El espíritu de Porto Alegre

Individuos y organizaciones a través del mundo entero-en lugares como Chiapas, Vermont, Bangladesh, Inglaterra y Puerto Rico- protestan contra la globalización y todos sus corolarios- medidas neoliberales, privatización de bienes públicos, políticas de libre comercio- a la vez que crean alternativas sustentables, democráticas y creativas. No parten de grandes conceptos filosóficos o problemas globales, sino de lo local y de lo particular. Parten de una diversidad exuberante de experiencias e ideas, no de una sola ideología monolítica. Lo hacen de abajo hacia arriba, construyendo nuevos modelos de democracia en el transcurso de su lucha, no dirigidos por un comité central o junta directiva dictando pautas ideológicas

Estos sectores se presentaron en las calles de Seattle durante la conferencia ministerial de la Organización Mundial de Comcercio (OMC) en 1999, movimientos campesinos, pueblos indígenas, movimientos de pescadores artesanales, sindicatos, comunidades afroamericanas, movimientos contra la construcción de grandes represas, frentes de solidaridad de trabajadoras domésticas, cooperativas de campesinos sin tierra, organizaciones ecologistas, comités de solidaridad, medios de comunicación alternativos, feministas, grupos opuestos a los alimentos transgénicos, y activistas de todos tipos y tallas.

Las decenas de miles de demostradores que acudieron a la ciudad de todas partes del mundo lograron evitar que la conferencia pudiera concluir, dejando así por sentado que "allá afuera", afuera de los lujosos hoteles y centros de convenciones donde las elites se reúnen hay una sociedad civil mundial que quiere voz y voto en las decisiones políticas y de comercio que afectan a toda la humanidad. La violencia excesiva y brutal que empleó la policía de Seattle contra los manifestantes pacíficos no sirvió de nada, sólo logró volcar la opinión pública en favor de quienes protestaban.

Según la ecofeminista india Vandana Shiva "el próximo reto es darle media vuelta a las reglas de la globalización y el libre comercio, y subordinarlas a los altos valores de protección de la Tierra y las vidas de la gente. El reto post-Seattle es cambiar las reglas del comercio global y las políticas nacionales alimentarias y agrícolas. para que la agricultura ecológica, que protege a las pequeñas fincas y la calidad de vida de los agricultores, que produce comida segura, no se margine ni se criminalice. Ha llegado la hora de reclamar la cosecha robada y celebrar el cultivar y dar buenos alimentos como el más alto regalo y el más revolucionario acto."

Quienes observaban las tendencias de los movimientos de protesta sabían muy bien que la parranda de Seattle no surgió de la nada.

* En años anteriores habían tomado lugar en la India demostraciones de más de 500 mil personas en contra de la Ronda de Uruguay del GATT, que llevó a la creación de la OMC.

* En 1993 una campaña multisectorial de activistas en Canadá, Estados Unidos y México casi logró impedir la ratificación del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLC).

* Al comenzar el 1994, surgió sorpresivamente en el estado mexicano de Chiapas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el cual declaró guerra abierta al TLC, el cual describió como una sentencia de muerte a los pueblos indígenas. El EZLN y su portavoz, el enigmático enmascarado Marcos, evitaron los clichés y errores de la izquierda armada tradicional y cautivaron al mundo entero con su creatividad y su uso magistral de los medios de comunicación.

* En 1994 las celebraciones del 50 aniversario del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) fueron deslucidas y casi arruinadas por la campaña contestataria de una coalición internacional llamada 50 Años Son Suficientes.

* Hubo además, movilizaciones masivas contra la Ronda de Uruguay, la OMC, el Grupo de los Siete y otros símbolos de poder político y económico en Nueva Zelandia, Canadá, Filipinas, Inglaterra, Suiza, Malasia y Alemania.

Aquellas elites políticas y empresariales que creían que la protesta de Seattle fue simplemente una moda pasajera o un evento aislado, quedarían totalmente despreparadas y atónitas ante los sucesos que vivirían al año siguiente. No en balde, el incisivo y perspicaz intelectual y autor filipino Walden Bello llamó el 2000, el "año global de protestas contra la globalización".

A principios de febrero acudieron multitudes de toda Europa al pueblo suizo de Davos, donde en esa época del año toma lugar la reunión anual del Foro Económico Mundial. Todos los años, sobre mil líderes mundiales de la política, los negocios, el mundo académico y los medios masivos de comunicaciones se reúnen por varios días en esta tribuna ultraexclusiva, para consolidar el consenso entre las elites, con miras a adelantar la agenda del neoliberalismo y la globalización.

Los organizadores de la reunión del Foro Eeconómico Mundial habían declarado decididamente que no permitirían que Davos se convirtiera en otro Seattle. Pero, excediendo por mucho sus peores temores, se aparecieron en el apacible pueblo suizo miles de manifestantes, que hacían los mismos reclamos que se oyeron en Seattle. La reunión pudo tomar lugar, pero sólo a costa de convertir a Davos en un estado policial. Se comenzaba a hacer obvio a las elites que más nunca podrían volver a reunirse sin encerrarse en bunkers y bajo la protección de miles de policías y militares.

En abril se celebró en Wáshington DC la reunión anual del Banco Mundial y el FMI. Durante los cuatro días de la reunión, la ciudad fue sacudida por treinta mil manifestantes que se enfrentaban a diez mil policías, una situación sin precedente alguno en la historia de la capital del imperio más grande del mundo. Los ejecutivos de ambas instituciones se vieron forzados a salir de sus hoteles y hogares a las cinco de la mañana, para evitar toparse con los demostradores, que a las seis ya estaban en las entradas al edificio, bloqueando el paso y batiéndose contra los policías.

Los organizadores de la protesta procuraron reunirse con los dirigentes del Banco Mundial y el FMI para comunicarles sus agravios, pero le huyeron al debate. Cuando los productores del programa noticioso televisivo Jim Lehrer News Hour entrevistaron a dos representantes del movimiento de protesta, Juliette Beck de la organización Global Exchange y Vandana Shiva, el Banco Mundial y el FMI se negaron a llevar portavoces para realizar un debate.

Al mes siguiente el Banco Asiático de Desarrollo, una institución satélite del Banco Mundial, realizó su reunión anual en el pueblo tailandés de Chiang Mai. Dos mil demostradores se dieron cita en el poblado para comunicarles a los dirigentes del Banco que las acciones de éste no beneficiaban en nada a los pobres, sino todo lo contrario, y les pidieron que se largen y hagan su reunión en otra parte. Según Walden Bello, "Debido a que la mayoría de quienes protestaban eran agricultores tailandeses pobres, las demostraciones de Chiang Mai enseñaron que la base de masas del movimiento anti-globalización iba más allá de juventudes de clase media y el sindicalismo en los países avanzados."

En septiembre el Foro Eeconómico Mundial, apenas recuperándose de su fiasco en febrero en Davos, celebró una reunión regional en Melbourne, Australia. Decenas de miles de manifestantes tomaron las calles de la ciudad durante tres días de confrontaciones con fuerzas policiales, y en varias ocasiones pudieron impedir el paso a las entradas del lujoso casino donde tomaba lugar la actividad. Los participantes de la reunión se vieron forzados a entrar y salir del casino por helicóptero.

En ese mismo mes, unos diez mil manifestantes de toda Europa se congregaron en Praga para protestar contra el Banco Mundial y el FMI, que celebraban una reunión en esa ciudad checa. Según un funcionario del Banco Mundial, los activistas efectivamente se adueñaron de la agenda de la actividad. La intensidad de las protestas y las confrontaciones entre los demostradores y la policía fueron tan intensas que muchos delegados se rehusaron a salir de sus hoteles en los dos días después de comenzada la reunión. En un intento de identificar intereses comunes y llegar a un consenso, el presidente checo Vaclav Havel gestionó un encuentro entre los dirigentes del Banco Mundial y el FMI, y los representantes de las organizaciones de sociedad civil que protestaban en las calles. El encuentro, que tomó lugar en el antiguo Castillo de Praga, fue un desastre para el presidente del Banco, James Wolfensohn, y el director del FMI, Horst Koehler, ya que ninguno de los dos estaba en modo alguno preparado para responder a los planteamientos y reclamos de los activistas con quienes conversaron.

En resumidas cuentas, el año 2000 estuvo repleto de reveses que dieron al traste con el optimismo que tenían las elites y los voceros de la globalización neoliberal en los días pre-Seattle. La caída de la bolsa de NASDAQ, la deceleración de la economía estadounidense, la debacle de Kosovo, el mal de las vacas locas, la inacción de los gobiernos y empresas ante el calentamiento global, las irregularidades en las elecciones presidenciales de Estados Unidos que llevaron a la dudosa "victoria" del candidato George Bush, hijo, y el creciente repudio de los consumidores contra los alimentos transgénicos, hicieron más y más evidente que el libre mercado y los avances tecnológicos no iban a resolver los problemas del mundo.

La credibilidad de las corporaciones también está descendiendo en picada. Según una encuesta realizada en el 2000 por el semanario empresarial norteamericano Business Week, 72% del público estadounidense opina que las empresas tienen demasiado poder sobre demasiados aspectos de la vida del país, y 74% opinó que las corporaciones tienen demasiada influencia política. 95% opinó que las corporaciones le deben algo a sus trabajadores y las comunidades donde operan, y que deberían a veces sacrificar parte de sus ganancias para mejorar las condiciones de los trabajadores y sus comunidades. La misma publicación advirtió en su edición del seis de noviembre del 2000 que "sería un grave error despachar el barullo que se presenció en Seattle, Wáshington y Praga. (las protestas) han ayudado a dar el puntapié que ha iniciado un profundo repensar sobre la globalización."

¿Es inevitable el éxito del proyecto neoliberal? Ni sus propios promotores creen tal cosa. Para dar un ejemplo, en un editorial acerca de las crecientes protestas, el semanario conservador inglés The Economist admitió que la globalización no era inevitable después de todo, y propuso que existen muchos futuros posibles para la economía global. Por otra parte, el influyente intelectual estadounidense C. Fred Bergsten, fiel defensor de la clase dominante de su país, declaró en un discurso ante la influyente y ultraelitista Comisión Trilateral en abril del 2000 que "las fuerzas antiglobalización están en ascendencia".

Algunos intelectuales y teóricos se quejan de que el movimiento está desenfocado y desorganizado, y que carece de visión. En una conferencia de tres días realizada en mayo del 2000 en la Iglesia Riverside de Nueva York para discutir el futuro de la lucha contra la globalización neoliberal, diferentes oradores repitieron a los más de mil activistas presentes variaciones del mismo tema: que hacía falta crear un movimiento unificado y coherente.

Pero según la autora Naomi Klein, quien asistió a la conferencia, los organizadores del evento, a pesar de sus buenas intenciones, están totalmente equivocados. Si lo que quieren decir es que el movimiento carece de una filosofía totalizante- ya sea social democracia, anarquismo social o marxismo- en la que todos sus integrantes estén de acuerdo, pues así es, y por eso deberíamos estar profundamente agradecidos, sostiene Klein en un análisis publicado en el semanario The Nation.

Las fuerzas sociales que se presentaron en Seattle y en las grandes protestas que siguieron, desafían los moldes convencionales de las ciencias sociales y el activismo político tradicional. No tienen un líder carismático, ni comité central, ni partido, ni oficinas centrales. Las diferentes agrupaciones que forman el movimiento están enlazadas mutuamente como los enlaces (links) que vinculan páginas de internet. Mucho se ha comentado de que movilizaciones como las de Seattle no hubieran sido posibles sin internet o correo electrónico. Pero Klein argumenta que la analogía con la internet no es coincidencia, ya que la internet está transformando al movimiento en su propia imagen. Gracias a la red, se pueden coordinar y realizar movilizaciones y protestas masivas con un mínimo de burocracia y jerarquía. Las estructuras y tácticas convencionales de grupos liberales y de izquierda dan paso a una cultura de información, en la que la unidad de intercambio es el mensaje de correo electrónico.

Sean campañas contra alimentos transgénicos, o por la abolición de la deuda externa, o por la erradiecación del trabajo infantil, el nuevo activismo no es de frentes unificados o cuadrillas frontales. Diferentes agrupaciones atacan a su objetivo- ya sea la OMC, el Banco Mundial o Monsanto- desde todas las direcciones. Se favorecen las estructuras temporeras sobre las burocracias nacionales e internacionales. Cuando se reúnen para hacer conferencias o protestas, establecen "centros de convergencia", usualmente en edificios abandonados. Desde estos centros, emiten comunicados, imprimen literatura y establecen comunicaciones por internet. Cuando estos eventos terminan, no dejan rastro alguno, excepto por alguna página de internet conmemorándolo. Esta nueva modalidad de acción social tiene la ventaja adicional de no prestarse con facilidad a la penetración o desestabilización por parte de cuerpos policiales o agencias de inteligencia, o a la dominación por demagogos o líderes ambiciosos sedientos de publicidad, o al control de grupúsculos sectarios.

En enero del 2001, las fuerzas sociales responsables de estas masivas demostraciones de descontento se reunieron en la ciudad brasileña de Porto Alegre, en el estado sureño de Rio Grande do Sul, para pasar de la protesta a la propuesta. Bajo la consigna "otro mundo es posible", miles de activistas de todas partes del mundo fueron a esa ciudad de nombre risueño y esperanzador para confraternizar y compartir ideas y vivencias, con miras a demostrar que el futuro neoliberal, el del control de las grandes corporaciones y de los transgénicos, no es para nada inevitable, y que sí existen alternativas. La actividad, que llevó el nombre de Foro Social Mundial, se presentó como refutación al Foro Económico Mundial, que celebraba su reunión anual en Davos en esa misma semana.

El contraste entre Davos y Porto Alegre puso de manifiesto lo incompatible e irreconciliable de las dos visiones de mundo que cada ciudad representaba en esos días de enero. Davos fue objeto del operativo de seguridad más grande visto en Suiza desde la segunda guerra mundial, para hacerle frente a los manifestantes que acudieron a protestar. La violencia empleada contra ellos fue condenada hasta por la prensa conservadora suiza, que la catalogó como una amenaza a las libertades civiles. Mientras tanto, el propio gobernador de Rio Grande do Sul dio personalmente la bienvenida a los participantes en el Foro Social Mundial. De hecho, el gobierno estatal, que es controlado por el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), dio apoyo financiero a la actividad. En Porto Alegre y Rio Grande do Sul, el PT se dedica a poner en práctica sus ideales de democracia participativa, haciendo realidad el otro mundo que es posible. El presupuesto municipal de Porto Alegre lo decide el pueblo, mediante cientas de organizaciones comunitarias y grupos de trabajadores. Rio Grande do Sul es además territorio libre de cultivos transgénicos por política pública estatal.

Al igual que en Praga unos cuatro meses antes, hubo un intento de forjar un entendimiento entre las partes opuestas. Se realizó una conferencia televisiva entre Davos y Porto Alegre, en la cual líderes de ambos foros intercambiaron puntos de vista. Poco antes de comenzar el debate, Florain Rochat, líder de la delegación suiza en Porto Alegre, dijo consternado a Walden Bello, quien se disponía a ir al aire en unos minutos, "Están arrestando a manifestantes en Davos y en otras partes de Suiza. Están matando la democracia en mi país."

Una vez comenzado el debate televisivo, la audiencia pudo notar el enorme contraste entre ambas delegaciones. Representando a Porto Alegre había mujeres y hombres de diversas etnias, mientras que los representantes de Davos eran todos hombres, y blancos. Bello, quien había participado antes en las actividades del Foro Económico Mundial, comenzó su intervención con una expresión de solidaridad con los manifestantes en Suiza y de repudio contra los arrestos y violencia de la que eran objeto en esos mismos momentos. Acto seguido declaró:

"Yo estuve en Davos el año pasado y créanme, Davos no vale una segunda visita. Yo estoy en Porto Alegre este año, y déjenme decirles que Porto Alegre es el futuro mientras que Davos es el pasado. Vivimos en dos planetas diferentes: Davos, el planeta de los superricos, y Porto Alegre, el planeta de los pobres, los marginados, los preocupados. Aquí en Porto Alegre, estamos discutiendo cómo salvar el planeta. Allá en Davos, la elite global está discutiendo cómo mantener su hegemonía sobre el resto de nosotros."

Se repitió el mismo cuadro que en el encuentro en el Castillo de Praga, pues no hubo terreno común. Desde Davos, George Soros, el multimillonario especulador convertido en filántropo, comentarista y crítico social, habló de la necesidad de controlar y atenuar los efectos negativos de la globalización, pero sus planteamientos no provocaron simpatía alguna por parte de los representantes de Porto Alegre. "¡Señor Soros, usted es un hipócrita!", le gritó Pastor Hebe de Bonafini, portavoz de las Madres de la Plaza de Mayo. "¿De cuántas muertes de niños es usted responsable?"

El año 2001 nos brindó la violencia bárbara desatada contra manifestantes que protestaban contra la reunión del Grupo de los Ocho en Génova; la marcha triunfal de los zapatistas a Ciudad México; masivas protestas en Argentina y Quebec contra el establecimiento de un Area de Libre Comercio de las Américas; la crisis energética de California- causada por la aplicación de medidas de libre comercio al suministro de electricidad-; la arrogancia de Estados Unidos en negarse a respetar el Protocolo de Kyoto sobre el calentamiento global, la Convención contra Armas Biológicas, el Tratado Anti-Misiles Balísticos y la Conferencia de la ONU contra el Racismo; la contaminación del maíz mexicano con variedades transgénicas; y el aparatoso desplome de dos estudiantes estrellas de la escuela del capitalismo: la empresa Enron y la economía argentina. Pero más que nada, recordaremos el 2001 por la tragedia del once de septiembre y sus dos consecuencias principales: la llamada "guerra contra el terrorismo", y la draconiana y totalitaria Ley Patriótica.

En febrero del 2002, activistas del mundo entero volvieron a reunirse en Porto Alegre para un segundo Foro Social Mundial, en el cual reafirmaron su compromiso con un mundo más justo. A pesar de la tenebrosa atmósfera de intolerancia e histeria tras el once de septiembre, los participantes proclamaron sin vacilar ni titubear que su reclamo de justicia tiene más vigencia y urgencia que nunca.

(El FSM) "propone otra globalización que pasa por la solidaridad a partir de abajo, por la mundialización de los derechos humanos, por la socialización de la democracia como valor universal, por el control social de los capitales especulativos. por la creación de instancias de gobernancia mundial, por la universalización del cuidado para con la Tierra, y los ecosistemas y por la valoración de la dimensión espiritual del ser humano y del universo", expresó el teólogo y ecologista brasileño Leonardo Boff, reflexionando sobre el segundo encuentro del Foro Social Mundial. "Ese pueblo de Porto Alegre se hace así el guardián de la humanidad mínima. Afirma la posibilidad real de vivir juntos como humanos y nos muestra cómo debemos pasar de una conciencia de nación y de clase a una conciencia de especie y de planeta Tierra. Solamente ese tipo de globalización construye la Tierra como Casa Común de los humanos y de toda la comunidad de vida."

(Este artículo fue publicado en el ejemplar de primavera 2003 de la revista puertorriqueña Pensamiento Crítico. "Primavera" se refiere al hemisferio norte, que en el hemisferio sur es otoño. ¡Vaya chauvinismo d nosotros que vivimos en la "mitad de arriba" del mundo!)

Fuentes

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