La ‘soberanía alimentaria’ como restitución socio-metabólica: antagonismo en ciernes frente a la mega-minería de litio. El Bolsón de Fiambalá, territorio en disputa

Idioma Español
País Argentina

Es nuestro interés en estas páginas detectar y caracterizar prácticas y discursos que dan sentido a la ‘soberanía alimentaria’ como horizonte emancipatorio en territorios rurales atravesados por la mega-minería.

Ante la larga de historia de erosión de las condiciones bio-físicas y políticas que han permitido el auto-abastecimiento alimentario de diversidad de comunidades en el mundo, intentamos recuperar la potencia de la soberanía alimentaria como respuesta al geo-metabolismo del capital expresado en proyectos extractivistas. El eje de atención de este trabajo serán las prácticas agroalimentarias de comunidades campesinas en Fiambalá (puna catamarqueña) como socio-metabolismo otro, alternativo de la mega-minería.

Marx para la emancipación del extractivismo, una propuesta

Esa práctica predatoria no es otra cosa que expresión actual de la fractura socio-metabólica (Marx, 2014; Schmidt, 2014; Bellamy Foster, 2004) que una y otra vez se reedita al correrse la ‘frontera mercantil’ (Moore, 2003) capitalista a gran escala de los bienes comunes y la reproducción de los flujos globales del capital y sus rizomas regionales bajo diversas modalidades. En este sentido, Fernando Coronil (2011) nos recuerda que “la ‘acumulación primitiva’ colonial, lejos de ser una precondición para el desarrollo capitalista, ha sido un elemento indispensable de su dinámica interna” (111) a lo largo de los últimos siglos. Es decir, el extractivismo no es sólo un método de apropiación de la naturaleza sino que es un eje estructurante de la dinámica capitalista desde sus orígenes hasta el presente. Como explica Machado Aráoz (2017), el extractivismo no es una mera actividad económica de países colonizados, sino que es “el conjunto de arreglos institucionales y geográficos que configuran las condiciones estructurales de posibilidad de la acumulación capitalista a escala mundial (205). Es decir, implica “la estructura geometabólica del capital” (Ibíd.). Desde esta mirada, entendemos que la disputa territorial al anclaje del extractivismo implica confrontar el corazón que bombea desde hace siglos la sangre de la tierra a la máquina capitalista.

Ante este escenario, intentamos comprender determinados procesos de subjetivación política desde una perspectiva que latinoamericano. Como punto de partida, compartimos con Mezzadra (2014) la idea de que las ‘figuras de las subjetividad’ “emergen en el punto de intersección entre los dispositivos de sujeción y las prácticas de subjetivación” (p.27). Es decir, que el eje clave de nuestro enfoque estará situado en “la tensión entre estos dos polos, sus recíprocas implicancias en mutables constelaciones históricas, políticas, sociales y culturales” (Mezzadra, 2014, p.27, 28). Al considerar este marco nos alejamos de cualquier determinismo, y por ende enfatizamos que el sujeto siempre se desplaza entre la externalidad de las circunstancias, dadas históricamente, pero a su vez se torna productor de su propia realidad. Es así que “sabiéndolas construidas, el sujeto puede transformarlas o destruirlas” (Mezzadra, 2014, p.50). A ese planteo, añadimos y brindamos énfasis alrol que desempeña el escenario ecológico en esas tensiones, del que el hombre nunca deja de ser parte y al que asimismo modifica de forma permanente, alterando su propia subjetividad. Schmidt (2014), en su pionero libro El concepto de naturaleza en Marx, nos señala que “todas las relaciones sociales están mediadas por cosas naturales, y viceversa. Son siempre relaciones de los hombres ‘entre sí’ y con la naturaleza” (p. 77). Y agrega: “Los ideólogos crean una ‘oposición de naturaleza e historia’ al excluir de la historia la relación productiva de los hombres con la naturaleza (…) Los hombres tienen siempre ante sí una ‘naturaleza histórica y una historia natural’” (Schmidt, 2014, p.45). Recordemos que en La Ideología Alemana (1974), Marx y Engels planteaban con nitidez este incesante proceso creador de diversas subjetividades, enmarcadas en distintos tipos de formaciones socio-históricas:

(…) cada una de sus fases se encuentra un resultado material, una suma de fuerzas de producción, una relación históricamente creada contra la naturaleza y entre unos y otros individuos, que cada generación transfiere a la que le sigue, una masa de fuerzas productivas, capitales y circunstancias, que, aunque de una parte sean modificados por la nueva generación, dictan a ésta, de otra parte, sus propias condiciones de vida y le imprimen un determinado desarrollo, un carácter especial; de que, por tanto, las circunstancias hacen al hombre en la misma medida en que ésta hace a las circunstancias (p. 40,41).

Con esta base argumental, tomaremos la propuesta de Modonesi (2010) quien nos invita a pensar los procesos de subjetivación política en un nivel sincrónico, a partir de reconocer combinaciones desiguales de subalternidad, antagonismo y autonomía, que reflejan experiencias de subordinación, insubordinación y emancipación (p.18, 19). Este análisis necesariamente debe contemplar, el nivel diacrónico, “en función de un elemento ordenador que, tiñendo de sus colores a los demás, estructura y caracteriza la forma de las dinámicas de formación y configuración de las subjetividades políticas concretas” (Modonesi, 2010, p.19). El autor nos invita a hallar en el marxismo crítico una herramienta de lectura ante los procesos de formación de los sujetos y “movimientos socio-políticos que se gestan en las grietas de la dominación capitalista y tendencialmente la desafían, abriendo inciertos pero luminosos caminos de emancipación” (Modonesi, 2010, p. 24).

Es en esa dirección que intentaremos captar esos ‘espacios de esperanza’ forjados en torno a la soberanía alimentaria como resistencia, desafío y/o respuesta a las lógicas del capitalismo en su expresión local de la dinámica extractivista. A la luz de los acontecimientos compartimos el análisis que sostiene que, desde su génesis, las fuerzas productivas bajo la lógica del capital, “sólo experimentan un desarrollo unilateral, se convierten para la mayoría en fuerzas destructivas” (Marx y Engels, 1974, p.69). Frente a esta expansión, nos dice Modonesi (2010): “Existen ámbitos, saberes y recursos comunitarios resguardados que no nacen de la subordinación como imposición y que se convierten en instrumentos de lucha” (p. 45). Para el autor que más allá de su origen “estos recursos cobran sentido y materialidad en su contexto de dominación y, por lo tanto, no pueden aislarse de la relación entre mando obediencia/resistencia que le corresponde” (Modonesi, 2010, p.45), por lo que caracterizar y comprender esos escenarios será tarea esencial. En ese camino resulta esencial comprender de qué modo ciertos saberes y prácticas devienen posibles recursos para la autonomía. En esta trama, Mezzadra (2013) agrega:

Las diferentes formas de propiedad común y de relaciones comunitarias no pueden sino ocupar roles centrales –sea como ‘foco de ataque’ para el capital (a través de un amplio espectro de dispositivos de cercado y despojamiento) sea como base para la resistencia (p. 130).

Amparados en estas propuestas analíticas, es que entendemos imprescindible fijar la atención allí donde el capitalismo trazó una de sus rupturas originarias en las subjetividades políticas; y allí donde el capitalismo actual busca extender sus fronteras geográficas, corporales, culturales, es decir, políticas en su sentido denso; nos referimos a los sujetos y colectivos que aún obtienen del vínculo ancestral con la tierra, fuente de energía para la vida, el alimento de sus cuerpos, de sus ideas, y de sus prácticas y, en un plano más profundo, de su obrar político como praxis otra: o bien de resistencia y/o bien de esperanza frente a --como bien describen los zapatistas-- ‘la hidra capitalista’, un monstruo real, “el más sanguinario y cruel que haya conocido la humanidad desde que el mundo se dividió en dominadores y dominados” (2017, p. 208).

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Temas: Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades, Extractivismo, Soberanía alimentaria

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