La mirada imperial puesta en Galápagos

"La pretensión militar de los Estados Unidos en Galápagos, que no es nueva, se incorpora nuevamente a una arquitectura de seguridad y gobernanza extrañas a la soberanía ecuatoriana".

Durante mucho tiempo se creyó que las tortugas no podían escuchar.

Las tortugas de las Islas Galápagos, al igual que otras tortugas, no tienen orejas externas, pero sí tienen una capacidad auditiva muy fina, su oído interno les permite percibir las vibraciones del suelo y el agua, detectar cambios en el ambiente o la presencia de depredadores. Tienen además un olfato y una vista muy desarrollados. La tortuga, quizás porque no puede hablar, es un ser acurrucado, autoprotegido y de mirada triste, que pareciera que sufre una condena del tiempo.

Las tortugas dieron nombre a las islas pues la palabra “galápago” es española y significa “tortuga”. Llegaron nadando o en balsas naturales, 965 kilómetros de distancia del continente, hace entre 2 y 3 millones de años. Otra hipótesis dice que quizás llegaron en barcos de piratas, que las había escogido como refugio, y balleneros, que abundaban hace más de 100 años, porque el mar alrededor de las islas es zona de reproducción de los cachalotes. Geológicamente hablando las Islas Galápagos son bastante jóvenes, nacieron de las erupciones volcánicas del fondo del mar, probablemente hace no más de cinco millones de años, que es poco en tiempos geológicos si se compara con los Andes que tienen entre 200 y 100 millones de años. De hecho, se dice que la forma actual de los Andes es de apenas 20 millones de años.

La idea de islas deshabitadas, que fue parte de la leyenda de Galápagos, no es exacta, fue colonizada por animales y plantas hace miles de años, que han sido desde los habitantes de las Galápagos. Muchas zonas consideradas deshabitadas contienen millares de habitantes de otras especies no humanas que las habitan. Todas las plantas y animales que ahora son nativos de las islas debieron haber llegado mediante alguna forma de dispersión a larga distancia y son muy especiales. Por ejemplo, existen muchas especies nativas de reptiles, pero ninguna de anfibios; abundan las especies de aves terrestres y marinas, pero muy pocos mamíferos.

En cuanto a las plantas, las que tienen flores y semillas grandes están ausentes, mientras que abundan las hierbas y los helechos y las plantas con semillas emplumadas como el diente de león de amplia distribución en Galápagos. De todas formas, también hubo presencia humana desde hace mucho tiempo. Hay indicios en antiguos códices que muestran incursiones humanas, inclusive en épocas precolombinas. Más tarde hubo colonias o intentos de colonias en Floreana, San Cristóbal y la colonia penal en Isabela. Además, se asentaron muchos personajes que ya son leyenda y que llegaron a las islas en diferentes momentos de la historia. Galápagos es un lugar único que los humanos tenemos grabado en la retina, aun cuando muchos no la conozcan directamente. Las tortugas han sido testigos de los cambios en las islas por la presencia de piratas, balleneros, cazadores de pieles, pescadores, científicos, colonos, turistas y militares. Ahora, nuevamente, se anuncia la llegada de los ruidosos y depredadores militares que construyeron en 1941 la primera base militar en Las Galápagos: “La Roca”; ese fue el nombre que se dio a Baltra. Allí se montaron estaciones de radar, “nidos de ametralladora”, barracas, tanques de combustible, aeropuerto. “Un gigantesco portaviones imposible de hundir, convirtiéndose en la mayor instalación militar y aeronaval del Pacífico sudeste”.

Después del cierre de la base, Baltra quedó como un campo árido con unos pocos arbustos, cactus de tuna y árboles de palo santo. Se extinguieron las iguanas y otras especies, por la destrucción de esas tierras frágiles y por la introducción de cabras, perros, gatos y otras especies invasoras. Ahora nuevamente se ha entregado potestad a Washington para ingresar a la Reserva Marina de Galápagos con buques militares y bases e infraestructura y operaciones por aire y por mar.

De eso trata este libro. Ramiro Ávila inicia este libro con la premisa de la prohibición constitucional y el papel del Consejo de Gobierno del Régimen Especial de la Provincia de Galápagos que deberán dar su visto bueno  (o su rechazo).

En su artículo Ana María Varea describe en cómo llegaron algunos de los emblemáticos seres que dibujan nuestros recuerdos o nuestras imágenes de Galápagos, construidas desde nuestra niñez. Los pingüinos, del sur del continente y los lobos marinos, de California. O los cormoranes de Galápagos que debido a que encontraba abundante comida cerca, sus alas se acortaron en tamaño, pues no requerían volar, pero en cambio aprendieron a bucear para alimentarse de peces de la zona costera, pulpos, calamares y anguilas.

Alberto Acosta relata la historia de las islas siempre al vilo de negociaciones y de pretensiones de potencias imperiales, especialmente de los Estados Unidos, que han encontrado en ellas un atractivo geopolítico, aprovechándose incluso de deudas odiosas que mantuvieron constante el deseo de control y apropiación de las islas.

Anne Theisen explica cómo opera el canje de deuda por conservación, aplicado sobre Galápagos. En su artículo aborda cómo se han comprometido activos públicos y recursos estratégicos en una arriesgada especulación privada en donde Galápagos actúa como garantía, con un modelo en donde la deuda es recomprada con descuento por operadores privados con ánimo de lucro.

La pretensión militar de los Estados Unidos en Galápagos, que no es nueva, se incorpora nuevamente a una arquitectura de seguridad y gobernanza extrañas a la soberanía ecuatoriana. Luis Córdova-Alarcón en su artículo, junta las piezas de un rompecabezas reciente y eficiente en la estrategia geoespacial de los Estados Unidos, que involucra al puerto espacial de Talara en Perú y a las Islas Galápagos. Una descripción y análisis de los impactos que se han provocado en otras islas tropicales donde Estados Unidos tiene o ha tenido bases militares, es abordado por Elizabeth Bravo.

Las bases militares acumulan desechos tóxicos, provocan ruido, irrumpen de manera muy violenta en la fauna nativa, que en este caso es extremadamente pacífica. En este libro Pablo Ospina nos la imagen de los humanos que habitan en las islas. En donde la imagen construida por los naturalistas del norte sobre Galápagos como uno de esos sitios sin presencia humana, contrarresta con una sociedad rural, antes afincada en el interior de las islas que se transformó en una sociedad urbana, asentada en los puertos, y que está cada vez más dedicada a actividades de servicios, sobre todo del turismo.

Con la amenaza inminente de una base militar y con las tendencias de manipulación de la vida de las nuevas tecnologías, Elizabeth Bravo introduce como parte de los impactos la potencial experimentación de tecnologías riesgosas como las genéticas, experimentos para los que los lugares ideales son islas pequeñas, donde el mar actúa como una barrera natural. Tan es así que ya se habla de manipulación genética genéticos para control de plagas.

Este libro da elementos para pre-ocuparse por lo que está en riesgo con una base militar, además de la soberanía. Lo global con controles de rutas comerciales y lo local con presencias de militares con  carta de impunidad en lugares restringidos a los habitantes nacionales. Las estrategias de seguridad sacrificando las de la conservación. El control de lo macro de la vida, con controles geoespaciales y lo micro con experimentaciones genéticas que podrían afectar la evolución misma de muchas especies.

Galápagos no es solo la cuarta región del Ecuador. Es parte de nuestra identidad y es parte de lo que es y cómo es conocido el Ecuador en el Mundo. Nada hizo tan famosas a las Islas Galápagos como los escritos de Charles Darwin y las teorías de la evolución de las especies. Las Islas Galápagos se convirtieron en un referente para los temas de ciencia y la conservación. La visita de Charles Darwin en 1835, cambió la relación de las islas Galápagos con el mundo y la convirtió en un relato más cercano al encanto y a la ciencia. En 1959 hubo giro de timón que consolidó este cambio, el cierre de la colonia penal y la creación de la Parque Nacional y Reserva Galápagos.

Ecuador es reconocido en el mundo por las Galápagos y también por el Yasuní, dos áreas protegidas que maravillan por ser únicas en el mundo. Darwin sin duda jugó un papel muy importante para este grado de visibilidad, aunque hayan surgido críticas a sus postulados sobre cómo opera esa evolución. Sus postulados sobre el origen de las especies, con su libro cuyo nombre largo es “Del Origen de las Especies por medio de la Selección Natural, o la Conservación de las Razas Favorecidas en la Lucha por la Vida” (1859) acogieron conceptos como la “lucha por la vida”, la “supervivencia del más apto” y el concepto de la competencia como motor de cambio. Muchos de estos conceptos eran parte de una sociedad victoriana de la Inglaterra del siglo XIX caracterizada por una estructura de clases rígida, propia de la Revolución Industrial y por la expansión del Imperio Británico. Para quienes conocen Galápagos es difícil pensar que la fuerza del cambio fueran las “razas favorecidas” o que “sobrevivían solo los  más aptos”.

La convivencia, territorialidad, simbiosis, interacciones, son las fuerzas motoras de la naturaleza; los animales, las plantas, las piedras, el mar, básicamente conviven, se adaptan e interactúan. Si bien hay rituales de competencia por territorialidad o dominancia sexual, la Naturaleza tiene millares de muestras de cooperación e interdependencia que ilustran mejor la vida y la evolución. Entre las ciencias sociales y las de la Naturaleza hubo mucho de uso de términos importados para significados distintos. Por ejemplo, las colonias en biología, son la unión permanente y estrecha entre organismos de la misma especie que colaboran funcionalmente, en la que los individuos están unidos físicamente. En la historia es un territorio dominado y explotado por una metrópoli (país extranjero) que impone su gobierno y cultura, generando una sociedad estratificada y desigual… Algunas de las premisas darwinianas que resultan como he dicho, más sociales que naturales, se aplican -y mucho- al momento actual e invitan a reflexionar sobre el momento político que vivimos.

La “competencia” es motor de cambio o por el contrario opera para el despojo y para que existan pocos ganadores y muchos perdedores. Es lo deseable el “triunfo del más fuerte” o esto no hace sino justificar lo injustificable. ¿De qué depende la “supervivencia”? de huir, acomodarse o de la capacidad de superar los desafíos que imponen los depredadores. Es posible, que entre las tortugas que quedan vivas en las Islas Galápagos se encuentren algunas veteranas de los registros históricos que se relatan en el libro y es posible que sean testigos de acciones y reacciones que contengan lo que aparece como un futuro inevitable.

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Fuente: Acción Ecológica

Temas: Biodiversidad, Extractivismo

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