Itziar Urquiola

Foto: Neto Hernández

"Habitar el valle y las montañas implica cuidado y reciprocidad. Lo protegemos porque es nuestro cobijo: nuestra madre. Campesinos, abejas y demás insectos y animales, entramamos con el agua y las raíces; las sensaciones de rocas, plantas, espinas. Percibimos y significamos el movimiento de las floraciones, los flujos y rastros de la polinización, compartido en frutos y cosechas. Los guardianes en sus diferentes formas tienen mucho qué mostrar".

Un cultivo de vida: la apicultura y el territorio