Patentes, piratería y falsas promesas, animales, tratamientos terapéuticos y humanos.

Los descubrimientos de la biología molecular de la última mitad de siglo han hecho ver a los seres vivos como una suma de genes con funciones determinadas que las nuevas biotecnologías permiten identificar, aislar y recombinar a voluntad. Como resultado de esto, quienes tienen el capital y la tecnología ven el mundo como una enorme fuente de elementos con los que jugar a un lucrativo proceso de "corta y pega", que denominan "innovación" para convertir a los seres vivos en máquinas o "inventos" que produzcan a la carta lo que el mercado reclame en cada momento

Se nos prometen cultivos casi milagrosos y curas a todo tipo de enfermedades. Para ello, sin embargo, los inversores de este "corta y pega" exigen asegurarse un monopolio sobre sus inventos, como si fueran máquinas. Actualmente, protagonizan una campaña internacional para aplicar sobre esos "inventos" un sistema creado para las propias máquinas: las patentes.

En teoría, el sistema de patentes y otras formas de derechos de propiedad intelectual tienen como objetivo estimular la innovación. Los gobiernos dan a los inventores un monopolio exclusivo sobre sus creaciones mientras, supuestamente, la sociedad se beneficia por el acceso al invento y el avance tecnológico asociado al permitir esos incentivos por un tiempo limitado.

Las patentes impiden, supuestamente, el uso por parte de terceros de un invento sin permiso y autorizan el uso a cambio del pago de una licencia. Bajo el sistema de patentes hay que pagar un precio, ya sea por una licencia para fabricar vehículos Honda Civic o derechos sobre una serie de máquinas de coser. Aunque se puede argumentar que este sistema es apropiado en el caso de los automóviles u otras máquinas, ¿debemos permitir que las corporaciones sean dueñas de las bases biológicas de la vida? ¿Debemos otorgarles un monopolio sobre la base de nuestro sistema alimentario? ¿Deberían los agricultores tener que pagar regalías para plantar sus cultivos? ¿Son los animales y las plantas un "suma y sigue" de órganos y moléculas? ¿Somos los seres humanos un conjunto de características privatizables? ¿O debemos considerar la vida como una realidad compleja y única, por encima de la suma de sus partes, atribuirle un carácter sagrado y mantenerla fuera del ámbito de lo que se puede comprar y vender? En todo caso, ¿no deberíamos primero decidir democráticamente qué queremos que nos aporte una nueva tecnología antes de incentivarla mediante patentes?

Más allá de estas consideraciones tan importantes, las patentes no pueden ocultar el hecho de que la innovación en el juego del "corta y pega" es, en muchos casos, poco más que la recolección o la extracción del conocimiento de los innovadores locales, los pueblos originarios y las comunidades que conocen íntimamente los recursos locales de los que han dependido para su supervivencia. La solicitud de patentes, sin embargo, sólo es posible negando este conocimiento tradicional del medio natural y expropiando el derecho de estos innovadores a controlar el fruto de su conocimiento. Los países del Sur han bautizado acertadamente esta práctica como "biopiratería".

Algunos de quienes ven el mundo como una mina de genes o que consideran que no hay marcha atrás, han intentado atenuar esta expoliación mediante la concesión de ciertas compensaciones a los innovadores locales, incluyendo la posibilidad de otorgarles derechos de propiedad intelectual. Sin embargo, el conocimiento tradicional del medio natural es, por su misma naturaleza, colectivo y se basa en el libre intercambio. En cambio, los derechos de propiedad intelectual, cualesquiera que sean, conllevan, por definición, una limitación a esta naturaleza colectiva y al flujo de conocimientos y recursos y, por tanto, son radicalmente contrarios al conocimiento tradicional del medio natural, a su desarrollo e, incluso, a su supervivencia.

Es esta supervivencia la que está en juego a medida que todos los países del mundo se ven progresivamente obligados a adoptar patentes sobre la vida. En la Comunidad Europea, el Parlamento se encuentra en vías de aprobar una directiva que, de ser adoptada, permitiría patentar la vida (genes, cultivos, animales y células humanas). Una vez que haya adoptado esta directiva, Europa se aliará probablemente con Estados Unidos y Japón para obligar al resto de los países del mundo a adoptar patentes sobre animales y plantas en la futura renegociación del capítulo referentes a los Derechos de Propiedad Intelectual Asociados al Comercio (conocidos como TRIPs por su sigla en inglés) en el marco de la Organización Mundial del Comercio. Mientras tanto, los países del Norte, en particular EE.UU., no desaprovechan ninguna oportunidad para presionar a los países del Sur para adoptar estas patentes mediante presiones sobre organismos regionales de comercio o tratados bilaterales. En demasiadas ocasiones estas pretensiones encuentran eco en los sectores de la economía más vinculados al comercio internacional.

A continuación se presentan 14 ejemplos de patentes otorgadas en varios países del mundo sobre plantas, animales y humanos. Cada una tiene implicaciones profundas y de gran repercusión social. Todas serían aceptadas y justificadas si Europa y el resto del mundo adoptaran legislaciones que autoricen las patentes sobre la vida.

PATENTAR NUESTRO SISTEMA ALIMENTARIO

Setenta por ciento de nuestros alimentos proviene de unas pocas plantas: trigo, maíz, arroz, papas... La Convención Europea de Patentes de 1975 expresa que no se podrá otorgar patentes para variedades de plantas; el razonamiento es que las plantas son la columna vertebral de la seguridad alimentaria, producción de cultivos y reproducción y mejora vegetal. Sin embargo, las corporaciones y los investigadores dedicados a la biotecnología están tratando de atravesar este portillo o rendija legal aduciendo propiedad sobre "genes" y "plantas" en vez de variedades específicas. ¿Cómo pueden los genes ser algo nuevo? ¿cómo puede uno inventar una planta? ¿qué hay de aquéllos que desarrollaron las características deseadas originalmente? Pero, quizás más importante aún: ¿qué significa esto para los agricultores y para la seguridad alimentaria local, nacional y global?

El "milagroso" gen Bt

Antecedentes: Una bacteria del suelo en su estado natural denominada Bacillus thuringiensis (Bt) produce una proteína que mata a diversos insectos comunes cuando la ingieren. Por causa de esto, los agricultores han estado usando Bt como plaguicida desde la década del cuarenta. Dadas las severas consecuencias ecológicas asociadas a los plaguicidas químicos sintéticos, la suavidad ambiental de Bt ha cautivado la atención y captado inversiones de varias grandes compañías de agroquímicos. Algunos biotecnólogos han aislado el gen Bt y lo han insertado directamente en una amplia gama de cultivos, incluyendo maíz, frijol de soja, algodón, papas, tabaco, arroz y tomate, de tal modo que esas plantas produzcan su propio insecticida.

Patentes: Hasta marzo de 1996, había más de 432 patentes otorgadas o en trámite en relación con Bt en el mundo. El sesenta por ciento de ellas provienen de apenas diez compañías, lo que significa que la tecnología está fuertemente concentrada en unas pocas manos. Maíz-Bt, Algodón-Bt y Papa-Bt recibieron autorización en EE.UU. En Europa se ha autorizado el Maíz-Bt de Novartis, sin importar la existencia de un gen resistente a antibióticos. Esta resistencia podría transmitirse a los animales -¡o personas!- que ingirieran el gen por medio de productos derivados del Maíz-Bt, con lo que el antibiótico perdería su eficacia como medicina. Por ello, Austria y Luxemburgo han prohibido su importación. De hecho, las compañías están enfrascadas legalmente en cuanto a quién realmente es dueño de qué. Por ejemplo, a Plant Genetic Systems de Bélgica (una compañía de biotecnología ahora propiedad del gigante AgrEvo) se le ha otorgado una patente estadounidense para "todas las plantas transgénicas que contienen Bt" y a Mycogen, estadounidense, se le ha extendido una patente europea que abarca la inserción de "cualquier gen insecticida en cualquier planta". Patentes amplias de esta índole confieren enorme poder de mercado a la compañía favorecida, mientras bloquea a cualquier otro que desea proseguir trabajando en este campo. Por ahora parece que Monsanto va ganando la partida del Bt.

Implicaciones: Como tecnología, los cultivos con Bt acarrean muchas amenazas. Los insectos que en teoría mueren tras masticar una planta con Bt pueden desarrollar resistencia al tóxico muy rápidamente. Experimentos en la Universidad de Hawaii muestran que insectos que sobreviven al Bt trasmiten resistencia genética a su descendencia inmediata. En una generación, tales insectos se vuelven resistentes a muchas formas de la toxina, dejando Bt inservible como estrategia de control de plagas. Peor aún, esto significa que los agricultores orgánicos no pueden seguir usando Bt rociado, por cuanto los agricultores convencionales que usan cultivos con Bt transgénico habrán destruido su eficacia. Tener la facultad de patentar genes y cultivos de Bt estimula el desarrollo ulterior de cultivos de Bt. Las compañías de biotecnología podrán así también hacer dinero fácil y rápido convenciendo a los agricultores de que adquieran semillas que supuestamente no necesitan fumigaciones de insecticidas. El mercado potencial es enorme y las compañías lo han acorralado sin dilación. En Estados Unidos, las disputas legales sobre la propiedad de la tecnología de Bt consumen grandes cantidades de tiempo y dinero en muchas de las principales compañías de agroquímicos. Este tiempo y dinero pueden emplearse desarrollando tecnologías alternativas para una tecnología que probablemente fracasará. En vez de promover la innovación, el sistema de patentes aplicado a la vida más bien pareciera fomentar la piratería de tecnologías probadas y un desperdicio de recursos. El sustento de millares de agricultores y el derecho de los consumidores a escoger también están en juego.

El monopolio del frijol de soya

antecedentes: El frijol de soya (Glycine max L.) es un cultivo que mueve muchos miles de millones de dólares. Domesticado por los chinos para el consumo humano, hoy es un importante cultivo oleaginoso y de fabricación de piensos. Actualmente, los principales productores de frijol de soya son EE.UU., Brasil, China y Argentina; entre estos países, EE.UU. mantiene bastante más de la mitad del mercado mundial de exportación. Aunque sigue siendo un importante cultivo vegetal y proteico para los asiáticos, el frijol de soya ahora termina encontrándose en insondables productos industriales: desde tinta en el periódico del día hasta salsa de tomate en la hamburguesa de cada expendio de comida rápida. Los derechos de patente sobre el cultivo mundial de frijol de soya significarían un enorme control económico, social y político sobre un artículo básico de primera necesidad en la economía mundial.

Patentes: En 1994, se otorgó la patente europea número 301,749 a la compañía de biotecnología Agracetus. Esta patente, entre otras cosas, reclama "una semilla de frijol de soya cuyo cultivo rendirá una planta que contiene en su genoma un gen foráneo eficaz para implementar de un producto de gen extraño en las células de la planta de frijol de soya". Esto significa que la patente de Agracetus abarca todos los frijoles de soya transgénicos. La industria de la biotecnología se sintió totalmente anonadada por la patente, la cual fue sometida a intensos ataques en los tribunales. El gigante de la química Monsanto se opuso a la patente en noviembre de 1994, con base en que "la pretendida invención carece de un paso inventivo" y "no era... novedosa". Sin embargo, posteriormente Monsanto sencillamente adquirió la totalidad de Agracetus, incluso la patente, y dejó de quejarse.

Implicaciones: Las patentes de especies, tales como ésta sobre frijol de soya, y otras de algodón y arroz, muestran que el sistema de patentes en sí mismo está siendo distorsionado exageradamente por la desenfrenada codicia corporativa. Las especies transgénicas no existen como tales y las tecnologías tienen que encontrar su expresión en términos específicos, como variedades bien definidas que los agricultores cultivan en condiciones bien definidas. Patentes como ésta se están utilizando para demarcar derechos territoriales sin relación alguna con el invento, como medio para bloquear la investigación y la competencia. Además, los agricultores deben seguir reglas estrictas cuando utilizan frijol de soya transgénico en los países donde se reconocen las patentes. Los agricultores de frijol de soya de Estados Unidos ya han sido sometidos a esta clase de contrato para cultivar el "Frijol de Soya Roundup Ready" de Monsanto. Al comprar la semilla patentada, los agricultores sólo deberán usar el herbicida de Monsanto en el cultivo, sin guardar ni una sola semilla para ahorrar costos de siembra en la temporada siguiente, como se hace tradicionalmente, y deberán llevar a cabo investigación alguna usando el frijol de soya. La Monsanto ya ha iniciado procesos legales contra más de cien agricultores en los EE.UU. por violación de este contrato.

El despojo de la quinua

Antecedentes: La quinua (Chenopodium quinoa) es un cereal de alto contenido proteico, parte importante de la dieta de millones de personas en la zona andina de América Latina, en especial de los pueblos indígenas. Desde los tiempos preincaicos las comunidades rurales han cultivado y desarrollado variedades de quinua adaptadas a la amplia gama de condiciones ecosistémicas presentes en los Andes. En años recientes, la quinua ha comenzado a ingresar en el mercado estadounidense y europeo debido a su alto valor nutritivo (cerca del doble del contenido proteico del maíz o el arroz). El mercado de exportación de quinua para Bolivia se valora en cerca de un millón de dólares anuales.

Patentes: En 1994 dos investigadores de la Universidad de Colorado recibieron la patente número 5,304,718 que les otorga control exclusivo sobre las plantas masculinas estériles de una variedad de quinua boliviana de uso tradicional, la "Apelawa". Los investigadores reconocen que nada hicieron para crear la variedad masculina estéril; uno de ellos acepta que forma "parte de la flora local... sencillamente la recolectamos". Declaran ser los primeros en identificar y utilizar un sistema fiable de esterilidad citoplásmica masculina en quinua para la producción de híbridos. La patente estadounidense no se limita a una sola variedad híbrida, sino que abarca cualquier híbrido de quinua que se derive del citoplasma masculino estéril de "Apelawa", incluyendo 36 variedades citadas en la solicitud de patente.

Implicaciones: Aunque los científicos han prometido poner la tecnología patentada a disposición de investigadores en Chile y Bolivia, la patente estadounidense tiene serias implicaciones para los agricultores bolivianos. El desarrollo de híbridos de quinua va dirigido a aumentar los rendimientos del cultivo y adaptarlo para el cultivo a escala comercial en Norteamérica. Es muy probable que en poco tiempo la patente pase a manos de alguna transnacional y que entonces sus propietarios ejerzan su derecho a impedir exportaciones de quinua boliviana a Estados Unidos. El desplazamiento del mercado boliviano de exportación perjudicaría el sustento de los millares de agricultores -predominantemente pequeños finqueros- que cultivan quinua. Además, estos pequeños agricultores se verían obligados a cultivar las variedades industriales de alto rendimiento para la exportación. La siembra de un puñado de variedades híbridas, en vez de la amplia gama de semillas que cultivan en la actualidad, muy probablemente provocará una seria erosión de la diversidad de quinua existente. A lo anterior hay que añadir que las variedades de alto rendimiento con frecuencia no se adaptan a las condiciones locales.

Brazzeína: el dulce oculto

Antecedentes: Brazzeína es el nombre de una proteína que se encuentra en una baya de Africa Occidental que los estudios consideran 500 veces más dulce que el azúcar. A diferencia de otros sucedáneos del azúcar, la brazzeína es una sustancia natural y no pierde su sabor dulce cuando se calienta; esto la hace particularmente valiosa para la industria alimentaria. Un investigador dio por casualidad con el edulcorante cuando observó en Africa Occidental que las personas y los animales comían las bayas.

Patentes: Investigadores de la Universidad de Wisconsin han recibido la patente estadounidense 5,527,555 y la patente europea 684,995 sobre una proteína extraída y aislada de la baya del Pentadiplandra brazzeana. Las investigaciones posteriores se han centrado en lograr organismos transgénicos para producir brazzeína en el laboratorio, eliminándose así la necesidad de recoger o cultivar la baya comercialmente en Africa Occidental, su lugar de origen.

Implicaciones: La Universidad de Wisconsin informó que existe gran interés por parte de las transnacionales en la brazzeína, pues el mercado mundial de edulcorantes se calcula en 100 mil millones de dólares anuales. La universidad tiene bien claro que la brazzeína es "un invento de un investigador de la UW-Madison" y no hay planes para compartir los beneficios con las comunidades de Africa Occidental, quienes descubrieron y cultivaron la planta para su uso y placer. Este es un claro ejemplo de cómo el sistema de patentes ignora completamente el conocimiento y la innovación local de los pueblos del Sur, pues permite que los biotecnólogos reclamen que algo se inventó una vez que fue aislado y reproducido en un laboratorio del Norte. Al permitir las patentes sobre descubrimientos como si fueran inventos, se reformula el sistema de patentes para fomentar lo que los países del Tercer Mundo acertadamente denominan "biopiratería".

PATENTAR ANIMALES

La Convención Europea de Patentes y las leyes nacionales europeas prohiben patentar especies y razas de animales, así como inventos contrarios a la moral. Como sucede con la prohibición de patentar variedades de plantas, los científicos, las corporaciones y las oficinas de patentes reinterpretan estas normas y se conceden patentes sobre animales. Esta distorsión de la legalidad ha provocado en Europa una fuerte reacción en torno a la crueldad contra los animales. Causa alarma la confusa línea fronteriza entre aplicaciones tecnológicas en animales y en humanos. Mientras tanto, a otros les preocupa el futuro de la ganadería que es actualmente una actividad esencialmente agropecuaria y familiar pero que, con la ayuda del sistema de patentes, podría pasar a estar bajo un mayor control corporativo.

Más allá de Dolly

Antecedentes: Dolly es el primer mamífero clonado del mundo, una prueba viviente de que se puede desarrollar descendientes a partir de una célula no reproductiva de un animal adulto. La noticia de esta oveja clonada tomó al mundo por sorpresa en febrero de 1997. Aunque se especulaba mucho acerca de la posible clonación de mamíferos, pocos pensaban que su realización fuese una realidad cercana. Lo que causó más estupor fue la relativa facilidad para crear a Dolly, y el hecho de que la misma tecnología facilitaría la clonación de los humanos. Súbitamente, para millones de personas cobraron vida los debates éticos y morales alrededor de las patentes sobre la vida.

Patentes: El Instituto Roslin, responsable por el experimento Dolly, ha solicitado dos patentes mundiales (WO 97/07668 y WO 97/07669, aún pendientes de aprobación) para la tecnología de clonación empleada. Las patentes abarcan el uso de la tecnología en todos los animales, incluidos los humanos. La razón de ello, según el Dr. Roslin, es que el Instituto no alberga interés alguno en la clonación humana ni la considera moralmente admisible, y que la inclusión expresa de los seres humanos se ha hecho para garantizar que nadie más pudiese solicitar patentes sobre la clonación humana. Mientras que la intención del Instituto puede ser legítima, es improbable que logre su objetivo. Según sean las condiciones de los acuerdos de licencia con Pharmaceutical Proteins Limited (PPL, la compañía creada por Roslin para comercializar sus investigaciones) o con cualquiera de las grandes compañías farmacéuticas interesadas en la tecnología, las empresas podrían adquirir los derechos de desarrollar la clonación humana. Además, usualmente los institutos pequeños y exitosos terminan siendo comprados por una de las grandes transnacionales. Y, lo más importante, es que una vez establecido el precedente legal de la obtención de patentes sobre seres humanos, se hace mucho más difícil hacer retroceder las agujas del reloj.

Implicaciones: Sumado a los bien divulgados dilemas morales y éticos acerca de la clonación, Dolly plantea otros problemas. La clonación generalizada de ganado exacerbará todavía más el serio problema de la erosión genética entre los animales domésticos. La reproducción selectiva y la inseminación artificial causan la pérdida anual de un 5% de las razas ganaderas. La clonación podría empeorar mucho más la situación. Este avance de la erosión genética en el sector ganadero europeo, fomentado por el sistema de patentes, tendrá un impacto dramático en la vulnerabilidad a plagas y enfermedades de los animales en cuestión, lo cual derivará en un aumento del uso de estrategias de control con efectos perjudiciales para la salud y el medio ambiente.

Tracey: la agrofarmacia

Antecedentes: Tracey es una oveja transformada en lo que un vocero de la compañía describió como una de las "pequeñas fábricas lanudas que pululan por los campos" de Pharmaceutical Proteins Ltd. (PPL). La introducción de genes humanos en sus glándulas mamarias significa que ahora produce la proteína alfa-1-antitripsina, un agente humano coagulante de la sangre. Para la PPL la transformación de Tracey constituye un éxito importante para "dar un fuerte impulso a la ulterior explotación de ovejas transgénicas como biorreactores para la producción de grandes cantidades de proteínas farmacológicamente activas". Algunas personas llaman a esto "agrofarmacología industrial".

Patentes: Tracey y sus parientes son ahora el sujeto de la patente de estadounidense 5,476,995, y ya se ha firmado un contrato multimillonario en libras esterlinas entre PPL y la Bayer, el gigante químico alemán.

Implicaciones: Tracey no sólo plantea preguntas importantes acerca del trato del que son objeto los animales en la producción agropecuaria industrial, sino también sobre cómo, a partir de ahora, serán radicalmente alterados en su composición genética para servir como herramientas en la generación de ganancias corporativas. De las ovejas extraemos normalmente carne, leche y lana, no proteínas humanas. Convertida en una fábrica farmacéutica de cuatro patas, Tracey ya no es más un animal sino una máquina que es descrita como un invento humano y se patenta en forma muy semejante a una impresora o un refrigerador. Al permitirse la solicitud de patentes sobre animales genéticamente diseñados y construidos, los intereses corporativos podrán aumentar su control sobre la agricultura familiar, que constituye tradicionalmente la columna vertebral de la agricultura.

El oncorratón

Antecedentes: El oncorratón o ratón de Harvard es un animal transgénico que fue manipulado genéticamente para tener propensión al cáncer. Las institutos de investigación médica disponen así de un sujeto ideal para los experimentos en terapia de cáncer, ya que todos los descendientes del oncorratón heredan la predisposición a la enfermedad.

Patentes: El oncorratón fue el primer animal patentado, en 1987, en EE.UU. La investigación se hizo en la Universidad de Harvard pero la patente se le otorgó a la corporación Du Pont en 1992 (patente europea 169,672). La solicitud de Du Pont pretende el control sobre cualquier animal -y sus descendientes- modificados mediante el empleo de la técnica del oncorratón. Es más, la compañía también solicitó derechos monopólicos sobre todo producto anticancerígeno derivado del uso de los ratones.

Implicaciones: Varias organizaciones representantes de la sociedad civil han cuestionado seriamente la patente europea sobre el oncorratón, con base en que ésta contraviene principios morales. Las autoridades de la Oficina Europea de Patentes respondieron, en primera instancia, alegando que no tenían competencia alguna para interpretar lo que es o no es moralmente correcto. Posteriormente, aceptaron el desafío y fallaron que cualquier invento que contenga un beneficio para la humanidad sobrepasa el sufrimiento de un animal y, por tanto, tiene un alto carácter moral. Para los contrarios a la patente esto no es satisfactorio y todavía está en discusión en Europa. El asunto central en este caso es: ¿se deben otorgar patentes sobre animales específicamente creados para sufrir durante toda su vida y morir de cáncer, promoviendo así la experimentación con animales?

PATENTAR TRATAMIENTOS TERAPEUTICOS

Los tratamientos terapéuticos a menudo recurren a compuestos bioquímicos que se encuentran en la naturaleza. Esto sucede tanto en el caso de los medicamentos sintetizados como con los remedios utilizados en la medicina natural. Muchos de estos compuestos derivan de la diversidad biológica de los trópicos y del subtrópico. La mayoría de las pistas sobre la eficacia de estos compuestos provienen de comunidades locales y pueblos indígenas con ricos acervos de conocimiento medicinal sobre el medio natural. A menudo se acusa a los científicos occidentales de biopiratería cuando se alzan no sólo con los compuestos químicos derivados de los bosques tropicales, sino también con los conocimientos tradicionales de los shamanes y curanderos sobre el uso terapéutico de los recursos locales. Esto es no sólo robo físico sino robo intelectual, ya que los forasteros se apropian y patentan el conocimiento local una vez que regresan a casa. Esto es totalmente contrario a la ética de la mayoría de las comunidades locales, para las cuales la propiedad privada y el monopolio sobre la vida y el conocimiento asociado resulta algo inconcebible.

Cúrcuma: ¿remedio para todos?

Antecedentes: Para mucha gente en la India la cúrcuma (Curcuma longa) es un remedio mágico que todo lo cura. Esta raíz anaranjada es nativa del subcontinente y durante miles de años se ha empleado para el tratamiento de desgarramientos musculares, esguinces, inflamaciones y tratamiento tópico de heridas. La cúrcuma es un elemento de uso ancestral en la medicina ayurvédica.

Patentes: En 1995 se otorgó a dos científicos de la Universidad de Mississippi una patente estadounidense de uso (No. 5,401,504) en la cual se pretendía que sobre el uso tópico de la cúrcuma en el tratamiento de heridas era novedoso. En su solicitud reconocían que "en la India se ha usado la cúrcuma desde hace mucho como medicina tradicional para el tratamiento de tipos diversos de desgarramientos e inflamaciones". Sin embargo, alegaron que no existía investigación sobre el empleo de la cúrcuma como agente para sanar heridas externas. El gobierno de la India desafió la patente, que consideraba un robo descarado, y presentó una amplia documentación científica anterior a la fecha de la solicitud de la patente que demostraba el uso de la cúrcuma en la India específicamente para curar heridas. Finalmente, la Oficina de Patentes y Marcas estadounidense dio la razón a la India y rechazó las seis reivindicaciones de la patente.

Implicaciones: La patente estadounidense habría impedido a las compañías indias la comercialización de la cúrcuma en EE.UU. para su uso en la sanación tópica de heridas. Si el gobierno de EE.UU. logra impulsar una protección más fuerte de sus patentes en otros países, la patente habría podido hacer ilegal la comercialización no autorizada de la cúrcuma en India. Pero la oposición del gobierno indio a la patente se basó principalmente en una cuestión de principios. Le preocupa el creciente saqueo de sus recursos naturales, no siempre tan bien documentados como la cúrcuma, por parte de compañías extranjeras; ello le ha llevado a plantear en voz alta estas cuestiones en foros internacionales, tales como la Organización Mundial de Comercio. El mejor ejemplo es el célebre árbol de la India, el Nim sobre el cual existen ya más de 35 patentes en EE.UU. y Europa, principalmente sobre sus propiedades plaguicidas. En la actualidad las comunidades locales de la India son víctimas de un acceso restringido a este recurso tradicional, debido al aumento considerable en los precios de mercado.

Sangre de drago: ¿invento privado o conocimiento colectivo?

Antecedentes: La sangre de drago (Croton spp) es una planta medicinal muy conocida y ampliamente utilizada en toda la región amazónica para sanar heridas, hemorroides y problemas cutáneos, y también como antinflamatorio y agente antireumático.

Patentes: Shaman Pharmaceuticals, una compañía de EE.UU. que hace gala de su postura progresista hacia las comunidades locales y los recursos biológicos, ha desarrolla do dos productos derivados de la sangre de drago: Provir, un antidiarreico, y Virend, un antiherpético. Ambos productos se encuentran en la etapa de ensayos clínicos. Se otorgó a esa compañía una patente (EE.UU. 5,211,944) sobre actividad antivírica. Shaman alega que el desarrollo de medicinas nuevas a partir de la diversidad biológica silvestre y el conocimiento etnobotánico local no sólo beneficiará a la compañía, sino que también ayudará a la conservación de la diversidad biológica y a mejorar la calidad de vida de poblaciones indígenas. La compañía sostiene que es parte de su política otorgar beneficios para las comunidades de donde obtiene recursos biológicos o conocimientos tradicionales.

Implicaciones: En sus publicaciones, Shaman reconoce la importancia de dar crédito por los "derechos de propiedad intelectual" de las comunidades. Sin embargo, los productos basados en la sangre de drago se patentan en EE.UU. exclusivamente bajo el nombre de la compañía. La realidad es, sin embargo, que las patentes de este tipo privatizan e individualizan el conocimiento colectivo que comparten pueblos autóctonos en diferentes partes de América Latina.

Ayahuasca: ni lo sagrado se respeta

Antecedentes: Los pueblos indígenas de la cuenca del río Amazonas han cultivado la ayahuasca o yage (Banisteriopsis.caapi) desde tiempos ancestrales para usos medicinales y ceremonias religiosas. Según su cosmovisión, esta planta les ha brindado el conocimiento acerca de la naturaleza, les ha brindado la cura para muchas enfermedades y es fuente de alucinaciones que "muestran el pasado y el futuro". Es un símbolo sagrado y como tal es absurdo que se convierta en materia de apropiación individual.

Patente: Loren Miller, ciudadano estadounidense, obtuvo en 1986 la patente US No. PP 05751 a favor de la empresa Plant Medicine Corporation, asegurando haber "descubierto" en un huerto indígena de Ecuador una nueva variedad de banisteriopsis. Esta patente otorga a esa empresa derechos exclusivos para vender y desarrollar nuevas variedades de la planta. En la actualidad, la corporación trabaja en la obtención de nuevas medicinas en el campo psiquiátrico y cardiovascular derivadas de la ayahuasca. La Confederación Indígena de Comunidades Amazónicas (COICA) solicitó, desde hace tiempo y sin éxito, la cancelación de la patente por no tener siquiera novedad inventiva, puesto que la variedad patentada por Miller ha sido domesticada por ellos y sus antecesores desde hace cientos de años. Miller ha continuado con sus investigaciones y pretende instalar un laboratorio en la amazonía ecuatoriana. Durante el quinto congreso de la COICA, en mayo de 1997, se discutió el tema entre los ochenta delegados representantes de cuatrocientos pueblos amazónicos, acordando que: "a) se realizará una campaña de denuncia, b) se declarará a Miller enemigo de los pueblos indígenas amazónicos y se le prohibirá la entrada a cualquiera de sus territorios, y c) se continuará con el proceso legal de anulación de la patente". La COICA incluyó en su página de internet un aviso indicando que no se harían responsables de la integridad física de Miller si insistía en presentarse en algunos de los territorios indígenas. Esto originó una fuerte reacción por parte de la Fundación Interamericana (FIA), que financia proyectos de desarrollo en América Latina entre ellos a comunidades de la COICA, amenazándolos con cancelar ese apoyo económico si no se retractaba de todas las declaraciones. La COICA decidió romper las relaciones con la FIA negándose a cumplir con esa pretensión.

Implicaciones: Si Miller no demuestra haber obtenido las plantas con la autorización oficial ecuatoriana habría una clara transgresión a la normativa de ese país. Estaría así en contra del espíritu de los acuerdos de la Convención de la Diversidad Biológica que otorga a cada nación soberanía sobre los recursos biológicos y la potestad de formular la legislación pertinente para el acceso a sus recursos. También atentaría contra el derecho de las comunidades a ejercer control sobre sus recursos, de estar informadas previamente de los fines y alcances de las extracciones y de que se requiera su consentimiento informado previo. Hay, además, un daño moral a los pueblos indígenas por la transgresión a un elemento sagrado. Esto implica el total desconocimiento de los saberes no occidentales y plantea serias interrogantes sobre la voluntad de respetar la diversidad biológica y cultural en el ámbito de la globalización del libre mercado.

PATENTAR SERES HUMANOS

El umbral de las patentes es demasiado frágil: va desde microorganismos como Bt hasta macroorganismos como el Homo sapiens. Una solicitud concedida sobre una tecnología definida en términos amplios puede marcar la diferencia entre una patente sobre ratones y una patente sobre humanos. Si los genes de plantas son inventos humanos es algo para debatir. Más aún, la discusión sobre si los genes humanos son inventos humanos añade toda una dimensión cargada de emotividad a la discusión. Esta emotividad es justificada. Las leyes de patentes son herramientas poderosas para regular el control sobre tecnología y mercados. ¿Debería usárselos para controlar la suerte de la humanidad? ¿Pueden los científicos y las compañías que los contratan tener propiedad intelectual sobre personas y sobre sus llamados inventos que ni siquiera ellos mismos pueden describir? ¿Son las personas meras cadenas de ADN sujetas a la aplicación industrial? Permitir patentar la vida humana (genes, secuencias, modificaciones genéticas, partes del cuerpo y medios para programar las características de nuestros hijos) es probablemente el aspecto más controvertido de las directivas sobre patentes. Y con razón. Una vez aceptadas las patentes sobre la vida, es imposible mantener cerradas las puertas a patentar genes, células, órganos u otras partes del cuerpo humano a partir de las cuales la industria pueda hacer dinero.

John Moore

Antecedentes: En 1976, el Sr. John Moore se sometió a una intervención quirúrgica en la Universidad de California. Padecía un tipo poco común de leucemia y los doctores tuvieron que extraerle el bazo. Antes de la operación firmó una declaración de consentimiento en la cual se especificaba que su bazo sería destruido. Sin embargo, los médicos pusieron en cultivo algunos tejidos del órgano y encontraron que producía una proteína especial. Moore nada sabía acerca de lo que estaba sucediendo hasta que escuchó que el doctor dijo "John Moore es mi mina de oro".

Patentes: El doctor de Moore consiguió una patente para la línea celular extraída del bazo de Moore, la que recibió el mote de "Mo". En la solicitud se afirmaba que la línea celular producía valiosos componentes farmacéuticos para uso en terapia de cáncer. El valor comercial a largo plazo se estimó en más de mil millones de dólares y al final el gigante farmacéutico suizo Sandoz obtuvo el derecho exclusivo de la explotación comercial de la patente por un monto de 15 millones de dólares. Moore se sintió ultrajado y exigió la devolución de las células y el control sobre las partes de su cuerpo. Sin embargo, la Corte Suprema de California decidió que no tenía derecho alguno a sus propias células después de ser removidas de su cuerpo.

Implicaciones: Mientras la Corte ha fallado que Moore no tiene derecho a sus propias células, esta patente es singular, por cuanto fue la primera sobre genes humanos y el "donante" de la invención está vivito y coleando para hablar de ello. En palabras de Moore, "al final de cuentas, todos fueron protegidos y recompensados: el investigador, el médico, el empresario, incluso la ciencia. Pero yo nada sabía. ¿Qué fui yo en esto? La deshumanización de que las células de uno sean llevadas o removidas para propósitos que uno desconoce puede ser muy, pero muy dolorosa". La cuestión no es si Moore pretende impedir la investigación sobre el cáncer, de lo cual algunos le acusan al reclamar él derechos sobre sus propias células. El ha dicho que le hubiera gustado tener la opción de donar sus células para el bien de la humanidad, si al menos alguien se hubiese molestado en preguntarle. Permitir patentes sobre material humano abarca aspectos más allá de la ética y la moral. Apunta a la agonía personal que viene de la injusticia y la codicia especulativa. La tendencia actual en el desarrollo de los sistemas de patentes es inaceptable toda vez que valida, estimula y legaliza la apropiación corporativa de partes humanas, como lo demuestra el caso de John Moore.

Genes de asma de Tristán da Cunha

Antecedentes: La gente de Tristán da Cunha, una pequeña isla en el Atlántico meridional, tiene una de las incidencias más altas de asma en el mundo, ya que un 30% de la población sufre de ese mal y otro 20% es propenso a la dolencia. Se sabe que dos o tres de las siete familias que originalmente poblaron la isla padecían de asma. Por lo tanto, esta población aislada representa la comunidad ideal para aquellos investigadores que intentan identificar los genes del asma.

Patentes: En 1991, investigadores de la Universidad de Toronto comenzaron un proceso de dos años, convenciendo a los residentes de Tristán da Cunha para que participaran en su investigación.

En 1993 los investigadores adquirieron muestras de sangre de 272 habitantes y regresaron a Canadá. Al año siguiente, las muestras se entregaron a Sequana Therapeutics, compañía que utiliza el ADN para identificar la mutación genética que predispone al asma. En mayo de 1995 el Director de Operaciones de Sequana informó que la compañía había hecho "un enorme progreso" al ubicar la posición exacta del llamado gen del asma. Tres meses después, la compañía anunció que había suscrito un convenio por un valor de hasta 70 millones de dólares con el gigante farmacéutico Boehringer Ingelheim que ahora posee los derechos mundiales para desarrollar y comercializar terapéuticas basadas en genes de asma. Sequana retiene los derechos sobre procedimientos diagnósticos. A los isleños, en cambio, solo les ha quedado algo de equipamiento para evaluar la función pulmonar, que dejaron los investigadores canadienses.

Implicaciones: A medida que los científicos continúan en la carrera por identificar genes que expliquen cada rasgo físico y sicológico humano, las poblaciones humanas se convierten en sujetos prioritarios de la investigación, más aún las comunidades aisladas como sucede con la gente de Tristán da Cunha. Los guaymíes de Panamá y los habitantes de las Islas Salomón también han visto sus líneas celulares convertirse en sujetos de patentes propiedad del gobierno de EE.UU. En ninguno de estos casos se hizo explícito a las poblaciones que aceptar dar muestras de sangre implicaba la posibilidad de convertirse en sujeto de una patente. En todos estos casos, las comunidades locales han reaccionado con indignación al enterarse de la privatización de su material genético. Para muchos pueblos indígenas patentar la vida es una violación a su integridad y contrario a sus propias tradiciones y creencias. En algunos casos, ante la fuerte objeción de las comunidades locales y el apoyo de algunas ONGs, se ha logrado la retirada de las solicitudes de patentes. Pero, en general, la práctica de patentar células de poblaciones humanas con características especiales para beneficio de un investigador o compañía sigue como antes.

Cordones umbilicales: el colmo de la privatización

Antecedentes: El tejido fetal se utiliza ampliamente en la investigación médica. Las células sanguíneas del cordón umbilical de los recién nacidos son de interés particular, tanto en transplantes de órganos como en terapias génicas. Estas células son especialmente importantes en los transplantes de sangre y de médula. En los círculos médicos son bien conocidas las características especiales de las células sanguíneas del cordón umbilical.

Patentes: La corporación estadounidense Biocyte, recientemente adquirida por Avicord, ha obtenido la patente europea (PE 343 217) sobre las células sanguíneas del cordón umbilical de fetos y recién nacidos. La única innovación por parte del poseedor de la patente ha sido mostrar que estas células se pueden aislar y ultracongelar. La patente da a Biocyte/Avicord el control exclusivo sobre la extracción y uso de las células y sobre cualquier terapia desarrollada en conexión con las mismas. La concesión de esta patente significa que Biocyte puede controlar el uso de estas células sanguíneas y de cualquier producto terapéutico derivado de ellas a toda persona que no quiera o no pueda pagar sus precios. Además, la patente no requiere el consentimiento previo de los pacientes para extraer sus células.

Implicaciones: La patente ha sido cuestionada por organizaciones de la sociedad civil europea a partir de la prohibición de patentar procedimientos terapéuticos y de diagnóstico contenida en la Convención Europea de Patentes. También se alega que eso es un descubrimiento, no la etapa de una invención, y que es una ofensa contra la moral y el orden público. La patente también ha sido rechazada por Eurocord, una alianza de doctores especializados en transplantes. La Sociedad Internacional de Transplantes declara que "ninguna parte del cuerpo humano puede comercializarse" y que "las donaciones de células u órganos deberían ser gratuitas y anónimas". Eurocord sostiene: "deploramos cualquier intento de patentar un método no farmacológico de tratar pacientes con enfermedades hematológicas y recomendamos que los practicantes clínicos y científicos se aparten de patentes de esta índole".

Portadores africanos del VIH

Antecedentes: El Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), que causa el SIDA, se encuentra muy difundido en Africa. Los investigadores occidentales extraen muestras de ADN de la sangre, saliva y otras células de los portadores del VIH, como parte del esfuerzo por encontrar una fuente de inmunidad que conduzca a una vacuna o a algún otro medio para detener la propagación de la enfermedad.

Patentes: En 1991, el Instituto Pasteur de París, autoproclamado descubridor del VIH, recibió la garantía de la patente de EE.UU. número 5,019,510. La patente cubre un mutante del virus VIH-1, considerado útil como fuente de antígenos para vacunas y detección de anticuerpos del retrovirus. Esta cepa de VIH-1 fue aislada de un "donante" gabonés en 1986.

Implicaciones: Existen, de hecho, varias patentes relacionadas con el VIH sobre líneas celulares humanas obtenidas de portadores africanos. No se sabe si su consentimiento fue claramente concedido antes de convertirse en donantes y sujetos de patentes. Una vez obtenidas las muestras, fueron exportadas a Europa o a EE.UU. para ser aisladas y cultivadas. El elemento más controversial en torno a estas patentes radica en que los africanos probablemente nunca se beneficiarán de la investigación llevada a cabo a partir de su material genético. La investigación sobre el SIDA es una de las áreas más lucrativas de la industria farmacéutica. Los márgenes de ganancia en las terapias existentes alcanzan un 70%, antes de distribución. Mientras Africa alberga más de la mitad de los 22 millones de portadores de VIH, el costo actual de una terapia triple es de 30 veces el ingreso promedio anual en el continente. Las patentes facilitan el aumento de las ganancias en un mercado valorado en 2.3 mil millones de dólares en los países industrializados, a expensas de los portadores de VIH africanos. Esto será así mientras la investigación médica sea dirigida por los intereses comerciales y los medicamentos sólo estén al alcance de quienes puedan pagar por ellos.

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Este informe está basado en la investigación realizada por Janet Bell. Además, fue apoyada por integrantes de GRAIN en Barcelona y Los Baños que realizaron la edición e impresión de la versión en inglés. La traducción al castellano, corregida, adaptada y aumentada, fue realizada bajo la dirección del Programa CAMBIOS. Muchas fuentes fueron consultadas, entre ellas: las patentes originales, la revista Seedling de GRAIN, varios números de RAFI Comunique de la Rural Advancement Foundation International, así como también materiales de "Global 2000" y de "No Patents on Life Coalition". Además, para el caso de la ayahuasca, se consultó a Knight, Daniella (1998), Battle over Amazon Plant Patents, IPS, Washington; Narby, Jeremy (1995), La serpiente cósmica, el ADN y el origen del saber, Taquiwasi, Lima; y correspondencia entre la FIA y la COICA recibida por correo electrónico.

Agradeceremos comentarios e información adicional sobre la biopiratería en su región.

Esta edición en castellano ha sido posible gracias a la colaboración de la Sociedad Sueca para la Conservación de la Naturaleza.

GRAIN (Acción Internacional en pro de los Recursos Genéticos), es una ONG internacional con sede en Barcelona, España. GRAIN promueve el manejo y uso sostenible de la diversidad biológica agrícola con base en control ejercido por las poblaciones sobre los recursos genéticos y el conocimiento local, con especial énfasis en los países en desarrollo. En nuestra opinión, permitir patentar la vida va en contra de este importante objetivo, ya que socava el control por parte de los pueblos sobre sus recursos y sustento. Patentarla vida es piratear los sistemas de conocimiento colectivo de las comunidades locales en todo el mundo.

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Cambio Social, Biodiversidad y Sostenibilidad del Desarrollo (CAMBIOS) de la Universidad Nacional (UNA) es un programa interdisciplinario adscrito a las Escuelas de Planificación y Promoción Social y de Ciencias Ambientales, así como a la Maestría de Desarrollo Rural. Por medio de su trabajo en investigación y extensión ha realizado diversos talleres difundiendo los temas de biodiversidad y sostenibilidad en diferentes regiones del país. Asimismo, ha colaborado en la elaboración de una estrategia común en la región mesoamericana y del caribe sobre los acuerdos internacionales destacando el protagonismo de las comunidades locales e indígenas en la defensa de la biodiversidad.

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Comentarios

11/10/2006
Bio Pirateria y no patentar la vida, por Fernando Rosales
Los felicito por este tipo de articulos, sin duda ilustran al mundo sobre un manejo poco etico, por decir lo menos, del sistema de patentes. Por el tipo de trabajo que desarrollo requerire mayor informacion.