La CMPCC en Cochabamba: una experiencia de construcción popular y colectiva por la Madre Tierra a contracorriente de Copenhague

Idioma Español

La ciudad boliviana de Cochabamba fue sede de la Conferencia Mundial de los Pueblos por el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, que se desarrolló desde el 19 al 22 de abril de este año.

Ya el 22 de abril de 2009, en la reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, proponía la fecha del 22 de abril como el Día de la Madre Tierra, propuesta que tuvo y tiene la intención de generar un día de reflexión profunda sobre la crítica situación en la que se encuentra el Planeta Tierra. En ese discurso recordaba que, luego de siglos de lucha de los pueblos, el siglo XX fue el del reconocimiento de los Derechos Humanos, después de un largo período en que sólo había “derechos de pocos con esclavitud de mucho”(1). Hoy, transitando el siglo XXI y frente a la crisis climática que asola el planeta, el presidente boliviano expresó la necesidad de reconocer los Derechos de la Madre Tierra, ya que “para vivir en armonía con la naturaleza debemos reconocer que no sólo los seres humanos tenemos derechos, sino también el planeta, los animales, las plantas y todos los seres vivos tienen derechos que debemos respetar”(2). Esta propuesta, que fue aceptada por la Asamblea de las Naciones Unidas, llevaba implícita la obligación y el desafío de ese organismo internacional de hacer respetar esos derechos.

En el mismo discurso, Evo Morales proponía también el desafío de consensuar una Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, cuyos

principales derechos fueron enunciados en ese mismo momento:

Primero: el derecho a la vida, el derecho a existir de los ecosistemas, de las especies vegetales y animales, de los ríos y lagos, cuyo reconocimiento implica que los derechos de los seres humanos terminan cuando empezamos a provocar la extinción de la naturaleza.

Segundo: el derecho a la regeneración de la biocapacidad de la Madre Tierra, frente a lo cual el desarrollo no puede ser infinito, ilimitado, sino que los límites están impuestos en esa “capacidad de regeneración de las especies animales, vegetales y forestales, de las fuentes de agua, de la propia atmósfera”(3).

Tercero: el derecho de la Madre Tierra a una vida limpia, a vivir sin contaminación, libre de envenenamiento y de intoxicación.

Cuarto: el derecho a la armonía y al equilibrio con todos, entre todos y de todo, basado en el reconocimiento de la existencia de un sistema en el que todo y todos somos interdependientes. Así, la Madre Tierra tiene derecho a convivir en equilibrio con los seres humanos.

Esta intervención del presidente Morales cerró con una frase que refleja la concepción de los pueblos originarios respecto a la relación con la Pachamama: “Hasta ahora los seres humanos hemos sido prisioneros de las fuerzas del capitalismo desarrollista que coloca al hombre como el dueño absoluto del planeta; ha llegado la hora de reconocer que la Tierra no nos pertenece, sino más bien que nosotros pertenecemos a la Tierra, que nuestra misión en el mundo es velar por los derechos, no sólo de los seres humanos, sino también de la Madre Tierra y de todos los seres vivos”(4).

Así, Evo Morales proponía comenzar un camino de debate y reflexión sobre los derechos de la Madre Tierra, que implica no sólo un posicionamiento teórico, sino también propuestas concretas que lleven a salvar a la humanidad y al planeta Tierra de los siglos de destrucción que el capitalismo les ha impuesto.

Otro mensaje claro de Evo Morales en relación a las causas del cambio climático y de la destrucción del planeta, compartido por muchos de los movimientos sociales que vienen luchando por la defensa de la vida natural y humana, fue expresado previamente, en la 14° Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 14) realizada en Poznan, Polonia, los días 1 y 2 de diciembre de 2008. Allí, responsabiliza al capitalismo por la crisis climática del planeta: “La competencia y la sed de ganancia sin límites del sistema capitalista están destrozando el planeta. Para el capitalismo no somos seres humanos sino consumidores. Para el capitalismo no existe la Madre Tierra sino las materias primas. El capitalismo es la fuente de asimetrías y desequilibrios en el mundo. Genera lujos, ostentación y derroche para unos pocos mientras millones mueren de hambre en el mundo. En manos del capitalismo todo se convierte en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas ancestrales, la justicia, la ética, la muerte…la vida misma”(5). Generando el cambio climático, mejor llamado crisis climática(6), esta mercantilización de la naturaleza y la vida nos ha llevado a una disyuntiva: “continuar por el camino del capitalismo y la muerte, o emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida”(7).

Entre estas dos disyuntivas, la Cumbre de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático realizada en la ciudad danesa de Copenhague, en diciembre de 2009, optó por no modificar nada en el camino de continuar con el capitalismo, proponiendo sólo débiles compromisos no vinculantes de los países industrializados respecto a medidas concretas para abordar la crisis climática, de la que son los principales responsables. El fracaso se explica porque tanto empresas como gobiernos de países industrializados propusieron más de lo mismo para resolver la crisis, es decir, más comercio de carbono y nuevas tecnologías sofisticadas y patentadas, además de un compromiso sólo discursivo de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. En este sentido, “el conjunto de todas las reducciones de emisiones propuestas por los países industrializados durante las negociaciones, equivale a un aumento de la temperatura global de más de tres grados para el año 2050, lo cual en la práctica significa planear fríamente la hecatombe humana, alimentaria y ambiental de varios países isleños, africanos y otros, como Bolivia, que perderían sus glaciares y la vital fuente de agua que ellos significan. Por tanto, nunca hubo de parte de los causantes del cambio climático una propuesta que no fuera un fracaso”(Ribeiro, enero de 2010).

Haciendo un balance de Copenhague, el teólogo Leonardo Boff expresó que el fracaso de esta cumbre demostró que “la humanidad ha penetrado en una zona de tiniebla y de horror. Estamos yendo hacia el desastre. Años de preparación, diez días de discusión, la presencia de los principales líderes políticos del mundo... no fueron suficientes para despejar la tiniebla mediante un acuerdo consensuado de reducción de gases de efecto invernadero que impidiera llegar a los dos grados Celsius. Sobrepasado ese nivel y rozando los tres grados, el clima ya no será controlable, y quedaríamos entregados a la lógica del caos destructivo, amenazando la biodiversidad y diezmando millones y millones de personas”. Haciendo referencia al capitalismo, agrega: “Los negociadores y los líderes políticos en Copenhague fueron rehenes de este sistema, que trafica, quiere obtener lucros, no duda en poner en riesgo el futuro de la vida. Su tendencia es autosuicida. ¿Qué acuerdo podrá haber entre los lobos y los corderos, o sea, entre la naturaleza que clama pidiendo respeto y los que la devastan sin piedad? (…) Copenhague quitó la máscara del capitalismo, incapaz de conseguir consensos porque poco le importa la vida y la Tierra, sino las ventajas y los lucros materiales”(Leonardo Boff, diciembre de 2009).

Además, las negociaciones durante el propio desarrollo de la Cumbre y su resultado, expresado en el Entendimiento de Copenhague, fueron totalmente antidemocráticas y producto de reuniones secretas en las que participaban los países responsables del cambio climático global, que demostraron con estas actitudes “secretas” que no tenían intención de hacer serias propuestas para superar la crisis que asola al planeta. Sin embargo, fueron esas mismas actitudes las que llevaron a delegados de países como Venezuela, Bolivia, Sudán, Cuba, a no aceptar las resoluciones tomadas, con el argumento de que no se trataba del fruto de amplios debates con los países más perjudicados, sino de cerrar filas entre países a los que les conviene no cambiar nada.

En este sentido, la delegación cubana expresó “su protesta por las graves violaciones de procedimiento que se han producido en la conducción antidemocrática del proceso de esta conferencia, especialmente mediante la utilización de formatos de debate y negociación arbitrarios, excluyentes y discriminatorios. Lo que Usted llama, Señor Presidente, “un grupo de líderes representativos” (que son los que se reunieron en forma secreta para llegar a acuerdos y redactar un documento final de la cumbre) es, para mí, una grosera violación del principio de igualdad soberana que consagra la Carta de Naciones Unidas, un mecanismo que intenta imponer decisiones a la comunidad internacional y manipular a la opinión pública. La formulación no transparente de proyectos de documentos ha sido constante en esta conferencia”(8).

El último día de sesiones de la cumbre fue presentado a todos los países intervinientes el documento elaborado por ese “grupo de líderes representativos”, dándoles una hora para que sea debatido y aprobado. Frente a la imposición de ese mecanismo antidemocrático, la delegación boliviana expresó: “Señor Presidente, se ha consultado, como usted dice, a líderes representativos de todo el mundo; los que no hemos sido consultados seguramente no somos representativos. ¿Qué parte del mundo ha sido consultada? ¿Qué intereses de ese mundo representativo han acordado este documento al que no hemos tenido acceso? ¿Por qué no hemos discutido entre todos este documento y se nos imponen 60 minutos para decir si estamos de acuerdo o no con la decisión que ese pequeño grupo de países ya ha tomado, porque se arroga el derecho de ser representativo del mundo entero?”(9).

Considerando las obligaciones de los países industrializados, el presidente venezolano, Hugo Chávez, expresó en su intervención en Copenhague: “Los países desarrollados deberían establecer compromisos vinculantes, claros y concretos en la disminución sustancial de sus emisiones y asumir obligaciones de asistencia financiera y tecnológica a los países pobres para hacer frente a los peligros destructivos del cambio climático. En tal sentido la singularidad de los estados insulares y de los países menos desarrollados, debería ser plenamente reconocida”(10). En el mismo sentido, el Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio e Integración del Ecuador, Fander Falconí, en representación de su gobierno, expresaba que se trata de que dichos países reconozcan una deuda histórica respecto a su responsabilidad en la destrucción del planeta: “La responsabilidad histórica diferenciada de los países industrializados, está reconocida desde 1992 en Río de Janeiro, pero no es aplicada eficazmente. El reconocimiento de la Deuda Ecológica por responsabilidades históricas de los países ricos, permitiría operativizar el concepto de las responsabilidades comunes pero diferenciadas. Es urgente fomentar iniciativas que busquen establecer un mecanismo para medir esta deuda y poder determinar la responsabilidad de los países del Norte”(11).

Respecto a los fondos provenientes del pago de la deuda ecológica histórica, Falconí expresó que: “deben ser destinados a la conservación de los bosques y la biodiversidad, a la adaptación de ecosistemas y grupos humanos vulnerables, como los del Ecuador, a la transición energética, y evitar la emisión de gases de efecto invernadero. No se trata de que los países desarrollados den créditos de “adaptación” o “mitigación” a los países que no tienen responsabilidad histórica, o tienen muy poca, por el cambio climático. Y mucho menos, que esos créditos actúen como nuevos mecanismos de endeudamiento para los países del Sur. Estamos hablando de una cuestión ética, basada en el reconocimiento de los países desarrollados de una responsabilidad financiera, y sobretodo, de una responsabilidad social de las generaciones actuales y futuras. Me refiero con esto a un “Ajuste Ambiental”. Pagar la deuda histórica es como pagar una multa, no es un permiso para continuar con la misma lógica de explotación. El pago de la deuda climática debe comenzar a través de los resultados a ser acordados en la 15ª Conferencia de las Partes, debe responder a un proceso sostenido y justo, y deben crearse tribunales internacionales que las diriman”.

El fracaso de la Cumbre de Copenhague fue expresado también en un comunicado de prensa de la Vía Campesina del 19 de diciembre de 2009: “Las negociaciones sobre el clima mantenidas esta semana en Copenhague han terminado fracasando. Los gobiernos del mundo se han mostrado incapaces o reacios a realizar los cambios necesarios para encontrar una solución justa al caos climático actual. Las negociaciones han estado marcadas por los intereses individuales y las “soluciones” de mercado que hasta ahora han mostrado ser ineficaces”(12). Entre las razones del fracaso, la Vía Campesina enuncia todas las temáticas que se obviaron en la Cumbre, cuyo abordaje hubiera permitido empezar a caminar hacia un real compromiso de cambio. Entre ellas se mencionan: el modelo de desarrollo, las formas en que producimos y consumimos, los recortes drásticos de emisiones incluidos en un acuerdo vinculante, la reorientación de las economías de agroexportación y la reforma agraria. Estas propuestas de problemáticas a analizar y de medidas necesarias a tomar son alternativas reales ofrecidas por los movimientos sociales, los grupos ecologistas, los pueblos originarios y otras organizaciones, para contribuir a hacer más lento el calentamiento del planeta, que han sido ignoradas ya que “una vez más los gobiernos han actuado individualmente de manera egoísta”(13).

La expresión de estas auténticas soluciones fue silenciada mediante la represión policial y la detención de activistas en una movilización de movimientos sociales locales e internacionales y ong´s del sur y del norte, realizada el 16 de diciembre en las puertas del edificio donde se desarrollaba la Cumbre, que tenía la intención de generar otro espacio de discusión sobre las reales causas de la crisis climática. La violencia desatada “puso de manifiesto la desesperación de los gobiernos a la hora de silenciar las voces que proclaman las auténticas soluciones”(14).

Con estos antecedentes, el gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia convocó, en enero de este año, a la reunión de la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, a realizarse en abril, en coincidencia con el Día de la Madre Tierra. A partir de las siguientes constataciones: que el cambio climático representa una real amenaza para la existencia de la humanidad, de los seres vivos y de la Madre Tierra; que los más afectados serán los pobres del mundo; que el 75% de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero se originan en los países industrializados del norte; que el cambio climático es producto del sistema capitalista; y considerando que el fracaso de la Cumbre de Copenhague es producto de la negativa de los países desarrollados a reconocer la deuda climática que tienen con los países en vías de desarrollo; se convocó a todos los pueblos del mundo a reunirse para elaborar las estrategias necesarias para enfrentar la crisis climática. La iniciativa boliviana partió del reconocimiento de algunas necesidades imperiosas que enfrenta la humanidad: reconocer y respetar los derechos de la Madre Tierra; luchar por la justicia climática; asumir acciones urgentes para evitar mayores daños; y restablecer la armonía con la naturaleza.

Para empezar a construir esta experiencia colectiva de debate y propuestas, los organizadores de la Conferencia propusieron constituir grupos de

trabajo que funcionaron en Cochabamba, pero que empezaron sus intercambios de ideas a través de grupos virtuales. Estos grupos de trabajo abordaron diferentes temáticas, permitiendo una especificidad que llevó a profundizar en cada una de ellas. Los grupos de trabajo propuestos por el gobierno convocante fueron: -Causas estructurales; -Armonía con la naturaleza; -Derechos de la Madre Tierra; -Referéndum; -Tribunal de Justicia Climática; -Migrantes climáticos; -Pueblos indígenas; -Deuda climática; -Visión compartida; -Protocolo de Kyoto; -Adaptación, -Financiamiento; -Desarrollo y transferencia de tecnología; -Bosques; -Peligros del Mercado de carbono; y –Estrategias de acción. Posteriormente a haberse conocido esta propuesta, las organizaciones campesinas del mundo propusieron un grupo de trabajo más que se denominó Agricultura y soberanía alimentaria, cuya constitución fue aceptada por los organizadores. De esta forma quedaron constituidos 17 grupos de trabajo que continuaron en Cochabamba los debates iniciados a través de Internet.

Ya adentrado el mes de abril, la ciudad de Tiquipaya, a pocos kilómetros de Cochabamba, se convirtió en la anfitriona de 35.000 personas provenientes de 142 países de los cinco continentes, que se sintieron convocadas a debatir sobre los Derechos de la Madre Tierra y el cambio climático. Lo/as participantes formaban parte de movimientos sociales, organizaciones campesinas, pueblos originarios, colectivos ambientalistas, además de representantes de gobierno de 47 países, intelectuales, académicos y artistas.

Comenzaba en ese momento la posibilidad de continuar y profundizar los debates y propuestas sobre las causas y posibles soluciones al cambio climático, en un espacio al que fueron convocados los movimientos sociales para manifestar su posición en diálogo con los gobiernos invitados. En este sentido, la Conferencia fue una ruptura respecto de lo que viene ocurriendo en el abordaje de estas temáticas globales: los movimientos sociales están excluidos de esas grandes cumbres, a las que sólo asisten los gobiernos. Para debatir sobre estas temáticas, los movimientos y organizaciones sociales han ido generando espacios propios de encuentro.

Antes de la inauguración oficial de la conferencia, el día 19 de abril se realizaron una serie de paneles sobre los logros de los cuatro años de gobierno del presidente Evo Morales en su construcción del Vivir Bien, término propuesto por el canciller del gobierno boliviano, David Choquehuanca, que implica la recuperación de las formas de vivencia comunitaria de los pueblos originarios en armonía con la naturaleza(15).

Ya iniciada la Conferencia, a los 17 grupos de trabajo propuestos previamente se agregó la llamada Mesa 18, convocada por Conamaq (Consejo Nacional de Ayllus y Marcas del Qullasuyu, de Bolivia) y otras organizaciones, en la que se abordaron temáticas que, a criterio de sus convocantes, no estaban incluidas en la agenda de la conferencia, tales como los conflictos socioambientales provocados por los proyectos mineros, petroleros y de monocultivos en manos de empresas transnacionales.

Además de los grupos de trabajo y en forma paralela se desarrollaron paneles-conferencias en los cuales se abordaron distintas temáticas relacionadas con los objetivos de la conferencia, expresados en la convocatoria lanzada por el gobierno boliviano: -analizar las causas estructurales y sistémicas que provocan el cambio climático y proponer medidas de fondo que permitan el bienestar de la humanidad en armonía con la naturaleza; -discutir y acordar el proyecto de Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, -acordar las propuestas de nuevos compromisos para el Protocolo de Kyoto, y para proyectos de Decisiones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que guiarán el accionar de los gobiernos comprometidos con la vida en las negociaciones de cambio climático y en todos los escenarios de Naciones Unidas, -trabajar en la organización del Referéndum Mundial de los Pueblos sobre el cambio climático, -analizar y trazar un plan de acción para avanzar en la constitución de un Tribunal de Justicia Climática; y -definir las estrategias de acción y movilización en defensa de la vida frente al Cambio Climático y por los Derechos de la Madre Tierra.

Otra instancia de encuentro y debate de las organizaciones y colectivos participantes, que también funcionó en forma paralela a las propuestas oficiales, fueron los eventos autogestionados que, con anticipación al desarrollo de la conferencia, habían sido propuestos por organizaciones sociales de distintos países de los cinco continentes.

Estas distintas instancias funcionaron y fueron pensadas como espacios de debate de las organizaciones sociales que estuvieron presentes, y las conclusiones, tanto de los distintos grupos de trabajo como el Acuerdo de los Pueblos, que fue la síntesis del abordaje de cada temática en esos grupos, fueron fruto de ese intercambio colectivo.

Es importante destacar los planteos centrales del Acuerdo de los Pueblos para comprender la toma de posición de los y las participantes que se hicieron presentes en esta conferencia, en relación a la crisis climática que enfrenta el planeta y la humanidad.

Respecto a demandas concretas, el Acuerdo hace hincapié en la necesidad de forjar un nuevo sistema que restablezca la armonía con la naturaleza y entre los seres humanos, destacando, a su vez, que sólo puede haber equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres humanos. En el discurso de apertura de la Conferencia, el presidente Evo Morales, había expresado en este sentido: “No puede haber equilibrio con la naturaleza si no hay equidad entre los seres humanos. No puede haber armonía con la Madre Tierra en un mundo donde el 1% de la población concentra el 50% de la riqueza del planeta”. En contraposición al capitalismo, expresó que “El nuevo sistema tiene que basarse en los principios de complementariedad, solidaridad, equidad, respeto a los derechos humanos y especialmente respeto a los derechos de la Madre Tierra”(16).

El Acuerdo, además, plantea a los pueblos del mundo la recuperación, revalorización y fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas ancestrales de los Pueblos Indígenas, que se afirman en la vivencia y prácticas ancestrales de “Vivir Bien”, que reconoce a la Madre Tierra como un ser vivo, con el que tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y espiritual.

Sobre una idea previa del gobierno boliviano, el Acuerdo incluye una propuesta de Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra, que reconoce los siguientes derechos: a la vida y a existir; a ser respetada; a la regeneración de su biocapacidad y continuación de sus ciclos y procesos vitales libre de alteraciones humanas; a mantener su identidad e integridad como seres diferenciados, autorregulados e interrelacionados; al agua como fuente de vida; al aire limpio; a la salud integral; a estar libre de la contaminación y la polución, de desechos tóxicos y radioactivos; a no ser alterada genéticamente y modificada en su estructura, amenazando su integridad o funcionamiento vital y saludable; a una restauración plena y pronta por las violaciones a los derechos reconocidos en esta Declaración causados por las actividades humanas.

Retomando las propuestas que varios gobiernos hicieron en Copenhague, el Acuerdo insta a los países industrializados a reconocer su deuda climática y se les exigen varias medidas necesarias en relación a los países en desarrollo: -que les restablezcan el espacio atmosférico que está ocupado por sus emisiones de efecto invernadero, que implica la descolonización de la atmósfera mediante la reducción y absorción de sus emisiones; -que asuman los costos y las necesidades de transferencia de tecnología a los países en desarrollo, que deben ser útiles, limpias, socialmente adecuadas y liberadas de derechos de propiedad intelectual, en particular, de patentes que deben pasar de monopolios privados a ser de dominio público, de libre accesibilidad y bajo costo; -deben asumir la responsabilidad sobre los migrantes climáticos, acogiéndolos en sus territorios y reconociendo sus derechos fundamentales, a través de la firma de convenios internacionales que contemplen la definición de migrante climático para que todos los Estados acaten sus determinaciones; que asuman la deuda de adaptación relacionada a los impactos del cambio climático en los países en desarrollo, proveyendo los medios para prevenir, minimizar y atender los daños que surgen de sus excesivas emisiones; y que adopten la Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra en Naciones Unidas.

El Acuerdo establece también que la próxima Cumbre sobre Cambio Climático a realizarse a fines de este año en México debe aprobar la enmienda al Protocolo de Kyoto para el segundo período de compromisos a iniciarse en 2013 a 2017, en el cual los países desarrollados deben comprometer reducciones domésticas significativas de al menos el 50% respecto al año base de 1990, sin incluir mercados de carbono u otros sistemas de desviación que enmascaran el incumplimiento de las reducciones reales de emisiones de gases de efecto invernadero. Respecto al Protocolo, adoptado por un número importante de países en 1997, el acuerdo exige que Estados Unidos(17) debe necesariamente ratificarlo, siendo el único país de la Tierra del Anexo 1 de la Convención Marco en Cambio Climático(18) que no lo ha hecho. A su vez, se plantea un claro rechazo a los intentos de algunos países, entre los cuales se encuentran los más desarrollados del planeta, de anular el Protocolo que, con todas las limitaciones que tiene respecto a su aplicación real –las emisiones de los países desarrollados, en lugar de disminuir, han aumentado en un 11% entre 1990 y 2007- es el único instrumento legalmente vinculante para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de los países desarrollados.

Es en este sentido que el Acuerdo rechaza abiertamente el Entendimiento de Copenhague, que no sólo permite a los países desarrollados ofertar reducciones insuficientes de gases de efecto invernadero (GEI), sino que lo hace a través de compromisos voluntarios e individuales.

El Acuerdo también hace referencia al tema del desarrollo y plantea los consensos respecto al tipo de desarrollo que buscan los países y movimientos sociales que trabajan por implementar los mecanismos más adecuados para salvar a la humanidad y al planeta. En este sentido, remarca que no puede haber un desarrollo ilimitado en un planeta finito y con recursos naturales limitados; que es absolutamente necesario que los países desarrollados bajen sus niveles de consumo y derroche para que los países en desarrollo tengan la posibilidad real de satisfacer las necesidades de sus poblaciones sin afectar al planeta; que para lograr la armonía con la naturaleza es necesaria al mismo tiempo la armonía entre los seres humanos, por lo cual se hace imprescindible la distribución equitativa de la riqueza.

Retomando las conclusiones del grupo de trabajo Agricultura y Soberanía Alimentaria, el Acuerdo de los Pueblos establece la necesidad de una profunda transformación en la agricultura hacia un modelo sustentable de producción agrícola campesino e indígena/originario, y otros modelos y prácticas ancestrales ecológicas que contribuyan a solucionar el problema del cambio climático y aseguren la Soberanía Alimentaria, “entendida como el derecho de los pueblos a controlar sus propias semillas, tierras, agua y la producción de alimentos, garantizando, a través de una producción en armonía con la Madre Tierra, local y culturalmente apropiada, el acceso de los pueblos a alimentos suficientes, variados y nutritivos en complementación con la Madre Tierra y profundizando la producción autónoma (participativa, comunitaria y compartida) de cada nación y pueblo”. A su vez, rechaza a los agronegocios y con ellos a los Tratados de Libre Comercio y Acuerdos de Asociación y toda forma de aplicación de los Derechos de Propiedad Intelectual sobre la vida, los paquetes tecnológicos actuales (agroquímicos, transgénicos) y aquellos que se ofrecen como falsas soluciones (agrocombustibles, geoingeniería, nanotecnología, tecnología Terminator y similares) que únicamente agudizarán la crisis actual.

Incorporando algunas de las temáticas trabajadas en el grupo de trabajo 18, el Acuerdo hace una expresa denuncia al capitalismo en relación a megaproyectos de infraestructura, invasión de territorios con proyectos extractivistas, privatización y mercantilización del agua y militarización de los territorios expulsando a los pueblos indígenas y campesinos. También plantea un rechazo a la definición de las plantaciones de monocultivos como bosques, retomando una de las ideas centrales del grupo de trabajo denominado Bosques y cambio climático, y propone detener las iniciativas locales en bosques y selvas basadas en mecanismos de mercado.

Respecto a los derechos ancestrales de los pueblos originarios, insta a que la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT sean reconocidos plenamente, implementados e integrados en las negociaciones de cambio climático; y entre esos derechos se destaca específicamente, el derecho a la consulta, la participación y el consentimiento previo, libre e informado de los Pueblos Indígenas en todos los procesos de negociación y en el diseño e implementación de las medidas relativas al cambio climático.

Un tema debatido en la Conferencia y de necesario abordaje fue el financiamiento destinado a los países en desarrollo para el cambio climático y en este aspecto el Acuerdo hizo una clara propuesta a los países desarrollados: que se comprometan a un financiamiento anual nuevo de al menos 6% de su PBI. Este porcentaje se considera viable, teniendo en cuenta que esos países gastan un monto similar en la defensa nacional y que destinaron cinco veces más para salvar a los bancos y especuladores en quiebra. A su vez, se propone que ese financiamiento sea directo, sin condicionamientos y sin vulnerar la soberanía nacional de los países en desarrollo ni la autodeterminación de las comunidades y poblaciones afectadas. Ya en Copenhague, en las movilizaciones callejeras contra la cumbre, podían leerse pancartas cuyos mensajes reflejan las prioridades de los países desarrollados: "Si el clima fuera un banco ya lo hubieran salvado".

Una propuesta interesante de la Conferencia y que se reflejó en el Acuerdo es la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental que tenga la capacidad jurídica vinculante de prevenir, juzgar y sancionar a los Estados, las empresas y personas que, por acción u omisión, contaminen y provoquen el cambio climático. En este sentido, se insta a los pueblos a proponer y promover una profunda reforma de la Organización de las Naciones Unidas, para que todos sus Estados miembros cumplan las decisiones del Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental. El rechazo al rol cumplido por la ONU en toda su historia, de responder a los intereses de las grandes potencias mundiales, quedó de manifiesto en los abucheos que recibió la representante de la organización que participó del acto de apertura de la conferencia. Si bien expresó que su presencia en Cochabamba tenía que ver con la decisión de las autoridades del organismo internacional de colaborar con los gobiernos y movimientos sociales en la resolución de la crisis climática, tuvo que apresurar su discurso y retirarse del escenario ante los gritos de quienes nunca se sintieron representados por las decisiones del organismo, como los movimientos populares y los pueblos indígenas del mundo.

Otra propuesta de cara al futuro es la realización de un Referéndum Mundial, un plebiscito o una consulta popular sobre el cambio climático, en el que participen todos los habitantes del planeta. Recogiendo una propuesta del gobierno boliviano, las cinco preguntas propuestas son:

1. ¿Está usted de acuerdo en cambiar este modelo capitalista de sobreproducción y superconsumo y restablecer la armonía con la naturaleza, reconociendo y respetando los derechos de la Madre Tierra?

2. ¿Está usted de acuerdo que los países y las empresas transnacionales reduzcan y reabsorban su producción de gases de efecto invernadero proporcionalmente a sus emisiones y responsabilidades históricas para que se frene el calentamiento global?

3. ¿Está usted de acuerdo en transferir todo lo que se gasta en las guerras y destinar un presupuesto superior en defensa de la Madre Tierra?

4. ¿Está usted de acuerdo en que nuestros países se transformen en territorios de paz libres de ocupación de tropas y bases militares extranjeras?

5. ¿Está usted de acuerdo con la constitución de un Tribunal de Justicia Climática y Ambiental para juzgar a quienes destruyen a la Madre Tierra?

La propuesta de continuidad del trabajo desarrollado en la Conferencia se refleja en la convocatoria a construir un Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra, que se base en los principios de complementariedad y respeto a la diversidad de origen y visiones de sus integrantes, constituyéndose en un espacio amplio y democrático de coordinación y articulación de acciones a nivel mundial.

Finalmente, el Acuerdo concluye con la decisión de realizar una 2ª Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en el año 2011.

Teniendo en cuenta que el desarrollo de la CPMPP fue una experiencia de construcción colectiva, queremos plantear algunos desafíos mirando al futuro, en el camino de continuar con este proceso de diálogo entre los gobiernos y los movimientos sociales para encontrar las verdaderas soluciones a la crisis climática.

Dividimos esos desafíos en dos grupos. Por un lado, los que enfrenta Bolivia y los gobiernos que lo acompañan en la búsqueda de caminos colectivos para defender el derecho a existir de la Madre Tierra y de la humanidad en su conjunto:

-Continuar presionando a los países industrializados en las cumbres mundiales sobre cambio climático para que tomen en cuenta las resoluciones propuestas en la CMPCC y otras instancias de debate colectivo, aún frente a la negativa que vienen manifestando, como en la reciente Cumbre de Bonn sobre el Cambio Climático, a la que concurrieron 194 países, en la que se profundizaron las diferencias entre los países industrializados y las naciones más pobres y no se lograron acuerdos que faciliten el camino para lograr un consenso en la Cumbre de Cancún que se llevará a cabo a fines de este año; fracasos que demuestran la negativa de los países desarrollados a transformar el modelo de desarrollo que caracteriza a sus economías, que ha llevado a la desigualdad globalizada del mundo actual.

-Asumir el compromiso de realizar las modificaciones legales necesarias y tomar otras decisiones políticas para poner fin al modelo extractivo y productivo que sufrimos en nuestros territorios. Junto con ese compromiso, es necesario frenar las políticas implementadas por las empresas transnacionales que operan en nuestros países, a través de decisiones políticas en las que prevalezca la defensa de la soberanía energética, alimentaria, territorial, ambiental y popular y el cuidado y protección de la vida natural y social, superando gradualmente las contradicciones que se plantean entre las propuestas y debates generados en espacios como la Conferencia y la implementación de políticas de recolonización de nuestros territorios y nuestras vidas. En este sentido, es necesario debatir respecto al modelo de desarrollo que nos imponen los países industrializados y construir colectivamente otro modelo que no conciba al desarrollo como un ficticio progreso infinito que necesariamente implica la explotación extrema de la naturaleza y de la mayor parte de la humanidad. El desarrollo debe traducirse en el crecimiento económico necesario para satisfacer las necesidades de toda la humanidad, respetando los derechos humanos y los derechos del resto de los seres vivos, para superar paulatinamente las tensiones, que parecen insuperables, entre el ambiente/Derechos de la Madre Tierra y el desarrollo/desarrollismo.

-Seguir generando espacios de encuentro y debate entre los gobiernos y los movimientos sociales, ya que muchos de estos movimientos vienen trabajando hace tiempo en estas temáticas y tienen muchas alternativas que aportar para terminar con el modelo actual y construir otro basado en el respecto a la existencia de las diversidades naturales, culturales y espirituales.

El otro grupo de desafíos se refiere a los que enfrentan los movimientos populares del mundo:

-Seguir trabajando en un análisis que integre los distintos aspectos y conflictos que genera el modelo de recolonización, que permita una visión más allá de los conflictos locales.

-Incorporar y articular, en todos los espacios de encuentro y debate de los movimientos sociales del mundo, otras visiones del mundo, otras cosmovisiones, en especial la de los pueblos originarios, que han demostrado la posibilidad de convivencia armónica con la naturaleza a lo largo de sus milenios de existencia.

-Continuar con las movilizaciones populares que permiten visibilizar sus críticas al sistema y sus propuestas alternativas, teniendo en cuenta que tarde o temprano los países industrializados, y las empresas transnacionales que los representan, deberán dejar de ignorar, obligados por la presión popular, la imperiosa necesidad de construir otro mundo posible, basado en la anulación de todas las opresiones que implica el sistema capitalista.

-Solidarizarse a nivel mundial con todos los movimientos sociales y organizaciones populares que están enfrentando la criminalización, la judicialización de los y las luchadoras sociales y la militarización de los territorios en conflicto, que son las estrategias implementadas por los beneficiados por este sistema para acallar las rebeldías y las resistencias que obstaculizan la plena implementación del control sobre nuestros territorios y la mercantilización de la naturaleza y de la vida que pretenden imponernos.

En síntesis, los gobiernos y movimientos sociales comprometidos con la construcción del socialismo del siglo XXI, el socialismo comunitario y el Buen vivir, tienen el enorme desafío de trabajar para anular uno de los términos de la consigna “Pachamama o muerte” y la única manera de eliminar la muerte es seguir profundizando las revoluciones verdaderamente democráticas y culturales que algunos países de América Latina empezaron a transitar. La CMPCC fue una apuesta en ese sentido.

Notas:

1- Discurso del presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, en ocasión de la Declaración del Día Internacional de la Madre Tierra en la Asamblea General de la ONU, Nueva York, 22 de abril de 2009.

2- Idem.

3- Idem.

4- Idem.

5- Mensaje de Evo Morales a la 14° Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Polonia, 1 y 2 de diciembre de 2008.

6- En uno de los discursos de Evo Morales en la Conferencia Mundial de los Pueblos por el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra especificó, retomando planteos previos de algunas organizaciones sociales, que es mucho más correcto hablar de crisis climática que de cambio climático, ya que este último puede ser un cambio beneficioso o perjudicial. La grave situación de destrucción que enfrenta el planeta justifica que se hable de crisis.

7- Mensaje de Evo Morales a la 14° Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

8- Intervención de Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, en la sesión final de la Cumbre Climática de las Naciones Unidas, en Copenhague, el 18 de diciembre de 2009.

9- Intervención del Sr. René Orellana, Ministro de Medio Ambiente y Agua del Estado Plurinacional de Bolivia, en la sesión final de la Cumbre sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, en Copenhague, el 18 de diciembre de 2009.

10- Discurso pronunciado por el Presidente Hugo Chávez en la Cumbre Climática de Naciones Unidas, el 16 de siembre de 2009. En: ver aquí

11- Discurso del Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio e Integración del Ecuador, Fander Falconí, en Copenhague. En: ver aquí

12- Vía campesina: EL FRACASO DE LAS NEGOCIACIONES EN COPENHAGUE, EL FUTURO ESTÁ EN MANOS DEL PUEBLO. En: ver aquí

13- Idem.

14- Idem.

15- Con un sentido similar, la constitución sanciona en Ecuador por iniciativa del gobierno de Rafael Correa utiliza el concepto del “buen vivir”, que fue definido por el Ministro de Relaciones Exteriores de ese país en Copenhague de la siguiente forma: “Para nosotros, la tierra, la naturaleza, el medio físico, es parte integral del principio fundamental de nuestro ordenamiento constitucional, del “Sumak Kawsay” o buen vivir. Nuestra constitución igualmente convierte a la naturaleza en sujeto de derecho, le reconoce el derecho de que todos sus ciclos vitales sean respetados, preservados y regenerados. Este principio del buen vivir, que significa vivir con dignidad, de acuerdo con nuestros valores culturales y en armonía con la naturaleza, es la base de las políticas económicas y sociales que está aplicando el gobierno del Ecuador para superar la inequidad social”. En: ver aquí

16- Discurso de apertura de la CMPCC de Evo Morales Ayma. 20 de abril de 2010, Cochabamba.

17- Respecto a la responsabilidad de este país en el aumento de las emisiones, el Acuerdo especifica que “Estados Unidos a causa del consumo ilimitado aumentó sus emisiones de GEI en 16,8% durante el periodo 1990 al 2007, emitiendo como promedio entre 20 y 23 toneladas anuales de CO2 por habitante, lo que representa más de 9 veces las emisiones correspondientes a un habitante promedio del Tercer Mundo, y más de 20 veces las emisiones de un habitante de África Subsahariana”.

18- El listado de países del Anexo 1incluye países industrializados y con economías en transición que tienen la responsabilidad de reducir entre 2008 y 2012 sus emisiones de gases de efecto invernadero, respecto a niveles de 1990. Los países No Anexo 1 de la Convención son países en vías de desarrollo para los cuales no se ha establecido ninguna meta vinculante de reducción de emisiones bajo el marco del Protocolo de Kyoto.

Por Patricia Agosto, Integrantes del Equipo de Educación Popular “Pañuelos en Rebeldía” y del Centro de Investigación y Formación de Movimientos Sociales Latinoamericanos

Fotos: Adriana Milan, Integrante de AVAL Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Loncopue - Neuquén

Bibliografía:

-Boff, Leonardo (2009): EL FRACASO DE COPENHAGUE: RUMBO AL DESASTRE. Ver aquí

-CAMBIO CLIMÁTICO: GOBIERNO DICE QUE ESTAMOS PEOR QUE ANTES DE COPENHAGUE. Ver aquí

-Discurso de apertura de la CMPCC de Evo Morales Ayma. 20 de abril de 2010, Cochabamba.

-Discurso del presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, en ocasión de la Declaración del Día Internacional de la Madre Tierra en la Asamblea General de la ONU, Nueva York, 22 de abril de 2009.

-Discurso del Ministro de Relaciones Exteriores, Comercio e Integración del Ecuador, Fander Falconí, en Copenhague. Ver aquí

-Discurso pronunciado por el Presidente Hugo Chávez en la Cumbre Climática de Naciones Unidas, el 16 de siembre de 2009. Ver aquí

-Intervención de Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, en la sesión final de la Cumbre Climática de las Naciones Unidas, en Copenhague, el 18 de diciembre de 2009.

-Intervención del Sr. René Orellana, Ministro de Medio Ambiente y Agua del Estado Plurinacional de Bolivia, en la sesión final de la Cumbre sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas, en Copenhague, el 18 de diciembre de 2009.

-Mensaje de Evo Morales a la 14° Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, Polonia, 1 y 2 de diciembre de 2008.

-Ribeiro, Silvia (2010): CAMBIO CLIMÁTICO: FRACASOS Y PARTEAGUAS. Ver aquí

-Sierra, Gustavo: TERMINA LA CUMBRE DE MEDIO AMBIENTE EN BONN SIN ACUERDOS SUSTANCIALES. 11 de junio de 2010. Ver aquí

-Vía campesina: EL FRACASO DE LAS NEGOCIACIONES EN COPENHAGUE, EL FUTURO ESTÁ EN MANOS DEL PUEBLO. Ver aquí

Fuente: Pañuelos en Rebeldía

Temas: Crisis climática

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