Galápagos y el capitalismo azul

Idioma Español
País Ecuador

El 1 de noviembre 2021, en la conferencia de Cambio Climático COP26 de Glasgow el presidente Guillermo Lasso de Ecuador, anunció la creación de una nueva reserva marina en Galápagos a través de un mecanismo de canje de deuda por conservación. En la COP26 se firmó además un Acuerdo entre Ecuador, Colombia, Panamá y Costa Rica para la conservación y manejo de los ecosistemas comprendidos en el Corredor Marino del Pacífico Este Tropical que tiene 500 mil km2 de extensión. Para viabilizar este Acuerdo se comprometió un fondo inicial de la Corporación Andina de Fomento (CAF), y se procuraría llegar a acuerdos con tenedores de deuda, con la idea de financiar parte del proyecto.

¿Qué significa atar la conservación de las zonas más biodiversas del planeta a mecanismos financieros?

 Galápagos fue declarada por la UNESCO Patrimonio Natural de la Humanidad en 1978 y Reserva de la Biósfera en 1984. La Reserva Marina de Galápagos (RMG) que rodea las islas, fue creada en 1998, y es una de las áreas marinas protegidas más conocidas e importantes en el mundo [1].

La nueva Reserva Marina Galápagos se ubicaría al noroeste de la actual RMG, dentro de la Zona Económica Exclusiva Insular, e incorpora 60 mil km²: 30 mil km² de zona de no actividad pesquera, hacia los límites con Costa Rica, en la cordillera de Los Cocos, y otros 30 mil km² que corresponden a la zona donde se permite la actividad pesquera, excepto la pesca con el sistema de palangre. Así, la RMG alcanzará un total de 193 mil km².

A pesar de la importancia de los océanos en el equilibrio climático mundial y porque alberga el 70% de la biodiversidad planetaria, estos enfrentan un grave deterioro por el colapso de las pesquerías (controlado en un 70% por las grandes flotas), porque se han convertido en el sumidero del mundo, pues 70% de los desechos mundiales van al mar sin ningún tratamiento; por el aumento del CO2 en la atmósfera, que modifica la temperatura de los océanos y los acidifica [2], afectando los arrecifes de coral y otras especies marinas, con el avance de la desertificación del fondo marino [3]. Esto afecta a las comunidades costeras: el 60% de la población mundial vive en los bordes costeros y 22 millones de personas dependen del área costera para su supervivencia.

El deterioro de los océanos es parte de la crisis ecológica, económica, social y climática; de la crisis del modelo de desarrollo capitalista y extractivista, basada en un sistema de endeudamiento especulativo e ilegítimo que vulnera los derechos de los pueblos y de la naturaleza.

El endeudamiento de los países de América Latina y el Caribe ha llegado a más del 79.3% del PIB regional. La deuda externa del Ecuador es de aproximadamente 45 mil millones de dólares (58% del PIB). De ésta 17 mil 800 millones de dólares corresponden a bonos comerciales.

La crisis de la deuda externa es vista como una oportunidad de negocios por los organismos de crédito, las empresas transnacionales y organizaciones [4] internacionales de conservación a través de un nuevo producto financiero: los Bonos Azules.

¿Qué son los bonos azules?

Al igual que los bonos verdes, los bonos azules son instrumentos de deuda emitidos por gobiernos, bancos de desarrollo y otras entidades para mercantilizar los papeles de deuda, recaudar capital entre inversionista y, en este caso, para financiar proyectos marinos y oceánicos de conservación y otras actividades denominadas sostenibles. Este tipo de bonos, se concibieron en Estados Unidos a fines de la década de los años 60, se instrumentalizaron en los años 80 y se incorporaron, por el cabildeo de ese país en los acuerdos de cambio climático como el Protocolo de Kioto en 1997 y, posteriormente, en las negociaciones del Convenio de Diversidad Biológica. Amparados en el discurso de conservación y desarrollo sostenible, los bonos azules pueden incluir todo tipo de grandes inversiones en proyectos asociados a los océanos: desde el control, manejo y conservación de ecosistemas marino-costeros y venta de servicios ambientales, hasta la construcción de puertos, transporte marítimo de mercancías, expansión de energía eólica marina, instalaciones de cadenas turísticas y explotación minera y petrolera. Azulando la economía, estos proyectos pueden causar graves impactos a los ecosistemas marino-costeros, e impiden el acceso de las comunidades costeras a sus fuentes tradicionales de alimento.

En octubre 2018 The Nature Conservancy (TNC) lanzó el primer bono azul del mundo: el Seychelles Sovereign Blue Bond. Seychelles es un país insular con 115 islas en el Océano Indico. El TNC ofreció un canje de “deuda por naturaleza marina”. Con el Fondo para el Medio Ambiente del Banco Mundial y otros inversionistas, el TNC compró 22 millones de dólares de la deuda externa de Seychelles. “El dinero ‘ahorrado’ se destina a un fondo fiduciario que paga la conservación de las áreas marinas protegidas y la promoción de la pesca y otros sectores de la economía azul de la nación” [5].

El análisis del acuerdo de Seychelles hecho por la Red del Tercer Mundo y de la Universidad de British Columbia [6] muestra que “TNC ha llegado a tener un papel importante en la planificación e implementación de un plan espacial marino para toda la zona económica exclusiva del país”; y añade que “existe un riesgo real de que este tipo de acuerdos empujen a los países a renunciar a la soberanía sobre sus recursos naturales debido al imperativo de reducir sus deudas” [7]. Lo ocurrido con Seychelles es una alerta para nuestro país.

La propuesta de conversión de deuda por conservación para la ampliación de la Reserva Marina Galápagos provino de la asociación Más Galápagos, pero la iniciativa viene de Ocean Finance Company (OFC), que sostiene iniciativas semejantes en otros países, y de Robert Weary, ex consultor en TNC con la intervención de grupos de organizaciones ambientalistas internacionales [8].

Según la propuesta, el mecanismo financiero para Galápagos operaría de la siguiente forma: 1100 millones de dólares de la deuda comercial se convertirían en bonos azules que servirían para atraer a inversionistas [9]. OFC, buscaría financiamiento de la banca privada o multilateral para obtener un crédito de 800 millones de dólares para comprar bonos de deuda con el 30% de descuento en el mercado secundario. OFC canjearía con el Ecuador los 1100 millones de dólares de bonos de deuda externa por Bonos Azules, que serían usados para pagar el préstamo recibido de 800 millones de dólares y entregaría 300 millones de diferencia a un Fondo Internacional Galápagos. Este Fondo Internacional proporcionaría los intereses y amortización al Fondo Fiduciario Ecuatoriano, a cargo del Ministerio de Ambiente y otras organizaciones nacionales e internacionales [10]. El fondo generaría unos 14 millones de dólares anuales que serían utilizados para la conservación de la RMG, esta cantidad es irrisoria frente a un mecanismo tan complejo y con graves consecuencias para el país, mientras el Ecuador seguiría pagando el capital y los intereses de la totalidad de estos bonos, revalorizados a precio nominal.

Ya que los Bonos Azules pueden incluir extractivismo petrolero o minero marino, [11] y que en el Ecuador estas actividades podrían realizarse por excepción en las áreas protegidas, nadie garantizará que en el futuro o se explote el fondo de Galápagos [12]. Tampoco hay que descartar que la RMG puede usarse para “compensar” pérdidas de biodiversidad o emisiones de carbono de los mayores contaminadores del planeta. Sobre todo, porque en las declaraciones del presidente prima más el afán económico-mediático que el conservacionista [13].

Este canje por conservación no soluciona el problema de la deuda del país, ni garantiza la protección de los océanos. Lo que se busca con este movimiento financiero de conversión de deuda a bonos azules, es por un lado, favorecer a los acreedores y, por otro, incorporar los océanos en los mercados financieros como fuente de nuevos negocios. Son herramientas del capitalismo azul y constituyen falsas soluciones a los graves problemas ambientales como la pérdida de biodiversidad y los devastadores impactos del cambio climático.

Estamos de acuerdo en la importancia de la protección de las islas y la Reserva Marina, para lo cual el Ecuador debería recibir la aportación directa de los Estados y organismos internacionales de Naciones Unidas, por ser Galápagos Patrimonio Natural de la Humanidad. Rechazamos el mecanismo de canje de deuda por conservación, que significa incorporar a Galápagos a la injerencia de intereses geopolíticos, corporativos y de la banca internacional que impulsan el capitalismo azul.

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Notas:

[1] Según la Fundación Charles Darwin, esta reserva posee al menos 3 mil 500 especies descritas, de las cuales un 20% son endémicas https://www.darwinfoundation.org/es/

[2] El océano absorbe el 30% del CO2 atmosférico; cuando ese carbono se disuelve en el agua, forma ácido carbónico.

[3] J.C. Cárdenas, Saqueo del Mar: la última frontera. Importancia de los ecosistemas marino-costeros. Ecocéanos-IEETM 2013.

[4] Están interesados en los bonos azules entre otros el BM, BID, CAF, Banco Nórdico de Inversiones, Corporación Financiera Internacional para el Desarrollo (DFC) de Estados Unidos, Banco Asiático de Desarrollo, Banco Holandés de Desarrollo, Morgan Stanley; transnacionales como Mowi y Grieg Seafood, y organizaciones de conservación como TNC y WWF.

[5] https://dialogochino.net/es/clima-y-energia-es/27402-las-finanzas-azules-pueden-salvar-los-oceanos/

[6] TWN (2020). https://twn.my/title2/books/Beyond%20the%20Gap/BeyondTheGap%20complete%20report.pdf

[7] Los autores muestran que “la totalidad de la ZEE de Seychelles ha sido inscrita como activo en la reestructuración macroeconómica; se ha asegurado una mano más fuerte para las lógicas neoliberales, las instituciones y los acuerdos de propiedad en su gobernanza”.

[8] OFC es una firma de negocios que tiene como objetivo expandir las fronteras de la industria marítima garantizando la “sostenibilidad ambiental” https://gk.city/2021/11/01/nueva-reserva-marina-

[9] Para hacer atractiva las inversiones, la DFC “otorgará un seguro de inversión a los bonos azules de Ecuador” para obtener una garantía con la misma calidad que los bonos del Tesoro de Estados Unidos y garantizar el pago https://www.bloomberglinea.com/2022/01/14/mas-reserva-marina-en-galapagos-el-icono-mundial-de-la-conservacion/

[10] Idem.

[11] Foro de Economía Azul, Bangkok 2017.

[12] Ubicación potencial de los recursos minerales en zonas de posible extensión de la plataforma continental ecuatoriana. Sánchez. et.al. https://journal.espe.edu.ec/ojs/index.php/cienciaytecnologia/article/view/754Junio 2018. Y https://www.afese.com/img/revistas/revista53/fondomarino.pdf

[13] https://ecuadortoday.media/2021/11/22/opinion-galapagos-mas-ruido-que-nueces-un-canje-deuda-naturaleza-nada-novedoso/#_ftn2

Fuente: Revista Biodiversidad, sustento y culturas #111

Temas: Crisis climática, Economía verde

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