Revista Soberanía Alimentaria #40: un análisis de la ayuda alimentaria

Idioma Español
País Europa

"La mirada de la soberanía alimentaria sobre este tema ofrece un catálogo muy amplio de aristas que hemos intentado reflejar en este número. Partimos de que la ayuda alimentaria se canaliza por los mecanismos del sistema alimentario capitalista, por tanto, tampoco con un objetivo como este ha sido capaz de situar la alimentación de la población en el centro. La conclusión sigue siendo que ganan las grandes empresas. Vemos también cómo se despoja a quienes necesitan este apoyo de su derecho a decidir qué comer; el Estado lo piensa por ellas. Conviene aquí ser muy precisos y diferenciar comida de alimentos. Saciar el hambre no tiene por qué ser lo mismo que alimentar".

- Ilustración de Alejandro Ouro.
EDITORIAL

La pandemia ha conseguido que aumenten en más de 600.000 las personas que acuden a los bancos de alimentos, lo que ha hecho que se hable del tema más que nunca. Hemos visto en los medios de comunicación cómo se han reproducido las iniciativas ciudadanas que han atendido esta necesidad, responsabilizándose del reparto en sus barrios o bien consiguiendo comida por su cuenta, por ejemplo, mediante la recaudación de fondos. Hasta entonces, el circuito de la ayuda alimentaria estaba limitado a entidades muy concretas, casi todas de ámbito religioso y asistencialista, pero el desborde a la sociedad civil no ha hecho que el debate social supere los límites acostumbrados. El público ajeno a esta problemática suele ver con compasión a quien recibe y con admiración y alivio a quien da.

Sin embargo, la propia Secretaría de Estado y Asuntos Sociales, en un documento de 2019, menciona la poca adecuación a las necesidades de este sistema de ayuda, su carácter estigmatizador e incluso su contribución al despilfarro alimentario.

La mirada de la soberanía alimentaria sobre este tema ofrece un catálogo muy amplio de aristas que hemos intentado reflejar en este número. Partimos de que la ayuda alimentaria se canaliza por los mecanismos del sistema alimentario capitalista, por tanto, tampoco con un objetivo como este ha sido capaz de situar la alimentación de la población en el centro. La conclusión sigue siendo que ganan las grandes empresas. Vemos también cómo se despoja a quienes necesitan este apoyo de su derecho a decidir qué comer; el Estado lo piensa por ellas. Conviene aquí ser muy precisos y diferenciar comida de alimentos. Saciar el hambre no tiene por qué ser lo mismo que alimentar.

Pero quizá la riqueza de este debate se encuentra en superar los parches, en pensar más allá del cambio de unas empresas por otras o unos lotes industriales por otros agroecológicos. Se trata de analizar las causas que sostienen esta precariedad social, quitarnos el velo de la pandemia, y relacionarlas con la propia precariedad de las personas que trabajan en el sector primario y con el abandono de los pueblos. Se trata, también, de trascender el papel de los estados y organizarse desde abajo, como ha hecho la sociedad ecuatoriana liderada por el campesinado, sacudiendo el tablero de su sistema político y mediático. Y se trata, por qué no, de pensar sin las ataduras de lo pragmático, de imaginar una realidad diferente y trazar las rutas que pueden llevarnos allí.

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Fuente: Revista Soberanía alimentaria, biodiversidad y culturas

Temas: Salud, Soberanía alimentaria

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