Semillas para el bien común

Idioma Español
País México

Se presentó y se obsequió el libro "Semillas para el bien común. Compendio de experiencias latinoamericanas y herramientas legales para su defensa en México", editado por la UNAM, a través del Instituto de Ecología, el Instituto de Biología y la FES Cuautitlán, y con la participación del Conacyt, la Universidad Veracruzana, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, la Comisión Intersecretarial de Organismos Genéticamente Modificados, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, el Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad, la Red Educativa para la Conservación de las Semillas Nativas y Criollas, así como las organizaciones Bioleft y Semillas de Vida.

En la columna anterior comentábamos cómo las ferias del maíz en nuestro estado, especialmente la de Vicente Guerrero, se han ido transformando en espacios de encuentro y de diálogo entre campesinos, ambientalistas, académicos y consumidores que comparten su preocupación por construir una cultura que tenga como eje el Buen Vivir para todos y no la acumulación de ganancias para unos cuantos. En ese marco se presentó y se obsequió el libro: Semillas para el bien común. Compendio de experiencias latinoamericanas y herramientas legales para su defensa en México, editado por la UNAM, a través del Instituto de Ecología, el Instituto de Biología y la FES Cuautitlán, y con la participación del Conacyt, la Universidad Veracruzana, el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, la Comisión Intersecretarial de Organismos Genéticamente Modificados, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, el Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad, la Red Educativa para la Conservación de las Semillas Nativas y Criollas, así como las organizaciones Bioleft y Semillas de Vida.

En la primera parte del texto se describe el largo y milenario proceso de domesticación de miles de plantas que generaciones de campesinos de todo el mundo han realizado, hasta constituir un rico patrimonio biocultural que por derecho propio le pertenece a toda la humanidad y no puede ser expropiado por ninguna empresa para su beneficio, o peor aún, para controlar el acceso a los alimentos de todos los seres vivos, objetivos perseguidos por las empresas monopólicas con la introducción de semillas y plantas transgénicas, acompañadas siempre por los agroquímicos que contaminan suelo, agua y aire. Esta estrategia de despojo se ha camuflado en el “caballo de Troya” de los tratados comerciales que, supuestamente al eliminar las barreras arancelarias y crear un mercado global, prometían un “desarrollo” para todos los países del mundo, cuando en la práctica se ha demostrado con creces que son verdaderas patentes de corso para despojar a los países de sus recursos y de su patrimonio biocultural, que en todos los casos se han conservado gracias a que mantienen un modelo de vida que el capital califica como “atrasado” o “subdesarrollado”.

En la siguiente parte se enumeran varias experiencias exitosas en América Latina de movimientos sociales y demandas colectivas que han logrado echar abajo las leyes que privatizaban el agua o las semillas, en Ecuador, en Perú, en Argentina y, recientemente, en México, en donde una demanda colectiva logró, tras muchos años de lucha, frenar la permisión de siembra comercial de maíces transgénicos. La parte más amplia del texto hace un inventario de las leyes y tratados internacionales que amparan el derecho a la biodiversidad y a la producción de alimentos sanos y naturales, además de todas las leyes y ordenamientos consagrados en nuestra Constitución que amparan esos mismos derechos, y que se pueden hacer valer en defensa del patrimonio biocultural que, en este caso, significa simple y llanamente la defensa de la vida.

En las conclusiones se destaca que el acceso a las semillas nativas es un derecho humano que debe defenderse a través de luchas y demandas colectivas de la sociedad civil organizada, porque durante los gobiernos neoliberales se firmaron acuerdos comerciales que violan estos derechos humanos fundamentales poniendo en peligro la soberanía alimentaria del presente y del futuro. Pero todo esto sólo será posible si también los consumidores tomamos conciencia de lo que significa la verdadera alimentación que nos proporcionan los campesinos y pequeños productores que custodian y recrean nuestro rico patrimonio biocultural, lejos del súper.

Fuente: La Jornada de Oriente

Temas: Comunicación y Educación, Semillas, Soberanía alimentaria

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