Parece cada día más claro que los desastres ambientales, el hambre en el mundo, las guerras y las discriminaciones de cualquier tipo, el vasallaje planetario, el desarrollo de los no desarrollados y el futuro entero de la especie humana no tienen un origen financiero o económico, productivo o tecnológico, legal o policial, sino ético. Como vimos, esta dimensión es fantasmal en el capitalismo, que para ocultar su ausencia usa subterfugios, el más reciente es la manida “responsabilidad social”