Ciencia y principio de precaución

Boletín de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina RAP-AL

Defender el derecho básico de cada individuo (y el de las generaciones futuras) a un medio ambiente sano, promotor de la vida, tal como lo demanda la Declaración de las Naciones Unidas sobre Derechos Humanos.

Actuar a partir de las primeras advertencias, cuando exista una evidencia atendible de que se está produciendo un daño o haya una probabilidad de que se produzca, incluso cuando no se comprenda totalmente la exacta naturaleza y la magnitud del daño.

Identificar, evaluar e implementar las propuestas mas seguras, para dar respuesta a las necesidades de la sociedad.

Hacer recaer en quienes originan las actividades potenciales peligrosas, las responsabilidad de analizar ampliamente los riesgos y de minimizarlos. De evaluar y elegir las alternativas mas seguras para responder a necesidades específicas con el respaldo de una revisión pendiente

Aplicar procesos de toma de desiciones transparentes e inclusivos que aumenten la participación de todos los involucrados y de las comunidades especialmente de aquellas afectadas potencialmente por la elección de una determinada política pública.

El mayor conocimiento que hoy existe acerca de los potenciales impactos en gran escala y la amplia gama de actividades humanas puede tener sobre la salud planetaria, ha contribuido a que se reconozca la necesidad de cambiar la forma en que se adoptan las decisiones sobre protección ambiental y también la manera en que el conocimiento científico influye en estas decisiones.

Como científicos y profesionales comprometidos con el mejoramiento de la salud global, formulamos un llamado para que el Principio Precautorio sea reconocido como un componente clave de la toma de decisiones en materia de políticas públicas sobre ambiente y salud, especialmente cuando hay que enfrentar amenazas inciertas y complejas.

Reafirmamos aquí la Declaración de Wingspread de 1998 sobre el Principio de Precaución (ver recuadro) y expresamos nuestro convencimiento de que la implementación efectiva de este principio requiere de las acciones descritas en el recuadro de este artículo.

Para la aplicaciones efectivas del principio precautorio, se requiere tanto la investigación científica interdisciplinaria como el señalamiento explícito de las incertidumbres presentes en esa investigación y en sus resultados. La adopción de decisiones de tipo precautorio, es consistente con una «ciencia justa» debido a las grandes áreas de incertidumbre, e incluso de ignorancia, que aún existen en nuestra comprensión de los sistemas biológicos complejos, la interconexión de los organismos, como también del potencial de impactos interactivos y acumulativos de múltiples riesgos.

Debido a estas incertidumbres, habrá ocasiones en que la ciencia no podrá entregar respuestas claras y concretas a preguntas importantes acerca de potenciales riesgos ambientales.

En estas instancias, las decisiones sobre políticas públicas deben adoptarse sobre la base del razonamiento correcto y profundo, la discusión abierta y otros valores públicos, así como de cualquier información científica que esté disponible. Creemos que esperar disponer de evidencia científica incontrovertible respecto del daño causado, antes de adoptar medidas preventivas, puede aumentar el riesgo de cometer costosos errores que causen un daño severo e irreversible no sólo al ecosistema, la salud y el bienestar humanos, sino también a la economía.

Algunas de las formas en que actualmente se utiliza la información científica para formular políticas públicas pueden influir negativamente en la capacidad para tomar medidas precautorias por ejemplo, al no describir adecuadamente las limitaciones del estado del conocimiento científico. Antes de actuar los encargados de la toma de decisiones, buscan por lo general altos niveles de evidencia y pruebas rigurosas de relaciones causales entre una tecnología y un riesgo, a fin de proteger sus decisiones de eventuales acusaciones de arbitrariedad. Pero muchas veces no es posible obtener este nivel de pruebas o altos niveles de evidencia y tampoco se visualiza que en un futuro previsible esto pueda ocurrir.

Si los científicos presentan en forma más abierta y completa las limitaciones existentes para la comprensión de los riesgos ambientales, será más fácil lograr que, tanto los encargados de las decisiones gubernamentales como el público, acepten la idea de que la acción precautoria es una estrategia prudente y efectiva cuando los riesgos potenciales son grandes y también lo son las incertidumbres.

Sin embargo, no sólo la comunicación entre científicos y encargados de políticas públicas lo que debe mejorar, creemos que en los actuales métodos de investigación científica, existen enfoques que también pueden retardar la acción precautoria; por ejemplo, las investigaciones se centran a menudo en aspectos limitados y cuantificables de los problemas, excluyendo inadvertidamente la consideración de interacciones potenciales entre los distintos componentes de los sistemas biológicos complejos, de los que los seres humanos son sólo una parte.

La compartimentalización del conocimiento científico constituye un impedimento más a la capacidad de la ciencia para detectar e investigar las primeras advertencias de un daño y desarrollar acciones para prevenirlo cuando éste involucra riesgos de largo alcance para la salud y el medio ambiente.

Lamentablemente, las limitaciones de las herramientas científicas y de la capacidad para cuantificar las relaciones causales, a menudo son interpretadas erróneamente, como evidencias de seguridad por los encargados de las políticas gubernamentales, por los científicos y por quienes proponen las actividades peligrosas. No saber si una acción es dañina, no es lo mismo que saber que esa acción es segura.

Nosotros argumentamos que la implementación del Principio Precautorio, exige métodos científicos mejorados, una nueva vinculación entre ciencia y políticas públicas, que ponga énfasis en la actualización permanente del conocimiento y en una mejor comunicación en materia de riesgos, certezas e incertidumbres.

Con estos objetivos en mente, llamamos a hacer una reevaluación de las agendas de investigación científica, de las prioridades de financiamiento, de la educación científica y de las políticas científicas.
Entendemos que las actividades humanas, no pueden estar libres de riesgos. Sin embargo, argüimos que la sociedad no se ha percatado de todo el potencial de la ciencia y las políticas públicas para prevenir el daño a los ecosistemas, a la salud y garantizar a la vez el progreso hacia un futuro más saludable y económicamente sustentable.

El objetivo de la precaución es evitar el daño, no evitar el progreso

Creemos que la aplicación de políticas públicas precautorias, pueden estimular la innovación en lo que respecta a mejores materiales, a productos más seguros y a procesos de producción alternativos.

Instamos a los gobiernos a UTILIZAR el PRINCIPIO PRECAUTORIO BAJO INCERTIDUMBRE, en la formulación de decisiones sobre medio ambiente y salud cuando existan riesgos POTENCIALES, así como a tomar medidas preventivas y restauradoras OPORTUNAS cuando el daño haya sido demostrado.

Los elementos de los procesos de toma de decisiones que incorporan el principio precautorio en la forma descrita más arriba, constituyen aspectos necesarios de procesos correctos, racionales, para prevenir los impactos negativos de las actividades humanas sobre la salud de las personas y de los ecosistemas.
Este enfoque comparte los valores centrales y las tradiciones preventivas de la medicina y de la salud pública.

•Una mayor interdisciplinariedad en las aproximaciones a la ciencia y la política, incluyendo una mayor integración entre daños cualitativos y cuantitativos;

• Métodos de investigación innovadores, destinados a analizar los efectos acumulativos e interactivos de los diversos riesgos a que están expuestos los ecosistemas y las personas, a examinar los impactos en las poblaciones y en los sistemas y a estudiar el impacto de los riesgos en sub-poblaciones vulnerables y en co-munidades desproporcionadamente afectadas;

• Una vinculación más efectiva entre la investigación de riesgos y la investigación ampliada en prevención primaria, en opciones tecnológicas más seguras y en restauración; Una mayor interdisciplinariedad en las aproximaciones a la ciencia y la política, incluyendo una mayor integración entre daños cualitativos y cuantitativos.

• Métodos de investigación innovadores, destinados a analizar los efectos acumulativos e interactivos de los diversos riesgos a que están expuestos los ecosistemas y las personas, a examinar los impactos en las poblaciones y en los sistemas y a estudiar el impacto de los riesgos en sub-poblaciones vulnerables y en co-munidades de riesgo.

• Técnicas más amplias y completas para analizar y dar a conocer los riesgos potenciales y las incertidumbres (lo que se sabe, lo que no se sabe y lo que puede saberse). Sistemas para el monitoreo y la vigilancia continuos, a fin de evitar las consecuencias no intencionales de las actividades y para identificar las primeras advertencias de riesgo.

•Técnicas más amplias y completas para analizar y dar a conocer los riesgos potenciales y las incertidumbres (lo que se sabe, lo que no se sabe y lo que puede saberse).

Declaración formulada durante la Cumbre Internacional sobre la Ciencia y el Principio de Precaución, organizada por el Centro Lowell para la Producción Sustentable, Universidad de Massachusetts, Lowell. 20-22 de septiembre, 2001.

Mayores informes:

Joel A. Tickner, ScD Research Assistant Professor. Department of Work Environment - Lowell Center for Sustainable Production - University of Massachusetts Lowell.

Declaración de WINGSPREAD sobre el Principio de Precaución - Enero de 1998

La descarga y utilización de sustancias tóxicas, la explotación de los recursos y las alteraciones físicas del medioambiente, han tenido consecuencias no intencionales importantes para la salud humana y el medioambiente.

Entre ellas se encuentran altas tasas de deficiencias de aprendizaje, asma, cáncer, defectos de nacimiento; especies en extinción, cambio climático global, disminución de la capa de ozono y contaminación a nivel mundial con sustancias tóxicas y desechos nucleares.

Creemos que las reglamentaciones ambientales existentes además de otras decisiones, especialmente aquellas que se basan en la evaluación de riesgo, han fracasado en la protección adecuada de la salud humana y del medioambiente, el sistema mayor del cual los seres humanos no son sino una parte.

Creemos que existe evidencia apremiante, que el daño para los seres humanos y el medioambiente a nivel mundial, es de una magnitud y una gravedad tales, que se hacen necesarios nuevos principios para dirigir las actividades humanas.

Al tomar conciencia de que las actividades humanas involucran riesgos, las personas deben actuar con un cuidado mayor que el que han mostrado en la historia reciente.

Las empresas, las instituciones gubernamentales, las organizaciones, las comunidades, los científicos y otras personas individuales, deben adoptar un enfoque precautorio ante toda empresa humana.

En este contexto, el peso de la prueba debe recaer sobre quien propone la actividad no sobre el público.

El proceso de aplicación del Principio Precautorio debe ser abierto, informado y democrático y debe incorporar a las partes potencialmente afectadas. También debe incluir el examen de todo el rango de alternativas, incluida la no acción.

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