TLC Unión Europea Colombia cumple 12 años con más déficit, menos industria y sin renegociación en el horizonte

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Imagen de Centro de Estudios del Trabajo.

Cerca de cumplir doce años de vigencia, el TLC entre la Unión Europea y Colombia deja una balanza comercial en rojo, escasa diversificación exportadora, efectos nulos en el empleo y nuevas barreras ambientales. El gobierno no plantea su renegociación, mientras productores y gremios alertan por pérdidas crecientes.

El Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea (UE), Colombia, Perú y Ecuador entró en vigencia provisional el 1.º de agosto de 2013. Tras casi doce años de aplicación, la Unión Europea dio luz verde a su implementación plena a partir del 1.º de noviembre de 2024.

Los resultados no cumplieron con las expectativas iniciales. Lejos de traducirse en un impulso sostenido para la industria colombiana, el acuerdo refleja una balanza comercial que se mantiene en rojo y una limitada diversificación de la oferta nacional. Más allá de las cifras macroeconómicas, es evidente la escasez de efectos tangibles en la generación de empleo, la transferencia de tecnología y la protección efectiva de los derechos laborales y ambientales.

La evaluación resalta la urgencia de replantear las estrategias que acompañan al acuerdo. Los déficits recurrentes, el predominio de exportaciones de productos primarios y la escasa expansión de las manufacturas con valor agregado exigen iniciativas más audaces y un rediseño estructural. Asimismo, las restricciones derivadas de barreras no arancelarias y los nuevos estándares del Pacto Verde Europeo plantean retos adicionales que requieren una respuesta coordinada entre el sector público, los gremios y los productores, con el fin de proteger la producción nacional y fortalecer tanto el mercado interno como la competitividad de las exportaciones colombianas.

Este informe profundiza en los resultados del TLC en dimensiones clave: desde la evolución de la balanza de bienes y la dinámica de las exportaciones e importaciones, hasta el impacto en la competitividad, el empleo, la inversión europea y el turismo. Finalmente, busca ofrecer una mirada crítica, con información oportuna y pertinente, sobre el acuerdo, con el propósito de aportar insumos para la construcción de un comercio exterior más equilibrado, diversificado y sostenible.

Evaluación general del acuerdo: un tratado ambicioso con una balanza en rojo

A pesar de los pronósticos iniciales, el balance del TLC entre Colombia y la Unión Europea muestra una balanza comercial deficitaria constante, acompañada de efectos limitados en el empleo, la actividad empresarial y la innovación. Diversos informes coinciden en que no se han alcanzado los objetivos propuestos.

Las cifras, aunque reveladoras, no explican por completo la situación. El problema principal es la falta de acciones concretas para corregir los escasos avances en áreas clave como el trabajo digno, el desarrollo tecnológico y la garantía de derechos laborales y ambientales. En estos aspectos, el tratado no ha respondido a lo que se esperaba.

Comercio bilateral de bienes: déficits continuos y poca diversificación exportadora

El análisis del comercio bilateral confirma esta tendencia. Entre 2020 y 2024, Colombia pasó de un déficit de USD $1.959 millones a uno de USD $3.305 millones, lo que reafirma el comportamiento previo a la pandemia. En contraste, en 2012 se registró un superávit de USD $1.209 millones, mientras que en 2019 el déficit alcanzó los USD $3.397 millones.

Las exportaciones, que en 2023 sumaron USD $6.809 millones, cayeron a USD $5.178 millones en 2024, una reducción del 24 % en un solo año, se confirma que el tratado ha sido negativo para Colombia. En comparación, en 2012 las ventas a la UE fueron de USD $8.000 millones. También hubo una disminución en volumen: de 37 millones de toneladas en 2012 a 19,9 millones en 2024, lo que equivale a una reducción del 46,2 %.

La oferta exportadora sigue centrada en bienes primarios: carbón (20,4 %), café verde (17,5 %), banano (15 %), petróleo y derivados (11,6 %), oro (9,5 %), frutas (5,5 %) y flores (3,3 %). Estos productos representan cerca del 82 % del total exportado bajo el acuerdo. Mientras que las manufacturas con contenido tecnológico no superan el 5 %.

Las ventas no minero-energéticas se redujeron en 2023 a USD $2.267 millones, un 20,3 % menos que en 2022. En 2024, la balanza comercial no minero-energética presentó un déficit de USD $5.062 millones, equivalente al 98 % de las exportaciones totales a la UE, lo que pone en evidencia la alta concentración en segmentos de bajo valor agregado y la escasa variedad de destinos y productos.

Las importaciones desde la UE bajaron de USD $9.927 millones en 2023 a USD $8.484 millones en 2024. Esta reducción, aunque disminuye el déficit, genera presiones sobre los precios internos y sobre la capacidad de producción nacional, ya que se mantienen altos los volúmenes de ingreso de bienes de consumo y de uso industrial. En términos de peso, Colombia importó desde la UE 1,6 millones de toneladas en 2012, 2,3 millones en 2019 y 2 millones en 2024.

Competitividad y empleo: efectos sociales y limitaciones para el comercio nacional

En materia de competitividad y empleo, los resultados de diversos modelos muestran un aporte mínimo del TLC al fortalecimiento de la posición comercial de Colombia. El modelo gravitacional, aplicado por el Ministerio de Industria y Comercio, no halló un efecto estadísticamente comprobado del acuerdo sobre el comercio total ni sobre el comercio no minero-energético. Por su parte, la metodología CAN-MAGIC señaló una pérdida de impulso de las “estrellas nacientes”, productos que inicialmente se consideraban con proyección, y un aumento de productos en etapa de “retirada”, es decir, bienes que ya no generan volumen ni interés en los mercados europeos.

El Índice de Competitividad Comercial Revelada confirmó esta tendencia, al mostrar una mayor vulnerabilidad de la oferta local frente a las importaciones procedentes de Europa. En el plano laboral, los estudios no atribuyen al acuerdo un efecto favorable sobre el empleo total. Por el contrario, resaltan que la evolución del número de ocupados ha respondido más al comportamiento general de la economía que a los flujos comerciales con la Unión Europea, según análisis del propio ministerio.

Derechos laborales y efectos sociales: solo promesas y falta de garantías

El capítulo del TLC dedicado a los derechos fundamentales en el trabajo y al medio ambiente ha presentado deficiencias en su implementación. Aunque el acuerdo incorpora los Principios y Derechos Fundamentales de la OIT, los mecanismos de seguimiento y sanción previstos en el Título IX han resultado insuficientes: sus disposiciones no son obligatorias y los espacios para la participación de la sociedad civil no han funcionado.

La utilización de pactos colectivos y contratos sindicales con cláusulas restrictivas, junto con la continuidad de la violencia antisindical y una capacidad institucional limitada para ejercer labores de inspección laboral, han reducido el alcance de las normas previstas. Estas solo han tenido cierta aplicación en los casos de empresas que exportan hacia la Unión Europea.

Inversión extranjera directa

A pesar de la falta de transparencia en la información por parte de las fuentes oficiales, la inversión extranjera directa (IED) procedente de la Unión Europea ha mostrado un comportamiento estable, aunque con una ligera disminución en su ritmo de crecimiento en los últimos años.

Durante 2023, el flujo de IED alcanzó USD $3.637 millones, equivalente al 21 % del total recibido por Colombia a nivel mundial, lo que representa una disminución del 6 % respecto al año anterior. Aun así, el promedio de los últimos diez años se mantiene por encima de la media histórica, con España, Países Bajos, Francia, Alemania e Italia como los principales países emisores de capital.

A diciembre de 2024, según el informe más reciente del Banco de la República, la inversión extranjera directa procedente de la Unión Europea en Colombia fue de USD $2.769 millones, lo que representa una caída de USD $626 millones frente al mismo periodo de 2023. Esta variación corresponde a una reducción del 52 %. A pesar de ello, la Unión Europea se mantuvo como el segundo mayor origen de IED en Colombia, después de Estados Unidos, que concentró el 38,7 % del total.

En ese mismo periodo, los principales países de la Unión Europea que invirtieron en Colombia fueron, en orden: España, con USD $2.793 millones; Francia, con USD $343 millones; Alemania, con USD $77 millones; y Suecia, con USD $46 millones. En conjunto, estos cuatro países aportaron USD $3.259 millones. Por otra parte, Países Bajos y Austria realizaron los mayores retiros de capital, por USD $480 millones y USD $85 millones, respectivamente.

Este flujo de capital responde a las oportunidades y estrategias que los países mencionados identifican en Colombia, pero no puede atribuirse directamente al TLC ni a los acuerdos bilaterales de inversión firmados con varios Estados. En todo caso, estas inversiones no han sido suficientes para compensar los desequilibrios de la balanza comercial ni han generado un impulso claro para los sectores industriales y de servicios que requieren tecnología y valor agregado.

Barreras que frenan las exportaciones agrícolas de Colombia

Además de las dificultades internas, entre los problemas más urgentes se encuentran aquellos relacionados con barreras no arancelarias y con la aplicación de los nuevos requisitos del Pacto Verde Europeo. Las regulaciones sobre deforestación, residuos de plaguicidas y trazabilidad exigen a los exportadores colombianos inversiones elevadas en sostenibilidad, lo que afecta la capacidad de competir, especialmente entre los pequeños productores.

Estas exigencias representan trabas adicionales para las exportaciones colombianas y no fueron resultado de negociaciones. Por el contrario, han sido impuestas de forma unilateral y sin compensaciones.

El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo ha convocado mesas técnicas con gremios de banano, café, frutas tropicales, palma de aceite, aguacate y cacao, con el propósito de acordar rutas de adaptación, reforzar la asistencia técnica y solicitar una aplicación diferenciada de las normas. Sin embargo, hasta el momento no se han logrado avances relevantes. Paralelamente, Colombia ha firmado declaraciones conjuntas con otros 16 países dirigidas a la Unión Europea, buscando mitigar el efecto de estas medidas sobre la producción nacional, sin que estas acciones hayan tenido respuesta favorable.

Un acuerdo desfavorable que Colombia no planea renegociar

En términos generales, el balance del TLC con la Unión Europea, desde la perspectiva colombiana, es desfavorable. La balanza comercial se tornó negativa, no se observa diversificación en las exportaciones, se ha perdido capacidad para competir y no se ha producido un efecto positivo sobre el empleo.

Además, los nuevos requisitos de sostenibilidad del Pacto Verde Europeo se han convertido en trabas para las exportaciones agrícolas y agroindustriales de Colombia, que actualmente intenta adaptarse y negociar condiciones más favorables.

El gobierno ha descartado la posibilidad de renegociar el TLC. Por el contrario, ha mantenido una actitud sumisa para adaptar su economía productiva a las regulaciones europeas. En este contexto, el TLC ha representado un costo para la sociedad colombiana, lo que refuerza la necesidad de revisar el acuerdo.

Fuente: Bilaterals

Temas: TLC y Tratados de inversión

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