Uruguay: empleos y producciones antes y después de la forestación

Idioma Español
País Uruguay

El propósito de este documento es hacer un aporte a la imprescindible reflexión acerca de qué nos deja la forestación, abordando una de las principales promesas de la industria forestal: la generación de empleo. Los testimonios recogidos en el departamento de Treinta y Tres dan indicios de que la generación de empleo (en el entendido de un buen salario y buenas condiciones laborales) no le llega a todos los sectores y en ese sentido es tan solo un mito más de esta política forestal.

En el marco del Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles compartimos un reciente informe del Grupo Guayubira, elaborado por el periodista Víctor L. Bacchetta.

Uruguay: empleos y producciones antes y después de la forestación

Introducción:

En Uruguay, durante las dos últimas décadas, se desarrolla un proceso de sustitución de praderas –principal ecosistema del país- por extensas plantaciones de monocultivos de árboles (eucaliptos / pinos) con destinos industriales. Esto ha sido simultáneo con un cambio en la tenencia de la tierra, donde la concentración de la propiedad alcanza niveles sin precedentes y, al mismo tiempo, las mayores superficies han pasado a manos de empresas extranjeras.

Este proceso fue habilitado y promovido por la Ley Forestal de 1987 y acompañado por la política de apertura total de la economía a la inversión extranjera directa. Las empresas transnacionales que llegan al país con proyectos de forestación en gran escala y que cuentan con el aval del gobierno de turno, buscan la aceptación de la sociedad local con una serie de promesas, entre ellas la generación de empleo y el “desarrollo” de la región donde se instalan.

Sin embargo, a medida que se fueron expandiendo las grandes plantaciones, comenzaron a percibirse sus impactos negativos. Pobladores locales denuncian la afectación en la cantidad y calidad del agua, en el suelo, la flora y la fauna, perjudicando por lo tanto a las comunidades que de ellos dependen e incrementado la emigración forzada del campo uruguayo.

La forestación en gran escala ha provocado, además, impactos sobre las formas preexistentes de producción, los sigue generando en su entorno y desarrolla a su vez una cultura laboral propia donde a la superexplotación se agregan condiciones de seguridad, higiene y salud inapropiadas. Para que todo esto sea posible es necesario un marco institucional que lo permita.

El país posee una normativa completa sobre el derecho de sindicalización de los trabajadores y las condiciones laborales en la forestación, a la que se suman en los últimos años disposiciones y leyes relativas a los Consejo de Salarios y la jornada máxima de trabajo en el sector rural, pero el organismo encargado de vigilar su aplicación es ineficiente y las empresas la ignoran.

De las 900.000 hectáreas efectivamente forestadas hasta hoy, en su mayoría de capitales transnacionales, la mitad pertenece a solo tres empresas extranjeras: Montes del Plata (Stora Enso/ Arauco), Forestal Oriental (UPM) y Weyerhauser. La ley forestal habilita a plantar unas 2:700.000 hectáreas adicionales y el gobierno alienta la posibilidad de nuevas plantas de celulosa. O sea que los problemas pueden agravarse.

Para la elaboración de este documento se realizaron entrevistas a representantes del Sindicato de Obreros de la Industria de la Madera y de la Asociación de Inspectores de Trabajo del Uruguay; una salida de campo al departamento de Treinta y Tres donde se levantaron testimonios de trabajadores rurales y forestales; y una revisión de distintas fuentes.

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Temas: Monocultivos forestales y agroalimentarios

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