México: con fachada conservacionista opera hotel de primera clase en Lacandonia

Idioma Español
País México

Cuantiosos fondos públicos se transfirieron al proyecto de una asociación civil. Ex funcionarios como Julia Carabias y Javier de la Maza, involucrados en la iniciativa

Ejido Boca de Chajul, Chis. 20 de febrero. Desde la terraza del hotel Lacandonia el río Lacantún corre apacible. Al otro lado está la reserva de la biosfera cuya propiedad se atribuye, por todos los medios legales disponibles, a la comunidad lacandona, compuesta por unos 600 individuos (a razón de mil hectáreas por persona), cuyo lu- gar de residencia queda a cientos de kilómetros de aquí. Pero ellos han sido el valladar más eficaz de los conservacionistas y los gobiernos para "salvar" Montes Azules, ahuyentar y expulsar a los demás pueblos establecidos en la zona desarrollando proyectos ecoturísticos y abriendo su-brepticiamente la puerta trasera de la nación a empresas e intereses que de cualquier manera ya entraron a México por todas las puertas.

Ciertamente es plausible el cuidado de la riqueza selvática. ¿Pero cómo, para qué y para quién? Las interrogantes se multiplican ¿Cómo llegó un hotel de primera clase hasta el final de la selva de los indígenas de Chiapas? Todo empieza con una saga familiar que, en el curso de los años, devino institucional. Un documento divulgado por Iniciativa Mexicana para el Aprendizaje y la Conservación (IMAC) cuenta que "la historia de la estación Chajul comenzó en los años setenta, cuando Roberto de la Maza y sus hijos Javier y Roberto emprendieron una serie de viajes a la selva Lacandona buscando nuevas especies de mariposas. En 1974 llegaron a Bonampak y Yaxchilán, mientras exploraban sitios con pistas de aterrizaje que les permitieran el acceso".

A la caza de mariposas

En 1979 llegaron a Chajul, donde colectaron mariposas del género Agrias, hallazgo que produjo muchas visitas más. Se acababa de decretar la creación de la reserva de la biosfera Montes Azules (12 de enero de 1978) y Marqués de Comillas aún estaba forestado en un 95 por ciento. "Se consideró la necesidad de crear una presencia permanente, del lado de la reserva, para evitar su destrucción. En 1981 Javier de la Maza organizó un viaje de ecoturismo a Chajul, como salida de campo tras el congreso México-Estados Unidos de lepidopterología, y se empezó a correr la voz en el mundo académico de la riqueza de la zona."

En 1983, bajo la dirección de De la Maza, la entonces Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología (Sedue) planteó el establecimiento de cinco estaciones de campo. En 1984 empieza a construirse la de Chajul. "También en esos años se incrementó de forma drástica el desmonte del área, debido en parte a la mano de obra barata que se ofreció con la llegada de refugiados guatemaltecos".

En 1985 arribaron los primeros investigadores de la UNAM, pero la Sedue desechó el proyecto y la estación quedó abandonada. En 1987 Conservation Internacional México, por medio de De la Maza, propuso un plan de conservación para la selva Lacandona que incluía la rehabilitación de Chajul. Con apoyo de la Fundación McArthur esto se concretó en 1989.

Entre 1991 y 1993 existió un convenio entre el Instituto de Ecología de la UNAM y la estación biológica. En 1992 Chajul quedó a cargo de Conservation International y en 1998 pasó a manos de Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable (Endesu), asociación civil animada por Julia Carabias, Javier de la Maza y los hermanos José y Arturo Warman (quien ya falleció), todos funcionarios durante los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Lo que el documento no dice es que en 1999 Carabias y De la Maza, todavía funcionarios de Semarnap, aprovecharon un convenio entre el gobierno mexicano y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo por 7 millones 427 mil pesos destinados a la selva Lacandona. La suma fue transferida en su totalidad a Endesu para convertir la estación en Hotel Lacandonia y construir una nueva estación en el río Tzendales.

"La misión de la estación es la conservación de los recursos naturales dentro de su área de influencia". Sus metas son la conservación de la ribera del Lacantún "como frontera de defensa de la reserva frente a las presiones que sufre provenientes de la región Marqués de Comillas", la investigación y su "proyección en el medio internacional".

Según sus promotores, "no es un proyecto ecoturístico tradicional, ya que no busca obtener y repartir utilidades, sino solamente su sustentabilidad económica; no busca anunciarse para abrirse a corrientes nacionales e internacionales de turismo y, por lo mismo, no está abierto al turista ocasional, no se publica en guías y agencias de viaje y está cerrada al público general. No se está planteando un nuevo modelo ecoturístico, sino el necesario para la estación, tomando en cuenta todas sus especificidades y su entorno, como son los gobiernos y situaciones locales, el zapatismo y el ámbito conservacionista actual".

Consideran necesario el consenso de la sociedad para la conservación de la selva Lacandona. "Por ello es importante lograr el apoyo de segmentos y personajes 'clave'", apuntan. Los ingresos se reinvierten en el proyecto mismo. El modelo ecoturístico se basa en la estructuración de grupos con "coherencia en su formación". Reconocen tres tipos de visitantes: locales, urbanos y especializados. Para optimizar la transmisión del mensaje de conservación, los distintos grupos se manejan de distinta forma.
"Desplazarse por el Lacantún no es trivial por sus corrientes y troncos sumergidos. Como los senderos y ríos son cambiantes y contienen peligros impredecibles, la estación cuenta con un grupo de guías de campo y otro de guías intérpretes; estos últimos tienen como función transmitir el conocimiento sobre la selva y el mensaje de conservación".

Ante las críticas de ONG ambientalistas y de derechos humanos, José Warman, directivo de Endesu, dijo en una entrevista periodística hace año y medio que su intención es defender la selva, "no transformarla", y negó la presencia de multinacionales: "Yo no las veo por ningún lado". Justificó los recursos privados que recibe el proyecto y consideró "totalmente falsos" los señalamientos sobre el papel del proyecto conservacionista-científico-ecoturístico desarrollado en Chajul.
El río Lacantún pasa bajo la terraza, solitario y silencioso. Por lo pronto, perteneciendo por lo visto al género de "turista ocasional", salgo del hotel Lacandonia dejando la puerta como la encontré: mal cerrada.

Fuente: La Jornada, México

Comentarios