Longevidad y agricultura

Idioma Español

Los modelos de producción alimentaria están íntimamente ligados a los hábitos alimentarios de su pueblo determinando la salud y expectativa de vida.

La influencia de la alimentación para alcanzar la longevidad y lograr un envejecimiento saludable es el eje de casi todas las investigaciones. La teoría más importante sobre el envejecimiento es la de los radicales libres, propuesta por Harman en el año 1956, en la que el envejecimiento celular está asociado a un estrés oxidativo crónico proveniente de contaminantes externos como pesticidas y alimentos industrializados. El cuerpo humano soporta un exceso de radicales libres durante años, que debe ser controlado mediante una adecuada protección antioxidante presente en los alimentos.

En el año 2021 en la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, las naciones integrantes fijaron como meta reducir las enfermedades y defunciones evitables debidas a la alimentación industrial por medio del cambio global en el modo de producir y consumir alimentos, mediante modelos productivos sustentables con el medio ambiente, constituyendo la base del programa mundial de Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) (OMS, 2021).

La teoría mitocondrial del envejecimiento celular (Miguel, 2006) establece que la senescencia se debe a la acción de los radicales libres sobre el genoma mitocondrial de las células. Existe daño al ADN mitocondrial, a las proteínas y a los lípidos asociado al envejecimiento, que causa deleciones y mutaciones puntuales que contribuyen a la aparición de enfermedades neurodegenerativas. Los radicales libres modifican cada día unas 10 mil bases de ADN por célula. Las enzimas reparadoras de ADN son capaces de eliminar la mayoría de las lesiones oxidativas, pero no todas. Estas lesiones se acumulan con la edad y aumentan ante factores nocivos del medio ambiente. Los contaminantes presentes en los alimentos cultivados con pesticidas y que tiene posteriores fases de industrialización donde adicionan bifesfenol A, ftalatos, aditivos alimentarios y metales, entre otros, en dosis bajas y crónicas perturban el normal desarrollo de los individuos y ocasionan múltiples alteraciones del sistema nervioso e inmunitario dando origen a numerosas enfermedades.

Por la presencia de pesticidas en alimentos se observa el agravamiento de tres tipos de impactos celulares: la viabilidad de la célula se degrada; las mitocondrias no logran nutrir de energía a las células lo que provoca la apoptosis; finalmente las células se ven sometidas a un estrés oxidativo muy potente, cancerígeno y susceptible de acarrear una cascada de efectos (Chevallier, 2013).

Además de inducir el estrés oxidativo en las células humanas, sustituyen las glicinas en el receptor de insulina generando Diabetes tipo II. Se encuentran implicados también en la generación de enfermedades degenerativas. Mediante la acumulación de pesticidas a lo largo de la vida en el tejido graso, actúan sustituyendo al aminoácido glicina durante la síntesis de proteínas de funciones vitales produciendo aumento de las enfermedades debilitantes como el parkinsonismo. En dosis bajas y continuas están implicados en la formación de micronúcleos que se corresponden con material genético no incorporado correctamente a las células hijas durante la división celular y reflejan aberraciones cromosómicas. Los micronúcleos están relacionados a los procesos cancerosos y representan la inestabilidad genética inducida por la exposición a agentes genotóxicos (Seneff, 2017).

La OMS en el informe “Prevención de las enfermedades no transmisibles” expresa que la alimentación con productos industriales es uno de los principales factores de riesgo de las cinco enfermedades no transmisibles preponderantes, las cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares, el cáncer, las enfermedades respiratorias crónicas y la diabetes. El 80% de las enfermedades cardiovasculares, los accidentes cerebrovasculares, la diabetes tipo 2 y el 40% de los cánceres pueden prevenirse mediante una alimentación saludable (OMS, 2008).

La diferencia de cantidad y calidad de nutrientes en alimentos de producción orgánica fueron estudiados por Bohn en el año 2014, quien comparó la calidad nutricional de un alimento orgánico con uno de producción industrial de semilla modificada genéticamente y rociada con glifosato. Los cultivos orgánicos tienen un perfil nutricional más sano que la variante producida en la agricultura industrial, con más proteínas, vitaminas y menos grasas saturadas (Bohn, 2014).

Mediante la agricultura agroecológica, en la que las pautas de cultivos son afines a los ciclos de la naturaleza se genera una gran diversidad de alimentos con mayor composición de vitaminas, minerales y sustancias antioxidantes. La mayor presencia de estos componentes contribuye a los mecanismos naturales de protección ante los radicales libres. La ausencia de residuos tóxicos en los alimentos agroecológicos es una fuente menor de exposición al daño celular, al cual se exponen las células del cuerpo.

El modelo de producción alimentaria agroindustrial genera y agrava el cambio climático, que conlleva a aumentos del nivel de polución del aire y a calor extremo, con los consiguientes riesgos para la salud. Las consecuencias de los cambios medioambientales son cada vez más evidentes. La escasez de agua es más común, y las continuas fluctuaciones del precio de los bienes básicos tienen repercusiones en la alimentación. Los patrones de enfermedades infecciosas están cambiando, y algunas enfermedades que originalmente eran exclusivas de animales se están propagando.

La esperanza de vida más larga y alcanzar la longevidad dependerá de la incorporación de políticas públicas que fortalezcan a los sujetos colectivos de la agroecología y de territorializar sistemas agroecológicos de producción.

Referencias:

Bohn, T. (2014). Compositional differences in soybeans on the market: glyphosate accumulates in roundup ready GM soybeans.

Chevallier, L. (2013). El libro antitóxico.

Miguel, J. (2006). Integración de teorías del envejecimiento. Revista Española de Geriatría y Gerontología.

OMS. (2021). La OMS insta a los gobiernos a fomentar la alimentación saludable en los establecimientos públicos.

OMS. (2008). Prevención de las enfermedades no transmisibles.

Seneff, S. (2017). Glyphosate and Anencephaly: Death by A Thousand Cuts.

Dra. Vanesa Rosales de la Quintana

Médica de familia. Especialista en envejecimiento activo y saludable del adulto mayor. UNDAV. Auditora de servicios de salud. UBA

Contacto:  moc.liamg@anatniuqaledasenavard

Temas: Agroecología, Salud

Comentarios