrentar el hambre con dignidad. Los comedores colectivos, las campañas comunitarias y las donaciones de alimentos que surgieron de la Reforma Agraria demuestran en la práctica que alimentar es un acto político y que compartir la comida es una de las expresiones más profundas de humanidad.

Comida, espiritualidad y ascendencia: la comida como algo sagrado.

En muchas culturas, comer es más que una necesidad física: es una expresión de espiritualidad, identidad y tradición. En las religiones de origen africano, la comida es sagrada: conecta el cuerpo con la naturaleza, simboliza el compartir y fortalece el vínculo entre lo humano y lo divino. Preparar y ofrecer alimentos es un acto de cuidado y comunión que nos recuerda que nutrirnos es también honrar la Tierra y los ciclos de la vida.

Estos conocimientos ancestrales, transmitidos de generación en generación, nos enseñan formas más equilibradas de relacionarnos con la alimentación y el medio ambiente. Al valorar el cultivo sin pesticidas, el uso consciente de los recursos naturales y los bienes comunes, y la preparación colectiva de los alimentos, las comunidades reafirman que alimentarse saludablemente es un acto tanto cultural como político, profundamente ligado a la memoria y la resistencia del pueblo.

Damos gracias a nuestros ancestros y a las deidades africanas por proporcionarnos recursos sostenibles en la naturaleza.

Fabiana (al centro, con turbante), durante la primera siembra de caupí (Ogum) en el Centro Agroecológico Paulo Kageyama, en 2025. Foto: Marta Gomes

Fabiana explica que, en una cocina Axé, la comida es esencial: primero se prepara y luego se ofrece, y al cocinar para lo Sagrado, se incluyen cantos como oraciones, acercando a las personas a la espiritualidad. Señala que esta práctica es una herencia de los ancestros africanos, y que los alimentos sagrados de Axé poseen un profundo significado como ofrendas a las deidades ancestrales y se comparten entre los miembros de la comunidad, enfatizando que sin alimento, ninguna especie puede existir.

La herencia afrobrasileña también inspira el misticismo y la pedagogía del MST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra), que entiende el acto de cocinar y compartir alimentos como prácticas tanto políticas como espirituales. «Pensar en la comida, incorporarla al debate, a la formación y a nuestro misticismo, transforma a las personas y las une», reflexiona Leonardo Ghisolf.

La trayectoria de "Sem Terrinha" y la relación de los niños con la comida.

Entre las numerosas actividades que refuerzan esta conciencia se encuentra la Marcha "Sem Terrinha", que se celebra anualmente con la participación de miles de niños y niñas de asentamientos y campamentos. Bajo el lema "Sem Terrinha en Acción: Defender la Naturaleza es Defender Nuestra Tierra", la marcha de este año fomentó el aprendizaje sobre alimentación saludable, cuidado del medio ambiente y el papel de la infancia en la lucha por la Reforma Agraria Popular.

Desde temprana edad, aprenden que plantar y comer bien son formas de cuidar la vida y el planeta, conectando a niños de zonas rurales y urbanas a través de la agroecología y el respeto por la tierra.

En el programa Sem Terrinha, los niños también son maestros en la conexión con la Tierra. Es importante fomentar esta comprensión en los niños de la ciudad, quienes a menudo se ven privados de esta relación vital y formativa. Los alimentos auténticos provienen del bosque, de la naturaleza. Cuanto menos transformamos los alimentos, más nutritivos conservan. Rescatar nuestras tradiciones ancestrales —las formas en que los pueblos originarios vivían en armonía con los bosques— nos muestra cómo podemos producir con mayor biodiversidad. Al crear conciencia y acercar a los niños a esta realidad, ayudamos a los niños de Sem Terrinha, tanto del campo como de la ciudad, a conocerse e intercambiar conocimientos sobre la importancia de producir alimentos saludables y la agroecología.

"Sem Terrinha" refuerza la importancia de una alimentación saludable. Foto: Leandro Molina

Según la Teoría de la Sostenibilidad del Suelo (TSS), a mayor biodiversidad en el suelo, mayor biodiversidad en los alimentos. Para los pueblos y comunidades tradicionales, los ancestros son considerados los guardianes de esta sabiduría. Este enfoque alimentario sirve como educación política y ambiental, especialmente para los niños.

Alimentación, medio ambiente y la COP 30

Como demuestra la campaña Sem Terrinha 2025, hablar de comida es hablar del futuro del planeta.

El cultivo de alimentos está directamente vinculado a la preservación del medio ambiente, al uso racional del agua y a la mitigación del cambio climático.

Mientras Brasil se prepara para albergar la COP 30 en noviembre de 2025, se vuelve urgente situar la producción de alimentos y la agroecología en el centro de la política climática global, reconociendo a los pueblos del campo, las aguas y los bosques como protagonistas en la defensa de la tierra y la vida. En este sentido, durante la  Cumbre de los Pueblos, que se celebrará paralelamente a la COP 30 en Belém en noviembre, el MST (Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra) reafirmará su convicción de que la transición ecológica debe incluir la democratización del acceso a la tierra y el fortalecimiento de la agroecología.

La agroecología es el camino a seguir. A través de ella, garantizamos la salud, la sostenibilidad y el aprecio por los alimentos auténticos. Guiada por la Reforma Agraria, la agroecología se convierte en un mecanismo estructural para garantizar los derechos. ¡Ojalá esta práctica se extienda cada vez más y haya cada vez menos veneno en nuestros platos! ¡Alimentos para quienes padecen hambre, tierra para quienes la trabajan!

La búsqueda del buen vivir —una vida digna para todos, con respeto, cuidado y justicia social— es uno de los pilares de esta construcción. La viabilidad económica y la preservación del medio ambiente van de la mano, demostrando que es posible otro modelo de desarrollo rural.

Así, el 16 de octubre —Día Internacional de Acción por la Soberanía Alimentaria de los Pueblos— reafirma que la lucha contra el hambre, la valoración del patrimonio ancestral y la defensa del medio ambiente forman parte de la misma agenda: garantizar el derecho a una alimentación auténtica, cultivada con respeto, compartida con solidaridad y sustentada por la justicia social. Alimentarse bien es un derecho y un compromiso colectivo con el presente y el futuro de la humanidad.

Fuente: Movimento dos Pequenos Agricultores (MPA)

Temas: Agroecología, Movimientos campesinos, Saberes tradicionales, Soberanía alimentaria

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