Nueva Constitución: el camino que viene tras la Convención

El próximo 4 de septiembre llegará a término un proceso que podría terminar con el “enclave institucional heredero de la dictadura”, en términos del sociólogo Manuel Antonio Garretón. El proceso constituyente que ha vivido Chile desde 2019 hasta 2022 ha sido único en el mundo e, incluso, podría ser el único que ha cumplido con estándares democráticos de representación ciudadana de distintos sectores de la sociedad. Por lo pronto, el camino a seguir va a requerir la coalición de voluntades políticas y organización territorial. Por eso, es preciso comenzar a levantar el diálogo ciudadano y difundir los contenidos de la nueva Constitución en los diferentes territorios.

La labor de informar a la población no es tarea fácil por varios factores: la concentración de los medios de comunicación masivos en manos de grupos de tendencia conservadora muestran una visión sesgada y tendenciosa del proceso, por lo que un trabajo a través de medios comunitarios o independientes ha sido la tónica de este momento histórico. El uso extendido de las redes sociales también ha contribuido a que proliferen falsas noticias o interpretaciones incorrectas de las propuestas, las que además se viralizan en muy poco tiempo. Finalmente, la estrategia de mostrar las falencias de la Convención Constituyente, basada en asuntos de forma más que de fondo, han colaborado a crear un clima tenso y una sensación de desconfianza desde la ciudadanía.

Para entregar algunos pormenores sobre el cierre del proceso constitucional, la Oficina Regional Cono Sur de la Fundación Heinrich-Böll tuvo la oportunidad de conversar con algunas y algunos de los convencionales partícipes del diálogo democrático, para conocer sus impresiones sobre cómo se ha desarrollado este proceso y también para conocer cuáles son sus proyecciones a futuro sobre el plebiscito de salida del próximo 4 de septiembre. Con la esperanza viva sobre lo que significaría transitar del neoliberalismo a un sistema democrático de derechos, las y los convencionales se ven optimistas en que la ciudanía vuelva a despertar y sea ella la encargada de abrir la puerta hacia un Chile más democrático.

En la antesala del proceso de cierre, las expectativas son altas por parte de la ciudadanía y, al mismo tiempo, para tomar distancia y comenzar a reflexionar sobre los resultados, anécdotas e implicancias de lo que fue el proceso constituyente.

En diálogo sostenido por HBS con Manuel Woldarsky, abogado y representante de distrito 10, que comprende a las comunas de La Granja, Ñuñoa, Santiago, San Joaquín, Macul y Providencia, nos entrega sus apreciaciones y expectativas de lo que fue el proceso completo y también cómo serán los resultados durante el plebiscito de salida.

“Ha sido muy intenso, pero siento que lejos es una de las experiencias más importantes para el país, para su historia, para la generación en la que vivimos y para las generaciones que vienen. En lo más íntimo del alma de las chilenas y chilenos, creo que ofrece ya una oportunidad. Ofrece ya esperanza, ofrece una alternativa a cuando creemos que es necesario ir y cambiarlo todo”.

Varios han sido los baches en el camino: la dimisión de un integrante tras darse a conocer que el cáncer que decía tener y en el que se sostuvo su campaña, era un fraude, fue un golpe duro para la convención y el costo que implicaba esto para la legitimidad del proceso, representó una de las dificultades más grandes que tuvo que enfrentar la convención. Pero sin duda el despliegue mediático que se generó a su alrededor, las transmisiones en tiempo real de los conflictos al interior de la instancia, las declaraciones incendiarias por parte de algunos convencionales, fueron material para que los medios hegemónicos y los grupos críticos al proceso apoyaran una imagen convenientemente negativa de la instancia.

Desde la complejidad a la concreción de un manuscrito a punto de ser entregado, el proceso constituyente ha sido también el espacio para no sólo entregar nuevos lineamientos en temas de derechos, sino también para visibilizar demandas ancestrales de los pueblos de primeras naciones. En diálogo de la HBS con tres convencionales representantes de pueblos originarios, éstos nos proporcionan su visión sobre lo que ha sido para ellos el proceso, sus impresiones en relación a la presencia de los pueblos originarios en espacios de poder y los desafíos a futuros.

Isabel Godoy, activista por los derechos del pueblo Colla y representante de escaños reservados, aseveró que “es la primera vez en la historia en que los pueblos estamos en un proceso en que podemos decidir el futuro de nuestros pueblos. Veníamos con grandes sueños desde los territorios con demandas históricas, demandas de más de doscientos años de este Estado chileno y más de quinientos años de colonialismo”.

Frente a esto, aseguran que ha sido difícil la labor por instaurar y posicionar una demanda ancestral, más aún tratar de defenderse de los ataques de los sectores más conservadores. Curiosamente, estas atribuciones podrían ser asignadas hacia la derecha política, o al menos eso esperaban los representantes de primeras naciones. Sin embargo, no es de extrañar que el sistema neoliberal haya penetrado en coaliciones de izquierdas, a quienes muchos señalan que por mero uso instrumental, se han abanderado por la causa indígena.

Al respecto, Eric Chinga, convencional y escaño reservado de pueblos indígenas de la provincia de Copiapó, expresa su malestar sobre la postura de las coaliciones tradicionales de izquierda en el proceso constituyente: “Un ejemplo es lo que pasó con Chile Digno, que votó en contra del buen vivir. O sea, entender que el Partido Comunista, siendo uno de los que ha liderado las transformaciones en Chile, se oponga al tema del buen vivir y también se oponga al consentimiento, es para mí un signo de que los partidos políticos en Chile fueron absorbidos por el sistema capitalista”.

Otro de los temas aún por definir es cómo se dará bajada a lo acontecido en el ex Congreso Nacional. Si bien los territorios se han mantenido activos durante el transcurso de la convención, es necesario generar una campaña de reactivación. Por lo tanto, aún falta trabajo por hacer en materia de entregar una bajada pedagógica del trabajo de la convención.

Es verdad que el proceso constituyente ha requerido una importante movilización de recursos, sin embargo, a la luz de lo expresado por Isabel Godoy, se hace necesario generar instancias formativas para acercar y comunicar el trabajo constitucional a los diversos territorios: “Tenemos que hacer la salida, hacer pedagogía, ir a socializar el texto, sobre todo con aquellos temas que son más sensibles para la gente. Los que más han reclamado que son los derechos sociales. Que eran, digamos, los que más demandaba la gente en el estallido social". 

La nueva configuración política, y también considerando los 154 miembros del mismo proceso, ha generado una serie de polémicas en términos de la capacidad de negociación con las diferentes coaliciones. En el discurso de los tres convencionales se deja entrever que la mayor barrera siempre han sido los sectores más conservadores provenientes de la derecha. Hablamos de un sector de la sociedad que teme perder privilegios consolidados por años de un régimen elitista que hoy se descascara frente a la arremetida de una democracia participativa sin precedentes. Este, además, es un grupo en cuyo discurso no había atisbos de conceptos como paridad o multiculturalidad y cuya resistencia a los cambios es manifiesta. Sin embargo, la apertura ya está hecha. La Constitución próxima a ser designada se enmarca bajo los lineamientos de la interculturalidad y la plurinacional y, en temas de reconocimiento hacia los pueblos de primeras naciones, por fin el Estado tendrá que hacerse responsable de los convenios internacionales relacionados a pueblos originarios.

Aunque haya temas aún por tratar, principalmente en lo que respecta a la bajada mediática y el trabajo territorial, hay esperanza en los convencionales en que el apruebo sea la opción victoriosa en el plebiscito del 4 de septiembre y para garantizar el éxito es preciso disputar todos los espacios políticos y revitalizar las campañas territoriales, comenzar a informar a la ciudadanía y a revitalizar los ánimos para conseguir resultados favorables en la elección venidera.

Angela Erpel, coordinadora de programas de HBS concluye: “Este proceso demuestra que Chile quiere apostar a la democracia real y no solo a la clásica representativa, donde dichos representantes han sido miembros de una sola capa socio política privilegiada y muy minoritaria. Desde la dictadura de Pinochet, Chile no ha logrado ejercitar con vigor una cultura democrática plena, hay más de una generación que no ha experimentado esta vivencia en primera persona, solo se ha limitado a la emisión de votos en las elecciones, las que además tienen una bajísima participación (menos del 50% del universo electoral), pero más allá de eso, la sensación que queda es que las decisiones son tomadas por otros, que siempre son los mismos y que no quieren cambios profundos. Este proceso es una ruptura a ello y el vuelco a una mirada hacia la política como una herramienta cercana, propia y apropiable, donde la Constitución tenga un correlato en la vida de ciudadanos y ciudadanas.

Con esta nueva Constitución se culmina un acuerdo nacional por cambiar un proyecto político hecho a espaldas del pueblo y es la entrada a otro momento de nuestra historia, que se escribe con los movimientos sociales, con los grupos históricamente marginados de los procesos decisivos, con énfasis en el respeto al planeta y con mirada feminista. Para ello, desde la HBS procuraremos que toda la ciudadanía pueda elegir informadamente, para lo que estaremos apoyando procesos de diálogo, fomentando medios de comunicación comunitarios y territoriales y facilitando la difusión a todas las voces que promuevan los valores de la libertad y la solidaridad en un marco de respeto y colaboración”.

Fuente: Heinrich Böll Stiftung - Santiago de Chile

Temas: Crisis capitalista / Alternativas de los pueblos, Nuevos paradigmas, Pueblos indígenas

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