Disputa territorial de la industria de alimentos y las agriculturas para la vida en América latina

En el presente artículo realizamos un análisis de las consecuencias que está dejando la industria de los alimentos basada en el consumo de agrotóxicos, que pone en jaque la salud de los seres humanos y la naturaleza. Presentamos las agriculturas para la vida como una opción y un camino para afrontar las actuales crisis. Este análisis, lo realizamos desde producción de alimentos como una discusión política que se realiza entre dos territorios, el del capital y el de la resistencia, que genera alimentos envenenados en el primer caso y en el segundo, alimentos saludables.

Introducción

Nuestro análisis parte desde la compresión que las disputas territoriales se dan desde la conflictualidad (Fernandes, 2005; 2008) entre las diferentes visiones de mundo, que si bien diversas, podríamos agruparlas para nuestra compresión en dos, una visión desde el territorio del capital y otra desde la resistencia de las comunidades rurales, son dos territorios opuestos que crean y recrean lógicas de vida distintas incluso dentro de sus mismos territorios.

El territorio del capital, lo caracterizamos como un modelo que mercantiliza la vida, se impuso a través de la violencia, prioriza la dimensión económica por sobre las demás dimensiones (Felicio, 2011), se recrea a partir de crisis y para su éxito debe generar acumulación para unas cuantas personas, es el responsable de las crisis ambiental, económica, alimentaria y cultural que resulta innegable hoy en día (Acosta, 2016).

Este territorio impuso en el siglo XX un modelo agrícola industrializado, que modificó las relaciones entre el ser humano y la tierra las comunidades rurales, que si bien, no era armoniosa hasta ese momento, ya que la relación horizontal entre ser humano y naturaleza estaba rota muchos siglos atrás, pero que sin embargo, las comunidades, particularmente en América latina, continuaban sosteniendo relaciones espirituales y planificación de la vida mediante un entendimiento de los procesos naturales que existen alrededor de nuestras vidas humanas.

El territorio del capital consolidó una lógica de guerra contra la naturaleza, los insectos, las plantas acompañantes o arvenses y microorganismos se convirtieron en enemigos de los seres humanos, pues al mejor estilo del pensamiento moderno, solo el ser humano y mayoritariamente el hombre, es quien tiene el poder, la verdad y el derecho sobre todo lo existente, predominando la muerte y la mercancía. Hablamos aquí, de la imposición del modelo de revolución verde basado en el consumo de fertilizantes derivados del petróleo para producción de alimentos, cambiando las semillas nativas por supuestas semillas mejoradas, la mecanización agrícola para optimizar el trabajo en aras de conseguir el máximo de ganancias económicas, y creó la necesidad de comprar el paquete tecnológico (herbicidas, insecticidas, fungicidas) como única forma de producir alimentos.

Por otro lado, encontramos el territorio de la resistencia, que es el de las comunidades rurales, que se apropian del espacio de vida desde múltiples visiones, con múltiples intenciones (Fernandes, 2005) y para pervivir, emprenden una lucha por la tierra, pero sobre todo por la vida; este territorio, está caracterizado por la diversidad de culturas, de formas de pensamiento y de visiones de mundo, heterogéneo, plural, que interrelaciona las diversas dimensiones de la vida y que intenta recuperar la relación entre el ser humano y la naturaleza; que existe, porque no es armonioso, sino que está en constante conflictualidad, como menciona Fernandes, 2005,

La transformación del espacio en territorio acontece por medio de la conflictualidad, definida por el estado permanente de conflictos en el enfrentamiento entre fuerzas políticas que procuran crear, conquistar y controlar sus territorios. (p.278) (traducción de los autores) y en constante contradicción entre sí mismo, reproduce lógicas del capital, por eso, justamente lo caracterizamos como resistencia, ya que el modelo capitalista es dominante e imperante, a tal punto que logra cooptar y desdibujar las ideas de que otros mundos son posibles, y que para avanzar hay que mirar hacia el norte (Boaventura de Sousa, 2009) y sin embargo, estos subsisten y hoy se afianzan en la construcción material e ideológica de propuestas como el buen vivir, el sumak kawsay, y en resumen “los buenos víveres” (Acosta, 2016 p. 211), las comunidades rurales se desenvuelven entre “la sumisión y la resistencia, tienen una relativa autonomía e independencia al capitalismo” (Felicio, 2011 p. 73) y ello ha permitido pervivir muchas cosmovisiones, tradiciones y visiones del mundo de diferentes pueblos en la América latina.

Las agriculturas para la vida son una muestra de la resistencia y también la conflictualidad existente en la producción de alimentos y la industria agrícola del capital, este artículo tiene como objetivo analizar las disputas territoriales que se dan desde la industria agrícola y las agriculturas para la vida, y sus propuestas en clave de aportar a la alternatividad y la permanente construcción de otras visiones del mundo.

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Autora y autor: 

Lina Marcela Meneses Cabrera

Ingeniera ambiental

Joan Gabriel Perdomo Vásquez

Ingeniero agrónomo 

Contacto: <jperdomovasquez@gmail.com>

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Sistema alimentario mundial, Soberanía alimentaria

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