Esther Vivas

"Las declaraciones de buenas intenciones y las promesas de millones de euros para acabar con el hambre en el mundo realizadas por varios gobernantes no van a poner fin a las causas estructurales que han generado esta crisis. Así mismo, las propuestas realizadas por el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon, de aumentar en un 50% la producción de alimentos y rechazar las limitaciones impuestas a la exportación por parte de algunos países afectados parecen reforzar más las causas de la crisis que conducir hacia salidas reales que garanticen la seguridad alimentaria de la mayoría de las poblaciones en el Sur."

FAO: más libre comercio, más hambre

Ayer terminó la Cumbre de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria de la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU) que se celebró estos días en Roma. Las conclusiones del encuentro no indican un cambio de tendencia en las políticas que se han venido aplicando en los últimos años y que han conducido a la situación de crisis actual.

FAO: más libre comercio, más hambre

El precio de los alimentos y, en especial, de los cereales básicos ha aumentado espectacularmente en estos últimos meses. Los medios de comunicación nos han mostrado nuevas revueltas del hambre en los países del Sur que nos recuerdan aquellas que se llevaron a cabo a mediados y finales de los ochenta contra los planes de ajuste estructural impuestos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.

¿Quién gana con la crisis alimentaria mundial?

La agricultura familiar es, a día de hoy, una práctica en peligro de extinción. En el Estado español, poco más de un 5% de la población activa trabaja en el campo y la media de edad del campesinado es cada día más alta. Ser campesino hoy no está de moda, pero ¿qué se esconde detrás de este abandono masivo del campo? ¿Hacia qué modelo de agricultura avanzamos?

España: el combate campesino: David contra Goliat

Autora de numerosos estudios sobre economía solidaria y globalización, Esther Vivas es miembro de la Xarxa de Consum Solidari y milita actualmente en Revolta Global. A continuación responde a las preguntas del periódico El Triangle

Esther Vivas: “El consumo masivo pone en peligro al planeta”

En los países del Sur, las mujeres son las principales productoras de alimentos. Ellas son las encargadas de trabajar la tierra, mantener las semillas, recolectar los frutos, conseguir agua, cuidar del ganado... Un 80% de la producción de alimentos en estos países recae en las mujeres. Paradójicamente, éstas son, junto a los niños y niñas, las más afectadas por el hambre. Las políticas neoliberales que asolan el campo golpean en primera persona a las mujeres.

La soberanía alimentaria, en manos de las mujeres

Nuestros hábitos alimentarios y de consumo han sufrido, en los últimos años, una profunda transformación. La aparición de los supermercados, hipermercados, cadenas de descuento, autoservicios... (lo que se ha venido en llamar distribución moderna) han contribuido a la mercantilización del qué, el cómo y el dónde compramos supeditando la alimentación, la agricultura y el consumo a la lógica del capital y del mercado.

La distribución moderna: la invasión de los supermercados

Ante esta pregunta podríamos afirmar que la presencia creciente de productos de comercio justo en las estanterías de los supermercados y grandes superficies es una dinámica positiva que permite un fácil acceso a estos productos y un mayor número de ventas. Pero, ¿el comercio justo se limita tan solo a una cuestión comercial? ¿Qué tipo de comercio justo pueden llevar a cabo empresas con una dudosa trayectoria de respecto a los derechos laborales, medioambientales y sociales? ¿Comercio justo en el súper es comercio justo?

¿Comercio justo en el súper?