2019 ¿Un año perdido? Análisis de las organizaciones campesinas sobre el año que culminó

Idioma Español
País Paraguay

Este informe se ha elaborado en base a entrevistas con dirigentes de cinco Organizaciones Campesinas de carácter nacional, con el propósito de conocer la mirada del campesinado organizado en cuanto a lo que fueron en el 2019 las políticas agrarias y la situación de la tierra, además de las perspectivas para el año próximo. Se podrá apreciar en su lectura, que existe una mirada similar -no muy alentadora- respecto a las acciones del gobierno

Las principales preocupaciones o puntos negativos expresados por las diferentes organizaciones resultan coincidentes, así como las perspectivas futuras.Todas las entrevistas se han realizado durante el mes de diciembre de este año 2019 y se expresan de forma resumida en el presente informe, luego de una breve introducción al tema a partir de la caracterización del movimiento campesino y el gobierno de Mario Abdo Benítez. Agradecemos a las organizaciones campesinas que tan gentilmente han accedido a las entrevistas y han compartido sus análisis acerca de la situación nacional y del accionar estatal respecto a los acuciantes problemas que afectan a los sectores rurales.

Campesinos y campesinas la fuerza en organización:

El sector campesino atraviesa una aguda crisis social y económica; los pequeños productores de alimentos para el consumo familiar y que destinan parte de la producción a la renta, es decir, al mercado interno corren riesgo de desaparecer. La agricultura campesina ocupa hoy apenas un poco más de 300.000 hectáreas, el 6.4% de las tierras cultivadas en el país, mientras el agronegocio sigue avanzando a un ritmo acelerado con un crecimiento exponencial de 118% en materia de ocupación territorial en los últimos 15 años.

El avance del agronegocio genera también una acelerada concentración de la tierra, menos del 3% de los propietarios poseen el 85% de las tierras del país. Despojados por diversas víasdel principal medio de producción, los campesinos y campesinas se ven forzados a migrar a las ciudades, desplazamiento que se da con frecuencia como última opción. Desde la década de 1990, Paraguay empezó a tener una mayor población urbana no como fruto de un proceso de industrialización o planificación urbana, sino como un avance desmedido de las fronteras de la agricultura mecanizada. Según el último Censo Nacional de Población y Viviendas del año 2012, el 58.9% de los habitantes vive en zonas urbanas, fenómeno que se ha ido profundizando en los últimos años. Según datos de la Dirección de Estadística, Encuestas y Censos, en el año 2018 solo el 38.3% de la población vivía en áreas rurales y para el 2025 esta cifra descendería a 35%.

Estas condiciones afectan también la capacidad organizativa del campesinado. Revisando su historia reciente podemos ver que tras la caída de la dictadura, el movimiento campesino entró en una fase de recomposición donde sus “organizaciones nacionales y regionales se encontraban nucleadas y coordinadas entre sí, y la influencia de las mismas era importante en casi todos los Departamentos de la Región Oriental, donde se llevaron a cabo numerosas ocupaciones de tierra, muchas de las cuales lograron convertirse en asentamientos”4, llegando al punto de establecer espacios de articulación y unidad que levantaron la principal reivindicación y proyecto político del campesinado hasta el día de hoy, la Reforma Agraria Integral.

Con esta unidad de acción las organizaciones campesinas protagonizaron las más grandes movilizaciones que pudieron verse en la década de 1990, y tuvieron una incidencia fundamental en la resolución de la Crisis de Marzo de 1999 durante la destitución del presidente Raúl Cubas Grau. También en 2002, el movimiento campesino fue la fuerza gravitante que logró frenar las privatizaciones y la Ley Antiterrorista, impulsadas ambas por el gobierno de Luis Ángel González Macchi. Probablemente en ese momento la influencia política y social del campesinado organizado había llegado a uno de sus picos más altos.

Tras este periodo de importantes acciones de masa, se ha notado un proceso de fragmentación del movimiento y una agudización de la criminalización hacia las protestas campesinas, en paralelo a la consolidación del modelo de agronegocios (antagónico con la agricultura campesina); aun así, fue un actor clave en el triunfo electoral de la Alianza Patriótica para el Cambio, que llevaría a Fernando Lugo a la presidencia de la república (2008-2012).Caracterizado por su cercanía a las bases y comunidades campesinas.

La segunda década del 2000 abre un escenario complejo y hostil para el movimiento campesino. El avance de las fuerzas conservadoras en el país y en la región, las diferentes formas de persecución a la lucha campesina y una política estatal orientada a favorecer las políticas empresariales del agro lo ubican en una situación distinta a la de los años noventa. Sin embargo su influencia dentro de la coyuntura política sigue siendo relevante, constituyéndose en el actor social con mayor capacidad de movilización en las calles y de confrontación con los gobiernos por sus históricas demandas. Las reflexiones de sus dirigentes dan cuenta de una lectura política profunda de la realidad y rescatan mayormente la necesidad de un nuevo espacio de unidad del movimiento a fin de avanzar en sus objetivos estratégicos, defensa de sus territorios, recuperación de tierras y soberanía alimentaria

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Temas: Movimientos campesinos, Soberanía alimentaria

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