Genes con resistencia a sequías en Argentina. Boletín N° 467 de la RALLT

Idioma Español
País América

"El “rey de la soja” argentino, como se conoce a Gustavo Grobocopatel avanza en el negocio de las semillas. La empresa que integra como accionista acaba de obtener la aprobación argentina para su desarrollo de semillas tolerantes a sequía." Boletín N° 467 de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos.

LAS SEMILLAS PARA LA “SEQUÍA” (HAHB4)

 

Andrés Cararsco

 

"En la actualidad y sin semillas probadas en campo y su real perfomance respecto de humedad, salinidad, plagas existentes, los cálculos de regalías de 75 millones de dólares para el CONICET y el incremento de renta agraria de10.000 millones de dólares, publicados en los medios cercanos al gobierno, parecen por lo menos temerarios a juzgar por los datos y antecedentes disponibles."

 

En su discurso la presidenta, por lo menos, ocultó datos acerca del gene de la "sequía" (HAHB4). Este gene un factor de transcripción que sostiene la activación del acido jasmonico asociado a diversos metabolismos al estrés abiótico (agua y sales) y biótico (otros organismos) fue aislado del girasol hace 10 años por la Dra. Raquel Chan en la UNL observando que las plantas experimentales transgénicas (Arabidopsis thaliana) resistían mejor a la falta de agua y el incremento de la concentración salina de cloruro de sodio publicado en el 2002. Fue en el 2004, no ahora, que fue patentado por la UNL, Bioceres (Grobocopatel) y el CONICET. Versiones preocupantes señalan que esa patente genero un conflicto en la propiedad de la patente que nunca vio a luz pública pero que si obligo al CONICET durante el periodo del anterior presidente el Dr. Charreau a revisar y rediscutir las presentaciones de las patentes.

 

En el 2008 descubrieron que la sobre-expresión de esta proteína reguladora tambien "ahuyentaba" a insectos, hecho que motivo alguna publicacion sobre el posible impacto en el uso de insecticidas. La aparición de un socio yanqui, Arcadia, junto a Bioceres (ambos tienen la explotación por 20 años) para desarrollar semillas hace presumir que las mismas no están listas para ser plantadas mas bien hay que desarrollarlas y probarlas a campo probablemente con colaboración extranjera. O sea que aunque como “se hizo sin Monsanto”, estamos de pie y listos para competir con la empresa en el mercado global de semillas. El sueño de Argentina Potencia esta cada vez mas cerca. Como el del tren bala.

 

Pero en la actualidad y sin semillas probadas en campo y su real perfomance respecto de humedad, salinidad, plagas existentes, los cálculos de regalías de 75 millones de dólares para el CONICET y el incremento de renta agraria de10.000 millones de dólares, publicados en los medios cercanos al gobierno, parecen por lo menos temerarios a juzgar por los datos y antecedentes disponibles.

 

Mas bien parece una de medida armada para un anuncio político generado en la frustrante gestión mercantilista del ministro del área. Información que la presidenta pudo y debió haber confirmado en el desarrollo histórico de un proceso de 10 años de investigación científica.

 

Esto sin considerar que ya existen numerosas variedades naturales de semillas de maíz y trigo adaptadas a distintas condiciones de campo que fueron desarrolladas durante cientos de años en procesos de adaptación en los lugares naturales por combinación de germoplasma. Y que una vez desarrolladas estaban listas para ser usadas con seguridad.

 

No es cierto “que se hayan ahorrado miles de años de evolución”. Eso es desconocer la evolución e identificar un procedimiento experimental traumático como la transgénesis, con proceso de adaptación gradual, donde el proceso mismo integra el medio ambiente al comportamiento de los cambios del genoma. En fin, relatos que se construyen sobre la lógica de la ciencia que buscan legitimar las nuevas e inseguras tecnologías.

 

Si estas reflexiones son ciertas, flaco favor se le hace a la ciencia, aunque sea insoportablemente reduccionista y positivista, para su percepción social.

 

Ya no se trata de identificar verdad con utilidad sino deformar la realidad de acuerdo a la conveniencia y oportunidad dentro de un relato falaz e inconsistente. Este es un ejemplo claro de cómo se manipula el sentido del conocimiento científico al servicio del mercado y los agronegocios.

 

Andres Carrasco Lab. Molecular Embryology School of Medicine UBA - CONICET ARGENTINA ra.abu.demf@ocsarraca - moc.liamg@sarracqr - http://andresecarrasco.blogspot.com/

 

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GROBOCOPATEL YA TIENE PATENTE PARA PRODUCIR SEMILLAS DE SOJA TOLERANTE A LA SEQUÍA

 

EL DESARROLLO ES DE LA UNIVERSIDAD DEL LITORAL Y EL CONICET

 

22-02-12

 

La empresa Bioceres, que integra el ‘rey de la soja’ argentino, obtuvo la aprobación del Gobierno. El desarrollo también se puede aplicar a girasol, trigo y maíz

 

JULIETA CAMANDONE Buenos Aires

 

El “rey de la soja” argentino, como se conoce a Gustavo Grobocopatel –uno de los mayores empresarios nacionales y líder del grupo Los Grobo– avanza en el negocio de las semillas. La empresa que integra como accionista acaba de obtener la aprobación argentina para su desarrollo de semillas tolerantes a sequía.

 

De esta forma, una investigación iniciada en un claustro de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en Rosario, espera llegar pronto al canal comercial, veinte años después.

 

En 2004, entró en escena la empresa Bioceres, que selló con la UNL y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) una alianza público-privada. Las instituciones licenciaron la patente a la empresa, que ya obtuvo aprobación en Estados Unidos, México, India, China y ahora también, en Argentina.

 

El grupo Los Grobo es una de las mayores empresas de producción de granos en la región, con más de 260.000 hectáreas productivas en la Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay.

 

En Brasil, es fuerte en el negocio de venta de insumos –como semillas, fertilizantes y agroquímicos– y en la región crece en los rubros del acopio y la comercialización de granos.

 

Hacia adelante, completa la cadena con molinos que producen harina de trigo y una fábrica de pastas de exportación que se inaugurará en la Argentina el mes que viene.

 

Hacia atrás, participa de Bioceres, empresa de creación de tecnología para la agricultura. Bioceres nació hace nueve años como la primera compañía de inversión en biotecnología del país y hasta hoy, aumentó su cantidad de accionistas de 23 socios fundadores –entre ellos, Gustavo Grobocopatel– a 205 accionistas.

 

Junto a la UNL y el Conicet, ya obtuvo tres patentes de invención en Estados Unidos.

 

La aprobación de la tecnología para lograr la tolerancia a sequía llevó siete años en la Argentina, dos más que en el resto de los países, según indicó la investigadora del Conicet, Raquel Chan. Se trata de una tecnología que les permite a las semillas atravesar de manera más exitosa períodos de falta de agua y exceso de salinidad que suceden en años como este.

 

En concreto, las pruebas piloto que hicieron la UNL, el Conicet y Bioceres dan cuenta de rendimientos entre 10% y 30% mayores a los de las semillas que no contienen el gen, en iguales condiciones climáticas, según explicó el gerente General de Bioceres, Federico Trucco, a la agencia Télam.

 

Para lograrlo, los investigadores “separaron” un gen del girasol y lo introdujeron en otra planta (transgénesis). El resultado fue una planta con una estructura genética diferente y la capacidad de tolerar algunas de las amenazas más fuertes para los cultivos.

 

Según explicó Trucco, “una investigación de esta naturaleza requiere para cada cultivo una inversión aproximada global de u$s 20 millones”. Los costos fueron cubiertos por los socios y fondos del Estado.

 

Fuente: Ver aquí

 

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PARAGUAY DESARROLLA SEMILLA MODIFICADA DE SOJA CON AYUDA DE EEUU

 

Associated Press – 15 de marzo 2012

 

ASUNCION (AP) — Paraguay puso a la venta las primeras semillas de soja genéticamente modificada en sus propios laboratorios con la cooperación de Estados Unidos que ofrecerán una mayor resistencia a los ataques de la enfermedad conocida como roya.

 

"Estas semillas solucionarán una parte del problema de un productor al disminuir la cantidad de fumigaciones", dijo a The Associated Press Rubén Sanabria, presidente de la patronal Coordinadora Agrícola de Paraguay en el departamento del Alto Paraná, 340 kilómetros al este de Asunción, donde se encuentran las mayores plantaciones de la oleaginosa.

 

Agregó que "son dos variedades: una CM 255RR que aguantará mejor la sequía y otra CM 422 que tolerará mejor el ataque de la roya".

 

Aclaró que las modificaciones "fueron realizadas en los laboratorios del Instituto de Tecnología Agropecuaria con la ayuda de técnicos del ministerio de Agricultura de los Estados Unidos".

 

Explicó que Paraguay "es un país con un clima muy peculiar: tiene elevada humedad, mucha lluvia en verano y sequías cíclicas muy prolongadas".

 

Paraguay cosechó el año pasado 8 millones de toneladas de soja sobre una superficie de siembra de 2,6 millones de hectáreas, manteniendo su posición de tercer productor en América del Sur detrás de Brasil y Argentina.

 

En la producción mundial ocupa el sexto puesto detrás de Estados Unidos, Brasil, Argentina, China e India, según un informe de la Cámara Paraguaya Exportadora de Cereales y Oleaginosas.

 

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Notas de la industria

 

SELLARON UN JOINT-VENTURE PARA CREAR UNA NUEVA EMPRESA

 

Bioceres y la estadounidense Arcadia producirán semillas de soja tolerantes a la sequía

 

29-02-12

 

Se venderá a partir de 2015 bajo la marca Verdeca y rendirá hasta un 20% más. El desarrollo partió de una investigación del Conicet y de la Universidad del Litoral

 

En la planta de Bioceres de Rosario ya se realizaron ensayos con la nueva semilla de soja que resiste a la sequía

 

JULIETA CAMANDONE Buenos Aires

 

La empresa argentina de biotecnología Bioceres, con sede en Rosario, formó un “joint-venture” con la estadounidense Arcadia para producir semillas de soja tolerantes a la sequía. La semilla, bajo la marca Verdeca, se comercializará desde 2015.

 

La nueva empresa será compartida por ambos jugadores en partes iguales, y la inversión conjunta para el desarrollo de la semilla será de u$s 20 millones, que aumentaría a u$s 40 millones si el proyecto lo requiere, informaron las compañías.

 

Hace una semana, Bioceres, el Conicet y la Universidad Nacional del Litoral (UNL) anunciaron la obtención de la patente local por la tecnología que permite a estas semillas rendir entre 15% y 20% más en condiciones de escasez de agua como la que se sufrió en esta campaña.

 

El desarrollo, al que Bioceres se sumó en 2004, es obra de los investigadores del Conicet y la UNL, liderados por Raquel Chan, quien protagonizó ayer el anuncio del acuerdo desde Tecnópolis, en diálogo con la Presidenta, Cristina Fernández.

 

El descubrimiento, que estará disponible para otros cultivos (como trigo y maíz) que Bioceres no desarrollará con Arcadia, ya está patentado en Estados Unidos, México, India y China. Arcadia, por su parte, sumará en una segunda etapa otro beneficio a la semilla: una mayor eficiencia en la incorporación de nutrientes, para comercializar desde 2017.

 

Se trata de la primera operación de Arcadia en la Argentina, y también su incorporación al negocio mundial de semillas de soja. El presidente y CEO de la empresa, Eric Rey, estuvo en Buenos Aires para presentar la alianza, y reconoció que tras más de dos años de búsqueda eligieron a Bioceres, por la alta participación de agricultores en la empresa .

 

Ambas compañías confirmaron que hoy no existe en el mercado competencia directa con el producto que lanzarán en tres años, y que aspiran a capturar entre 25% y 40% de la participación del mercado de semillas de soja del continente americano por el beneficio del aumento del rendimiento, según explicó Rey a El Cronista.

 

Bioceres fue fundada en 2001 por 23 productores agropecuarios y hoy tiene más de 230 accionistas, mayoritariamente empresarios del agro. Ninguno de los socios tiene más del 4% de las acciones. Entre sus fundadores se encuentra el empresario Gustavo Grobocopatel y hoy también participa el Grupo Insud, de Hugo Sigman. Para formar la empresa, los socios iniciales invirtieron u$s 600 cada uno. El último título de la empresa se vendió, 10 años después, en u$s 60.000. Hoy, la división de semillas de Bioceres factura unos u$s 6,5 millones anuales.

 

Por su parte, Arcadia se dedica a generar tecnología y licencia sus descubrimientos a semilleras. Pero esta sociedad con Bioceres es la primera operación en la que participará en el negocio de la venta del producto final.

 

De las poco más de 30 millones de hectáreas cultivadas en la Argentina, más de la mitad (18,8 millones) corresponde a soja.

 

Aun así, sólo el 35% del total de la soja cultivada paga algún tipo de reconocimiento por patente.

 

Ayer, la Presidenta informó que la nueva semilla representará regalías para sus dueños (Bioceres, Conicet y UNL) por unos u$s 75 millones, dato que no pudo ser confirmado por los empresarios y técnicos.

 

La cuestión de la propiedad intelectual no está saldada pero se está avanzando. De hecho, la mayor semillera mundial, Monsanto, planea volver a vender semillas de soja en el país en 2014 después de haberse retirado de ese mercado en 2006 por la cuestión de las patentes y enfocado a otros productos como el maíz.

 

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ARGENTINA:

 

LA LEY DE PROTECCIÓN DEL BOSQUE NATIVO, FRENADA POR PRESIONES DE EMPRESARIOS SOJEROS, FORESTALES Y GANADEROS

 

La deforestación ya es uno de los principales problemas en Argentina, admiten incluso los más conservadores, y parece acelerarse cada vez más. Las consecuencias sociales, económicas, climáticas y hasta estratégicas, son de una dimensión considerable. El tema ha llegado hasta el Congreso, donde una ley de protección de bosques nativos, después de tener media sanción, permanece increíblemente frenada por fuertes intereses de caudillos provinciales.

 

Desde comienzos del siglo XX la Argentina perdió dos tercios de la superficie de su bosque nativo. En los últimos años, la deforestación superó las 200.000 hectáreas anuales, siendo la región chaqueña la de mayor reducción de cobertura forestal.

 

La aceleración alarmante de este proceso, se debe a dos grandes temas: la especulación inmobiliaria y la visión cortoplacista de actores del sector agrícola, por lo que hoy el desmonte constituye el más grave problema ambiental, social y económico del país. Para peor, la pérdida de bosques nativos ha demostrado ser irrecuperable, cuando se ha tratado de revertir situaciones parecidas.

 

Estos bosques son también el territorio de miles de pequeñas comunidades campesinas, pueblos originarios y criollos, que dependen de ellos cotidianamente. Para las comunidades que viven en y de los bosques, éstos constituyen su casa y su fuente de subsistencia. La tasa actual de desmonte significa su expulsión hacia la pobreza suburbana.

 

Los efectos también se hacen sentir en el clima: desde mitad del año pasado, las provincias más afectadas por esta práctica -las norteñas Salta, Jujuy, Chaco y Formosa- han tenido lluvias que al no poder ser absorbidas, han causado las peores y más largas inundaciones de que se tenga registro. Pero en la vecina Santiago del Estero jamás se vieron sequías tan alarmantes. El Estado ha tenido que movilizar millones de dólares en recursos y al propio Ejército, para tratar de paliar dos desastres simultáneos, pero con la misma causa.

 

Esta situación que afecta todo el espectro económico y social, no parece importarle a las grandes empresas que -topadora al frente- barren con los bosques nativos para lograr territorio despejado donde se pueda sacar “oro verde” (soja), la producción más rentable y de mayor exportación en Argentina.

 

BOSQUES BIEN PROTEGIDOS (EN LOS CAJONES DEL CONGRESO)

 

Ante la extrema gravedad que tomó esta situación, algunos diputados como el reconocido Miguel Bonasso, han impulsado una Ley de Protección de los Bosques Nativos. La norma establece “una moratoria a los desmontes por cinco años o hasta tanto cada provincia desarrolle un ordenamiento territorial en sus bosques nativos, para que el territorio sea utilizado de manera racional, compatibilizando las necesidades sociales, económicas y ambientales”.

 

LAS ZONAS MÁS AFECTADAS

 

*Se desmontan por año 250 mil hectáreas de monte nativo, principalmente en el Chaco Seco, donde se produce el 70 por ciento de la deforestación anual por la expansión de la soja transgénica y la ganadería.

 

*El Chaco Húmedo y la selva pedemontana de las Yungas forman parte de las áreas amenazadas.

 

*La Selva Misionera alberga la más alta biodiversidad del país, pero sólo queda un 7 por ciento de la superficie original, y la mayor parte se encuentra en Argentina, ya que en Paraguay y Brasil ha sido prácticamente destruida.

 

A la destrucción del bosque para conversión en tierra de cultivo se le suma el reemplazo de selvas por forestaciones implantadas, para uso industrial.

 

La Ley de Bosques Nativos fue impulsada por organizaciones ambientalistas y cuenta con el apoyo de numerosas organizaciones campesinas e indígenas, como la Federación Agraria Argentina, el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) y la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas en Argentina (ONPIA). Esta ley reglamenta, por primera vez, un uso racional del suelo, un tema esencial en la historia argentina. El ordenamiento ambiental que propone la legislación es un instrumento de política nacional fundamental, “cuyo objeto es regular el uso del suelo y las actividades productivas, con el fin de lograr la protección del medio ambiente, a partir del uso sustentable de los bosques nativos, tras una evaluación de las unidades presentes en cada provincia”.

 

La norma establece diez criterios ecológicos y categorías de conservación que apuntan a planificar las actividades forestales, agrícolas y ganaderas, evitando la fragmentación y degradación del bosque nativo, y establece como prioritarios cuidar a los bosques que actualmente ocupan y utilizan comunidades indígenas y campesinas.

 

En su Informe Geo de 2004 el gobierno nacional ya consideró que “la Argentina se encuentra en estado de Emergencia Forestal, y si se mantiene la meta de llegar a los 100 millones de toneladas de producción de granos, tendría que extenderse la frontera agropecuaria entre 12 y 15 millones de hectáreas, con lo que, en los próximos años estaríamos convirtiendo a la actividad agropecuaria el 50 por ciento de los actuales bosques nativos”.

 

Un Estado que reconoce que se encuentra en emergencia forestal, seguramente actuará como se hace en las emergencias, rápido, pero al carro de bomberos alguien le pinchó las llantas en el Congreso. Paradójicamente, los diputados que lograron frenar hasta ahora la Ley de Protección del Bosque Nativo -una ley que parecía casi unánimemente aprobada- provienen de las provincias donde la situación es más crítica.

 

El lobby de los legisladores chaqueños, formoseños, santiagueños, misioneros y salteños, es -como mínimo- escandaloso. Para muestra vale un botón: cuando el proyecto ya estaba aprobado en general, el gobernador de la provincia de Misiones, Carlos Rovira, llamó a impulsar cambios para introducir “licencias para desmontar”, que seguramente equivaldrán a “excepciones”. Recordemos que es el mismo gobernador que llamó a las controvertidas empresas de pasta de celulosa a instalarse en su provincia. Está claro que en Misiones las excepciones son a la regla.

 

INUNDACIONES

 

De los bosques nativos se obtiene una serie de bienes y servicios indispensables para la super-vivencia humana: alimentos vegetales y animales, maderas y medicamentos; pero, por sobre todo juegan un papel fundamental en la regulación climática, el mantenimiento de las fuentes y caudales de agua y la conservación de los suelos. Por ello, las selvas y demás bosques sean, posiblemente, el patrimonio natural más importante, pero también el más amenazado y depredado.

 

Cuando había montes, además, había otro clima. Todo era más equilibrado, sin tanta lluvia furiosa que inunda y destruye -en el semestre húmedo-, y sin tanta sequía que deja los pozos “sin agua buena” para beber. Es casi obvio, pero cuando había montes no ocurrían catástrofes con cerca de 30 muertos, como la inundación del río Salado en la ciudad de Santa Fe, o las de Jujuy y Salta.

 

Cuando las lluvias arrecian no es igual que esté el monte o que haya tierra arrasada. El 80 por ciento del agua que cae del cielo es retenida por el monte por el llamado “efecto esponja”. En cambio, las superficies cultivadas sólo retienen un 20 por ciento, y ocurre lo peor: el agua corre buscando la depresión del terreno en caudales extraordinarios, desborda los cauces de los ríos y termina ahogando gente en las ciudades.

 

LA QUIMERA DEL “ORO VERDE”

 

La expansión de la frontera agrícola está haciendo estragos en todo el país con consecuencias irreversibles a futuro. La enorme rentabilidad que tiene el sector es uno de los principales motores que promueven el avance sobre los bosques nativos, encontrando a la soja como “vedette estelar”. Cada vez se cultiva más, en zonas donde antes no se hacía, y para preparar el terreno es necesario el desmonte, o sea, arrasar con todo. Detrás de la topadora llegan el modelo agro exportador y los monocultivos como la soja, el “oro verde” que ha logrado acaparar casi todo el campo cultivable del país. Su fabuloso rendimiento, con un mercado en alza y con China que demanda más y más, es una tentación irresistible para los inversionistas.

 

Esta “fiebre” se extendió muy rápido, en tan sólo cinco años. Tan rápido que no se pudo legislar sobre estos cultivos -en un 99 por ciento transgénicos- que acapararon los campos del “granero del mundo”, destruyendo así los ciclos de rotación de la tierra y cualquier política estratégica que se pudiera hacer desde el Estado, para evitar el peligro económico de depender de un monocultivo. Pero hoy los mercados le sonríen a la soja y todo indica que lo harán por varios años más. Entonces: ¿será esta la política oficial? ¿Un “laissez faire”* al más puro estilo neo liberal pero en el campo? ¿Una política sin políticas?

 

No es un dato menor que, luego de la debacle económica y social de diciembre de 2001, los elevadísimos precios internacionales de estos cultivos inyectaron capital fresco al mercado argentino. Ese dinero le dejó al Estado regalías nunca antes generadas por otra actividad económica, tanto que hoy el Banco Central tiene las mayores reservas de su historia, a pesar de haber dilapidado fondos para pagar deudas externas, reconocidas internacionalmente como espurias.

 

Los capitales fueron esparcidos en forma de ayuda social y emprendimientos gigantescos de construcción, que bajaron las tasas de desocupación rápidamente y evitaron un desenlace de estallido y caos social que parecía inevitable.

 

Rápidamente, los empresarios sojeros fueron los nuevos ricos, quienes no sabían si invertir en enormes torres, coches importados “a medida” traídos desde Japón o Estados Unidos, o simplemente especular.

 

Es obvio que el gobierno ve con buenos ojos la ampliación de este negocio para que, por efecto dominó, otras áreas como la construcción absorban mano de obra de los sectores más marginados.

 

Pero se ha llegado ya a una encrucijada y el Estado tampoco es ajeno a esta realidad: no se puede empujar más la frontera agrícola sin provocar daños irreversibles. Es hora de pensar en el largo plazo, que cada vez es más y más corto, y definir, por una vez en la historia argentina, quizás en el momento más crucial, un uso racional del suelo, una política estratégica para el sector agrario y una protección total de sus bosques y selvas.

 

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MULTIMEDIA

 

Mira este video de Telesur sobre la prohibición en Francia del maíz MON810. Aquí

 

Fuente: Boletín N° 467 de la RALLT

Temas: Transgénicos

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