Los dueños del saber, por Rafael Evangelista

Cómo las grandes corporaciones capitalistas desarrollan, sin alarde, tecnologías que podrán obligar a las sociedades a pagarles royalties por el acceso a la vida y a la cultura

A mediados del siglo XIX, Karl Marx describió, en el capítulo 25 del libro primero de “El capital” lo que llamó acumulación primitiva. Esta sería como el pecado original del capitalismo, el principio del proceso que culmina en la distinción entre los que tienen y los que no tienen los medios de producción. Habria sucedido entre los siglos XIV y XVO y resultando en la extinción de la figura del siervo feudal y en la creación del hombre libre – aquel que no dispone de otra alternativa para su supervivencia que aquella de vender su fuerza de trabajo.

Mas de 500 años después del inicio del proceso de acumulación primitiva – y poco más de un siglo después de que Marx lo hubiera escrito – algunos movimientos sociales, liderados por la ONG canadiense ETC Group ( grupo de Acción sobre Erosión, Tecnologías y Concentración), sostengan que estaría desarrollándose un proceso análogo. Según ellos, las grandes corporaciones estarían promoviendo, con el uso de la tecnología, nuevos ‘cercamientos’ (enclosures, en inglés). De la misma forma como las tierras comunales fueron ‘cercadas’ y tomadas, por aquellos que se volvieron los dueños de los medios de producción, las empresas estarían haciendo uso de la tecnología para adquirir privilegios y crear nuevos monopolios.

La idea fue presentada en una sesión del Foro Social Europeo a inicios de octubre. En una actividad llamada “Resistiendo a los monopolios corporativos y a los nuevos cercamientos”, el ETC Group reunió representantes de organizaciones como la Asociación Británica por el Software Libre, Greenpeace, y Corporate Watch. En la sesión, fueron debatidas la cuestión de las patentes sobre software y sobre la vida; el futuro, aplicaciones y la fusión entre nanotecnología y biotecnología; y las características de nueva generación de las plantas transgénicas, entre otros.

Uno de los efectos de la acumulación primitiva fue el surgimiento de la figura del gran propietario capitalista, el dueño de los medios de producción y de la tierra. El capital acumulado por él se transformó, en seguida, en inversiones que llevaron a la industrialización y al nacimiento del proletariado. Hoy, ese papel sería desempeñado por las empresas.

Controlando el desarrollo tecnológico, ellas crean mecanismos que, combinados con las leyes de propiedad intelectual, refuerzan antiguos monopolios y generan otros, ahora, sobre las formas de vida. Algunas nuevas tecnologías sirvieron para controlar la germinación de las plantas, el posicionamiento geográfico de animales o inclusive para el gerenciamiento de obras que circulan por internet. Así como la acumulación primitiva usó la usurpación de la tierra de los campesinos, hoy el control sobre las formas de vida estaría en camino de tornarse un privilegio de ciertas empresas.

No crezca, no se reproduzca

Las siglas V-GURTs y T-GURTs designan dos ‘nuevos cercamientos’ sobre las formas de vida. VGURT significa algo como Tecnología para la Restricción de Uso de la Variedad Genética. Su mayor expresión es la tecnología Terminator, aquella en la cual la variedad transgénica de la planta es esteril. En seguida después que fue concedida la patente por esa tecnología, en 1998, hubo una instensa persecución internacional. Agricultores de diversos países protestaron, por temer que la práctica de guardar las semillas de una safra para otra se volviera imposible. Monsanto, que adquirió la patente en el año siguiente, se comprometió a no usar la tecnología, a no ser para tests internos de la compañía.

La tecnología T-GURTs fue descripta como la segunda generación del control sobre la vida. La sigla puede ser traducida como Tecnología para la Restricción del Uso de los Trazos Genéticos. En ese caso, no es apenas la fertilidad de la planta la que es controlada, sino también la expresión de cierta característica del organismo. Una plantación transgénica, por ejemplo, solo podría tener resistiencia a cierta plaga activada después de la aplicación de un determinado compuesto químico, provisto por la empresa detentora de la tecnología. Los agricultores que adquirieran nuevas semillas en el mercado ilegal no obtendrán ninguna ventaja, ya que no poseeran el compuesto químico capaz de “encender” el gen de resistencia.

Para las grandes entidades presentes en la sesión del Foro Europeo, hay un riesgo evidente en esa tecnología. Como la semilla que ella produce no es esteril, podría contaminar plantas vecinas. En ese caso, una plantación que fuera blanco de contaminación podría no desarrollarse por completo, ya que el agrocultor no dispondría de los insumos químicos que activarían un gen de crecimiento, por no haber adquirido las semillas del poseedor de la tecnología.

En nuevos contratos, “policía genética”

La tecnología para transformar al desarrollo normal de una planta en dependiente de la adición de un determinado insumo químico, ya existe. Su patente es propiedad de Syngenta, uno de las gigantes de la biotecnología. Las semillas estériles tienen un alto costo de producción, lo que dificulta su entrada en el mercado. Plantas que precisan ser “encendidas” para crecer o para voverse fértiles – patente estadounidense de número 6147282 – tendrían un menor costo de producción.

El ETC Group cree que las grandes inversiones de las empresas pare el desarrollo de estas tecnologías se debe a la dificultad encontrada para la aplicación legal de los derechos de propiedad intelectual. “Terminator y otras tecnologías de control de la expresión de trazos genéticos pueden sustituir o sumarse a la propiedad intelectual como la opción para establecer la supremación tecnológica en el mercado de semillas”, afirma el grupo en el comunicado intitulado “Nuevos cercamientos: métodos alternativos para aumentar el monopolio de las corporaciones de bio-servidumbre en el siglo XXI”.

Contratos como los que son establecidos por las empresas con los agricultores en Estados Unidos son vistos, por las entidades, como equivalentess jurídicos de las GURTs. De acuerdo con estos contratos, los agricultores se comprometen a comprar nuevas semillas cada safra, usar el pesticida provisto por un único proveedor y someterse a inspección periódica de agentes de la empresa, además de mantener el secreto sobre puntos del contratos. El New York Times ya clasificó a estos agentes como “policía genética”.

No vea, no escuche

En el mundo digita, las GURTs encuentran su paralelo en el DRM (sigla en inglés para Gerenciamiento Digital de Derechos). “Sabe qué es lo curioso, estabamos pensando en empezar a usar el término DURTs ( Tecnologías Digitales para la Restricción de Uso, en inglés), inclusive antes de conocer el problema en el área de la biotecnología”, afirmó el hacker británico MJ Ray, desarrollador de software libre, presente en la sesión promovida por el ETC Group.

Ray cree que el DRM es intrínsecamente compatible, técnica y filosóficamente, con el software libre. La tecnología de gerenciamiento digital de derechos permite al propietario de los derechos autorales (las empresas) a “autorizar” o no la ejecución de un archivo. Al oir un archivo MP3, por ejemplo, la computadora del usuario entraría en contacto, por internet, con un banco de datos que confirmaría la posesión legal de aquel archivo. “Esto puede traer problemas al software libre pues, por su arquitectura, este es capaz de burlar facilmente este tipo de restricción”, dijo Ray. EEUU baándose en la ley llamada DMCA ( Ley de derechos autorales del milenio digital, en inglés) ya aprendieron y multaron a miles de usuarios por violar o constituir sistemas que burlan restricciones y derechos autorales.

“Esto puede ser un problema para el software libre”, afirma el abogado especializado en derechos autorales Marco Ciurcina. Pero para él, el DRM afecta principalemente al llamado “uso justo”, el derecho que alguien que compra un CD, por ejemplo, tiene de hacer una copia para sí mismo. “ El DRM es incompatible con la lógica de un derecho flexible. El derecho autoral no es absoluto, sobre él está el derecho de la comunidad de usufructuar las obras – lo que hoy es permitido por la regla del uso justo”.

La preocupación de los activistas se refiere también al control de la producción intelectual en manos de las grandes empresas. Casi la totalidad de las obras artísticas colectivas (músicas y películas) y gran parte de las obras individuales (libros, fotos) no es controlada por los autores y sí por las grabadoras, estudios, editora y otros. En un episodio reciente, ni siquiera el ministro de cultura de Brasil, el músico Gilberto Gil, consiguió dar autorización legal para que tres de sus canciones pudieran ser compartidas libremente en Internet. Refazenda, Refavela y Realce son controladas por la grabadora Warner, que no autorizó la liberación. Gil compartió Oslodum, canción grabada de forma independiente.

El éxito de DRM puede significar el control sobre un proceso ( el compartimiento en la red) que ha democratizado el acceso a la cultura y presionado a la industria del entretenimiento para alterar su modelo de negocios, disminuyendo los márgenes de ganancia. Al mismo tiempo, al adquirir un control monopólico sobre los productos culturales y sobre la reproducción de la vida, usando los “nuevos cercamientos”, la industria puede, por el diagnóstico del ETC Group, expandir su campo de actuación y dar origen a nuevos monopolios: sobre la vida y sobre las ideas.

Traducción: Maité Llanos

Para leer (en inglés):

New Enclosures: Alternative Mechanisms to Enhance Corporate Monopoly and BioSerfdom in the 21st Century

El Capital. Parte VIII – La acumulación primitiva

Fuente Planeta Porto Alegre

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