Agroecología, guardiana de la biodiversidad

"Cada día, desaparecen especies animales y vegetales, se pierden variedades de cultivos y se olvidan conocimientos ancestrales que han nutrido a generaciones. Esta erosión de biodiversidad no es solo una tragedia ambiental: es una amenaza directa a nuestra soberanía alimentaria, a nuestra salud, y a nuestra capacidad de resistir crisis ecológicas.mAnte esta crisis global, la agroecología surge como una alternativa viva, concreta y transformadora. No es solo una forma distinta de producir alimentos: es una forma distinta de habitar el mundo".

Donde hay agroecología, hay polinizadores, semillas libres y saberes que resisten.”

Carlos Vicente (1957-2022), fundador de Acción por la Biodiversidad

La biodiversidad: raíz de la vida

La biodiversidad es la base de toda la vida en nuestro planeta. No es solo una lista de especies exóticas en peligro o un lujo de las selvas tropicales. Es el tejido vivo que sostiene los alimentos que comemos, el aire que respiramos, los paisajes que habitamos y los saberes que compartimos.

Pero ese tejido está desgarrándose.

Cada día, desaparecen especies animales y vegetales, se pierden variedades de cultivos y se olvidan conocimientos ancestrales que han nutrido a generaciones. Esta erosión de biodiversidad no es solo una tragedia ambiental: es una amenaza directa a nuestra soberanía alimentaria, a nuestra salud, y a nuestra capacidad de resistir crisis ecológicas.

Ante esta crisis global, la agroecología surge como una alternativa viva, concreta y transformadora. No es solo una forma distinta de producir alimentos: es una forma distinta de habitar el mundo.

Beneficios concretos

¿Qué ofrece la agroecología frente al modelo industrial dominante?

  • Mayor diversidad genética de cultivos y especies silvestres.
  • Protección de polinizadores como las abejas, las mariposas, los pájaros, los murciélagos, y otros; fundamentales para la producción agrícola y los ecosistemas.
  • Resiliencia frente al cambio climático, retención de la erosión de los suelos, plagas y sequías.
  • Reducción de la dependencia de fertilizantes y agrovenenos sintéticos, semillas patentadas, transgénicos y combustibles fósiles.
  • Sistemas más equitativos y sostenibles (FAO, 2018).

La agroecología cuida y promueve la vida en todas sus formas. Nos alimenta sin destruir, y nos recuerda que producir comida no tiene por qué significar contaminar o excluir.

Una propuesta política

La agroecología tiene tanto de técnica como de lucha social. Es ciencia, práctica y movimiento” 

(Rosset & Martínez-Torres, 2012).

La agroecología no es neutral. Es profundamente política, dado que transforma relaciones de poder. Defiende la soberanía alimentaria, es decir, el derecho de los pueblos a decidir cómo alimentarse y cómo producir sus alimentos. Promueve la justicia ecológica, la autonomía de las comunidades rurales, y reconoce el rol central de quienes cultivan con amor y respeto: campesinos, pueblos indígenas, mujeres rurales y juventudes que retornan a la tierra.

Frente a un sistema agroindustrial suicida y homicida que concentra tierras, contamina y desplaza saberes y poblaciones rurales; la agroecología plantea una transformación estructural. No bastan prácticas aisladas; se necesitan políticas públicas que apoyen esta transición, educación que respete los saberes ancestrales y marcos legales que protejan los territorios.

Además, la agroecología impulsa la justicia ecológica y la soberanía alimentaria, defendiendo el derecho de las comunidades a decidir sobre sus formas de producir y comer. Y visibiliza a actores claves: campesinos, pueblos indígenas, mujeres rurales y juventudes que defienden la vida con cada siembra.

Agroecología: una urgencia, no una utopía

En un mundo que destruye biodiversidad para producir alimentos contaminados, la agroecología demuestra que sí es posible alimentar sin matar. Que podemos cuidar la tierra, el agua y las semillas, y vivir con dignidad.

No se trata de competir con otras formas de vida, sino de convivir y compartir con generosidad, como enseña la naturaleza.

La agroecología es, en última instancia, un acto de amor y de memoria. El latido vivo de nuestros pueblos. Al defenderla, como agricultores y consumidores, no solo protegemos la biodiversidad: resguardamos la vida y la dignidad de quienes la cultivan.

No hay tiempo que perder. La agroecología no es una utopía lejana. Es una realidad posible, necesaria y urgente.

Cada día, desaparecen variedades locales de cultivos, organismos polinizadores, hongos del suelo y conocimientos ancestrales sobre cómo convivir con ellos. Esta crisis de biodiversidad afecta directamente nuestra soberanía alimentaria, es decir, nuestra capacidad de decidir qué, cómo y para quién producir (Altieri & Toledo, 2011).

Por medio de la aplicación de la agroecología se favorece el entramado vivo que sostiene los ecosistemas, la alimentación sana, los saberes tradicionales y el equilibrio del planeta. Su pérdida es una amenaza no solo ambiental, sino también social y económica (Díaz et al., 2019).

Agroecología: un cambio de paradigma

La agroecología es mucho más que una agricultura sin insumos sintéticos. Es una propuesta holística que integra ciencia, saber local, espiritualidad y organización comunitaria. Se basa en valores como la diversidad, la reciprocidad, el respeto por los ciclos naturales y el derecho de los pueblos a decidir sobre sus alimentos (Wezel et al., 2009).

La agroecología nace del latido de los pueblos que, desde la tierra, reclaman volver a escuchar el ritmo de la vida. Es en los movimientos de base donde florece la esperanza: allí se rescatan saberes antiguos y se cultivan prácticas que cuidan a las personas y al planeta, más allá del dominio de los intereses corporativos.

Sus raíces se hunden en un enfoque integral que abraza la resiliencia de los ecosistemas y la equidad entre quienes los habitan. La agroecología crítica, a su vez, pone en duda las recetas del poder y siembra la soberanía alimentaria como un acto de dignidad: que cada comunidad pueda decidir cómo alimentarse y cómo sembrar su futuro.

No se trata de volver atrás, sino de avanzar con memoria. La agroecología sueña con un mañana posible, tejido con manos humanas, en armonía con la vida y con la tierra que nos sostiene. La agroecología no busca volver al pasado, sino proyectar un futuro posible; digno, justo y sostenible, en armonía con la vida en todas sus dimensiones (Altieri, 2018).

Frente a modelos contaminantes y extractivistas, basados en monocultivos, transgénicos y alta dependencia de insumos externos, la agroecología propone una transformación profunda del sistema agroalimentario.

Agroecología en acción

En muchas regiones del mundo, desde las montañas andinas hasta las sabanas africanas, la agroecología ya está en marcha. Allí donde los pueblos campesinos, indígenas y afrodescendientes han resistido durante siglos, hoy florecen prácticas que regeneran la biodiversidad:

  • Policultivos: combinaciones como maíz-frijol-calabaza, que se complementan en nutrientes, sombra y protección.
  • Sistemas agroforestales: en los que árboles frutales, maderables, cultivos y animales, conviven en armonía.
  • Control biológico y otros métodos naturales: por ejemplo, con organismos benéficos (insectos, hongos, bacterias, etc.), extractos de plantas y prácticas culturales.
  • Ferias, santuarios e intercambios de semillas criollas: que preservan la diversidad genética y la autonomía de las comunidades, donde se comparten, resguardan y comparten semillas criollas adaptadas localmente.

Estos modelos no solo producen alimentos sanos para millones de personas, sino que, además, entre otros aspectos, restauran los suelos, protegen a los organismos polinizadores, conservan el agua y fortalecen los lazos comunitarios (De Schutter, 2010).

Retos y caminos por recorrer

Claro que no todo es fácil. La agroecología enfrenta muchos desafíos y amenazas: falta de apoyo institucional, tratados de libre comercio que privilegian a las grandes corporaciones, y una educación agraria aún anclada y dependiente del modelo químico-industrial.

Pero también hay señales de esperanza: redes de agricultores, cooperativas de consumo, escuelas campesinas, así como ferias de semillas y políticas locales que ya reconocen la agroecología como el camino a seguir (IPES-Food, 2016).

Cada huerta, cada comunidad organizada, cada semilla intercambiada es un acto de resistencia y de creación.

Agroecología: urgente, posible, necesaria

En un mundo agotado y enfermo con la aplicación de sistemas de producción corporativos agroindustriales angurrientos e intensivos, altamente dependientes del consumo de combustibles fósiles, semillas patentadas e insumos químicos sintéticos (agrovenenos y fertlizantes, principalmente), la agroecología nos enseña que sí se puede cultivar sin causar daño. Que proteger la biodiversidad es, en esencia, proteger la vida misma.

La agroecología no es una utopía romántica. Es una realidad concreta, profundamente política, y urgente.

Todo está relacionado con lo demás”, nos enseña la sabia Naturaleza. Aprender de esas relaciones es el primer paso para cultivar un futuro vivible por medio de la agroecología.

Ponencia presentada en el VIII Congreso de Salud Socioambiental. 10 al 12 de junio 2025. Rosario, Argentina.

Artículo dedicado a la memoria de Andrés Carrasco, Fabián Tomasi, Carlos Vicente, Damián Marino y Claudio Lowy, amigos sinceros, quienes ofrendaron sus vidas a la defensa incansable de la justicia ambiental y los derechos humanos. Su legado perdura como un faro ético que ilumina el camino de las generaciones actuales y futuras.

Referencias bibliográficas:

  • Altieri, M. A., & Toledo, V. M. (2011). The agroecological revolution in Latin America: rescuing nature, ensuring food sovereignty and empowering peasants. Journal of Peasant Studies, 38(3), 587–612.
  • Altieri, M. A. (2018). Agroecology: the science of sustainable agriculture. CRC Press.
  • Díaz, S. et al. (2019). IPBES Global Assessment Report on Biodiversity and Ecosystem Services. Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services.
  • De Schutter, O. (2010). Report submitted by the Special Rapporteur on the right to food. United Nations General Assembly, Human Rights Council.
  • FAO (2018). The 10 Elements of Agroecology: Guiding the Transition to Sustainable Food and Agricultural Systems. Food and Agriculture Organization of the United Nations.
  • IPES-Food (2016). From uniformity to diversity: a paradigm shift from industrial agriculture to diversified agroecological systems.
  • Rosset, P. M., & Martínez-Torres, M. E. (2012). La Vía Campesina and agroecology. La Vía Campesina's Open Book: Celebrating 20 Years of Struggle and Hope.
  • Wezel, A., Bellon, S., Doré, T., Francis, C., Vallod, D., & David, C. (2009). Agroecology as a science, a movement and a practice. Sustainable Agriculture, 2(1), 27–43.

Jaime E. García González es Prof. Catedrático jubilado del Centro de Educación Ambiental (CEA) de la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y la Escuela de Biología de la Universidad de Costa Rica. Miembro de la Asociación Red de Coordinación en Biodiversidad (RCB) y la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (UCCSNAL).

Correo electrónico: biodiversidadcr@gmail.com

Temas: Agroecología, Soberanía alimentaria

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