Muerte de dos defensores prende alerta sobre Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca

Idioma Español
País México

La historia de Homero Gómez González es singular: después de ser un duro opositor de la creación de la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca se transformó en uno de los más entusiastas promotores de la conservación de los bosques de oyamel e impulsor del desarrollo sustentable de las comunidades.

Por eso, cuando el 13 de enero de 2020 la familia de Homero reportó su desaparición, los 260 ejidatarios del Rosario se organizaron para buscar a su compañero. Dos semanas después —el 29 de enero— se encontró su cuerpo en un pozo agrícola. Homero, quien también era ingeniero agrónomo, tenía 50 años. Su muerte indignó a su familia, compañeros ejidatarios y a todos los que conocieron su labor como defensor de los bosques de oyamel y de la mariposa monarca (Danaus plexippus).

Tres días después de que se encontró el cuerpo de Homero, otra muerte prendió las luces de alarma sobre la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca. Raúl Hernández Romero —guía de turistas en el ejido El Rosario y que días antes había sido reportado como desaparecido— se encontró muerto con visibles huellas de violencia.

Hasta ahora, la fiscalía del estado de Michoacán no ha terminado las investigaciones sobre estos decesos, pero a ejidatarios y ambientalistas les preocupa que intereses de taladores clandestinos y de aguacateros busquen controlar —como en otros territorios en México— los bosques que forman parte de la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, emblema de la cooperación ambiental en América del Norte.

Las muertes de Gómez y Hernández recuerdan que México es considerado uno de los países más peligrosos para los defensores del medio ambiente. En 2019 organizaciones como Amnistía Internacional registró el asesinato de 24 defensores de derechos humanos, la mayoría de ellos enfocados a temas ambientales y de territorio.

Aceptar una Reserva

La Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca se ubica en el eje Neovolcánico, en un territorio que abarca zonas del Estado de México y del oriente de Michoacán, en el centro del país.

En los bosques que están dentro de la Reserva —así como en zonas del Nevado de Toluca y del volcán Popocatépetl— cada invierno llegan millones de mariposas monarcas que migran desde los Grandes Lagos de Norteamérica.

En 1976, el zoólogo canadiense Fred Urquhart reportó la ubicación de los sitios de hibernación de las monarcas en los bosques de Michoacán, lugares en donde, durante generaciones, las comunidades otomíes y mazahuas de la región han presenciado la estancia invernal de estas mariposas.

Los estudios de Urquhart fueron los que impulsaron la creación de una zona protegida y años después de una reserva de la biosfera, explican los investigadores Alfonso de la Vega y Leticia Merino Pérez, en el Informe Conservación y derechos comunitarios: lecciones de Mesoamérica, editado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, en 2016.

La mariposa monarca viaja 4500 kilómetros desde bosques templados de Estados Unidos y Canadá para hibernar en 22 colonias del Eje Neovolcánico mexicano. Las colonias más grandes se ubican en la reserva Monarca, que identifica tres grandes sitios de anidación protegidos como zonas núcleo.

Cuando el gobierno mexicano impuso sobre las sierras del oriente de Michoacán la creación de la reserva, Homero Gómez González fue un acérrimo opositor de la iniciativa.

Como muchos de los ejidatarios de la región, la idea que Homero tenía del desarrollo no se alejaba del tradicional rentismo forestal que entrega el bosque a la industria a cambio de dinero.

No fue fácil conquistar la voluntad de una población que se consideraba perjudicada por los decretos presidenciales —de 1980 y del 2000— que dieron forma a la Reserva de la Biósfera Mariposa Monarca, área protegida que hoy tiene 56 259 hectáreas.

A las comunidades se les prohibió realizar actividades que durante muchas décadas habían sido su sustento: tala, cacería y extracción de flora.

Liderazgos, como el de Homero Gómez, así como el apoyo que realizaron varias instituciones —entre ellos World Wildlife Fund (WWF), el Fondo Monarca y la Comisión Nacional Forestal (Conafor)— permitieron que las comunidades encontraran caminos sustentables para vivir del bosque y, al mismo tiempo, conservar este ecosistema vital para el futuro de especies como la mariposa monarca.

Homero Gómez, quien era ingeniero agrónomo de profesión, fue un líder tradicional que defendió el derecho de las comunidades a explotar los bosques. La primera negociación que lograron las comunidades fue que se les pagara por la madera que no iban a aprovechar.

Después, cuando esos programas vencieron, se generó un esquema de pago sobre la superficie completa de la zona núcleo del área protegida; ese ha sido el eje de la estabilidad de la reserva en los últimos diez años, explica el consultor Rafael González Franco, quien fue contratado por el gobierno mexicano para establecer los arreglos con las comunidades.

En la actualidad, en el ejido El Rosario —ubicado en Ocampo, Michoacán, y donde está uno de los mayores sitios de hibernación de la monarca— la comunidad vive del ecoturismo, produce trucha y realiza manejo sustentable de pino y oyamel.

Comunidades que defienden el bosque

En la región a la que arriba la mariposa monarca, las comunidades sobreviven en medio de la violencia de los cárteles que se disputan Michoacán.

A diferencia de otras zonas del estado de Michoacán, como la meseta purépecha, los pueblos de la región de la Monarca han logrado contener con más éxito los cambios de uso de suelo para aguacate que ya afectan sus fronteras, mientras la actividad clandestina de tala de bosques ha pasado progresivamente a ser controlada por las bandas criminales de trasiego de drogas.

Muchos moradores de la Monarca defienden con sus propios recursos ese valioso territorio que sustenta su estilo de vida. Miguel Ángel Cruz Domínguez, uno de los ejidatarios que participó en la búsqueda de Homero Gómez, explica que el ejido El Rosario, otros 58 ejidos, trece comunidades indígenas mazahuas y otomíes, y 21 pequeñas propiedades integradas al polígono de protección realizan trabajos de protección y conservación del bosque.

“Hemos estado sembrando muchos miles de árboles […] además, no permitimos entrar a ningún talador clandestino, tenemos guardias permanentes en turnos de a diez ejidatarios, nadie pasa al santuario sin que nosotros lo sepamos”, advierte Cruz Domínguez.

El compromiso de estas comunidades es mantener la integridad de los ecosistemas para que puedan acceder a los recursos del Fondo Monarca.

Rafael González Franco, consultor en organización comunitaria que ha trabajado durante más de una década en la zona por encargo de los socios del Fondo Monarca, destaca el importante papel que han tenido las mujeres de las comunidades.

Las mujeres se integraron a los procesos de discusión y empujaron a que los líderes tradicionales, como Homero Gómez, abandonaran la relación clientelar con el estado y se comenzaran a preocupar por la salud de sus bosques.

“Fue un trabajo complicado pero puedo decir que hubo un compromiso fuerte de muchas instituciones” para convencer a los campesinos de que su futuro está en la conservación, recuerda González Franco.

La noticia de la muerte Homero Gómez golpeó a los ejidatarios que a principios de enero celebraban un mayor arribo de mariposas monarca a sus bosques.

Cada año desde 2004, con apoyo de la Alianza WWF-Telcel, la dirección de la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca monitorea la superficie forestal ocupada por las colonias de hibernación.

Además existe un amplio sistema de monitoreo trinacional donde también se registran los flujos de los enjambres que descienden hasta México. En los últimos 20 años, la tendencia registrada en los monitoreos de ocupación de mariposa van a la baja. El ejidatario Miguel Ángel Cruz sostiene, sin embargo, que entre 2019 y 2020 la tendencia parece revertirse, lo que deberá confirmar el nuevo monitoreo que está apenas en elaboración.

Exigencia común: investigación a fondo

Miguel Ángel Cruz Domínguez, al igual que los demás ejidatarios del Rosario, espera que “las autoridades esclarezcan la muerte de Homero”.

Tras el hallazgo del cuerpo, el pasado 29 de enero, la fiscalía de Michoacán señaló que no había huellas de violencia y se aseguró que las líneas de investigación permanecerán abiertas en temas como secuestro, extorsión y amenazas.

La muerte de Homero Gómez también causó la indignación de ambientalistas de México y de muchas partes del mundo, así como comunicados de diversas organizaciones y dependencias, desde la WWF hasta la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, además del pésame del presidente López Obrador, sin comprometerse específicamente al esclarecimiento del asunto, que es competencia de la fiscalía michoacana.

El jueves 30 de enero de 2020, los moradores del ejido El Rosario acompañaron de forma multitudinaria los restos mortales del ejidatario.

La página de Facebook de Homero Gómez está invadida de esquelas, de fotografías donde se le mira entre los árboles de oyamel y rodeado de mariposas, además de mensajes desoladores, entre ellos, una petición en change.org: que no se compren “aguacates de sangre”, el “oro verde” que destruye los bosques michoacanos.

Fuente: Mongabay Latam

Temas: Criminalización de la protesta social / Derechos humanos

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