El trueque de semillas en Colombia promueve saberes tradicionales y soberanía alimentaria

Idioma Español
País México
Hombres y mujeres intercambian semillas en Silvia (Cauca). Foto de Giovanna Landazabal.

En Colombia, un país que a causa de las importaciones pierde cada vez más soberanía alimentaria, el trueque de semillas propias ayuda no solo a recuperarla y a conservar saberes ancestrales, sino que también es una forma de resistencia campesina e indígena que contribuye a divulgar la importancia de consumir alimentos producidos localmente por nuestros agricultores.

Mónica Solarte es agrónoma del pueblo indígena Polindara, ubicado en el municipio de Totoro, a 30 kilómetros de Popayán, en el Cauca, al sur de Colombia, un pueblo ancestral que obtuvo su reconocimiento como tal en el año 2014.

Es profesora de bachillerato y hace parte de un proyecto denominado «Sabores y Saberes», del Pueblo Polindara, que incentiva el consumo de alimentos propios como los tubérculos arracacha, batata y el fríjol cacha.

En su pueblo, la agroecológica asegura la disponibilidad de alimentos sanos para el consumo, preserva sus sistemas de producción tradicional y favorece la conservación de la diversidad biológica a través de sus huertas.

En Colombia, un país que a causa de las  importaciones pierde cada vez más soberanía alimentaria, el trueque de semillas propias ayuda no solo a recuperarla y a conservar saberes ancestrales, sino que también es una forma de  resistencia campesina e indígena que contribuye a divulgar la importancia de consumir alimentos producidos localmente por nuestros agricultores.

En su comunidad siembran pequeñas cantidades que también usan para intercambiar, “truequear”, y no para vender. Además de contribuir a la subsistencia comunitaria, “los conocimientos de la semilla que recopilamos son saberes gastronómicos, en etnobotánica y etno-veterinaria, tecnología propia y agricultura,” dice Solarte.

Hay dos tipos de huertas en su comunidad: la huerta casera, ubicada al lado de la casa, donde siembran plantas medicinales, frutales tales como arracacha, batata, cilantro, cultivadas en pequeñas cantidades, para el consumo diario a lo largo del año, y la cementera, una huerta que se cultiva una vez al año, donde hay cultivos combinados de maíz, fríjol; maíz, haba, alverja, papa y y ulluco.

Ella asistió al trueque de semillas organizado en septiembre por la asociación  Jardín Botánico Las Delicias, liderado por el pueblo indígena  Misak en Silvia (Cauca), porque cree en lo necesario que es preservarlas.

«Si el agricultor no consume o no puede vender, la semilla no se siembra y esta se pierde junto con los conocimientos que giran en su entorno,» explica a Global Voices.

Este encuentro fue parte de dos proyectos liderados por el Jardín Botánico las Delicias, el proyecto Guardianes de la Tierra, financiado por Cultural Survival y a punto de terminar, y “A Ciencia Cierta”, un concurso ganado por el Jardín Botánico.

Diferentes especies de papas y maíz, entre otros alimentos son intercambiados en los trueques, que buscan recuperar consumos del pasado. Foto de Giovanna Landazabal, usada con permiso.

Custodiando las semillas

Mónica respondió a la invitación de Giovanna Landazabal, bióloga de la Universidad Nacional, una de las colaboradoras y organizadoras del evento, quien señala que uno de los propósitos de esta clase de encuentros es convocar a organizaciones, guardianes y custodios de semillas para compartir sus experiencias en su defensa y conservación.

Otro objetivo era visibilizar el Jardín Botánico Las Delicias, y su proyecto de economía y gobernabilidad propia, de recuperación de prácticas ancestrales y defensa del territorio; por esta razón, una de las actividades consistió en mostrar y visitar huertos familiares y la colección de la casa de las semillas, donde se conservan diversidad de semillas.

Miembros del pueblo Misak reunidos en torno al intercambio de semillas, con las cuales circula el conocimiento ancestral que pasa de generación en generación. Foto de Giovanna Landazabal, usada con permiso.

“En este encuentro pienso que fue importante la presencia del custodio de semillas, guardián que procura conservar y recuperar semillas propias, de variedades de papa Julio Guauña de la casa de semillas de Puracé (Cauca), quien trajo alrededor de doce variedades de papa, algunas de las cuales está conservando igualmente la guardiana de semillas y Mama Misak Cayetana Almendra (…)”, agrega Landazabal.

El Jardín Botánico pretende, con su casa de semillas, conservar la diversidad de papas, recuperar ullucos, tubérculos y otras especies que en el pasado se consumían y fueron importantes en el territorio.

Clara Sierra, del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación, explica que su ministerio desarrolla el Programa  A Ciencia Cierta Desarrollo Local, que reconoce y apoya experiencias de organizaciones comunitarias en el país.

“El programa privilegia procesos de Apropiación Social del Conocimiento mediante Ciencia, Tecnología e Innovación, como eje modelador de la estrategia; en este orden de ideas, la articulación de saberes locales y ancestrales con conocimiento académico para la generación de nuevo conocimiento en contextos específicos, para cumplir así con su objetivo de fortalecer la gestión comunitaria y su desarrollo local para transformar realidades,” añade Clara.

Clara destaca que la agroecología y la conservación de las semillas contribuye a la soberanía alimentaria de los pueblos y rescata conocimientos ancestrales que garantizan el bienestar de las comunidades.

“El uso de semilla nativa es una condición que las comunidades privilegiarán y en cada caso su uso provee bienestar. El intercambio entre comunidades y las bondades adaptativas señalarán los esfuerzos de las comunidades y la defensa de uso en cada territorio,” enfatiza Sierra.

Fuente: Global Voices

Temas: Biodiversidad, Saberes tradicionales

Comentarios

25/01/2022
Coment, por Jp clavijo
Gran reportaje ellos son los guardianes finales los que sostienen la sufrida colombia