La territorialización de la producción agroalimentaria sobre bases agroecológicas en Cuba

Idioma Español
País Cuba

La pandemia ocasionada por la enfermedad COVID-19 ha desencadenado una nueva crisis internacional de consecuencias impredecibles para los sistemas agroalimentarios, debido a una paralización casi total de la sociedad, que también repercutirá en la recuperación posterior, bajo un escenario de debilitamiento económico nacional e internacional con creciente exposición a eventos extremos del cambio climático.

- Foto de La Izquierda Diario

En la etapa actual de respuesta a la enfermedad, además de las medidas sanitarias para mitigar sus efectos, el acceso a los alimentos inocuos y nutritivos es fundamental para fortalecer la resistencia de las poblaciones humanas; además, una vez que cese la pandemia, en la etapa de recuperación también se necesitará asegurar la alimentación, situación que pone a prueba la capacidad de resiliencia de países y modelos económicos.

Ante esta emergencia el Ministerio de la Agricultura (MINAG) de Cuba, por indicación Gubernamental, acaba de anunciar un programa para reforzar la producción de alimentos en dos millones de hectáreas, argumentándose que anualmente en el país se gastan 500 millones de pesos en la importación de materias primas y piensos para la elaboración de alimento animal. Este año se planificó para presupuestar 1 700 millones de pesos para la importación de alimentos para la población, porque todavía la producción nacional y lo que se importa no satisface las necesidades del país; de ahí el llamado a sembrar más, producir y acopiar más y llevar más alimentos hacia los mercados agropecuarios.

Aunque en el programa anunciado predomina un lenguaje convencional de sustitución de insumos y de alimentos importados, sin embargo en el mismo se evidencia que ha sido realizado considerando la base agroecológica que se ha generado en el país, para consolidar la autogestión territorial de alimentos, como se expresa en las estrategias agroecológicas mencionadas: (a) producir y comercializar localmente, para acercar la producción al sistema de comercialización-consumo por la población, como parte del programa de Autoabastecimiento Local; (b) integrar en los sistemas de producción diversos tipos de producciones agrícolas y pecuarias, para lograr un balance nutricional; (c) aprovechar al máximo las tierras, mediante la integración de cultivos (policultivos, polifrutales); (d) integrar la ganadería en los sistemas de producción agrícola, para garantizar parte de la alimentación animal, y el reciclaje de nutrientes; (e) priorizar la utilización de insumos biológicos, como estrategia de autogestión local; (f) autogestionar las semillas articulando la investigación con su multiplicación; (g) integrar la energía renovable, para cambiar la matriz energética que demanda combustible fósil importado; (i) manejar adecuadamente los calendarios de siembra de acuerdo al comportamiento del clima, con las especies y variedades mejor adaptadas; (j) integrar al programa todos los tipos de sistemas de producción (fincas, áreas colectivas de cooperativas, parcelas, huertos intensivos, organopónicos, patios).

En esta respuesta emergente ante la crisis generada por la COVID-19, se va a reforzar el Programa de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar del MINAG y la agricultura campesina de la ANAP a escala de territorios y sus comunidades. Estos sistemas, que desde la crisis económica que condujo al Período Especial a principios de los años noventa desencadenaron procesos de innovación participativa, que generaron diseños y manejos agroecológicos escalados a todo el país, durante más de 20 años han garantizado el 60-70% de los alimentos frescos que se consumen en la mayoría de los municipios.

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Territorialización de la producción agroalimentaria

Fuente: Centro Latinoaméricano de Investigaciones Agroecológicas (CELIA)

Temas: Agroecología, Soberanía alimentaria

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