Lecciones para América Latina, los siete mitos del TLC, por Alejandro Nadal, Francisco Aguayo y Marcos Chávez

En la pasada reunión de los ministros de 34 naciones, la administración Bush y los organismos financieros internacionales insistieron en que el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es la opción de integración económica y la solución a la crisis de desarrollo de los países de América Latina y el Caribe

El modelo que presentaron como ejemplo a seguir es el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y los beneficios que supuestamente ha traído a México. Los autores sostienen que tales “beneficios” son más bien mitos

Mito 1

El TLCAN ha contribuido positivamente para la estrategia de desarrollo en México a través del crecimiento de las exportaciones.

El hecho es que la tasa de crecimiento del PIB en México ha permanecido estancada desde 1983, y que el TLCAN no ha cambiado esta situación; la tasa promedio de crecimiento del PIB desde entonces es de 1% anual (un desempeño similar al del periodo de la crisis de los treinta, que contrasta fuertemente con la tasa de 3.4% anual que se presentó en el periodo 1945-1980). La estrategia de crecimiento basada en las exportaciones no es más que un espejismo. El sector exportador se expandió, pero lo hizo de forma desarticulada con el sector doméstico, y ha sido incapaz de generar impulsos dinámicos al resto de la economía mediante la creación de eslabonamientos productivos hacia atrás y hacia delante.

Mito 2

El TLCAN convirtió a México en un gigante exportador y generó un enorme superávit comercial con Estados Unidos.

El hecho es que México tiene un déficit comercial permanente. El mito de México como un gigante exportador se evapora cuando uno considera que, junto con el superávit comercial que este país tiene con Estados Unidos, hay un déficit galopante con Asia y la Unión Europea –que desde 1994 creció 600% y 400% respectivamente. Desde que México firmó el tratado comercial con la Unión Europea el déficit con esa región ha crecido a una tasa explosiva.

El TLCAN generó una colosal distorsión de los flujos de comercio, lo que ha contribuido de una forma poderosa a desmantelar la capacidad productiva del país; hoy, México envía 90% de sus exportaciones a Estados Unidos. Una mirada más detallada a las estadísticas comerciales muestra que 50% del superávit con Estados Unidos se explica por las exportaciones de la industria maquiladora, mientras que el restante 50% se debe, por partes iguales, a las exportaciones petroleras y automotrices. Es decir, en el centro de la explicación del superávit con Estados Unidos se encuentran las exportaciones de mano de obra barata y recursos naturales; adicionalmente, las exportaciones se encuentran concentradas en unas cuantas actividades y están dominadas por un minúsculo grupo de corporaciones trasnacionales.

Mito 3

El TLCAN genera un enorme flujo de inversión extranjera directa (IED) hacia México, lo que a su vez abre oportunidades de desarrollo.

El hecho es que aunque la inversión extranjera hacia México creció mucho en los primeros años del TLCAN, una parte muy importante de ella fue inversión de cartera de corto plazo, que no se tradujo en proyectos productivos. Es cierto que en años posteriores la inversión directa ha superado a la inversión de cartera, pero aproximadamente 20% de ella viene en la forma de fusiones y adquisiciones, es decir, no consiste en inversiones nuevas, lo que, en muchos casos, van acompañadas de medidas de racionalización que producen pérdidas de empleo.

Más aún, la IED se concentra en un número muy pequeño de actividades y empresas. De hecho, en 2002, un solo proyecto (la compra de Banamex por Citigroup) fue responsable de 45% del total de la IED. Tal vez el punto más importante aquí es que la IED no ha conducido a un fortalecimiento significativo de la competitividad del sector industrial, ni a una transferencia significativa de tecnología a las empresas locales.

Por el otro lado, el capítulo 11 del TLCAN sobre inversión extranjera prohíbe que México utilice instrumentos clave de política económica (como los requisitos de desempeño). La desregulación financiera que acompaño al TLCAN abrió y diversificó las oportunidades de inversión financiera y especulativa. Esto ayuda a entender por qué la inversión productiva total como porcentaje del PIB cayó de 22% a 18% entre 1994 y 2003, cuando era de 30% durante los setenta.

Mito 4

El TLCAN ayudó a México a salir más rápidamente de la crisis de 1994.

El hecho es que la economía mexicana no se ha recuperado totalmente de la crisis que detonó la devaluación del peso en diciembre de 1994. El duro programa de ajuste que le siguió ocasionó la peor recesión de los últimos 60 años y una crisis de pagos que se transmitió a lo largo y ancho de la economía. Al colapsarse el sistema bancario se puso en marcha un proceso de rescate totalmente fraudulento. Un enorme flujo de recursos fiscales, de por sí escasos, se desvía cada año para pagar los servicios de esa gigantesca deuda. Sus costos financieros representan hoy 15% del PIB y amenazan permanentemente la salud de las finanzas públicas.

Las heridas que la crisis abrió en el cuerpo político no se han cerrado. La pobreza aumentó dramáticamente durante el clímax de esa crisis y sus niveles no han retrocedido.

Es una ironía que el TLCAN se invoque como el principal factor para explicar la “recuperación”. El capítulo 21 del TLCAN sobre medidas de emergencia y, específicamente, el artículo 2104, prohíbe el uso de medidas aceptadas por la Organización Mundial de Comercio (refrendadas en Marrakech en el Acuerdo sobre Medidas de Balanza de Pagos). Si estas medidas de emergencia se hubieran aplicado, el efecto sobre la economía de México en 1994 hubiera sido dramáticamente distinto.

Además, el paquete internacional de rescate financiero que puso en operación el Departamento del Tesoro estadounidense en 1995 estaba dirigido a salvar a los inversionistas extranjeros y a los especuladores y se habría puesto en marcha con o sin TLCAN.

Mito 5

El TLCAN ha contribuido a la estabilidad macroeconómica de México.

La ilusión de estabilidad macroeconómica se cifra en una tasa de inflación reducida. Pero esto no es resultado del TLCAN, sino de la sobrevaluación del tipo de cambio y de la represión de la demanda agregada. La última se consigue a través de la contención salarial y una política monetaria restrictiva. Como resultado de esta postura monetaria, el crédito fresco al sector no-bancario es ahora 60% menor que su nivel de 1994. Por supuesto, esto explica además el estancamiento crónico de la economía mexicana.

El nivel de actividad se ha convertido en el principal instrumento de política económica, en vez de ser uno de sus objetivos. Ello sirve no sólo para controlar la inflación, sino para mantener a raya el déficit en la cuenta corriente. Hoy, cuando el PIB está estancado, el déficit en cuenta corriente parece estar bajo control. Pero si la economía empezara a crecer, las cuentas externas se hundirían en un desequilibrio incontrolable. Para evitar esto, el Banco de México prefiere restringir los niveles de actividad económica manteniendo una política monetaria restrictiva.

La fragilidad de esta estabilidad sobresale también por el hecho de que el déficit fiscal está actualmente seis veces por encima del nivel autorizado por el Congreso mexicano. Esta situación es insostenible y llevará, tarde o temprano, a una crisis fiscal.

Mito 6

El TLCAN ha creado oportunidades de empleo, aumentado los salarios y mejorado los niveles de bienestar de los mexicanos.

El hecho es que entre 1994 y 2003 los nuevos entrantes a la fuerza de trabajo sumaron 9.3 millones de personas; pero durante ese periodo sólo se crearon 3 millones de empleos en el sector formal. En otras palabras, 60% de la demanda de nuevos empleos quedó insatisfecha, obligando a las personas a explorar otras estrategias de supervivencia en el así llamado “sector informal”. Entre 1994 y 2003 los salarios mínimos y contractuales perdieron, respectivamente, 20% y 19% de su poder de compra. Los salarios y prestaciones en el sector manufacturero en ese periodo cayeron 9% y los salarios en la industria maquiladora, a pesar de un aumento marginal, siguieron 40 pesos por debajo de los salarios manufactureros. Los trabajadores en las filiales norteamericanas que operan en México ganan 75% menos que sus contrapartes de filiales norteamericanas en Canadá. Finalmente, la relación de los salarios manufactureros mexicanos con respecto a los de Estados Unidos (de dos contra 10 dólares la hora) permaneció sin cambio alguno.

Mito 7

El TLCAN contribuyó a reducir la pobreza y a mejorar el ambiente.

El hecho es que la distribución del ingreso empeoró durante los años del TLCAN. El número de hogares que vive en la pobreza ha crecido un 80% desde 1984, sin que el TLCAN revirtiera esta tendencia. Hoy, 70% de la población mexicana vive debajo de la línea de pobreza. Mientras el Banco Mundial calcula en 25 millones el número de mexicanos que vive en la pobreza extrema, otras previsiones más rigurosas arrojan una cifra de hasta 40 millones.

La pobreza rural es rampante y la migración aumentó. El costo en términos de salud y desnutrición es dramático, con 60% de los niños indígenas afectados por desnutrición severa. El bienestar de los consumidores tampoco ha mejorado, en tanto el índice de precios de la canasta básica creció 257% entre 1994 y 2002.

El costo anual de la degradación ambiental se calcula en 10% del PIB, lo que anula las ganancias del crecimiento económico. Entre 1990 y 1999 el área cubierta con tierras forestales se redujo de 32% a 28%, mientras que las emisiones de dióxido de carbono crecieron de 3.7 a 3.9 toneladas métricas. Las medidas del capítulo 11 del TLCAN sólo sirvieron para degradar los criterios ambientales, como lo demostró la sentencia del caso Metalclad, que pronunció un panel de arbitraje del TLCAN en 2000.

Las lecciones para América Latina

Hay tres lecciones principales para los gobiernos y los encargados de diseñar la política económica.

Primera lección

Existen otras vías de integración económica en las que el desarrollo del mercado doméstico es la prioridad y en las que no se elimina el papel del Estado como un promotor activo del desarrollo sustentable.

Esta ruta alternativa implica recuperar, tanto en el nivel macro como sectorial, instrumentos de política económica que estimulen el crecimiento y lo pongan al servicio del desarrollo. Implica también el respeto a las prioridades locales, el reconocimiento de las asimetrías entre países y un enfoque socialmente responsable de la sustentabilidad económica y ambiental.

Segunda lección

El ALCA, así como el TLCAN, está diseñado para consolidar el neoliberalismo. El ALCA, por lo tanto, será otro proceso encabezado por las corporaciones en el que la liberalización comercial está hecha a la medida de las necesidades de las grandes empresas. El ALCA no ayudará a consolidar una estrategia de crecimiento basada en las exportaciones, sino una basada en salarios bajos, malos empleos y sin encadenamientos productivos.

Los bajos salarios y las políticas macroeconómicas restrictivas intensificarán la desigualdad social y proyectarán la pobreza a niveles extremos. Un alto porcentaje de las exportaciones latinoamericanas proviene de sectores de baja productividad y alta intensidad de recursos naturales; el ALCA sólo aumentará la presión sobre esos recursos y su destrucción.

Tercera lección

El ALCA acelerará la pérdida de control soberano sobre instrumentos de política económica que son críticos para cualquier estrategia de desarrollo, tanto en el nivel macro como en el sectorial. Esto tendrá lugar justo en el momento en el que las economías latinoamericanas necesitarán con más urgencia adaptarse al choque de la liberalización total.

Las reglas de inversión del TLCAN son particularmente peligrosas, en tanto que prohíben el acceso a medidas centrales de política industrial. Al otorgar trato nacional a las empresas norteamericanas y aceptar la inundación de importaciones, el ALCA contribuirá a desmantelar las ya de por si débiles estructuras productivas locales. Por éstas y otras razones, resulta claro que el ALCA se convertirá en un obstáculo formidable para el desarrollo social y económico de América Latina.

* Una versión en inglés apareció en el South-North Development Monitor, núm. 5464. 18 de noviembre de 2003. La traducción es de los autores.

Publicado por Masiosare y La Jornada, noviembre 30 de 2003

Fuente: MOIR

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