Informe sobre la Desigualdad Global 2026
El Informe sobre la Desigualdad Mundial 2026 (WIR 2026) es la tercera edición de esta emblemática serie, tras las ediciones de 2018 y 2022. Estos informes se basan en el trabajo de más de 200 académicos de todo el mundo, afiliados al Laboratorio Mundial sobre la Desigualdad y que contribuyen a la mayor base de datos sobre la evolución histórica de la desigualdad mundial. Este esfuerzo colectivo representa una contribución significativa a los debates mundiales sobre la desigualdad.
El equipo ha ayudado a remodelar la forma en que los responsables políticos, los académicos y los ciudadanos comprenden la magnitud y las causas de la desigualdad, destacando el separatismo de los ricos del mundo y la urgente necesidad de una justicia fiscal en la cima de la pirámide. Sus conclusiones han servido de base para los debates nacionales e internacionales sobre la reforma fiscal, la fiscalidad del patrimonio y la redistribución en foros que van desde los parlamentos nacionales hasta el G20.
Sobre esa base, WIR 2026 amplía el horizonte. Explora nuevas dimensiones de la desigualdad que definen el siglo XXI: el clima y la riqueza, las disparidades de género, el acceso desigual al capital humano, las asimetrías del sistema financiero mundial y las divisiones territoriales que están rediseñando la política democrática. En conjunto, estos temas revelan que la desigualdad actual no se limita a los ingresos o la riqueza, sino que afecta a todos los ámbitos de la vida económica y social.
La desigualdad global en el acceso al capital humano sigue siendo enorme en la actualidad, probablemente una brecha mucho mayor de lo que la mayoría de la gente imagina. El gasto medio en educación por niño en el África Sub-Sahariana se situó en torno a los 200 euros (paridad de poder adquisitivo, PPA), frente a los 7400 euros de Europa y los 9000 euros de América del Norte y Oceanía: una diferencia de más de 1 a 40, es decir, aproximadamente tres veces mayor que la diferencia en el PIB per cápita. Estas disparidades determinan las oportunidades vitales de varias generaciones, afianzando una geografía de oportunidades que exacerba y perpetúa las jerarquías de riqueza mundiales.
El informe también muestra que las contribuciones al cambio climático están lejos de distribuirse de manera uniforme. Si bien el debate público a menudo se centra en las emisiones asociadas al consumo, nuevos estudios han revelado cómo la propiedad del capital desempeña un papel fundamental en la desigualdad de las emisiones. El 10% de las personas más ricas del mundo son representa el 77% de las emisiones globales asociadas a la propiedad del capital privado1, lo que pone de relieve que la crisis climática es inseparable de la concentración de la riqueza. Para abordarla es necesario reajustar de forma específica las estructuras financieras y de inversión que alimentan tanto las emisiones como la desigualdad.
La desigualdad de género también se ve muy diferente si tenemos en cuenta el trabajo invisible y no remunerado, que realizan de manera desproporcionada las mujeres. Cuando se incluye el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, la brecha se amplía considerablemente. En promedio, las mujeres ganan solo el 32% de lo que ganan los hombres por hora trabajada, tanto en actividades remuneradas como no remuneradas; frente al 61% cuando no se tiene en cuenta el trabajo doméstico no remunerado. Estos hallazgos revelan no solo una discriminación persistente, sino también profundas ineficiencias en la forma en que las sociedades valoran y distribuyen el trabajo.
A nivel internacional, WIR 2026 documenta cómo el sistema financiero mundial refuerza la desigualdad. Las economías ricas siguen beneficiándose de un «privilegio exorbitante»: cada año, alrededor del 1% del PIB mundial (aproximadamente tres veces más que la ayuda al desarrollo) fluye de los países más pobres a los más ricos a través de transferencias netas de ingresos extranjeros asociadas con rendimientos excesivos persistentes y pagos de intereses más bajos sobre las deudas de los países ricos. Revertir esta dinámica es fundamental para cualquier estrategia creíble de equidad mundial.
Por último, el informe destaca el aumento de las divisiones territoriales dentro de los países. En muchas democracias avanzadas, las diferencias en las afiliaciones políticas entre los grandes centros metropolitanos y las ciudades más pequeñas han alcanzado niveles nunca vistos en un siglo. El acceso desigual a los servicios públicos, las oportunidades de empleo y la exposición a las crisis comerciales ha fracturado la cohesión social y debilitado las coaliciones necesarias para la reforma redistributiva.
Además de una gran cantidad de datos novedosos, el WIR 2026 proporciona un marco para comprender cómo se entrecruzan las desigualdades económicas, medioambientales y políticas. Hace un llamamiento a una cooperación global renovada para abordar estas divisiones desde su raíz: mediante una fiscalidad progresiva, la inversión en capacidades humanas, la responsabilidad climática vinculada a la propiedad del capital privado y unas instituciones políticas inclusivas capaces de reconstruir la confianza y la solidaridad.
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