Menonitas en la Amazonía Peruana: una amenaza neocolonial enmascarada con la fe

La expansión de las colonias menonitas en la Amazonía peruana ha desencadenado graves conflictos territoriales con las comunidades indígenas, cuyas formas de vida dependen del bosque tropical húmedo y su biodiversidad. Estas comunidades han habitado por miles de años estos territorios, desarrollando una relación con la naturaleza que garantiza tanto su subsistencia como su identidad cultural. Pero, la tala masiva y la conversión de bosques en tierras agrícolas por parte de los menonitas han generado un profundo impacto ambiental y social, vulnerando los derechos de los pueblos nativos, y poniendo en riesgo un ecosistema vital para amortiguar el cambio y la crisis climática.
Según los menonitas, las tierras han sido adquiridas legalmente, pero existen serias dudas sobre la legitimidad de estos procesos, muchas de estas áreas forman parte de territorios ancestrales titulados. Por su parte, las comunidades indígenas denuncian que no se ha respetado la consulta previa establecida por el derecho internacional, y la debilidad institucional más los vacíos legales han facilitado la apropiación irregular de tierras. El Estado no verifica la posesión tradicional ni garantiza procesos transparentes.
Testimonios como el de Lizardo Cauper Pezo, presidente del Consejo Shipibo Konibo Xetebo Coshicox, denuncian el tráfico de tierras:
Ellos llegan, se presentan ante las autoridades, solicitan el espacio, compran… Ellos dicen haber adquirido legalmente, pero ¿Quién es el verdadero propietario? Esto es otra forma de traficar tierras.
Un testigo de las estrategias de robo de tierra es Abner Ancón Rodríguez, presidente de la Guardia Indígena Regional, quien denuncia la “complicidad” de funcionarios que “otorgan certificados” sobre territorios ya titulados ancestralmente. Otra testigo de las artimañas entre el Estado Peruano y los menonitas es Romario Chacón Vargas, asistente legal de la Federación de Comunidades Nativas de Ucayali y Afluentes ( Feconau), quien critica la falsedad de los procesos de consulta:
Realizan tallercitos y lo convierten en una fachada… El verdadero consentimiento nunca se logra.
Otra situación de robo de tierras la vive la Comunidad Shipibo de Caimito en Ucayali. Pese a contar con títulos oficiales, sus tierras fueron entregadas a terceros mediante certificaciones irregulares, lo que revela la urgente necesidad de reforzar el marco legal y proteger efectivamente los territorios ancestrales frente a la expansión agroindustrial, y aún más ante el avance los menonitas en la Amazonía peruana.
Abner Ancón Rodríguez afirma que los menonitas han invadido territorios indígenas, afectando directamente a las comunidades de Caimito y Buenos Aires. En Caimito se han ocupado aproximadamente 80 hectáreas, mientras que en Buenos Aires la cifra asciende a 800. Esta ocupación no solo implica pérdida de tierras, sino también la vulneración de derechos fundamentales de pueblos originarios.
La abogada de Coshicox, Linda Carol Vigo Escalante, sostiene que los menonitas señalados ya enfrentan denuncias por «tala ilegal agravada» y «usurpación de tierras», lo que agrava aún más la situación. Según la abogada, la Dirección Regional Sectorial Agricultura de Ucayali (Drsau) no solo facilitó el ingreso de los colonos, sino que además intentó condicionar el avance del proceso de georreferenciación de Caimito a cambio de que la comunidad renunciara a esas hectáreas superpuestas.
Lo que antes eran bosques vírgenes hoy son campos de cultivo. Desde la Drsau les dicen que como no tienen georreferenciación oficial, pueden reducirles el territorio. Es una forma de manipulación institucional que vulnera directamente sus derechos. El Estado no hace nada y la deforestación es terrible.
Vigo Escalante sin embargo afirma que el pueblo no va a ceder:
La comunidad ha sido clara: no va a renunciar a su territorio ancestral.
A pesar de la determinación de los pueblos originarios, es preocupante la anuencia estatal con los menonitas. La abogada tiene en su poder denuncias y pruebas que revelan que la policía ayudó a menonitas a ingresar y deforestar en 2023. Estas denuncias se hicieron publicas en el Primer Encuentro de los Pueblos Indígenas Shipibo Konibo y Ashaninkas, con la Declaración de los Pueblos Indígenas Shipibo Konibo Ashaninkas y Asheninkas de Masisea – Amazonía peruana, en la que se denunció que durante la invasión, agentes de la policía del distrito de Masisea escoltaron a los colonos menonitas mientras ingresaban con maquinaria pesada al territorio indígena.

Deforestación en la colonia menonita Masisea. Datos: ACA/MAAP, Planet.
Lejos de proteger a la comunidad, la fuerza pública actúo como respaldo operativo de la ocupación, incluso cuando la Guardia Indígena intentó frenar el avance.
Abner Ancón denuncia que estas adquisiciones de tierras, presentadas como legales, se realizan sin cumplir con la consulta previa ni con el respeto a los títulos de propiedad indígena, y señala:
A pesar de contar con títulos de propiedad y de que nuestros territorios han sido demarcados legalmente, la falta de una consulta previa efectiva y la inacción estatal han permitido que actores externos ingresen y «compren» legalmente parte de las tierras. Este fenómeno se agrava por la existencia de vacíos legales y la complicidad de funcionarios, lo que convierte la defensa territorial en una lucha constante (…) la falta de un control estatal riguroso y la complicidad de algunos funcionarios han favorecido el avance de las colonias menonitas en la región (…) la “falta de fiscalización”, en las entidades estatales, permite que documentos de posesión sean emitidos sin la debida verificación de la titularidad ancestral.
Romario Chacón Vargas, refuerza esta denuncia:
La ocupación irregular de tierras en esta comunidad es representativa de un patrón sistemático […] (y) las invasiones de tierras en la CN Caimito y otras comunidades adyacentes han generado no solo la pérdida de hectáreas significativas, sino también impactos ambientales graves, como la deforestación de bosques primarios y la degradación de ecosistemas esenciales para la subsistencia de los pueblos originarios.

Zoom. Colonia Menonita Chipiar. Datos: Planeta (Skysat)
En toda la región de Ucayali la invasión de menonitas sigue avanzando, llegando a la región de Loreto y afectando a otras comunidades como la Comunidad Nativa Shipibo de Paoyhan que desde el año 2017 ve al grupo religioso deforestando cada vez más hectáreas de bosques a su alrededor, donde existen árboles milenarios y semilleros que son hábitat de especies en peligro de extinción.
Norca Bárbara Suarez, vicepresidenta de la asociación de mujeres artesanas Reshin Jabe, de la Comunidad Nativa de Paoyhan, cuenta que los menonitas han entrado en la comunidad y han empezado a pedir terrenos a las familias para que les vendieran y esto creó un gran conflicto interno que todavía no se resuelve. Ella habla en nombre de toda su asociación, declarando que:
Como mujeres no estamos de acuerdo con que ellos estén, son invasores y están tumbando nuestro bosque, tomando parte de nuestro territorio ancestral.
Menonitas: de la austeridad a criminales ambientales
El movimiento menonita surgió en Europa Occidental en 1525 durante la Reforma protestante, caracterizándose por su vida austera y el deseo de autosuficiencia. En el artículo “Pioneros piadosos: la expansión de las colonias menonitas en América Latina” se explica la llegada de los menonitas en America Latina, movimiento que está dividido en grupos conservadores y progresistas, los conservadores han migrado frecuentemente en busca de aislamiento, estableciendo colonias en América Latina, en lugares alejados como la Amazonía. Durante el siglo XX fundaron 214 comunidades en 3.9 millones de hectáreas en países como México, Paraguay, Bolivia y Brasil.
En el reportaje « Las Comunidades Menonitas en la Amazonía Peruana«, de Coalición por una Producción Sostenible, se explica cómo en Perú, los menonitas conservadores provenientes de Belice y Bolivia llegaron desde 2010, estableciéndose sobre todo en las regiones de Ucayali y Loreto. Colonias como Wanderland, Österreich, Providencia y Masisea han causado una deforestación de más de 7000 hectáreas entre 2017 y 2023, con un alza del 34.5% desde 2022. Sus actividades, muchas sin permiso, violan leyes ambientales contribuyendo al cambio climático.

Deforestación causada por comunidades menonitas – foto: Elena Bassi
En un artículo de Convoca de 2023 se delinea cómo el uso de agroquímicos, maquinaria pesada y cultivos modificados, reflejan un modelo productivo comercial contradiciendo sus supuestos ideales de humildad. Esta forma de agricultura intensiva y mecanizada funciona con maquinarías tecnológicas costosas, lo que permite dimensionar el poder económico de las colonias y también la contradicción con sus supuestos ideales.
La justificación que han expresado para migrar a tierras en la Amazonía ha sido la de aislarse de la sociedad para vivir sin tecnología y de una manera humilde y austera, sin embargo, la realidad es que no están trabajando la tierra para su auto subsistencia, sino para comercializar productos agrícolas, y se están apropiando de la mayor cantidad hectáreas que puedan. Los menonitas dicen que quieren vivir pacíficamente según sus valores, y hablan de que es por la voluntad de Dios que se han expandido en otros territorios, sin reconocer el delito ambiental, el desastre ecológico y el abuso a pueblos y culturas ancestrales que vienen generando en diferentes países.
El modelo extractivo menonita Vs la tradición indígena
Los menonitas, con su enfoque en la mecanización y el uso intensivo de agroquímicos, priorizan una producción orientada al mercado y la maximización de los rendimientos a corto plazo. Esta práctica resulta altamente extractiva y destructiva para el medio ambiente. Por otro lado, las comunidades indígenas, como los Shipibo-Konibo, practican una agricultura de subsistencia, fundamentada en el respeto a la naturaleza, la conservación de los recursos y la transmisión de conocimientos ancestrales, lo que favorece la sostenibilidad a largo plazo, como se demuestra en el artículo “ Menonitas y el ambiente en América del Sur” de Dourojeann.
El contraste entre ambos modelos se extiende más allá de la mera agricultura, involucrando un choque de formas de entender el mundo. Mientras que las comunidades indígenas, según Lizardo Cauper Pezo, líder Shipibo-Konibo, buscan garantizar su supervivencia mediante una agricultura sencilla con herramientas tradicionales como machetes y palas, los menonitas emplean maquinaria pesada que permite la deforestación masiva de la Amazonía. Esta práctica no solo afecta al medio ambiente, sino que también compromete la biodiversidad, la soberanía y la seguridad alimentaria de las comunidades originarias, que ven amenazados sus recursos naturales y su forma de vida.
Las tensiones entre ambos modelos se amplifican debido a la falta de apoyo gubernamental para mejorar la producción agrícola sostenible de las comunidades indígenas. Los testimonios de Abner Ancón Rodríguez, destacan la diferencia fundamental entre las prácticas agrícolas de los menonitas y la de las comunidades nativas. Según Abner, los menonitas no solo destruyen los ecosistemas, sino que introducen pesticidas y otros químicos en el medio ambiente, lo que afecta la salud de las poblaciones locales y la biodiversidad de la región. Además, la quema de áreas deforestadas por parte de los menonitas, como parte de su proceso agrícola, aumenta la vulnerabilidad de la región ante incendios descontrolados, lo que exacerba los daños ecológicos.
El testimonio de Norca Bárbara Suárez es clave para comprender esta problemática. Ella relata que, durante las fuertes temporadas de incendios en su comunidad, como en septiembre de 2024, «los menonitas continuaron con la tala y quema de bosques». Esta práctica, en pleno contexto de emergencia en toda la Amazonía, evidencia una clara relación entre sus actividades y la propagación del fuego. En esta época, la comunidad perdió parte de su territorio a causa de los incendios.

Menonitas quemando bosque tropical húmedo Amazónico – Foto: Elena Bassi
La oposición entre ambos modelos en cuanto a uso de tecnologías y prácticas agrícolas se ve acentuada por la divergencia en la concepción del territorio. Para los pueblos indígenas, la tierra es sagrada y debe ser respetada y conservada, mientras que el modelo menonita está centrado en la explotación de la tierra como un recurso económico que debe ser maximizado. Abner Ancón Rodríguez señala que los menonitas, en su afán por incrementar la productividad, no tienen en cuenta la salud de los ecosistemas, ni el bienestar a largo plazo de las poblaciones locales.
Romario describe cómo algunos grupos menonitas, emplean tácticas sistemáticas para invadir y explotar los territorios indígenas. Según sus palabras:
Toman ciertos árboles grandes, los tumban y, cuando se secan, los queman. Esa quema se realiza de forma que el bosque primario se transforma en bosque secundario, facilitando la intervención de quienes luego se aprovechan de la tierra.

Mapa Base. Colonias Menonitas en la Amazonía Peruana: Datos: ACA/MAAP, SERNANP.
El impacto ambiental del modelo menonita es evidente en la deforestación y la pérdida de biodiversidad. La tala de bosques primarios, la conversión de tierras en monocultivos y el uso de agroquímicos, son prácticas que, aunque rentables económicamente, resultan devastadoras para los recursos naturales y la relación con el territorio en la Amazonía. Además, la deforestación también altera los ciclos naturales que han sustentado a las comunidades indígenas durante siglos, como se observa en las preocupaciones sobre la contaminación del agua y la pérdida de especies. Estos efectos no sólo ponen en riesgo el medio ambiente, sino también la salud, la posibilidad de alimentarse de las comunidades indígenas, y su bienestar en general.
Otro conflicto que se suma, es la apertura de carreteras en la región, lo que facilita la entrada de economías ilegales, como el narcotráfico y la tala ilegal. Romario Chacón Vargas subraya cómo estos actores externos se aprovechan de las infraestructuras para invadir y explotar los territorios indígenas, lo que debilita la capacidad de las comunidades para proteger sus recursos naturales y su cultura. Esta dinámica agrava la explotación de los recursos y la erosión de las estructuras sociales y económicas indígenas.
La llegada de los menonitas no se limita al impacto ambiental: también conlleva divisiones internas entre las comunidades, así lo explica Lizardo Cauper Pezo:
Ellos entran en nuestros pueblos y tratan de comprar tierras. Esto genera conflictos entre quienes están dispuestos a vender y quienes quieren proteger el territorio. Crean divisiones familiares y comunitarias (…) la estrategia de los menonitas es acercarse a los miembros más vulnerables de la comunidad, ofreciendo dinero o recursos para ganar su apoyo.
Disputas internas, pérdida de tierras y degradación ambiental afectan directamente la identidad cultural de los pueblos indígenas, cuya relación con la tierra es fundamental para sus creencias y prácticas ancestrales. La deforestación y la contaminación destruyen hábitats y erosionan su memoria colectiva, lo que representa una pérdida irreparable para comunidades como los Shipibo-Konibo. La falta de una respuesta estatal adecuada y la intervención de intereses externos incrementan la vulnerabilidad de las comunidades, perpetuando un ciclo de explotación y marginalización.

Izq. Deforestación en Tierra Blanca (Vanderland, Österreich y Providencia). Dcha. Deforestación en la colonia Menonita de Chipiar. Datos: ACA/MAAP, Planet.
La ineficacia de la justicia en la protección de los territorios indígenas en Perú ha sido un tema recurrente en diversos escenarios. La complicidad de algunos funcionarios y las lagunas legales han permitido que actores externos, incluidos grupos menonitas, se apoderen de tierras históricamente indígenas. A pesar de que la Fiscalía peruana solicitó penas de más de ocho años para los responsables de la deforestación en 2024, los procesos judiciales avanzan lentamente, lo que deja a las comunidades en una situación vulnerable.
El caso de la CN Caimito ha sido objeto de análisis informes especializados, como señala Romario Chacón Vargas:
La ocupación irregular de tierras en esta comunidad es representativa de un patrón sistemático en el que actores externos se apropian de espacios protegidos, utilizando mecanismos legales y administrativos deficientes para legitimar sus adquisiciones (…) La ausencia de una consulta previa efectiva y el incumplimiento de los protocolos internacionales de derechos indígenas han permitido la expansión de actividades agrícolas intensivas en territorios que pertenecen a comunidades ancestrales, (y) las invasiones de tierras en la CN Caimito y otras comunidades adyacentes han generado no solo la pérdida de hectáreas significativas, sino también impactos ambientales graves, como la deforestación de bosques primarios y la degradación de ecosistemas esenciales para la subsistencia de los pueblos originarios.
Resistencia Shipibo-Konibo y autogobierno
Es claro que el pueblo Shipibo-Konibo está enfrentando un proceso de invasión y despojo de sus territorios, impulsado también por colonias menonitas, y eso ha generado una fuerte respuesta organizativa. La lucha no solo se refiere a la defensa del territorio, sino también al derecho a la autodeterminación, la preservación de su cultura y la protección del medio ambiente. Lizardo Cauper Pezo, lo explica:
Queremos ser reconocidos como autogobierno, dialogar con el gobierno para obtener el respeto de nuestros territorios. Si los menonitas pueden desarrollar su economía, ¿por qué nosotros no podemos tener un modelo sostenible apoyado por el gobierno?
Esta declaración refleja la necesidad de un modelo de desarrollo indígena que respete la cultura y los ecosistemas locales, frente a los intereses económicos externos que afectan su identidad.

Deforestación causada por menonitas en la Amazonía peruana del 2017 al 2024. Datos: ACA/MAAP.
En respuesta a esta amenaza, el Consejo Coshicox ha surgido como una iniciativa clave para promover el autogobierno del pueblo Shipibo-Konibo. Esta organización se ha convertido en un espacio fundamental para la defensa de los derechos territoriales, la cultura y la autonomía del pueblo Shipibo-Konibo. La creación del Consejo no solo facilita la articulación política y cultural, sino que también impulsa iniciativas que fortalecen la resistencia frente a los invasores. Entre estas iniciativas destaca la creación del programa de Radio Televisión Shipibo, que tiene como objetivo difundir los avances en la defensa del territorio y la creación de una asociación de médicos tradicionales.
El Consejo Coshicox también ha promovido la creación de guardias indígenas, una estrategia de autoprotección que busca garantizar la seguridad y la defensa del territorio de manera autónoma. Lizardo menciona la motivación:
Nos auto declaramos y auto gestionamos nuestra seguridad, creando sistemas propios de control y vigilancia, porque no confiamos en nuestra seguridad nacional.
Este sistema de guardias, que opera en 22 bases en diversas comunidades, ha capacitado a 600 guardias, tanto hombres como mujeres, como parte de un proceso de autogestión que refuerza la independencia del pueblo Shipibo-Konibo.
La creación de la Guardia Indígena, liderada por Abner Ancón Rodríguez, es otra respuesta significativa ante la invasión de los territorios. La Guardia se organiza como un mecanismo humanitario de resistencia civil y territorial autónoma, que vigila, monitorea y actúa ante cualquier actividad ilegal en el territorio indígena. La Guardia no solo se ocupa de la seguridad, sino también de la construcción de alianzas estratégicas con otras instituciones que apoyan la lucha por la defensa del territorio. Esta estrategia de autoprotección también enfrenta múltiples desafíos, como la falta de recursos logísticos y la ineficiencia del sistema judicial, lo que limita la capacidad de la Guardia para responder de manera efectiva ante las invasiones.
En cuanto a la capacitación legal, Romario Chacón Vargas, asistente legal de Feconau, subraya la importancia de las escuelas itinerantes, que forman parte de la estrategia de defensa territorial. Estas escuelas tienen como objetivo enseñar a los miembros de la Guardia Indígena sobre sus derechos, las formas correctas de intervención y cómo proceder legalmente en situaciones de conflicto. Romario destaca:
En nuestras escuelas se enseña cómo se tiene que luchar, qué derechos tienen, qué es la autonomía y cómo proceder para hacer una denuncia ante las instituciones correspondientes.
Esta capacitación es crucial para asegurar que las comunidades no cometan errores en sus intervenciones y que puedan defender su territorio de manera efectiva y legal.
La implementación de prácticas agrícolas sostenibles, como la agroforestería, también se presenta como una alternativa viable para las comunidades, permitiendo generar ingresos sin sacrificar la conservación de los recursos naturales. Este enfoque promueve un modelo de desarrollo basado en la sostenibilidad y la autonomía, en contraposición a los modelos económicos destructivos impulsados por los invasores.
Las estrategias adoptadas por el pueblo Shipibo-Konibo, como la creación del el Consejo Coshicox, la Guardia Indígena, y las escuelas itinerantes de capacitación legal, son fundamentales para la defensa de sus territorios y la preservación de su identidad cultural. Sin embargo, estas iniciativas requieren el apoyo de instituciones nacionales e internacionales para garantizar su efectividad. La solidaridad internacional es crucial para enfrentar las amenazas que ponen en peligro tanto el patrimonio cultural como el ecológico de la Amazonía, ya que, como señala Abner Ancón Rodríguez:
No se trata solo de proteger unas hectáreas, sino de garantizar el futuro de nuestro pueblo y la preservación de la biodiversidad.
La lucha por la autodeterminación, el autogobierno y la protección ambiental sigue siendo un desafío urgente que requiere la acción conjunta de las comunidades indígenas, el Estado y la comunidad internacional.
Amazonía: «no se pierda en intereses efímeros»
El caso menonita en la Amazonía peruana es un ejemplo claro de los desafíos que enfrentan las comunidades indígenas ante la expansión agrícola y la globalización. Este fenómeno no solo representa una problemática ambiental, sino que también se configura como una amenaza neocolonial que pone en peligro los derechos territoriales, culturales y socioeconómicos de los pueblos indígenas y la supervivencia de la Amazonía y de otros territorios en América Latina.
La expansión de las colonias menonitas, impulsada por un modelo de desarrollo extractivo y mecanizado, ha conducido a la apropiación irregular de tierras ancestrales, resultando en la deforestación masiva y la degradación de ecosistemas vitales para las comunidades nativas, convirtiéndose en una potencia económica a nivel internacional, pero a costa de un desastre ecológico.
El trabajo agrícola que ellos dicen que es su principio fundamental de fe cristiana, ha devenido en una estrategia neocolonial para apropiarse de territorios de la Amazonía, sin tener en cuenta de los derechos de las poblaciones indígenas, lo que demuestra que la consolidación de un modelo de desarrollo inclusivo en la Amazonía peruana depende del pleno reconocimiento de los derechos de las comunidades indígenas.
El Estado peruano debe dialogar con los pueblos originarios para establecer mecanismos de compensación, restitución y participación que garanticen la protección de sus territorios y eviten la proliferación de intereses económicos externos. Como señala Abner Ancón Rodríguez:
Necesitamos que la justicia y la solidaridad prevalezcan para que la Amazonía, que es patrimonio de la humanidad, no se pierda en aras de intereses económicos efímeros.
Se requiere un compromiso genuino, tanto a nivel local como internacional, para asegurar que los derechos de los pueblos indígenas sean respetados y protegidos. El fortalecimiento de la autogestión, la capacitación legal y la unidad comunitaria son esenciales para contrarrestar la lógica extractiva y la llegada de nuevos tipos de colonización como son las colonias menonitas, pero es crucial que los Estados y la comunidad internacional asuman un compromiso real para transformar el modelo de desarrollo, promoviendo la consulta previa auténtica y asignando recursos suficientes para proteger este invaluable patrimonio.
Solo de esta forma se podrá revertir el actual paradigma neocolonial que amenaza no solo a la Amazonía, sino a la vida y la identidad de sus pueblos nativos, garantizando un futuro sostenible y justo para las generaciones presentes y futuras
Elena Bassi: Activista graduada en Desarrollo y Cooperación Internacional, colabora con el Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) en Perú, donde apoya a las comunidades indígenas en sus procesos de defensa territorial y conservación no excluyente.
Fuente: El Turbión