México: derecho a la esperanza piden mujeres en Cancún

"Los sueños de justicia, igualdad y respeto que tenemos los pueblos no serán nunca la pesadilla de otros pueblos, sino de los tiranos. Contra los poderosos nos encontrarán caminando por todos lados, gritando, exigiendo: no más un mundo donde el único valor sea el del dinero y la única salida la muerte y el exterminio de la especie humana"

Noviembre 10 de 2004

Nosotras, simples y comunes mujeres, indígenas, trabajadoras, jóvenes, abuelitas, madres, amas de casa, discapacitadas, con VIH, etc., hemos venido aquí venciendo el miedo que cargan nuestros cuerpos. Llegamos aquí a sabiendas que podíamos ser detenidas, golpeadas, torturadas o desaparecidas, como tantas otras mujeres en nuestro país y en los países que ustedes representan. Sin embargo, nos atrevimos a posponer un tiempo el trabajo en la cocina, el del campo mas allá de las montañas, el de la fábrica, el de la escuela y el de los más duros empleos a los que nos tienen condenadas; esos que ustedes no alcanzan a ver porque solo miran sus ganancias y no a las personas.

Nosotras, dadoras de la vida, las que conocemos el dolor del parto, las que lloramos de rabia y dolor cuando no alcanza para la medicina de nuestros hijos, cuando no tenemos pedazo de tortilla para llevar al estómago de nuestros abuelitos, nosotras las nunca vistas, las más olvidadas y excluidas de la sociedad, nos atrevimos a entrar desafiando sus cuerpos especiales de seguridad, sus muros de metal, sus espías en todas partes.

Nosotras hicimos todo esto no porque seamos muy osadas, no porque seamos muy valientes, ¡no!, sino porque somos personas con dignidad y las personas con dignidad tenemos el derecho a no perder la esperanza de que las cosas cambien, pero no mágicamente, no de casualidad, no porque se les ablande el corazón, que no tienen, sino porque el coraje organizado de los pueblos los obligue a entender que esta lucha ya no es por nosotros, sino por la supervivencia de la especie humana, es por impedir que los transgénicos sean nuestro alimento diario, que la soberanía de los pueblos sea un recuerdo y la privatización de los recursos naturales, los sitios sagrados y todo, la única forma de tenencia que se conozca.

Hemos venido a decirles que no estamos dispuestas a dejar que terminen con nuestros hijos impunemente, que no vamos dejar que maten la tierra sin que hagamos nada.

Hemos venido a decirles a ustedes, que son tan pobres, porque solo tienen dinero y sueñan ganancias, olvidando el valor de la sonrisa de los niños y del canto de las aves; que encontrarán en nosotras las mujeres a sus enemigas más tenaces, dondequiera que vayan, si ustedes no frenen su enfermizo apetito de comercializar todo, de vender todo, pues de esa manera no solo estarán haciendo más grande los desiertos de la tierra, sino infinitos los desiertos de su alma.

Estamos aquí para denunciar que hay demasiada sangre regada por todas partes, que ustedes han ocasionado demasiado dolor sembrado en los hogares, demasiadas lágrimas en las fábricas, en el campo, en los pueblos indígenas, y en tantos y tantos lugares, porque ustedes se han hecho dueños del mundo. Pero es posible que se cultive más sangre y dolor, más sufrimiento si ustedes insisten en incorporar dentro de sus acuerdos comerciales la agricultura, el agua, la educación, etc. ¿Acaso es imposible mirar como quedará el mundo cuando ustedes hayan arrasado con todo?

También queremos expresar que los sueños de justicia, igualdad y respeto que tenemos los pueblos no serán nunca la pesadilla de otros pueblos, sino de los tiranos. Contra los poderosos nos encontrarán caminando por todos lados, gritando, exigiendo: no más un mundo donde el único valor sea el del dinero y la única salida la muerte y el exterminio de la especie humana.

No piensen que van a exterminarnos, ni siquiera se hagan ilusiones que van a vencernos con la fuerza de sus armas, porque nosotras somos invencibles, pues nuestra fuerza viene de más allá de lo que pueden mirar, viene desde ese recóndito lugar donde todo es posible, ahí donde los sueños caben, ahí donde nace la esperanza: nuestra fuerza y valor viene del corazón.

A ustedes que nos quieren quitar hasta la posibilidad de soñar no les pedimos mucho, solo que entiendan que queremos salvarlos, pues ¿de qué sirve el dinero si no se tiene a los mares, al aire de los bosques y el canto de los pájaros? Entiéndanlo, nuestra lucha es por recuperar la humanidad de las personas y el florecimiento de la misma y esto solo será posible con un modelo económico totalmente distinto al que ustedes han experimentado con nosotras.

NO AL ALCA

NO AL TLC

NO AL PLAN COLOMBIA

NO AL PLAN ANDINO

NO AL PLAN PUEBLA PANAMA

NO A LOS MEGAPROYECTOS

NO A LA OMC

NO A LA MUERTE

SI A LOS ACUERDOS DE SAN ANDRES

SI A LA VIDA

Fuente: Etnias de Colombia

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