Mujeres haitianas en vigilia tras desastres naturales
Sthephanie Simeón comparte cómo las mujeres se organizan históricamente en la reconstrucción después de catástrofes.
Conocer experiencias de reconstrucción feminista y popular en diversos territorios nos permite desarrollar puntos de partida y enfoques colectivos para reorganizar la vida ante eventos climáticos extremos. Para la Marcha Mundial de las Mujeres, los eventos climáticos extremos no están desconectados de las causas del cambio climático. Forman parte del actual modelo de reproducción, producción y consumo en el sistema múltiple de opresiones y profundizan el conflicto entre el capital y la vida. A través de la organización colectiva de mujeres, establecemos prácticas e iniciativas que ponen la solidaridad en el centro para garantizar la sostenibilidad de la vida en condiciones adversas. En el webinario “Experiencias de reconstrucción feminista tras desastres ambientales”, compartimos experiencias de reconstrucción en Brasil, Haití, Cuba y Turquía. En todos estos territorios, combinamos las prácticas de reconstrucción y la solidaridad feminista con una agenda política que hace frente a las dinámicas de la expansión del capital. Este webinario, celebrado el 29 de septiembre, fue organizado por Capire en colaboración con las organizaciones brasileñas que integran a la Marcha Mundial de las Mujeres, la SOF Sempreviva Organización Feminista y el CF8 Centro Feminista 8 de Marzo. A continuación, lea la contribución de Sthephanie Simeón de la Solidaridad Fanm Ayisyèn (SOFA) en Haití.
Integro la Solidaridad Fanm Ayisyèn (SOFA), que celebrará 40 años de existencia en Haití en febrero de 2026. La SOFA coordina la Marcha Mundial de las Mujeres en Haití. Para la SOFA, se trata de una oportunidad para compartir las experiencias de las mujeres haitianas con las mujeres de todo el mundo.
Se puede decir que Haití siempre ha vivido bajo la amenaza de desastres naturales, ya sean terremotos, huracanes o tormentas. Y esto no solo construye su historia, sino que también influye en la vida social, cultural y política del país. Si trazamos una línea del tiempo de los desastres naturales en Haití, podemos remontarnos a los años 1960 y llegar hasta el período 2021-2022: fuimos afectados por varios huracanes, incluida la tormenta Flora en 1963 y el huracán Georges en 1998. Son desastres marcados por fuertes pérdidas humanas y daños significativos a la infraestructura del país.
Estos desastres marcaron profundamente la memoria de las comunidades y también dieron origen a historias de supervivencia. Nuestros abuelos nos cuentan cómo se vivieron esos eventos, cómo algunas personas lograron sobrevivir y cómo se organizaron en torno a prácticas de solidaridad y resiliencia.
A partir de la década de 1990 y hasta la primera década de los años 2000, la frecuencia de los desastres naturales en Haití aumentó y estos se volvieron cada vez más intensos y cercanos en el tiempo: enfrentamos lluvias torrenciales e inundaciones en 2004, especialmente durante el paso del huracán Jeanne, la tormenta Fay y el huracán Gustav en 2008; y fuimos golpeados por el gran terremoto de 2010, que causó casi 300 mil muertes, según los datos divulgados.
Entendemos que la degradación ambiental, en especial la intensa deforestación vinculada a las condiciones precarias y a las vulnerabilidades del país ha contribuido a intensificar los desastres naturales desde los años 2000.
El terremoto del 12 de enero de 2010 fue verdaderamente devastador y se llevó la vida de tres figuras emblemáticas del movimiento feminista haitiano: perdimos a Margalie Massenet, fundadora de la organización Testimonio y Formación (Témoins-Formes), dedicada a la defensa de los derechos de las mujeres; perdimos a Anne-Marie Coriolan, militante profundamente comprometida con la lucha por los derechos de las mujeres, quien desapareció durante el terremoto; y también perdimos a Myriam Merlet, quien desempeñó un papel fundamental en el reconocimiento de la violación como delito en Haití.
El terremoto no solo nos arrebató a muchos hermanos y hermanas, sino que también afectó profundamente al movimiento feminista con la pérdida de estas tres mujeres.
Para la SOFA —y para todas las organizaciones feministas—, en el periodo posterior al terremoto, fue muy importante organizar una ceremonia simbólica en homenaje a estas tres activistas.
Sus cuerpos nunca fueron encontrados, pero en los días siguientes al terremoto organizamos una ceremonia simbólica para honrar su memoria y, sobre todo, afirmar la continuidad de su lucha por los derechos de las mujeres, a pesar de la tragedia.
El 8 de marzo de 2011, las organizaciones feministas afiliadas a la SOFA marcharon en memoria de las mujeres que murieron durante el terremoto y, en particular, en homenaje a estas tres figuras emblemáticas. Miles de personas participaron en esta marcha y rindieron homenajes a las víctimas del terremoto.
Cuando los desastres naturales golpean al país, son los propios haitianos quienes se organizan para ayudar a los/las sobrevivientes, a través de la creación de una red de solidaridad. Por ejemplo, son ellos quienes conforman brigadas de protección.
Pero se puede notar una ola particularmente evidente de solidaridad por parte de las mujeres, que no solo participan ayudando a sus hermanos y hermanas, sino que también garantizan la continuidad de los cuidados, distribuyendo medicamentos a los heridos y acompañando sobrevivientes de estos fenómenos.
Desde el paso del ciclón Gordon en la década de 1990 hasta los desastres más recientes, la SOFA ha desarrollado un enfoque multinivel que realmente toma en cuenta los tres momentos clave que deben enfrentarse durante los desastres naturales.
Este enfoque incluye la gestión de emergencias. En 2010, y luego en 2016 con el paso del huracán Matthew, la SOFA respondió rápida y espontáneamente a las necesidades vitales de las poblaciones afectadas.
Creamos toda una red con otras organizaciones de mujeres para distribuir alimentos, recolectar ropa, redistribuirla y preparar kits de higiene dirigidos a mujeres.
También compartimos nuestros conocimientos con las mujeres para ayudarlas a superar los desafíos.
Para nosotras, se trata de una fase realmente importante, porque es la salvaguarda inmediata de la vida y el apoyo a las personas vulnerables, en particular mujeres y niños, que a menudo son los más afectados.
Esta es la primera fase de nuestra respuesta cotidiana a los desastres naturales, pero también actuamos en el nivel de la recuperación, porque después de la emergencia nos enfocamos en el apoyo psicosocial, en el combate a la violencia y en el fortalecimiento de las capacidades locales, especialmente de las mujeres.
La SOFA instaló varias células de apoyo psicosocial en el sur, en el Grand’Anse y en las regiones más remotas, donde la ausencia del Estado es particularmente notoria.
También creamos grupos de apoyo para ayudar a sobrevivientes —especialmente mujeres— a enfrentar los traumas y secuelas de los desastres naturales. Esto permitió restaurar la cohesión social y también observar cómo el acompañamiento de esas personas en sus traumas las volvió más aptas para enfrentar y gestionar las secuelas de los desastres naturales.
La SOFA también contribuyó a transformar las relaciones de poder dentro de las comunidades.
Esta fase mostró que la intervención social no se limita a la asistencia material, sino que incluye también la reconstrucción del tejido social y emocional.
También actuamos en el nivel de la reconstrucción comunitaria, a través de apoyo social y económico después de los desastres.
Entendemos que la recuperación de la comunidad puede lograrse a partir de proyectos económicos y del fortalecimiento de la resiliencia comunitaria.
La SOFA implementó acciones generadoras de ingresos y apoyó a mujeres en sus iniciativas, especialmente en actividades agrícolas y artesanales. También apoyamos a algunas mujeres en la reconstrucción de sus casas destruidas, fortaleciendo su autonomía y la de sus comunidades, valorizando su papel en el liderazgo local y transformando dinámicas de poder.
Asumimos un papel de vigilancia, porque no solo las mujeres estaban activamente involucradas en acciones de solidaridad con la población haitiana, sino que también había presencia de ayuda internacional de la cual no podíamos prescindir.
Después de los desastres, las mujeres nos contaron que habían sido excluidas de la ayuda humanitaria por ser integrantes de la SOFA. Algunos responsables de la distribución de donaciones decían: “Ustedes son miembros de una gran estructura, entonces no necesitan esta ayuda”. A veces, esa ayuda incluso se utilizaba como herramienta para fortalecer una influencia política o clientelista.
Como resultado, la SOFA —y, más ampliamente, las mujeres— han desempeñado un papel de monitoreo y observación, con el fin de no solo garantizar que los principios humanitarios sean respetados, sino también defender la imparcialidad y la neutralidad, y oponerse a la concentración excesiva de la ayuda, que podría favorecer a algunas poblaciones en detrimento de otras.
Podemos notar que estos eventos llevaron a un influjo masivo de ayuda internacional hacia Haití, con todas las consecuencias que ello implica.
Por ejemplo, si pensamos en los escándalos relacionados con Oxfam o con la Fundación Clinton tras el terremoto del 12 de enero de 2010, vemos que estos casos sirvieron como punto de partida para formalizar y fortalecer el marco de la ayuda humanitaria en el país.
El ejemplo haitiano inspiró la adopción de políticas estrictas, como la política de tolerancia cero y las políticas contra el fraude y la corrupción. Estas reformas buscan garantizar verdaderamente la transparencia, la rendición de cuentas y la protección efectiva de las poblaciones.
Los desastres naturales en Haití han revelado tanto la fragilidad de las instituciones como la fuerza de las comunidades —y, en particular, la fuerza de las mujeres—.
Y la SOFA demuestra, en todas las ocasiones, cómo la acción local —que combina socorro inmediato, apoyo psicosocial y reconstrucción económica— puede transformar las relaciones de poder y fortalecer las capacidades de las comunidades. Como dije al principio, estoy muy contenta de poder compartir la experiencia haitiana con ustedes.
Fuente: Capire

