Carta abierta a los delegados a la X Conferencia de las Partes del Convenio Marco sobre Cambio Climático, por Oilwatch

"Quienes están definiendo las políticas climáticas son, en la práctica, las mismas empresas petroleras. Estas juegan simultáneamente a dos partidas: por un lado juegan el juego del mercado de emisiones -ya sea financiando proyectos petroleros o accediendo a estos fondos con propuestas de energías alternativas- y, por otra parte, juegan el juego de aumentar sus reservas de hidrocarburos"

Buenos Aires, 6 al 17 de diciembre del 2004

Señores delegados:

Luego de la suscripción por parte de Rusia del Protocolo de Kyoto, y su entrada en vigencia, el principal tema de la COP 10 estará en torno a las medidas conexas que permitan a los países industrializados cumplir con las metas “sin reducir emisiones”.

¿Cuáles son las medidas en discusión? ¿Qué se negocia en los pasillos? ¿Cuáles son las presiones a las que se someten los gobiernos? ¿Hay algún esfuerzo sincero para reducir las emisiones de CO2? ¿Se convertirán las negociaciones, en meros negocios de cambio climático?

El Protocolo de Kyoto fijó metas mínimas. Las mínimas tolerables para que sobreviva una industria como la petrolera; que no afecten la producción, sino que al contrario sean el enganche para abrir un nuevo negocio: el del mercado de emisiones.

El Comercio de Emisiones, los Mecanismos de Desarrollo Limpio o el Fondo Prototipo de Carbono del Banco Mundial, serán sin duda, temas de negociaciones bilaterales y multilaterales. Estos mecanismos son vistos por los países del Anexo 1 como una oportunidad para evadir sus obligaciones, y por los países del G77 como una oportunidad de canalizar recursos.

Pero cuidado, que con ello no se resuelve la crisis global del cambio climático sino, por el contrario, se traslada la responsabilidad e impactos del sobreconsumo de energía propia de las sociedades industrializadas al Sur del mundo, creando nuevas amenazas para los pueblos: territorios ocupados por plantaciones, tierras hipotecadas, desplazamientos y expropiación, bosques entregados a empresas, áreas protegidas privatizadas.

No hay ningún esfuerzo verdadero por reducir emisiones.

Quienes están definiendo las políticas climáticas son, en la práctica, las mismas empresas petroleras. Estas juegan simultáneamente a dos partidas: por un lado juegan el juego del mercado de emisiones -ya sea financiando proyectos petroleros o accediendo a estos fondos con propuestas de energías alternativas- y, por otra parte, juegan el juego de aumentar sus reservas de hidrocarburos.

Para la primera partida se valen de la crisis ambiental que resulta del cambio climático -provocada por ellas mismas-, y para la segunda, insisten en el control de las reservas de hidrocarburos explotándolas a ritmos cada vez más veloces y ampliando su control para que se privaticen aquellas reservas manejadas por los Estados Nacionales.

A pesar de la exigencia de reducir emisiones, y de la crisis económica que provocan particularmente en los países no industrializados, las multinacionales petroleras presionan a todos los países a aumentar la exportación de crudo y se valen para ello de los acuerdos de libre comercio, de la exigencia de pago de la deuda externa, de las obligaciones impuestas por el Fondo Monetario Internacional, entre otros.

No hay ningún compromiso con el desarrollo sustentable.

En muchos países, debido a las actividades petroleras, se están destruyendo la base de supervivencia a nivel local y nacional, en varios países del mundo. En lugar de fomentarse las energías limpias o las economías no dependientes, se atrapa a los países y se los pone al servicio de las corporaciones transnacionales.

Las empresas han logrado que muchos países, les ofrezcan las mayores garantías en sus sistemas fiscales y llaman a sus países “cinco estrellas” si les da más prebendas que otros. Esto significa que los Estados les dan las condiciones más favorables para incrementar sus ganancias y controlar las reservas, a costa de los intereses del país en los que operan. Cuando los países no cumplen con sus ofrecimientos son descalificados, presionados y asesorados por la Banca Multilateral, para reorientar su política fiscal y también para que tomen otras medidas para ser más competitivos, en definitiva para que ofrezcan mejores condiciones a la inversión.

Países como México son empujados a bajar unilateralmente el precio del crudo para ser más competitivo. En otros países se impone la venta de los activos del Estado a empresas privadas, y en otros la reforma de la legislación nacional.

La manipulación de la información en unos casos y en otros la corrupción promovida por las empresas, han logrado construir una imagen por la cual los países más exigentes en los contratos, resultan ser los más corruptos y las empresas estatales las más ineficientes.

La consigna es borrar en el Sur, toda huella de defensa de los intereses nacionales.

Al mismo tiempo, las empresas petroleras se escudan para colocarse al margen de los mecanismos nacionales de regulación y de protección jurisdiccional de los derechos humanos. Para esto, las empresas exigen que la resolución de todo conflicto legal sea tribunales de arbitraje internacional y no bajo las leyes nacionales.

Cualquier condición de tipo ambiental, laboral, de defensa de los derechos humanos integrales o de carácter tributario existente en un país, puede ser considerada discriminatoria para una empresa y ser sancionada vía mecanismos de solución de controversias a nivel internacional. Se prohíbe la revocatoria de licencias, la confiscación o expropiación de propiedades, el trato preferencial a empresas nacionales, cualquier acción positiva hacia sectores vulnerables o desprotegidos, o aquellas decisiones que protejan la industria nacional. Estas medidas son afianzadas a través de los tratados de libre comercio, especialmente en los Tratados sobre Inversiones.

En el negocio de las petroleras, no hay ningún respeto al medio ambiente, a los derechos humanos ni a la soberanía de los estados.

Por lo señalado, nosotros, que actuamos desde fuera del poder, que defendemos los derechos humanos y ambientales, que condenamos la injusticia y el abuso con el se trata a las comunidades locales y contra nuestros Estados, nos dirigimos a ustedes y proponemos lo siguiente:

A LOS DELEGADOS DE LOS PAÍSES NO INDUSTRIALIZADOS:

- Reconocer, estimular, premiar a los pueblos que resisten a las actividades petroleras y que logran con ello reducciones de CO2 reales, conservan ecosistemas agrícolas o silvestres y mantienen culturas y modelos sustentables de vida.

- Condenar el comercio de emisiones, pues es una nueva forma de colonización de nuestros países ya descapitalizados por parte de las naciones industrializadas y sus empresas.

- Asumir la defensa de la soberanía nacional, condenando los arbitrajes internacionales, las prebendas fiscales a las empresas petroleras privadas y cualquier forma de presión externa ejercida por las empresas.

- Llamar a los Estados a una moratoria a la expansión de la frontera petrolera, como único camino para una disminución de CO2 y frenar el cambio climático.

A LOS DELEGADOS DE LOS PAÍSES DEL ANEXO 1:

- Asumir como países las responsabilidades y obligaciones por la destrucción ambiental local y global, provocada por las actividades de exploración, extracción, transporte y refinación de combustibles fósiles, así como por el consumo de los mismos. Actividades realizadas por sus empresas y financiadas por los bancos de sus países.

- Abstenerse de toda forma de presión o chantaje que imponga medidas que afecten la soberanía nacional, violenten los derechos humanos, provoquen destrucción del medio ambiente o como forma de evasión de responsabilidades y obligaciones internacionales.

OILWATCH

Buenos Aires, diciembre del 2004.

Oilwatch, es una red que representa un grupo de organizaciones de la sociedad civil, de África, Asia y América Latina y que promueve la resistencia a nuevas actividades hidrocarburíferas en los países tropicales.

Comentarios