La falsa solución de los biocombustibles
Ante la implementación de la Directiva de Energías Renovables (DER III) de la UE, que plantea objetivos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del sector de transporte y proteger el medio ambiente, Ecologistas en Acción publica un informe que muestra la trampa de pretender descarbonizar el sector de transporte con biocombustibles.

Los biocombustibles han sido promovidos en la UE como una solución clave para reducir las emisiones del sector del transporte, especialmente para aquel de difícil electrificación como el transporte aéreo y marítimo. Sin embargo, varios estudios [ 1] han demostrado que los biocombustibles procedentes de cultivos pueden generar más emisiones de las que pretenden reducir, teniendo en cuenta aquellas derivadas de los cambios de uso de la tierra y la ampliación de la frontera agrícola, contribuyendo a la pérdida de biodiversidad.
En 2010 la Directiva de Energías Renovables de la UE comenzó la promoción de los biocombustibles de cultivos como la palma y la soja. Se calcula que en una década las políticas europeas sobre biocombustibles contribuyeron notablemente a la deforestación global, potencialmente arrasando un área total de bosques del tamaño de los Países Bajos. En 2018 la UE acordó eliminar gradualmente el aceite de palma, como materia prima para producir biocombustibles, para 2030 y comenzó a promover alternativas basadas en residuos, como el aceite de cocina usado (UCO), las grasas animales, pero también productos derivados de la palma y otros residuos. Son los denominados biocombustibles avanzados (aquellos que provienen de residuos orgánicos y no de cultivos). Sin embargo, la sostenibilidad de estos también ha sido cuestionada.
En 2023, los países europeos consumieron cerca de siete millones de toneladas de aceite de cocina usado (UCO) para biocombustibles, la gran mayoría fue utilizado en mezclas de biodiésel con diésel convencional destinado a coches y camiones. Esta cifra es casi ocho veces superior a las estimaciones de volúmenes recolectados ese mismo año y cuatro veces mayor que el potencial máximo de recogida del continente, con una demanda que crece mucho más rápido que la oferta local.
Europa quema 130.000 barriles de aceite de cocina usado (UCO) al día como combustible para el transporte, 8 veces más de lo que recoge, y Estados Unidos consume 40.000 barriles al día. Para llenar el vacío de suministro, ambos importan cada vez más UCO de China, así como de Indonesia y Malasia. A medida que las compañías aéreas empiezan a demandar biocombustibles de aceite de cocina usado para la aviación, la demanda está superando lo que se puede recoger de forma sostenible.

La demanda de UCO supera considerablemente la oferta potencial.
En el caso de los residuos derivados de la palma, uno de los biocombustibles considerados avanzados más utilizados es el POME (efluentes de molino de aceite de palma, por sus siglas en inglés). Los datos analizados en un reciente informe de T&E indican que se están declarando más residuos de aceite de palma de los que realmente es posible generar, lo que sugiere una alta probabilidad de fraude.
Actualmente, la aviación, el transporte terrestre y el transporte marítimo compiten por el mismo recurso limitado: los biocombustibles basados en aceites usados y cultivos oleaginosos. Esta competencia sectorial plantea serias dudas sobre la sostenibilidad de esta estrategia y su impacto real en la crisis climática.
- Para descargar el informe completo (PDF), haga clic en el siguiente enlace:
Fuente: Ecologistas en Acción