Autorizaron en Brasil la soja transgénica, por Luis Esnal

Lo decidió ayer un tribunal regional. Un nuevo capítulo para la novela que vive Brasil en relación con la soja transgénica: ahora una jueza enfrentó al gobierno y autorizó su plantación y comercialización

SAN PABLO.- La decisión tomada por la magistrada Selene de Almeida, del Tribunal Regional Federal de Brasilia, autoriza a agricultores a plantar y vender la soja Roundup Ready (RR), de la compañía Monsanto.

La medida se opone a otra decisión judicial vigente y suma dudas a una situación que ya es confusa para el propio gobierno del Partido de los Trabajadores. Por un lado, la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, dirigente tradicional de la lucha por la protección del entorno ecológico, se opone al cultivo de soja transgénica en el país. Por el otro, el empresario y ministro de Agricultura, Roberto Rodrígues, está en favor de la liberación de los transgénicos en este país.

"El permiso para plantar soja transgénica puede provocar serios riesgos para Brasil, si se considera que no han sido realizados estudios ambientales en nuestro país", afirmó un comunicado emitido por el Ministerio de Medio Ambiente del gobierno de Lula.

Ante la decisión favorable, Monsanto emitió por su parte otro comunicado en el que afirmó que la decisión favorece "los intereses sociales y económicos del país y beneficia en especial a la agricultura brasileña y la competitividad del sector en el mercado internacional".

Hasta la decisión de la jueza, una ley promulgada recientemente con impulso del Ejecutivo determinaba que quienes habían plantado soja transgénica clandestinamente el año pasado la podían comercializar, pero la plantación de las semillas genéticamente modificadas permanecería prohibida. El control de tal norma es virtualmente imposible debido a la insuficiencia de fiscales.

Brasil vive una explosión de productividad en la soja. Una década atrás, el país producía 15 millones de toneladas. Este año, la producción rondaría los 50 millones de toneladas.

Una sentencia judicial vigente hasta la nueva determinación establecía que antes de permitir la soja transgénica en el país debería realizarse un estudio científico y un análisis ambiental para conocer las consecuencias de su utilización, pero la idea quedó sin efecto.

En Brasil comenzó a plantarse soja transgénica en forma clandestina en los últimos años con semillas supuestamente contrabandeadas desde la Argentina, donde casi la totalidad de la soja es genéticamente modificada.

Inicialmente, la práctica se concentró en Rio Grande do Sul, pero según el propio ministro Rodrígues hoy prácticamente no hay Estado brasileño que no tenga presencia de soja transgénica. Por eso argumenta que, ante la imposibilidad de contener la tendencia, debería ser liberada la utilización de este tipo de semillas.

Debate caliente

La jueza Almeida autorizó apenas las semillas de soja RR de Monsanto, y señaló que éstas ya fueron estudiadas y respaldadas por la Organización Mundial de la Salud y por diversas universidades internacionales.

Para sumar más tensión a la historia, participan en el debate Greenpeace y el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra, ambos en contra de permitir la soja transgénica en el país, y partidos de centro y de derecha, aliados del gobierno en favor de la liberación de ese tipo de cultivos. Todo parece indicar que, ante la diseminación de esta soja y la imposibilidad de restringir o fiscalizar su presencia, es cuestión de meses para que sea legalizada definitivamente.

La Nación, Argentina, 14-8-03

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