La farsa del mapa genómico de los mexicanos

Idioma Español
País México

El pasado 11 de mayo, el Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) presentó en un acto mediático, con la presencia entusiasta de Felipe Calderón, el llamado "Mapa del genoma de los mexicanos”. Se presentó como un gran avance científico, vinculándolo oportunistamente hasta con el estudio del virus de la gripe porcina. Obviaron sin embargo las cuestiones fundamentales: ¿avance para quién?, ¿quién se beneficia?, ¿a quién sirve?

Dieron a conocer la publicación en una revista científica de los resultados de cinco años de investigación en el proyecto ahora titulado “Proyecto de Diversidad Genómica de la Población Mexicana”. Inicialmente se proponían buscar las variaciones genéticas de las poblaciones indígenas de México, las cuales según los proponentes del Inmegen son una gran “oportunidad para la industria farmacéutica”. Posteriormente anunciaron que solamente tomaría muestras de poblaciones mestizas. Ahora el Inmegen reconoce haber tomado muestras de varias poblaciones indígenas, imprescindibles para “comparar” con el resto de la población.

Luego de años de costosos estudios, equipos y salarios (lo único gratis fueron las muestras de indígenas y “mestizos”), el Inmegen “demostró científicamente” que la población de México es una mezcla genética de poblaciones indígenas y europeas, con un pequeño toque de genes africanos en las zonas donde las plantaciones devoraban esclavos. Por si luego de 500 años de Conquista a alguien le hubiera pasado inadvertido.

Resaltan que en las muestras de México encontraron al menos 89 variaciones genéticas, cuya unicidad es que no habían sido detectadas en el proyecto internacional HapMap, un proyecto similar auspiciado por gobiernos y empresas farmacéuticas e informáticas, que en su primera fase se basó en el secuenciamiento genómico de 270 individuos de poblaciones africanas, asiáticas y europeas. En su tercera fase, el HapMap incorporó muestras de mexicanos residentes en Los Ángeles, pero el Inmegen no lo menciona.

Según el Inmegen, haber encontrado estas variaciones es un paso para desarrollar una “medicina personalizada”, basada en la composición genética de cada individuo y diseñando fármacos específicamente adaptados para las variaciones genéticas de la población mexicana.

La búsqueda de variaciones genómicas parte del supuesto que las diferencias genéticas indicarían la predisposición a adquirir o resistir ciertas enfermedades. Por tanto, además de encontrar variaciones, es necesario identificar si están asociadas a alguna dolencia.

Para ello, como describe el artículo presentado por el Inmegen, se usan mayoritariamente dos
enfoques: uno llamado “asociación de genoma completo” y otro “mapeo por mestizaje”. En el primero se comparan las variaciones genómicas de personas con una determinada afección con el de otras que no la tienen. En el segundo, las diferencias con poblaciones ancestrales.

Lo que no aclara el Inmegen es que estos métodos han dado resultados extraordinariamente pobres para predecir y mucho menos para atender enfermedades.

Según una serie de artículos científicos publicados recientemente en la prestigiosa revista New England Journal of Medicine (23/4/2009), pese a los cientos de proyectos en curso y los miles de millones invertidos a nivel global, los estudios de asociación de genoma completo no han servido para explicar los vínculos genéticos con enfermedades, más que de una manera tan general, que finalmente no han sido útiles.

Por el contrario, para lo que han servido las variaciones encontradas y este tipo de estudios, es para dar jugosas ganancias a las compañías que fabrican kits de diagnóstico genético. Es decir, pruebas de ADN para diferentes afecciones, que analizan si el cliente –que pueda pagarlas– tiene determinadas variaciones genéticas que estarían supuestamente relacionadas con ellas. No sirven, pero eso no impide que actualmente haya más de 1000 kits de este tipo en el mercado, cuyas ventas en 2007 fueron de 730 millones de dólares y crecen a un ritmo de 20 por ciento anual. (Ver reporte de ETC “Pruebas personales de ADN y el mito de la medicina personalizada”).

Salvo en el caso de las enfermedades monogénicas (determinadas por un solo gen), la composición genética no es más que una ínfima parte del surgimiento de las enfermedades. Las variaciones existen en una enorme complejidad de interacciones genéticas y bioquímicas de las que poco se sabe, y el desarrollo de enfermedades no es independiente del ambiente, incluyendo realidades alimentarias, sanitarias, económicas, ecológicas, culturales y muchas otras.

La medicina genómica es un enfoque extremadamente fragmentario, que deja fuera del ámbito de estudio la mayor parte de los elementos esenciales a tener en cuenta al pensar en salud y enfermedad.

Las enfermedades que investiga el Inmegen (asma, obesidad, cáncer y lupus), tienen un enorme peso de factores socioeconómicos y ambientales, determinados por pobreza, contaminación ambiental, mala nutrición, componentes tóxicos en alimentación y vivienda, etcétera, todos fuera de su investigación.

Si pese a estas graves condicionantes, los estudios del Inmegen derivaran en algún tipo de base para una “medicina genómica”, todas las herramientas para vincular las variaciones con enfermedades y para el desarrollo de medicinas farmacogenómicas están patentadas en manos de unas pocas empresas farmacéuticas y de informática. Varias de las cuales tienen, obviamente, una estrecha relación con el Inmegen, esperando ansiosamente nuevos insumos para aumentar sus ganancias.

Por tanto, los resultados de estos estudios, si no resultan completamente inútiles, estarán totalmente fuera del alcance de las poblaciones que, como los indígenas, aportan sus genes para finalmente enriquecer a las empresas de diagnóstico y a las farmacéuticas.

Por Silvia Ribeiro*
23-05-2009

La autora es investigadora del Grupo ETC.

Temas: Transgénicos

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