Un hartazgo ante el miedo, la impunidad, la indefensión y el saqueo diario

Idioma Español
País Ecuador
Quito, Ecuador, 12 de octubre Foto; Micaela Andino GENERXS DIVERSXS_MEDIOS

Son ya veinte y seis días desde que se inició el paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), y contando. Días donde el terror no dejó de sorprender por su capacidad infinita de ejercerse. Pero, la dignidad, los cuidados, la comunidad se yerguen para detener al proyecto de muerte planetario que se está aplicando en este pequeño país esquinero de Sudamérica - 17 de Octubre 2025.

El 12 de septiembre de este año, el gobierno emitió el decreto 126, que determina la eliminación del subsidio al diésel, lanzando fuego a un estallido que lleva años acumulando agravios. Pero este paro no va sólo del diésel, sino del hartazgo ante el miedo, la impunidad, la indefensión y el saqueo diario, obsceno y desembozado. Va de las muertes violentas que nos hemos visto forzados no sólo a soportar sino, peor aún, a acostumbrarnos. Va de los cuatro niños afrodescendientes de un barrio pobre de Guayaquil, secuestrados, torturados cruelmente y asesinados por el ejército con un ministro de defensa que se atreve a amenazar a la jueza que exigió su aparición; además, 35 desapariciones forzadas de jóvenes campesinos, pobres y de piel oscura por parte del ejército.

Va de leyes y consultas populares desacatadas, de referendos impulsados por el gobierno para medir popularidad, cuyos resultados también se ignoran, de elecciones tramposas sin respeto a las reglas de juego, de resultados electorales sospechosos. Va de una Constitución sistemáticamente violada, de la toma proterva e ilegal de todas las instituciones pinzando cada resquicio de institucionalidad, cercando la ya de por sí endeble democracia del país. Va de meses a oscuras con cortes de luz de hasta 14 horas diarias por falta de inversión pública; de neonatos que mueren porque los hospitales no tienen ni siquiera cánulas de dos dólares, de enfermos renales que llevan dos años suplicando atención, de enfermos de cáncer y enfermedades catastróficas que no reciben su medicación porque mafias en el Estado lucran con la medicina del pueblo.

Para llegar a este paro, la población soportó que se le impongan endeudamientos que deberán pagar sin ver el dinero, soportó la espectacularización de la violencia y el miedo, aguantó que los gobernantes firmaran contratos millonarios con sus familiares, así como concesiones mineras donde también tienen intereses; que los gobernantes tuvieran tratos con miembros de mafias transnacionales, sin que ninguna instancia tome medidas. Y a la par, una propaganda embotante que enajena al más consciente.

Al día siguiente del decreto, la ciudad de Cuenca, inundó las calles en un río de voces que le dijeron al gobierno que sus páramos, de donde viene el agua diáfana que beben a diario, no se tocan, que ya lo dijeron en consulta popular que los negocios de su familia (con la minera canadiense Dundee Precious Metals-DPM), no valen más que la vida.

Asumiendo que el Movimiento Indígena no callaría, el presidente Noboa trasladó la sede de su gobierno a Latacunga, provincia de Cotopaxi, el territorio de donde han salido las principales fuerzas de resistencia en los dos últimos paros (2019 y 2022). El cálculo, presumimos, era cercar cualquier movilización a Quito desde su origen. El traslado incluyó un enorme contingente militar y policial que cercó totalmente el centro de la ciudad; un ejército de ocupación en territorios indígenas.

El 18 de septiembre CONAIE llamó a un Paro Nacional inmediato e indefinido. Las acciones de resistencia se encendieron en diferentes provincias del país, incluso en Cotopaxi (sierra central), donde no cobraron fuerza, pero ya se vieron ataques con arma de fuego de parte de los militares. Cerraron la señal de TV MICC, canal comunitario del Movimiento Indígena de Cotopaxi. Se bloquearon cuentas bancarias de organizaciones, dirigentes, e incluso ONGs.

Las manifestaciones más fuertes se presentaron en diferentes comunidades de Imbabura, principalmente Cotacachi, Otavalo e Ibarra, articulados en organizaciones kichwas de diversos pueblos.

La represión endurece, la policía atropella con vehículo a un manifestante, detiene a 12 comuneros que son llevados sin debido proceso a cárceles de alta peligrosidad en Manabí y Esmeraldas en el litoral ecuatoriano. Días después una jueza dispone que sean devueltos a sus territorios, orden que se desacata por más de una semana. Se instala la narrativa de que la resistencia indígena es terrorista para justificar la intimidación, la arbitrariedad y el riesgo de vida de los detenidos.

Los bloqueos no se detienen. Mientras tanto Noboa reparte bonos, tractores, chanchos y cualquier dádiva que ocupe para legitimar su imagen frente a la protesta.

Cabe decir que los donativos no se entregaron del todo en realidad. El 24 de septiembre, Noboa va a Otavalo a dejar sus bonos y lanza su frase: “si ellos quieren que salgamos de sus territorios nosotros los sacamos del país”.

Diferentes provincias de la Sierra arrecian la protesta: en Quito, Guayaquil y Cuenca hay marchas y plantones, empiezan agresiones a periodistas. Noboa sale de Otavalo en helicóptero y es abucheado en Ibarra.

Pocos días después envía el primer convoy militar a Imbabura durante la noche, que corta la energía eléctrica y la telefonía celular y avanza bombardeando, aterrorizando e invadiendo chacras y casas. A la madrugada durante un enfrentamiento con comuneros cerca de Cotacachi, Efraín Fuérez comunero de Cuicocha es asesinado con tres balazos por la espalda. Al intentar llevarse el cuerpo para no dejar evidencia, un compañero lo protege literalmente con su vida y es brutalmente golpeado.

En octubre continúan las movilizaciones y bloqueos. El gobierno mantiene una estrategia de “bombazos” mediáticos, como el intento de magnicidio, acusando a comuneros de Cañar que protestaban en la carretera a su paso, bulo que fue replicado en todos los grandes medios internacionales y cuya veracidad duró apenas horas. En un despliegue ostentoso y grotesco, divulgó imágenes de aviones y tanques con escuadras militares llegando a Quito para impedir la “invasión” de los indígenas, cuando se había anunciado una gran marcha en la capital con pobladores de los barrios, artistas, y otros colectivos urbanos. El presidente del pueblo kitu-kara recordó en medios que la CONAIE no viene a Quito, la CONAIE está en Quito desde siempre, en sus más de 150 comunidades asentadas en el distrito metropolitano.

El despliegue armado fue desorbitante, la orden era no dejar que se juntara la gente. Pese a todo, las marchas desde el norte y desde el sur se dieron modos para llegar al parque de El Arbolito en el centro norte de la ciudad, donde finalmente fueron violentamente agredidos. Simultáneamente, la comuna de San Miguel del Común al norte de Quito, que venía siendo reprimida 2 días atrás, enfrenta el asedio y la ocupación violenta de su territorio y sus casas, igual que había pasado en Imbabura. Nada que celebrar ese 12 de octubre, muchos heridos y detenidos dejó la jornada una vez más.

Paralelamente, continúan aprobándose leyes inconstitucionales que sólo favorecen a la oligarquía y a las transnacionales. Noboa se perdonó una deuda de 93 millones de dólares en impuesto a la renta, el FMI le premió con el desembolso de 600 millones más de deuda. Se continúa bloqueando más cuentas personales, organizativas e institucionales. Se retoma la estigmatización del Movimiento Indígena como terroristas, o financiados por el terrorismo y la minería ilegal. Los señala como el objetivo militar. Mientras la lucha sigue, Noboa continúa promocionando el SI en una consulta popular impuesta por sobre la Corte Constitucional, que busca demoler la actual Constitución y las garantías de derechos para pueblos, territorios, naturaleza, y trabajo; la instalación de bases militares extranjeras, y la eliminación de toda forma de oposición democrática.

En la madrugada del día 23 del paro, vuelve a enviar otro “convoy humanitario” con centenas de militares y pertrechos, para abrir definitivamente las vías y detener el paro de una vez.

El horror y la violencia desatada sobre la población, no tiene precedentes en este país: cientos de heridos graves que fueron impedidos por el ejército de atención médica en hospitales y un periodista comunitario recibe un balazo en plena transmisión.

Es asesinado el comunero José Guamán, de la comunidad de Cachiviro, en Otavalo, hay casas allanadas sin orden judicial, niños y ancianos con asfixia por la nube interminable de gases. En Saraguro, muere por efecto de los gases, Rosa Elena Paqui, anciana líder de su comunidad. Al día siguiente, el ministro del interior fuerza a las dirigencias locales a una mesa de diálogo espuria, poniendo a los detenidos como moneda de cambio. El paro sigue, pese al anuncio público del ministro de que ha terminado. Las comunas indican que no fueron esos los recados que mandaron a sus dirigentes. Imbabura continúa con las vías cerradas. En Quito, continúan las protestas y la policía y ejército violentan la autonomía de la Universidad Central para acorralar a los estudiantes y docentes que se manifiestan.

A la hidra de la guerra gubernamental por vías económicas, judiciales, mediáticas, militares, le plantan cara miles de comunas luchando en todos los territorios, con todas sus formas de resistencia solidaria. Organizaciones urbanas y rurales juntándose a pelear y a cuidar, medios comunitarios de información, acopios de medicinas e insumos que milagrosamente llegan a destino, ollas enormes que se cocinan a diario, artistas pintando los nombres de los caídos en todas las paredes de país, canciones y videos, plantones en muchos países. Por cada bombo un NO. Por cada golpe una rebelión. Por cada mentira una verdad.

La estrategia de control sionista-estadounidense de América Latina para no quedar fuera del nuevo reparto mundial no es exclusiva del Ecuador, se vive dolorosamente ahora mismo una guerra declarada a los pueblos en Perú, en Argentina, en Paraguay. Fuego y sangre sobre los pueblos originarios, incluido México, de nuevo contra las comunidades zapatistas. El imperio ha declarado la guerra a la comunidad, al territorio, a la vida. Vienen por los países queriendo despejar el espacio para la depredación final, vienen por el exterminio de niños, de enfermos, de ancianos, de discapacitados, de indios y negros, vienen por el territorio vital.

Pero somos así, persistentes, sin armas pero con dientes y entre los dientes llevamos la esperanza.

Notas:

…Y creo que ese es nuestro mayor pecado como indígenas: haber aprendido a entender, a alzar la voz…Francisco Cabascango dirigente del agua en Caluquí-Otavalo https://www.facebook.com/watch/?ref=saved&v=777041511824285

Isabel Paqui Quizhpe “Mi mamá no es terrorista, ella lleva su bayeta y una mochila de esperanzas” Voces Azuayas, 8 de octubre de 2025. https://vocesazuayas.com/author/isabel-paqui/

“Ustedes se mueren por el presidente, nosotros morimos por el pueblo”. Daniela Fonseca Radio Pichincha https://www.radiopichincha.com/despliegue-militar-manifestantes-otavalo/?fbclid=IwY2xjawNcCIVleHRuA2FlbQIxMABicmlkETFFVEZMUUd1T0ZBaUNpZ3Q2AR4Lqebv17-MON5JVMb_e4l5WBqXSBRnNytICThll1pQblHi3GUBcVsSsBvtqQ_aem_gPW55ikxzRstCPMyZLKAw

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Fuente: Revista Biodiversidad, sustento y culturas #126

Temas: Criminalización de la protesta social / Derechos humanos, Movimientos campesinos, Pueblos indígenas

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