Aproximaciones al ser comensal como base de la soberanía alimentaria

Idioma Español

Comenzaremos en el intento de introducirnos en el consumo, consumir, consumidor en general, para luego entrar en la idea y la práctica individual y social de los comensales y comensalismo.

Si bien en la Economía de Mercado se entiende por consumo la etapa final del proceso económico mercantilista, especialmente del productivo, definida como el momento en que un bien o servicio produce alguna utilidad al sujeto consumidor, el consumo no implica necesariamente el agotamiento o destrucción física de la mercancía consumida. El consumo tampoco tiene por qué ser sólo un proceso tangible, pues corrientemente se consumen servicios de todo tipo: educacionales, artísticos, personales, etc., como también en el acto o proceso de obtener utilidad de una mercancía o servicio mercantilizado. En un sentido general sirve para indicar el proceso de adquisición y aprovechamiento de bienes y servicios, y asimismo la cantidad que se gasta (por el uso y utilización) de cada uno de ellos.

El Sistema Capitalista depende del consumidor que es cualquier agente económico en tanto consume, es decir que compra cosas, bienes materiales y servicios. En consecuencia, todas las personas, sin excepción, son consumidores, pues es inevitable que utilicen bienes y servicios para satisfacer las necesidades que se presentan a lo largo de toda su vida. El consumidor es el demandante de los bienes finales que se ofrecen en el Mercado y, por lo tanto, quien selecciona entre los mismos cuáles habrá de comprar, y así, también la comida –lo que va a comer- como bien mercantil!

Algunas definiciones de diccionarios y aportes de autores, no para estar determinados, sino para ayudar a precisar conceptos, ideas y quizás principios. Porque, como es de esperar, no hay para nada homogeneidad en todo lo visto, cosa que intenté adicionar y/o tachar palabras para ‘mayor’ claridad para mí y para al resto para discutir.

Siguiendo un pensamiento de Boaventura Dos Santos poco desarrollado en una conferencia, que plantea la despolitización de todos los campos sociales en el Capitalismo. En consecuencia en esta última etapa de su desarrollo global neo-liberal, neo-colonial, su objetivo en sus metas tácticas -bien logradas hasta ahora en su proceso de acumulación y concentración-, es transformar todos los productos y servicios en elementos mercantiles, para que como tales queden dentro de la complejidad del Mercado como objetivo estratégico. Las metas tienen como eje la despolitización de todos los productos de la sociedad y de todas las comunidades que la componen. Por qué hablamos de despolitización?, porque entendemos que toda acción grupal o colectiva de la comunidad en cualquiera de sus campos de acción para su supervivencia y consolidación organizativa, es o son una acción política, justamente porque hace a su organización social, donde son fuerzas constituyentes de poder inherentes a su existencia, en todas y cada una de las sociedades y comunidades.

Si efectivamente es así, el Mercado tiene y debe ser el verdadero Estado y Gobierno de las comunidades y la sociedad toda, cosa que para esto es necesario mercantilizar toda actividad de servicios y productos materiales para ser consumidos por el conjunto de la sociedad. Es decir, que llegan a convertirnos en agentes de consumo o consumidores de productos y servicios mercantiles convertidos así en elementos de consumo volcados en y controlados por el Mercado.

Llegamos aquí a la producción de comida –ya sea por campesinos y productores familiares y productores industriales-, su elaboración, almacenamiento, distribución y venta final al consumidor en los establecimientos cada vez más concentrados en cadenas Transnacionales-TN, y ahora con la invasión a nivel nacional de los más de 3.000 supermercados chinos (cifra de fines 2014) (no hay censo alguno de las decenas de miles de almacenes y despensas de barrio desaparecidas por esta concentración). En todos y cada uno de estos eslabones de ‘la semilla al plato’ está concentrado el manejo y control económico y financiero de los mismos, y a pesar que casi el 70% de la producción de los pequeños productores familiares que llega a nuestra mensalidad, el mayor porcentaje de su producción se inserta en los eslabones de la cadena mencionados.

Es así que la mercantilización de la comida es una despolitización del comensalismo que estaba en manos de los comensales, por lo que en consecuencia había comensalismo en el acto agrícola como hecho político de carácter estratégico para la existencia y conformación de la comunidad organizada y organizándose.

Hasta aquí para poder interpretar que el comer es un acto político, porque el comensalismo es la sustancia que liga o aceita el acto agrícola, que va desde el Cosmos compuesto de elementos materiales y Energía del Sol y las estrellas, llegando a ser semilla, donde se manifiesta el primer paso de este acto agrícola que se realiza o concreta finalmente en la comensalidad. Por ser un acto o hecho político de y para la comunidad, es que planteamos que la Soberanía Alimentaria es una construcción política permanente que no puede estar ausente en ninguna de las propuestas de Liberación como en que ‘Otro mundo sea posible’, ya que si así fuera, hablaríamos de Seguridad Alimentaria donde seríamos consumidores de comida como producto mercantil, y por ende dentro de las normas y reglas del Mercado del Capital.

Como consecuencia somos o seremos consumidores de comida mercantil o comensales de comida no mercantilizada. Por esto no es casual que La Vía Campesina tiene como consigna ‘Fuera la agricultura de la OMC’.

Las líneas que siguen intentan sustentar con enunciaciones las ideas de consumo, consumir, consumidores, para poder esclarecer todo lo anterior y significar que se consumen objetos materiales y servicios mercantilizados, para llegar luego a la comida, como oposición antagónica a que somos comensales de comida producida, elaborada, distribuida, comercializada en y con el marco de construcción política de la Soberanía Alimentaria.

En esta etapa neoliberal del capitalismo, no ha quedado ningún bien natural o producido sin haber sido tocado para ser mutado a insumo o producto mercantil necesariamente, para poder así insertarse y ser parte del Mercado del Capital. Es esencial acordar aquí como acto paradigmático, que la semilla pasó de ser un bien común por ser origen de la producción de comida para todos vivir, mutando a ser un insumo o activo -en términos contables del capital- en sí mismo, y para la producción agrícola mercantil como hecho económico para la obtención de la máxima ganancia en el menor tiempo posible, profundizándose este proceso desde la Revolución Verde y luego con los OGM y la Siembra Directa asociada.

Consumir, viene del latín consumere, tomar entera y conjuntamente, desgastar, consunción como ‘acción de consumirse’, usar algo hasta que se agote o se acabe, gastarlo hasta el final, hasta que se extinga. Compuesta del prefijo com- (con, junto, todo) y el verbo sumere el cual significa tomar. Sumere viene de sub (bajo) y emere (obtener, comprar, ganar). Este verbo se vincula con la raíz indoeuropea *em- (tomar, distribuir); consumere es usar algo hasta que se agota o se acaba, absorber del todo, emplear, gastar (el dinero por ejemplo hasta que se acaba), consumir un plazo de tiempo, o llevar algo a su final.

Es así que con estos sentidos, hasta las primeras décadas del siglo pasado, consumir era una palabra de uso restringido socialmente, hasta mala palabra y/o de mal gusto, porque se refería a usar algo hasta extinguirlo, dado particularmente en las clases empobrecidas, donde incluso una de sus acepciones era para la tuberculosis que era llamada consunción.

Consumo es la acción y efecto de consumir o gastar, gasto en y de aquellas cosas que con su insumo o uso se extinguen, bien sean productos, bienes o servicios, entendiendo por consumir como el hecho de utilizar éstos para satisfacer necesidades de cualquier tipo.

El consumidor, como el individuo o grupo social que demanda en el mercado los productos y servicios que ofrecen otras personas o entidades cualesquiera. Los consumidores en general -en y de los procesos productivos- y finales están en el campo de la lógica del mercado, que es un idea y concepto utilizado naturalmente en la Economía, en la Sociología, la Mercadotecnia o Mercadeo (ésta tiene como objetivo principal llevar al posible cliente o consumidor hasta el límite de la decisión de compra). En consecuencia, más que cubrir las necesidades del ser humano, la Mercadotecnia le ofrece, más o menos compulsivamente, bienes mercantiles y servicios mercantilizados que ‘le hagan sentir bien’, y así, pasa a ser consumidor final, comprador. Así, nos aparece que somos consumidores en la mesa y fuera de ella de comida mercantilizada, desaparecemos como comensales y por ende el comensalismo, como acción o acto final del Acto Agrícola en el campo de la Soberanía Alimentaria.

Es decir, que en el ámbito de los negocios, cuando se habla de consumidor, en realidad se hace referencia a ‘la persona como consumidor’. Como dijimos, el consumidor es la persona o grupo social a la que el Mercadeo dirige sus acciones para orientar e incitar a la compra, por ser el actor económico o social que dispone de los recursos materiales suficientes (dinero) para satisfacer sus necesidades de todo tipo en ese Mercado.

La noción del alimento como mercancía es ya una porción más de nuestra cultura, por ser ‘un objeto’ pasible y necesariamente apropiable únicamente en forma pecuniaria, con la compra con dinero como sostén del lucro. Tan es así, que no hay mercancía si luego no hay compra, y como paso final su consumo, su gasto –de gastar, usar-, como realización del eslabón final de la cadena de la producción, y así la repetición circular ad infinitum del proceso, donde el consumidor juega el papel central por ser el que realiza la concreción del capital en el objeto material a comprar y ser consumido para cerrar el círculo.

Por esto mismo es que en el proceso de mercantilización de la comida en sus sucesivas y continuadas metas –como la desarticulación de mercados y ferias locales de cercanía y la consecuente desaparición de productores de huertas familiares de autoconsumo y distribución directa…, etc.- , con el objetivo estratégico de constituir, de conformar, de establecer, de crear en forma permanente, el consumidor. Y por qué definimos como de carácter estratégico, porque sin la existencia del consumidor, la estructura del sistema capitalista se desarticula y caería como un castillo de naipes. Es decir, la comida tendrá que ser necesariamente la mercancía para ser adquirida en forma pecuniaria en la economía de mercado, por parte del futuro consumidor para ser consumida, y así producir y reproducir el ciclo de la vida humana y el realizar el producto material-comida, y concluir en este último eslabón, produciendo así el ciclo, y reproduciendo permanentemente el ciclo del capital. Por esto la importancia de carácter estratégico lingüística, filosófica, psicológica, cultural, para el capitalismo, de tener incrustado individual, social y globalmente en todos esos campos, la idea y práctica del consumo de todos los bienes, naturales y producidos, hasta de lo que comemos.

En consecuencia el consumidor de comida es el agente económico que sostiene el sistema de producción de comida como eslabón final de este sistema que no produce comida para comer, sino para producir ganancias, ya que la comida es una mercancía, y como toda mercancía, sólo un objeto material de consumo susceptible de apropiación por dinero, pecuniaria, una cosa material que se compra y se vende en el campo de la ley de la oferta y la demanda del Mercado.

Por eso, como parte de ésto, uno de los pensamientos de Wendell Berry (1934) escritor y granjero estadounidense, “La gente es alimentada por la industria de la comida, que no le pone atención a la salud, y es tratada por la industria de la salud, que no le pone atención a la comida”, que se suma a otro que dijo alguien ‘quien tiene dinero, come y vive; quien no lo tiene, se queda inválido o muere’.

Ampliamos, que en términos Contables en la Economía de Mercado, se considera ‘Activo’ a aquellos bienes y derechos que tienen capacidad de generar beneficio pecuniario a futuro. Son los bienes y derechos apreciable en dinero. Es por eso que las mercancías son ‘todo aquello que se puede vender o comprar’ con el objetivo de obtener lucro o ganancia, y por esto están incluidas en el Activo de la entidad económica o empresa mercantil.

Repetimos aquí que con estos elementos se puede entender más lo dicho arriba sobre la semilla, que de ser un bien común, origen y producción de vida, pasó a ser un activo, por ser ahora una mercancía en la Economía de Mercado local y globalizado.

Como en una Economía de Mercado la producción alimentaria se ajusta a la demanda solvente –que tiene capacidad de compra-, alguien dijo que la “ecuación es sencilla: quien tiene dinero, come y vive; quien no lo tiene, se queda inválido o muere”.

El cro. Antropólogo Mario Sánchez Proaño, hace pocos años decía que ‘Lo que no se vuelca al mercado no existe y, la prueba de esa existencia y modalidad de la ocurrencia de los fenómenos la dan las estadísticas que los prolijos Contadores de los mercaderes se encargan de llevar. Esa ratificación de la existencia se da también en aspectos subjetivos, ya que se acepta que lo que figura en el mercado de la imagen tiene un grado de existencia mayor que lo que vemos con nuestros propios ojos’.

‘El mercado sigue reinando, sus huestes no han cambiado, sólo lo han hecho unas ostentosas marionetas que, por artilugio de las nuevas tecnologías de imagen parecen reales, pero las manejan los mismos dioses, regentes y mercaderes, además de toda una corte que por oportunismo, servilismo o estupidez, dan continuidad al principio de que lo que no es mercancía no existe.’

‘Por lo expuesto, los humanos contamos con recursos para conocer mucho más de lo que nos permite nuestra experiencia directa, pero también para encubrir, negar o persuadir para que se distorsione lo que es evidente. Y esta capacidad que reconocemos en ilusionistas o fabuladores individuales, cuya acción tiene un impacto insignificante en las sociedades, se vuelve crítico cuando este manipuleo proviene de los grupos que cuentan con una concentración de poder e instrumentos tal, que pueden incidir en todo un grupo, una sociedad, y hasta en toda la humanidad.’

‘La entronización del mercado como deidad inmanente, obedece obviamente a intereses del capitalismo globalizado, es decir de quienes manejan en este momento los principales hilos de un poder concentrado. Estos núcleos hegemónicos son los que determinan lo que existe y no que no existe, lo que es racional y lo que es absurdo, lo que es viable y lo que no lo es. Y esta arbitrariedad la tienen que justificar con un principio cosmogónico que se lo hace pasar por lógico, epistemológico y teológico, resumible en un solo término: el mercado.’

COMENSALIDAD

Se inicia con una serie de citas y pensamientos de autores conocidos y no, con el intento de alimentar sentido a la práctica social y política de la comensalidad y la persona del comensal como actor final y estratégico de la Soberanía Alimentaria.

La Naturaleza no cambia en un momento dado, pero sin embargo invariablemente cambia con el tiempo la forma de mirarla’. La forma de mirarla, sentirla, vivirla o no como parte de ella, es el resultado de las culturas de cada Pueblo, pero que en el Sistema Capitalista en su desarrollo hasta la fecha, nos determina, nos forma y conforma de acuerdo con sus objetivos tácticos y estratégicos, creándonos las formas ya dichas como cultura y sustento de la Economía de Mercado, base fundamental del Sistema.

Sin importar qué tan urbana sea nuestra vida, nuestros cuerpos viven de la agricultura; nosotros venimos de la Tierra y retornaremos a ella, y es así que existimos en la agricultura, tanto como existimos en nuestra propia carne. De aquí que empieza a tener sentido lo de que la comida es un Acto Agrícola, según Wendell Berry que ’la comida y su comer es un acto agrícola’.

Y así, Eduardo Galeano dice que ‘La gente, hecha de maíz, hace el maíz. La gente, creada de la carne y los colores del maíz, cava una cuna para el maíz y lo cubre de buena tierra y lo limpia de otras hierbas y lo riega y le habla palabras que lo quieren. Y cuando el maíz está crecido, la gente de maíz lo muele sobre la piedra y lo alza y lo aplaude, y lo acuesta al amor del fuego y se lo come, para que en la gente de maíz siga el maíz caminando sin morir sobre la tierra’.

Confucio dice ‘Hemos de comer para vivir, y vivir para comer’, y no, hemos de consumir para vivir y vivir para consumir

Publio Siro de la antigua Roma, ‘Más amigos granjea la mesa que la inteligencia’.

M.Fukuoka, ‘La alimentación y la agricultura son el frente y la espalda de un mismo cuerpo’.

La comida, en el camino de su producción des’de la semilla a la mesa’, su elaboración, su intercambio y comercio, su comer, en el que se va construyendo el tejido del acto agrícola como proceso, en donde su realización se cumple en la comensalidad como acción alrededor de la mesa con la familia, con los amigos, con los camaradas y compañeros –aquél o aquéllos que comparten habitualmente el pan, y si comparten el pan, comparte la vida, la conversación, los desafíos-, en la fiesta con la comunidad, en la celebración del nacimiento y en todos sus aniversarios, en la ceremonia de la despedida…, este camino es la gala –convite, disfrute, goce,- y praxis de la comida.

Tan es así, que la alimentación en la comensalidad es un modo de vida, y por esto es un hecho cultural, que produce cultura, y que por lo tanto construye comunidad, porque es un acto cuya función primordial es el refuerzo de las relaciones en el ámbito social, económico y político, cuya función primordial es estrechar las relaciones de los miembros del grupo o comunidad.

En este sentido, la ingesta de alimentos trasciende su nivel nutritivo para desplegar facetas rituales, simbólicas y sociales, como partes de la complejidad de la comensalidad: ‘quienes comen en la misma mesa’, los que toman ritualmente el pan en común, que –como dijimos- se convierten en compañeros (cum panem), los que comparten habitualmente el pan, y si comparten el pan, comparten la vida, la conversación, los desafíos…, -promoviendo la reposición de fuerzas con alimento-, el esfuerzo de sus vínculos sociales o fundando comunidad (Arnaiz 2001) .

Si entendemos que la comida en común constituye un medio universal para expresar sociabilidad e igualdad, el hecho de comer trasciende su aspecto nutritivo para desplegar connotaciones sociales –con lo económico y político-, ya que la mesa es por excelencia el lugar del convite, y por lo tanto, con carácter ceremonial, con facetas rituales, con significantes, simbólicas (Maffesoli 1990). Asimismo, permite a cada uno de los miembros del grupo y a la sociedad misma expresar sus fuerzas colectivas, compartiendo alimentos y estrechando vínculos. La mayoría de los ritos, como los de comensalidad permiten entre otras cosas, la cohesión grupal, el estrechamiento de los vínculos y alianzas afectivas, refuerzan los lazos parentales y reivindican la identidad colectiva construyendo comunidad.

El espacio donde se realizará el convite se convierte en instrumento simbólico, en el sentido que es capaz de articular los contenidos de la cultura misma en un orden particular (Finol 2006). Los espacios en los ritos de comensalidad generalmente son construidos-constituidos por y para los actores; por el comensal y el proveedor de la alimentación, ya que y porque éstos se apropian de los espacios y los reinventan para dar sentido simbólico al acto de comer. Este espacio puede ser bajo un árbol, una cocina, el comedor, bajo un puente como cualquier grupo sintecho que hemos visto y vemos decenas de veces por los caminos y ciudades.

Entonces podemos entender que el signo, lo significante, no es -al menos en el seno de la vida social- un componente aislado, es más bien necesario que él sea tomado y comprendido en la complejidad como en cualquier sistema, porque es esta característica la condición necesaria de la significancia. Los signos cobran real sentido inserto en un determinado sistema, ya que se impregnan de un valor intransferible. Un ejercicio semiótico que tiene como objetivos: identificar y describir las unidades que forman el sistema, caracterizar su ordenamiento simbólico, reconocer como espacio ritual el espacio comensalístico e interpretar las unidades que lo forman.

No se puede refutar la importancia de los alimentos como vehículo de nutrientes y energía para el óptimo funcionamiento del organismo; sin embargo, los alimentos mercancía despliegan un arsenal de símbolos con diversas significaciones. En este caso en particular, citemos por ejemplo, la comida basura como son las hamburguesas y sus ingredientes (la carne picada, principalmente), funciona como ‘lubricantes’ sociales utilizados por la Mercadotecnia con su comunicación y propaganda, con la meta de llegar a la mente colectiva antes, como paso previo necesario al objetivo estratégico del consumo, que es que entre al estómago ‘vacío’ de los que van a ser precisamente sus consumidores.

Comensal. (Del lat. cum, con, y mensa, mesa). Cada una de las personas que comen en una misma mesa.

No fue sólo el uso del fuego y la invención de la cocina y sus técnicas lo que llevó al hombre a modificar la condición biológica de los alimentos, sino la comensalidad que proveyó la función social de la alimentación como uno de los ejes en la construcción de la comunidad. La importancia de esa función se observa a lo largo del desarrollo de la humanidad y sirvió como un factor crucial para fortalecer las interacciones sociales y la comunicación alrededor de la mesa.

Es momento de describir el significante de solidaridad, solidario, ya que el diccionario de la RAE dice de solidaridad: Adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros. 2. Der. Modo de derecho u obligación in sólidum. El significado corriente y coloquial de su significante no es necesario explicarlo, que no tiene nada que ver con el sentido que queremos tomar de aquí en más. Lo cierto es que solidario es de origen ibérico pre-romano, y tiene que ver directamente con la ligazón devocional, sagrada al jefe o líder acompañando con la vida en su protección, defensa, e incluso acompañarlo también luego de su muerte en batalla, si así fuere. De aquí que soldar, soldado, solidario, de ahí viene, de estar soldado con su líder o jefe. Y de ahí, se transfiere directamente su significancia hacia la comunidad, como elemento indispensable el de estar soldado todos y cada uno para que la comunidad exista y trascienda en el tiempo para hacer historia, que sin él/ella –la solidaridad-, deja de existir. Mars (1997) deja claro que la comensalidad, el acto de comer juntos, es considerada una manifestación simbólica de solidaridad social y de comunidad. Es decir, la comensalidad suelda comunidad, suelda la comunidad consolidándola, fortaleciéndola.

Otra de las manifestaciones en la comensalidad es la cooperación, donde las personas se ayudan unas a otras (que es el único sentido que nos han inculcado que se le da a la solidaridad, la ayuda samaritana hacia los desvalidos, ‘infortunados’, pobres, indigentes), interactúan y construyen relaciones para ser solidarias. Según L.Boff, 2006, esto fue sólo el primer paso, aunque decisivo porque inauguró la característica básica de la especie humana, diferente de otras especies. Y destaca que para que la comensalidad sea completa y verdadera es necesario que las comidas estén ligadas a las siguientes virtudes humanas: hospitalidad, recibimiento y convivencia. El autor considera que la más bella virtud del hombre es la hospitalidad, justificando su idea en el romano Publio Ovidio (43 A.C. - 37 D.C.) quien narra una de las aventuras del Júpiter mitológico, alegoría que cuenta el mito de la hospitalidad mostrándola como camino para compartir experiencias, donde la comensalidad es el acto donde se manifiestan, bajo el techo de la casa y la vida misma. Historia mítica donde la hospitalidad con el recibimiento, el ofrecimiento del techo, mesa y cama como práctica convivencial, es cosa de dioses que diviniza el accionar y a los propios que convidan -los anfitriones.

La palabra hospitalidad deriva del latín hospitalitate y de la palabra latina hospitalitas-ati. La hospitalidad se define como el acto de recibir y hospedar; la calidad del anfitrión; la buena recepción; el tratamiento afable, cortés y amable; y la gentileza (Plentz, 2007).

El agasajo de la hospitalidad. De Turquía, región donde ocurrió el mito de la hospitalidad, que ahí se encuentran los árboles entrelazados, que es el hecho final del mito; y los habitantes más viejos de esa región continúan enseñando a los más jóvenes que quien hospeda a un peregrino hospeda a Dios. (va anexo el Mito de la hospitalidad)

He tomado esta enunciación sobre el mito que creo necesaria y adecuada sobre su importancia en el desarrollo de las culturas de los Pueblos, y que puede ayudar a revelar significaciones de la hospitalidad y su relación con la comensalidad. Eliade (1994) habla del mito y considera son comprendidos como narrativas antiguas que procuran revelar el sentido de las cosas y que para eso poseen tres funciones básicas: 1.-contar: aquello que tiene gran significado para la vida y afecta directamente a los hombres; 2.-explicar: aquello que es significativo y que tiene respuestas para las preguntas del ser humano; y 3.-revelar: los misterios del universo y las dimensiones del ser humano.

A partir del análisis de esta aventura mitológica y mirando el pensamiento de Boff (2005) se desprende que la hospitalidad presenta, como dijimos, las siguientes características fundamentales: convivencia, recibimiento, respeto, tolerancia y generalmente culmina con la comensalidad.

La hospitalidad abre la puerta y recibe. La convivencia permite sentarse juntos a comer -comensalidad- coexistir e intercambiar. Una es tan importante como la otra pues se prolongan y se complementan (Boff, 2006).

Godelier (1999) deja claro que los regalos y la hospitalidad diaria ofrecida a los amigos y vecinos son una representación de la solidaridad, que se transformaría en una reciprocidad equilibrada, condición necesaria para reproducir este comportamiento para soldar la vida social.

La comensalidad es intrínseca al acto de recibir y convivir, e inicialmente es percibida en el ámbito familiar. A partir del momento en que se es elegido y llamado para compartir la mesa, se forma parte del grupo, de esa familia. Acto de amor por excelencia el de ser elegido/da que se da en el proceso del Acto Agrícola, llamado a ser soldado de la mesa, del grupo, de la comunidad. Por eso que la comensalidad es la culminación del proceso del Acto Agrícola. Decimos culminación porque creemos que producimos comida desde la tierra para llegar a ser necesariamente comida –ingerida- en la mesa, comensalizando, como hecho final para dar y producir vida. Es así entonces, que toma sentido pleno lo que decimos ‘de la semilla a la mesa’ construyendo Soberanía Alimentaria.

Esto se puede observar a través de la forma en que los primeros cristianos se organizaban para celebrar la comensalidad eucarística (Boff, 2006), que no es nada más ni nada menos que compartir el pan, ser comensales en y con pan, con comida que viene de la tierra, de la mano del que la produjo.

La comensalidad (o sea el comer y beber juntos) lleva implícita una profunda simbología. Los significados de este hecho final, no sólo alimentan el cuerpo sino también el alma. Para Boff (2005) el proceso de hospitalidad, de convivencia, de respeto y tolerancia no termina sin la presencia de la comensalidad. Esto remite a una mesa donde todos están acomodados en un lugar común no sólo para comer y beber, sino para celebrar y comulgar las interacciones sociales. Alrededor de la mesa los familiares, amigos y huéspedes se sienten parte de la familia y lo que se sirve (alimento o bebida) se convierte en un símbolo de unión y de comunión.

Uno de los ejemplos de la mutación de la mensalidad al consumo en la cultura contemporánea, es lo que modificó el sentido de la comensalidad en función de las jornadas de trabajo y de la productividad. Teniendo en cuenta los costos y ganancias en el no muy largo proceso de transformación de la comida en activos, generó nuevas formas de consumo de alimentos. Es el caso de las redes de ‘comida rápida’ o las bandejitas de ‘comida’ sobre las mesas y escritorios de trabajo, donde la falta de tiempo es el requisito inicial para obtener lucro rompiendo así la comensalidad, mutando los lazos que se crean y recrean entre los trabajadores en el tiempo de comensalización en el comedor de toda empresa de producción o de servicios, incluidas la mayoría de las oficinas públicas.

Boff en el 2006 alerta sobre la migración de las mesas, observando que la comensalidad hace humano al hombre, estaría ligada a la esencia del ser humano, y agrego, donde quizás el acto principal donde se construye comunidad. Ahora bien, si coincidiéramos con la alerta de Boff, podríamos entonces afirmar que si la migración atenta contra la comensalidad, se estaría minando la esencia del ser y la construcción de comunidad.

Por lo tanto, podría decirse que el acto de consumir mercancías alimentarias atenta contra la comensalidad? Este consumidor es cercano o lejano del comensal? Y cuanto más lejano fuere, podría llegar a ser contrario y quizás antagónico del ser comensal?

Pues ‘comer mensalmente’ es comulgar con quienes comen conmigo y yo con ellos. Pero también es nada menos que entrar en comunión con las energías guardadas en los alimentos, con su sabor, su olor, su belleza y su densidad. Energía creada por el Sol en la semilla que el productor campesino ayudó a su reproducción como planta –comida o no por animales domésticos para producir carne, leche, huevos…- procesada, distribuida y puesta en la mesa, terminando en el hecho o acto de la comensalidad, para ser convertida en nueva energía vital en todos y cada uno de los comensales.

Ya sabemos que a medida que los OGM avanzan, desaparecen las pequeñas fincas productoras de alimentos diversos y de calidad. Y sí podemos afirmar que tragar esos alimentos GM es consumir mercancía, y de ninguna manera puede ser comensalidad. Y si cuando nos los tragamos nos pasa como a los ratoncitos de Seralini, ¿por qué no se prohíben? ¿No será que nuestra mesa está gobernada por Monsanto, Basf, Syngenta, Bayer y compañía?

ra.moc.oohay@relos.leirbag - 21 de Octubre de 2015

Temas: Soberanía alimentaria

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