Advierten que la industria salmonera sigue degradando el fiordo Comau, a cuatro años del desastre ambiental

Idioma Español
País Chile
- Una marea café o Fenómeno Algal Nocivo cubrió el fiordo Comau en 2021. Foto: Álvaro Vidal

La biodiversidad del Área Marino Costera Protegida de Múltiples Usos Fiordo Comau está disminuyendo, según monitoreos científicos de 2023 y 2024. El oxígeno también está decayendo. Los impactos se deberían a la presencia de la industria salmonera. Su alta biodiversidad y el bajo intercambio de agua con el océano convierten al fiordo en un lugar sensible a la contaminación. Científicos, líderes indígenas y de organizaciones sociales plantean la necesidad de que la salmonicultura salga de las áreas protegidas.

La biodiversidad y el oxígeno en el fiordo Comau, en la región Los Lagos, en el sur de Chile, están disminuyendo, de acuerdo con monitoreos que realizó durante los últimos seis años el biólogo marino Juan Pablo Espinoza. “La ciencia avanza mucho más lento de lo que avanza la industria de la salmonicultura, pero hay evidencia suficiente de que hay un impacto”, dice el científico.

En el fiordo, que tiene unos 45 kilómetros de extensión, funcionan 24 centros de cultivo de salmones. En abril de 2021, las heces de estos peces y el alimento que no atrapan y que cae al fondo del mar habrían contribuido a un gran afloramiento de microalgas de la especie Heterosigma akashiwo. Este fenómeno causó que se agote el oxígeno en el agua, provocando la  muerte de más de 5000 toneladas de salmones.

El suceso evidenció la “falta de protocolos” de las salmoneras, según Espinoza. Las empresas se tardaron varios días en desechar los peces muertos. Con el pasar del tiempo, grasa descompuesta emanó de los salmones, se esparció rápidamente y causó mayor contaminación en el agua.

Retiro de salmones muertos desde los centros de cultivo en fiordo Comau. Foto: Álvaro Vidal

El biólogo marino y experto en oceanografía explica que las Floraciones Algales Nocivas (FAN) son fenómenos naturales, pero la magnitud del evento de 2021 pudo magnificarse por el aumento de temperaturas que trajo el Fenómeno del Niño y por las actividades de la industria de la salmonicultura, que emite de manera constante nutrientes (en forma de heces o alimento).

Vreni Häussermann, bióloga marina que ha investigado el fiordo desde los 2000, asegura que Comau “no es apto para la salmonicultura y ahora todavía menos porque está muy dañado”. El lugar es considerado un laboratorio natural, pues alberga una gran variedad de especies como crustáceos, cangrejos, anémonas o pepinos de mar. Lo más sorprendente es que mientras la gran mayoría de corales habitan en aguas profundas, en este fiordo, el coral de agua fría Desmophyllum dianthus puede ser hallado a tan solo cinco metros de profundidad. Esto ha facilitado su estudio.

Las mediciones realizadas por Espinoza en 2023 y 2024 encontraron que hay una menor biodiversidad en el fiordo que en la boca, la parte más expuesta al océano. Esto llama la atención, explica el científico, porque el fiordo es un lugar más resguardado y expuesto solo a impactos locales. En oposición, las zonas externas enfrentan más movimiento de corrientes y distintos tipos de dinámicas.

Con respecto al oxígeno, el especialista señala que los microorganismos estarían consumiendo la materia orgánica que cae de las redes jaula en la que las empresas crían a los salmones y esto ocasiona un mayor consumo de oxígeno. “Eso a la larga también va a tener varias implicaciones en todo sentido”, asegura. “Todos los organismos, incluidos los corales de agua fría que son indicadores de la salud del ecosistema, respiran”, añade.

Una phidiana o babosa marina en el fondo del fiordo Comau. Foto: Vreni Häussermann

El fiordo Comau es sensible a la contaminación

Häussermann explica que Comau tiene “muy alta biodiversidad”. Los bancos de corales de la especie Desmophyllum dianthus son bioingenieros que conforman bosques en donde las especies marinas habitan, se reproducen y se protegen. Estos bosques, que se asemejan a los terrestres, son aún más especiales porque se encuentran en poquísimos fiordos de la Patagonia chilena. Además, son sumideros de carbono, es decir, absorben los gases de efecto invernadero que provocan el aumento de temperaturas en el planeta.

Por esas características, en 2003 se promulgó la creación del  Área Marino Costera Protegida de Múltiples Usos Fiordo Comau, que tiene el objetivo de conservar la biodiversidad, proteger los ecosistemas y prohibir actividades que causen efectos adversos sobre la flora, la fauna y el hábitat.

Comau es conocido por tener un bajo intercambio de agua con el océano. Este argumento se suma a la postura de la científica de que aquí no deberían realizarse actividades que emitan grandes cantidades de sustancias químicas y nutrientes que se acumulen en el ecosistema. El intercambio completo de agua se tarda medio año, convirtiendo al fiordo en un lugar bastante sensible a la contaminación.

“No digo que no se haga salmonicultura”, aclara la científica. Sin embargo, señala que los métodos de producción pueden cambiarse a sistemas cerrados, en lugar de las balsas jaulas que permiten la fuga de los antibióticos, alimentos y otros químicos que reciben los salmones. Otra opción, dice, es practicar esta actividad en el océano abierto, donde hay mucho más flujo de agua y puede haber menos impacto.

“Hasta el INCAR lo dijo”, sostiene Häussermann. En mayo de 2021, Doris Soto, del Centro Interdisciplinario para la Investigación Acuícola (INCAR), dijo en una  entrevista en un medio nacional que el fenómeno de Floraciones Algales Nocivas fue anticipado un año antes del desastre ambiental que causó millonarias pérdidas económicas. También afirmó que ya en ese entonces se recomendó reducir la población de salmones para disminuir la emisión de nutrientes al ecosistema y evitar mayores pérdidas.

Entre 2019 y lo que va del 2025, el Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca) ha realizado 44 Informes de Fiscalización Ambiental (INFA), de los cuales tres han detectado anaerobiosis. Es decir, que el agua no tenía suficiente oxígeno disuelto. Uno de ellos se registró un mes antes del desastre, el 16 de marzo de 2021. Los otros dos se detectaron en enero y abril de 2022. La institución no aclaró a Mongabay Latam cuáles eran las empresas responsables.

Anémonas del genero Halcurias sobre la concha de un molusco. Foto: Juan Pablo Espinoza

La industria se defiende

Sobre si se han seguido las recomendaciones del INCAR, Salmonchile, la Asociación Gremial de Salmoneras de Chile, dijo a Mongabay Latam que las recomendaciones del Centro, aunque basadas en criterios científicos, “no tienen carácter normativo obligatorio”.

Hasta el cierre de este artículo, la Subsecretaría de Pesca no respondió si se siguieron las recomendaciones del INCAR para ordenar la disminución de la densidad de salmones en el fiordo Comau.

Salmonchile asegura que realiza vigilancia de FAN desde 1988, pero que “las microalgas que han sido un problema para la salmonicultura presentan una baja ocurrencia, lo que dificulta interpretar y predecir estos eventos”. La Asociación además señala que la relación entre los nutrientes aportados por la salmonicultura y su contribución a las FAN “no está demostrada de manera causal”.

Al respecto de la disminución de la biodiversidad, la industria no respondió, pero sobre la disminución del oxígeno sostuvo que “puede deberse a distintas variables, no solo a la presencia de salmonicultura en el fiordo”.

En opinión de Espinoza, cuatro años después no se han acatado las recomendaciones del INCAR. Por el contrario, en los últimos meses, el biólogo marino ha observado que la infraestructura de las salmoneras continúa en expansión. “Vi mucho movimiento de salmonicultura, la industria sigue ganando mucho, mucho dinero con el cultivo de salmones”, afirma.

Después del florecimiento fatal de 2021, ha habido otras floraciones de microalgas, pero que han durado solo un par de días y de especies que no afectan ni a los salmones ni a los seres humanos, según explica Espinoza.

Las comunidades costeras están divididas

Luis Hernández, pescador y operador turístico del fiordo Comau, señala que el desastre ambiental de 2021 es el resultado de varias décadas de impactos, desde la llegada de las primeras salmoneras, hace más de 25 años. Asegura que ahora hay menos disponibilidad de especies como el pejerrey (Basilichthys australis), el róbalo
(Eleginops maclovinus), la lisa (Mugil liza) y el lenguado (Paralichthys adspersus).

Alrededor de esta entrada de agua viven pocas familias, unas 30 personas, de acuerdo con Fernando Hernández, otro habitante de la zona. A sus ojos, las salmoneras apoyan a la comunidad, pues emplean a los moradores del fiordo y contratan servicios como transporte, hospedaje o alimentación. “Puedo hablar por gran parte del fiordo. La industria ha ido mejorando estándares de calidad ambiental, es una industria trabajando mucho por el cuidado del medio ambiente”, asegura.

Para Espinoza, la creación de plazas laborales ha sido una estrategia de la industria para tener a la población de su lado.

Yohana Coñuecar, comisionada para pueblos originarios en la Comisión Regional de uso del Borde Costero (CRUBC) de la región de Los Lagos, dice que en el sur de Chile, en las regiones de Aysén y Magallanes, hay voces fuertes que buscan que las salmoneras se retiren de los fiordos. En Los Lagos, sin embargo, no se ha discutido a profundidad sobre el futuro de estos ecosistemas.

La lideresa indígena opina que hace falta que la comunidad científica trabaje de cerca con los pueblos indígenas costeros, con el fin de que haya un intercambio de información que sirva para la defensa de la naturaleza. Eso sí, reitera la preocupación de que hay “demasiados” centros de cultivo en un fiordo tan estrecho y corto como Comau. Además, enfatiza que la protección de los territorios ancestrales se vuelve más difícil cuando el Gobierno no consulta a las poblaciones indígenas sobre la implantación de nuevas industrias.

Bancos de picorocos, un crustáceo comestible, en el fondo del fiordo Comau. Foto: Vreni Häussermann

Por eso, desde hace años la científica ha propuesto que se realice una planificación espacial para la instalación de centros de cultivo de salmones. “Es superimportante el principio precautorio”, explica, por lo que cuando no se conocen los efectos de una actividad, hay que dejar grandes áreas libres de esa presión hasta conocer los daños que puede causar.

Sin embargo, señala Espinoza, los políticos, quienes toman las decisiones sobre la gestión de los territorios, “muchas veces no juegan en favor de la ciencia, teniendo incluso evidencia de este complejo panorama”.

Espinoza y Häussermann continúan con estudios independientes para seguir aportando con información sobre la importancia de proteger este lugar. El biólogo marino está por empezar un doctorado en Alemania enfocado en el estudio de los corales de agua fría y Häussermann está procesando los resultados de un estudio sobre la reproducción de estas especies. El Instituto Alfred Wegener, además, está explorando los impactos del cambio climático en el fiordo.

Tras publicarse el artículo, el Servicio Nacional de Pesca envió la información referente a los Informes de Fiscalización Ambiental que se citan en el texto.

Fuente: Mongabay

Temas: Biodiversidad, Pesca

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