Los transgénicos vs. Uruguay Natural, por Gustavo Guarino

En las últimas semanas se ha discutido en la Comisión de Ganadería, Agricultura y Pesca de Diputados, en torno al tema de los transgénicos. En tal sentido, se convocó al MGAP, concurriendo el ingeniero agrónomo Martín Aguirrezabala y sus asesores

La discusión estuvo centrada en una posible habilitación para el ingreso de un maíz transformado genéticamente, llamado MON 810. Si se da esa habilitación, el MON 810 estaría autorizado para ser cultivado en Uruguay.

Creo oportuno hacer una breve explicación de lo que significan estos fenómenos denominados transgénicos y en qué situación se encuentra Uruguay en lo que a ellos respecta.

Los grandes avances en la biotecnología de los últimos años han permitido que el hombre realice manipulaciones genéticas en animales y vegetales, creándose nuevos productos diferentes a los que la naturaleza es capaz de generar. Esos productos genéticamente modificados es lo que llamamos transgénicos.

En el país está autorizado solamente un evento de este tipo y es en la soja, es decir que en Uruguay se puede sembrar soja que ha sido genéticamente modificada. Ahora se pretende autorizar un nuevo evento para maíz, al que se le ha introducido una secuencia genética de una bacteria que normalmente se encuentra en el suelo y que tiene un efecto insecticida contra las larvas de mariposas.

Este evento denominado BT, se creó para combatir una plaga del maíz existente en Europa y Estados Unidos. Al incorporar los genes de esa bacteria (Bacillus Thuringiensis) al maíz, las orugas de esas mariposas al comer parte de esas plantas, se mueren como si hubiesen sido tratadas con insecticida.

Para permitir el ingreso de ese tipo de maíz, una de las autorizaciones que se requiere es la del MGAP y a esos efectos existe una comisión creada por un decreto que estudia los riesgos y asesora en base a ello.

Como se comprenderá el tema es muy complejo, ya que existen diversos factores que deben ser contemplados a la hora de decidir. Entre ellos juegan un papel preponderante, la evaluación de las consecuencias que el uso de estas manipulaciones genéticas puedan tener sobre los ecosistemas, las consecuencias sobre hombres y animales y también los aspectos económicos y comerciales.

Así las cosas, podemos resumir que la opinión de la Comisión Asesora es favorable a que se autorice la siembra de este maíz ­MON 810- y que la postura de los jerarcas del Ministerio parece ser proclive a ello, aunque aún no han decidido sobre este asunto.

También se debe saber que en la sociedad civil y en la comunidad académica, la opinión predominante es contraria a la entrada de este transgénico. Muchas organizaciones no gubernamentales, ambientalistas, ecologistas y gremiales agropecuarias, han manifestado su claro rechazo a que Uruguay se introduzca en este camino. En el mismo sentido, una Comisión Técnica Interdisciplinaria creada por la Facultad de Agronomía, también se ha manifestado en forma contraria con argumentos técnicos de mucho peso.

Haciendo un balance de los pro y los contra, nosotros pensamos que no se debe autorizar la introducción de este evento genético y que se debe profundizar mucho en la discusión de este tema puntual del maíz, pero también de todo el tema de la biotecnología y de los transgénicos.

En cuanto al caso concreto del maíz MON 810, pensamos que no hay evidencias concretas que indiquen que el país tendrá beneficios en la productividad del cultivo, en parte porque la limitante de competitividad de nuestro maíz con los vecinos argentinos y con los EEUU (los dos grandes productores de maíz) no pasa por el tema de las plagas.

Segundo, porque tampoco hay evidencias de que las plagas presentes en Uruguay sean controladas por este evento genético.

Tercero, porque no sabemos qué puede pasar en el futuro con el ecosistema, ya que el maíz es una planta que tiene amplia capacidad de cruzamientos, es decir que el polen del maíz genéticamente modificado va a fecundar otras plantas de maíz, perdiéndose el control de la situación.

Por último, porque autorizando este ingreso se estaría consolidando una política de puertas abiertas a los transgénicos y eso es incompatible con el futuro de "Uruguay país natural". No comprendemos cómo se pretende impulsar una presencia internacional del Uruguay como país natural, con la introducción de estos cultivos genéticamente modificados, que hoy por hoy sólo benefician a empresas multinacionales y son cada vez más rechazados en el mundo, particularmente en Europa.

El ceder a las presiones de las multinacionales que hoy producen estos transgénicos pondría en riesgo la comercialización de nuestras producciones de carne, lácteos, arroz, etc.

En un país geográficamente pequeño como el nuestro se estarían hipotecando fuertemente las perspectivas favorables de la producción orgánica que hoy gana terreno en los consumidores de los países desarrollados.

Creemos que sería imperdonable que una visión cortoplacista de las autoridades de gobierno liquide el potencial del Uruguay como país productor de materias primas naturales.

Hoy en el mundo asistimos a una revalorización de las materias primas frente a los productos de la manufactura.

La estrepitosa caída de la tecnología informática en las cotizaciones de las bolsas de valores, la caída de los valores de los productos manufacturados en economías como las de Japón, donde hace ya varios años se vive un proceso de deflación que ya se comienza a ver también en Alemania y en el propio EEUU y por otro lado, los signos de recuperación de los precios de muchas materias primas, permiten pensar que se ha ingresado a un ciclo de de revalorización de estas últimas.

Sin duda que dentro de las materias primas, las alimenticias siempre tendrán un valor diferencial, ligado a su origen natural.

En este marco es que debemos dar el debate sobre la introducción al país de los productos genéticamente modificados, y mientras tanto no permitir que de a uno se nos vayan colando.

La República, Uruguay, 14-7-03

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