Dos casos de resistencia a la contaminación tóxica en el Ecuador

Idioma Español
País Ecuador

Oilwatch es una red del Sur que involucra a gente de África, Asia y América Latina en su esfuerzo por posicionar en el debate de la agenda internacional, la civilización petrolera y sus impactos, particularmente en los territorios de donde se lo extrae. En la actualidad, el tema que capta toda la atención es el cambio climático y la necesidad de reducir el consumo de petróleo. Sin embargo, nadie se pregunta qué ocurre con las poblaciones de las zonas de donde se extrae el combustible. Poblaciones enteras asentadas junto a los pozos deben seguir bebiendo y utilizando el agua del río que recibe los desechos de la industria petrolera. La propuesta de la red es construir estrategias conjuntas de resistencia, de monitoreo, de información y, sobre todo, de incidencia, a fin de agudizar y ampliar la crítica a la actividad petrolera.

Por Esperanza Martínez

Incidencia internacional

Para poder hablar sobre una política de incidencia internacional en defensa de los derechos ambientales y humanos de los pueblos del Sur, debemos intentar entender cuál es actualmente la situación geopolítica mundial. Durante muchísimos años el Sur estuvo ausente del debate mundial en todos los ámbitos de la cultura. Por eso, me parece fundamental preguntarnos cómo y en qué queremos incidir en el contexto mundial.

Sin embargo, antes de ello, me parece importante resaltar el rol que las nuevas tecnologías de información han desempeñado en la lucha social de toda índole. Porque, aunque la tecnología no nació para servir a nuestras luchas, muchas veces en ella hemos encontrado una aliada fundamental para potenciar los procesos de resistencia. Así ocurrió en la década de los setenta con la radio popular, después, con el uso de Internet y, más recientemente, con el teléfono celular.

La incidencia de las acciones internacionales puede ser determinante al momento de defender los derechos de los actores sociales. Mucha gente ha salvados sus vidas, sólo por dar a conocer su causa a la opinión pública mundial. La difusión internacional de los procesos de resistencia social en el Sur permite legitimar y posicionar los temas en disputa. Además, esta difusión ejerce una gran presión sobre las empresas responsables, pues una de sus principales preocupaciones radica en mantener una buena imagen pública a nivel mundial.

Quiero compartir dos experiencias de Ecuador y, a partir de ellas, analizar las estrategias y el papel de las campañas; éstas responden a dos casos emblemáticos de luchas de resistencia contra la industria petrolera en Ecuador: el caso Texaco y el caso Occidental.

Texaco

Texaco es una empresa norteamericana que inició en 1964 la explotación petrolera en Ecuador. Salió del país en 1992, luego de operar durante 26 años en nuestro territorio.

A partir de su salida, la empresa petrolera enfrentó una serie de denuncias por parte de la sociedad, a causa de los impactos ambientales y sociales ocasionados (en aquel entonces, había una naciente crítica al modelo extractivista aplicado en la Amazonía ecuatoriana). Por otra parte, el Estado, que había asumido paulatinamente las operaciones, reconoció que éstas funcionaban en malas condiciones.

En 1993, se presentó un juicio en EE.UU. contra Texaco. El litigio duró diez años hasta que el juez determine que, aunque existían causales, no podía sancionar a la empresa, pues los EE.UU. no tenían jurisprudencia para este caso, por lo que el juicio fue devuelto a la justicia ecuatoriana. A pesar de que en un inicio, esta noticia se recibió como una derrota, luego se cambió de opinión, pues resultaba ventajoso llevar el caso en Ecuador, porque aquí se podía ejercer presión con la movilización social para lograr un dictamen condenatorio.

Texaco utilizó diversos recursos de presión, incluyendo las negociaciones de preferencias comerciales y un arbitraje internacional en un tribunal llamado American Arbitration Association, en cuyo cuerpo directivo estaba el Vicepresidente de la empresa.

Para defenderese de este arbitraje, el Estado ecuatoriano inició una acción legal en la Corte de Nueva York, con la que pedia se retire dicho arbitraje que la empresa había iniciado ilegalmente a pesar del rechazo de Ecuador.

Occidental

Occidental es una empresa norteamericana que entró a Ecuador después de Texaco. En el caso de la OXY las denuncias han sido sobre todo económicas, ya que esta empresa -como todas- no pagaba impuestos, perjudicando al Estado. Así, en el reparto de beneficios, la relación era de 20% para el Estado y 80% para la empresa.

Los movimientos sociales asumieron esta campaña en defensa de la soberanía nacional. El Estado hizo eco de éste y declaró la caducidad del contrato de la empresa por incumplimiento del mismo. La OXY había traspasado ilegalmente acciones a otra empresa y había evadido impuestos.

La petrolera acudió a un arbitraje internacional bajo las normas de la Comisión de las Naciones Unidas para el Derecho Mercantil Internacional (UNCITRAL, sigla en inglés). El Tribunal condenó a Ecuador al pago de 75 millones de dólares, que el Estado repudió. Actualmente la empresa ha acudido a otro tribunal de arbitraje, el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI). El Estado ecuatoriano se rehusó a concurrir con el argumento de que la caducidad no exigía un árbitro internacional.

Comparando ambos casos, existen algunos elementos importantes que destacar, a fin de analizar las campañas, las redes y la incidencia.

Las campañas funcionan en un tiempo, en un territorio y con un objetivo

Lo primero es el factor tiempo. El caso de Texaco ha puesto a prueba la capacidad de resistencia de las organizaciones. Ya son catorce años de juicio, resistiendo contra un actor ausente.

Adicionalmente, el factor tiempo complica la prueba en el proceso legal. Además, los pozos petroleros que fueron de Texaco están siendo operados por la empresa estatal petrolera.

Lo segundo es el objetivo. El caso Texaco remite, sobre todo, a temas ambientales y sociales que aún no son considerados prioritarios para los sectores que hacen opinión, fundamentalmente para la prensa. En el caso Occidental, se toparon más bien temas económicos, y con un buen apoyo de la prensa se logró un consenso nacional.

Otro tema es el territorio en donde se implantan las campañas. En el caso Texaco, se intentó mantener la campaña sobre todo con los consumidores y con los accionistas. Hubo una respuesta significativa de EE.UU., pero esto no causó eco en lo local. Aquello era fundamental cuando el proceso se llevaba en los Estados Unidos; pero, cuando el caso pasó a Ecuador, lo que quedó claro es que todo se resolvería dentro del país.

En el caso de la campaña de la Occidental, se logró penetrar en los medios de comunicación y convertirla en un tema nacional, debido al perjuicio ocasionado al Estado. Así se volvió una agenda para todos.

En el caso Texaco, la campaña permitió abrir espacios de entendimiento y sensibilizar a actores técnicos y políticos nacionales e internacionales. Con el tiempo, este caso ha adquirido una gran legitimidad, pero ha sido necesaria una sostenida campaña de información pública para hacer visibles las condiciones de vida, los derrames y las prácticas de la empresa. Los medios alternativos de información, como son los vídeos, las películas y los reportajes, han logrado contrarrestar la publicidad multimillonaria de la empresa.

Sin embargo, ha surgido una nueva corriente para bloquear esa legitimidad, y consiste en acusar a las poblaciones víctimas de la contaminación, de prácticas de abuso, terrorismo, utilización, etc.

En el caso Occidental se pusieron sobre el tapete la importancia de los argumentos técnicos y económicos, y la legitimidad de los argumentos presentados como “técnicos”.

Las redes funcionan compartiendo objetivos y se basan en la confianza entre los miembros

Las redes han sido espacios de circulación de información; el comportamiento de las empresas, las experiencias de otras luchas y los discursos engañosos han logrado clarificarse gracias a estas redes.

Las redes son también espacios de intercambio y de acercamiento de propuestas diversas y de organizaciones. En el caso Texaco y en el caso OXY se procuró un trabajo en redes; sin embargo, es el primero el que puso en funcionamiento a las redes no sólo nacionales sino también internacionales. En el caso Texaco se han logrado cosas fantásticas, como por ejemplo, intercambios de gente de Nigeria con Ecuador, para hablar de las operaciones de esta transnacional. Así también, hace poco llevamos a cabo un encuentro donde estuvieron presentes representantes de los afectados por Texaco de distintos países. Y claro, en el momento de las reuniones, surgen muchos acuerdos y propuestas, pero, termina la reunión y cada uno vuelve a su propia realidad. De momento, hemos logrado actuar en aspectos específicos, como por ejemplo, presentar el escrito Amicus Curie ante la corte, respaldando el proceso legal y afirmando que el mismo problema ocurre en distintos países. Así, hemos difundido información sobre una empresa que tiene pésimos estándares en todo el mundo, lo cual ha contribuido a fortalecer las redes de solidaridad.

En el caso Occidental, se intentaron acciones similares a las de Texaco para trabajar en red, sobre todo con Perú y Colombia, pues el tema económico se impuso. De alguna forma, gracias al trabajo en redes, se pudo desmontar el discurso de la OXY como una empresa renovada y seria que llegaba a Ecuador.

En esta idea de construcción de redes, no está solamente el tema internacional. Es, además, una estrategia utilizada desde antaño por nuestros indígenas, que apunta a construir corredores de hermandad, que funciona para la resistencia y para la solidaridad, y que permite enfrentar las batallas más diversas. Asimismo, esta estrategia apuesta por un modelo descentralizado, siguiendo de alguna manera la propuesta de Jumandí: “el pueblo desunido jamás será vencido”. Estos corredores no son sino conexiones sobre la base de intercambios, que multiplican la incidencia.

Los juicios como herramientas, no como fines de los procesos

Ambos casos llegaron, de una u otra forma, a tribunales legales. Cuando esto sucede es importante observar qué pasa a nivel de las organizaciones, y es necesario, además, tomar en cuenta cuál es la reacción de las empresas y cuál la de los Estados.

Para las comunidades locales y sus organizaciones, los juicios serán fundamentales si son parte de un proceso local de formación, de resistencia, de organización y de articulación con otras organizaciones. Si no lo asumimos de esta forma, todo lo que hagamos será una pérdida de dinero y de energía.

Mientras el caso Texaco se ventilaba en EE.UU., aplicamos una encuesta a las organizaciones de las diferentes zonas de la Amazonía, preguntándoles qué es lo que habían hecho las poblaciones con relación a este caso. Se pudo comprobar que nadie había hecho nada, sino sólo esperar la respuesta del juez.

Cuando el caso volvió a Ecuador, nos vimos obligados a retomar la movilización para que la gente recorriera, hablara y demostrara su lucha, y así poder abrir un proceso paralelo de resistencia al del juicio, sin, por supuesto, descuidar este camino.

En Ecuador, las provincias amazónicas que fueron afectadas han logrado tal capacidad de movilización, que se las conoce como “el cuarto poder”., pues si estos gobiernos seccionales deciden iniciar procesos de movilización, sencillamente se suspende el bombeo de petróleo en el país. Esto ha convertido a la región en una amenaza. Según recientes cálculos, en los últimos gobiernos, la Amazonía ecuatoriana se ha declarado en estado de emergencia, uno de cada tres días durante todo el año. Lo grave en el llamado estado de emergencia es la pérdida de los derechos ciudadanos de la población, la prohibición para realizar movilizaciones o concentraciones, y la represión.

Cuando los casos o procesos llegan a tribunales legales, se obliga a una respuesta en los mismos términos por parte de los Estados y de las empresas, con la diferencia de que las empresas tienen la capacidad casi ilimitada de invertir en los procesos legales.

En el caso Texaco, el Estado apoyó inicialmente a la empresa, ayudándole con el argumento de que se habían resuelto todos los conflictos con un acuerdo. En general, la estrategia frente a procesos legales, suele ser deslegitimar al actor.

Las empresas también responden en términos legales, procurando precisamente evadir la ley nacional y, en este sentido, los tribunales de arbitraje resultan ser el espacio ideal.

Conclusión

La incidencia no es sino la capacidad de influir en decisiones y esto se logra generalmente desde posiciones de fuerza, las cuales están directamente relacionadas con la movilización, con la legitimidad de las acciones locales y con la verdad de los argumentos.

Sin embargo, hay un asunto central que siempre debemos recordar: “volver a pasar por el corazón”. Y es que es a nivel local donde vamos a ganar o vamos a perder las batallas.

El contacto y el intercambio con otros pueblos nos alimenta muchísimo desde el punto de vista político e inclusive espiritual. Escuchar a gente de Angola, Birmania o Nigeria, por ejemplo, y comprobar que sus luchas son tan parecidas a las nuestras, y que están sufriendo los mismos problemas como consecuencia de la actividad de las mismas empresas, nos da un aliento de fortaleza, un aliento de esperanza, una sensación de no sentirnos solos, de no sentirnos abandonados y de sentirnos parte de algo que va más allá de nuestra propia fuerza. Las campañas pueden darnos mucha fuerza e incluso protección. Las alianzas Sur-Sur alimentan mucho las ganas y la confianza de seguir peleando.

Esperanza Martínez es bióloga y miembro fundadora de Acción Ecológica -Ecuador- y de la red internacional Oilwatch.

-Este artículo fue elaborado para el libro, de próxima publicación: “Territorios y Recursos Naturales: el saqueo versus el buen vivir” (ALAI / Broederlijk Delen, Quito, abril 2008).

Fuente: Minga Informativa de Movimientos Sociales

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